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¡fuuuu-sión! ¡ha!

La improbable historia del Gotenks del fútbol argentino

¿Te imaginas que los aficionados de Barça y Madrid fundaran un club usando el nombre de uno y los colores del otro? Pues en Argentina esta extraña fusión ha ocurrido con ni más ni menos que River Plate y Boca Juniors.

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En general, los fans de los clubes tienen tres niveles de relación entre ellos: o están hermanados y se aprecian, o no tienen relación y sencillamente se ignoran, o son rivales directos… y entonces se odian a muerte.

Este último es el caso más típico en los derbis del mundo. Barça y Madrid, Bayern y Dortmund, Inter y Milan, Manchester y Liverpool… cuando estas parejas de equipos se enfrentan, el cariño brilla por su ausencia. Seguramente, el ejemplo más extremo de ello sea el Superclásico argentino entre River Plate y Boca Juniors.

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En condiciones normales, si un aficionado de Boca se cruza con el logo de River le da un infarto, y si un fan de los 'millonarios' se pone una camiseta de los 'xeneizes' le provoca sarna. La rivalidad entre ambos clubes alcanza límites en ocasiones insanos debido a la desbordante pasión que levanta el fútbol en Argentina. Ver ambos clubes hermanados parece una quimera…

…y sin embargo, hay un lugar del mundo donde por increíble que parezca esto es posible.

Esta es la historia del club River Plate de Bell Ville, una ciudad de la provincia argentina de Córdoba que cuenta con 37.000 habitantes. Allí, dos equipos irreconciliables se funden de una forma completamente inesperada: la entidad cordobesa utiliza el nombre de River y viste los colores de Boca. El producto es una especie de Gotenks futbolero, una fusión que haría enorgullecer al propio Piccolo.

El caso es que el River Plate de Bell Ville fue fundado en 1923 por aficionados tanto 'xeneizes' como 'millonarios', así que seguramente no se pusieron acuerdo sobre qué camino y qué colores debía llevar el equipo. Unos querían que el equipo fuera Boca Juniors y luciera sus colores azul y amarillo, mientras que otros preferían que el club tuviera el nombre de River Plate y vistieran la franja roja con fondo blanco.

Al final se alcanzó un acuerdo; se decidió que el color y el nombre del nuevo equipo se decidiría por sorteo. El ganador definiría el nombre y el perdedor pondría los colores al uniforme. Se impusieron los fans de River, así que los de Boca pudieron elegir el color del escudo y de la camiseta.

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Los socios compartimos el mismo espacio y cuando se juega el Superclásico habrá alguna bronca que aguantar, pero nada más que eso. Nunca ha habido agresiones ni problemas propios del fanatismo

Augusto Fabro, presidente del River Plate de Bell Ville

En su sitio web, el equipo se define con una frase que ejemplifica perfectamente lo que es el equipo: "Un club dividido pero unido". El River que es Boca llama la atención en cada competición en la que participa, pero más allá de los colores y el nombre hay un equipo que pretende trascender a la anécdota. Una ideología que no entiende de rivalidades ni colores.

"El club ha ido creciendo", señala Augusto Fabro, que preside el River Plate de Bell Ville desde 2004. "El fútbol y las aficiones le han dado relevancia. Tenemos pista de patines, pádel, piscina, un salón donde hacemos fiestas y gimnasio; hay una actividad deportiva importante".

A pesar de su excentricidad en cuestión de símbolos, el River de Bell Ville trabaja como cualquier otro club de Argentina; a día de hoy cuenta con unos 250 socios y en sus distintos equipos juegan unos 160 futbolistas. El primer equipo compite en un torneo local, la Liga Bellvillense, de la cual ha sido campeón una vez.

El River de Bell Ville no tiene campo propio, así que juega sus partidos en el Estadio Argentino, un recinto que pagan con los ingresos de las entradas. Más o menos cuentan con una asistencia de entre 100 y 200 aficionados por encuentro. Como es comprensible, el sueño del club es poder construir un estadio propio algún día.

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"El club tiene una buena presencia en la ciudad, es abierto e inclusivo", explica el presidente Fabro. "Tratamos de organizar actividades para ganar socios. Lo que no vamos a hacer es cambiar los colores: eso ya está asumido".

Es difícil imaginar que un club que principalmente es un spin-off de dos gigantes del fútbol argentino alcance nunca relevancia internacional más allá de la curiosidad de su nombre. Sin embargo, inevitablemente me viene a la mente lo divertidísimo que sería que el River de Bell Ville subiera algún día a Primera División y tuviera que jugar contra los auténticos River y Boca.

¿Cómo llamaríamos un partido entre el River de Bell Ville y cualquiera de los dos grandes argentinos? ¿Duelo paternofilial? ¿Súper-Superclásico? ¿Super Saiyan?

Al menos las risas no faltarían.

Sigue al autor en Twitter: @Andrescorona