De Afganistán a Camboya: liberando la mente mediante el skate
Todas las fotos son cortesía de Skateistan

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De Afganistán a Camboya: liberando la mente mediante el skate

La organización Skateistan, originaria de Afganistán, aterrizó en Camboya en 2011 para ayudar a niñas en situaciones inestables a ganar confianza en sí mismas... mediante el skate.

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La capital de Camboya es un caos. Phnom Penh tiene un tráfico infernal: camionetas, mototaxis, motonetas y cientos de vehículos rarunos de todo tipo recorren sus calles atestadas de peatones. Todos sienten la absurda necesidad de tocar el claxon, como si ello les fuera a ayudar mínimamente a llegar antes a su destino.

Me quedé atrapada en medio de ese caos, casi tan sofocante como el olor de los tubos de escape, y comencé a preguntarme si podría llegar a las instalaciones de Skateistan a tiempo. El conductor del mototaxi notó mi estrés, así que aceleró y tomó varios atajos hasta llegar a nuestro destino: un pequeño parque perdido entre bloques enormes en un rincón del cual se encontraba un skatepark.

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Más skate: El skate ayuda a las niñas afganas a sentirse libres

Esta instalación, una especie de oasis donde un alegre alboroto lograba vencer el ruido de los coches, fue construida en 2011 por la ONG Skateistan. Esta organización, nacida en la ciudad afgana de Kabul en 2007, se dedica a la protección de los derechos de las niñas… mediante el skate.

"La prioridad de Skateistan son las niñas", me explicó Benjamin 'Ben' Pecqueur, cofundador de la organización en Camboya, elevando su voz para que lo escuchara. "Aquí lo principal es que se diviertan".

Después de cruzar la puerta principal pintada de colores noté que decía la verdad. Era Día Internacional de los Derechos Humanos, así que las niñas tenían fiesta: pudieron practicar el skateboarding todo el día.

Alentadas por los gritos de su amigas y por la música que salía de los altavoces, las chicas equipadas con rodilleras, coderas y cascos se paseaban por las rampas y tubos del parque sobre sus tablas.

"Cuando empezamos a trabajar con las chicas, algunas eran muy tímidas y apenas se relacionaban con las demás", me contó Ben. "Era muy complicado". Me pareció difícil de creer cuando vi las sonrisas de todas y la motivación con la que las chicas aceptaban los retos que se les presentaban. "En verdad, las chicas han cambiado por completo en tres años: el skate las ha ayudado a confiar en sí mismas".

Las más aventureras tomaron un poco de impulso: alentadas por una dinámica de nombre Tin, las niñas se lanzaron sobre la tabla por el parque y pasaron por debajo de una cuerda que sostenían otras estudiantes.

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"Yo también era así antes. No confiaba en mis habilidades", me confesó Tin, de 22 años.

"El día que se presentó para ser parte del equipo, Tin apenas respondía a nuestras preguntas con un sí o no. No era muy segura", dice Ben. "Pero ahora es una verdadera estrella del skate en Camboya y es la portavoz oficial de Skateistan".

Para hacerlo, la joven que supervisa la educación de las participantes participó en un programa de liderazgo juvenil. "Es una educación que permite practicar mucho skate, integrarse a la organización y sacarle provecho a las oportunidades que se presentan", relató Ben.

Nacida en una familia humilde, Tin decidió salir de su situación aún siendo adolescente y buscar oportunidades en Tiny Toones, una organización dedicada al hip-hop y al breakdance.

"Mi madre no tenía dinero, así que necesitaba encontrar algo para ayudarla. No tenía opción", me contó Tin. En 2011 descubrió el skate: "Me pareció que era bueno porque no hay muchas chicas en este deporte. Yo quería ponerme a prueba y buscar desafíos, y aquí los encontré", me aseguró Tin antes de bajar por la rampa y rematar con un flip perfecto.

Tin es dinámica y sonriente, y su facilidad para patinar velozmente hacía que muchas chicas la vieran con admiración. Cuando la vi patinar, parecía que nada podía detenerla, ni en los obstáculos del skatepark ni en la vida.

"En Skateistan Camboya, más que en cualquier otra parte, el cambio en las niñas se nota rápidamente", me comentó Rory Burke, gerente de recursos humanos de la ONG. "Vienen con frecuencia y progresan mucho, y eso les permite seguir soñando".

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Tin aún tiene muchos sueños: el primero es convertirse en una skater profesional.

"Cuando veo vídeos de Kat Williams pienso que me gustaría estar en su lugar", me dijo mientras miraba con admiración a su modelo a seguir. Originaria de Australia, Kat estaba de gira en la región y pasó a visitar a los compañeros de Skateistan.

"Para mí esta organización es algo muy importante", me dijo Kat con entusiasmo. "Construir una estructura para que los niños puedan estar con sus amigos y estar activos es muy bueno".

Kat llevaba el cabello pegado a las sienes después de dar muchas vueltas por el parque; una sonrisa genuina le iluminaba el rostro. "Crecer con un skate es algo muy bueno para las niñas", me aseguró. Y vaya que sabe lo que dice. "El skate cambió mi vida por completo. Patinar te ayuda a crecer, a estar en armonía contigo mismo".

¿Quién habría pensado que una tabla de madera con cuatro ruedas tendría tantos beneficios? Ciertamente yo no. Sin embargo, el testimonio de las niñas me dejó claro que patinar tiene muchos beneficios.

"Antes, siempre estaba enojada", me explicó Sophea, de 16 años, un poco intimidada. "Ahora, el skate me ayuda a relajarme". Algo similar me contó Bopha, de 18 años: tras tres meses de entrenamiento, la joven asegura que tiene mucha más confianza en sí misma.

"Así es la pasión", me explicó Ben. "El skate es en realidad una herramienta para mostrar nuevos horizontes a las niñas".

Sigue a la autora en Twitter: @watersaysbutter.