La resistencia contra la biotiranía: ¿quién controla tu cuerpo?
La obra de Heather Dewey-Hagborg

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La resistencia contra la biotiranía: ¿quién controla tu cuerpo?

Inspirados por Foucault, Chelsea Manning y técnicas como la modificación genérica, artistas y activistas están recuperando el poder sobre nuestros cuerpos de las manos de gobiernos y empresas.

Este artículo se publicó originalmente en Motherboard, nuestra plataforma dedicada la ciencia y a la tecnología.

A principios de 2015, un paquete de FedEx llegó al estudio de la científica-artista Heather Dewey-Hagborg. Solo contenía una muestra de cabello y frotis bucales. Extrajo material genético de las muestras y lo sometió a un conjunto de tecnologías muy sofisticadas llamado "fenotipificación forense del ADN", una técnica que se usa cada vez más en laboratorios privados para ayudar en investigaciones criminales, en empresas de genómica para determinar la predisposición genética a ciertas enfermedades y en los cuerpos de seguridad para crear perfiles de ADN de los sospechosos. Después de analizar informes de proteínas y secuenciar los genes asociados con determinadas características como el color del cabello y la etnicidad, pudo crear un parecido muy cercano a la propietaria del ADN: Chelsea Manning.

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Los retratos resultantes son espeluznantes: Manning, quien actualmente está cumpliendo una condena de 35 años en prisión por entregar a Wikileaks un montón enorme de cables diplomáticos y de documentos relacionados con la guerra de Irak, no ha sido vista en público desde su arresto en 2010. Después de una vigorosa campaña a su favor, el presidente Obama conmutó su sentencia justo antes de dejar el cargo y cambió la fecha de salida a mayo. Tal y como Manning dijo a Cory Doctorow en una entrevista para Boing Boing:

"La dependencia de las imágenes por parte de nuestra sociedad dice mucho de nuestros valores. Por desgracia, las cárceles intentan por todos los medios volvernos inhumanos e irreales negando al resto del mundo nuestra imagen, y por lo tanto nuestra existencia. Las imágenes se han convertido en una especie de prueba de existencia. Y si no, piensa en el dicho de internet: "Fotos o no ha pasado".

Esta afirmación no se refiere solamente al aspecto físico de los cuerpos, sino a cómo los identificamos. Manning hizo la transición de hombre a mujer desde que fuera arrestada en 2010. Para el proyecto de Dewey-Hagborg, titulado Radical Love, la artista ha creado un retrato de género neutro a partir de un algoritmo y un retrato de lo que "asignamos como género" femenino, para destacar el problema de asignarle a una persona el género en función de su sexo al nacer.

"La exhibición de las dos caras posibles una al lado de la otra pone el foco en el problema de usar cromosomas o el sexo asignado al nacer para asignar el género así como un problema mayor sobre lo que significa depender de ideas estereotipadas sobre cómo una cara con un género concreto 'debería' ser", escribió Dewey-Hagborg en un texto que acompañaba al trabajo.

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En general, pensamos que el sexo y el género representan diferencias fundamentales y estables, y suponemos que el sexo biológico es parte de una naturaleza que existe independientemente con propiedades invariables. Los retratos que hizo Dewey-Hagborg con el ADN de Manning intentan demostrar que el concepto "objetivo" de género es fundamentalmente social, ambiguo y dependiente del contexto. El observador tiene dificultades para determinar el sexo de las personas en los retratos, una experiencia similar a la rivalidad binocular.

"Los cuerpos", escribe Donna Haraway, autora de El Manifiesto Cyborg, "no nacen, se hacen… los distintos cuerpos biológicos opuestos emergen en la intersección de la investigación, la literatura y las publicaciones de biología, de medicina y de otras prácticas de negocio; producciones culturales de todo tipo, incluyendo las metáforas y las narrativas existentes, y la tecnología".

Biopoder

El arte de la biología

Dewey-Hagborg forma parte de un grupo de artistas que usan hormonas creadas por ellos mismos, ADN y tecnología avanzada de computación para enfrentarse directamente a las turbulentas fuerzas que reclaman el monopolio del futuro de nuestra biología: las fuerzas políticas, académicas y empresariales. No solo critican las estructuras científicas y políticas existentes, sino que también producen un conocimiento científico más profundo en el proceso, revelando cómo de interpretativo, mutable y dependiente del contexto es nuestra genética.

"Lo que a mí me interesa", me dice Heather Dewey-Hagborg, "es un arte que explícitamente involucre el contexto biopolítico con el objetivo de debilitar, resistir o subvertir los aspectos que, en palabras de Foucault, sean más peligrosos en un momento determinado".

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Fue el filósofo francés Michel Foucault quien introdujo la palabra "biopoder" durante sus famosas charlas en el Collège de France en 1976 que se publicaron más tarde en forma de libro, titulado Defender la sociedad . El biopoder en la teoría de Foucault se refiere a la capacidad del estado de regularnos y controlarnos como población mediante la optimización de nuestra productividad económica o controlando las condiciones de vida. "El poder político, en esta hipótesis", escribió, "tendría como objetivo reinscribir perpetuamente esta relación de fuerza, por medio de una suerte de guerra silenciosa, e inscribirla en las instituciones, en las desigualdades económicas, en el lenguaje, hasta en los cuerpos de unos y otros".

Foucault contrastó el biopoder con el poder soberano del estado de matar a sus propios ciudadanos: el conocimiento científico del sexo y la biología puede incrementar el control sobre los individuos, no necesariamente destruirlos. El biopoder puede, por ejemplo, incluir el forzar a la gente a vivir en situaciones en las que la muerte se consideraría más humana, o el control de las relaciones sexuales. Foucault enfatizó que allí donde se alce un poder, también se alza la resistencia a él.

El biopoder en la teoría de Foucault se refiere a la capacidad del estado de regularnos y controlarnos como población mediante la optimización de nuestra productividad económica o controlando las condiciones de vida

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En los Estados Unidos en particular, el acceso asequible al control de la natalidad de calidad sigue siendo controvertido en el año 2017, y los esfuerzos del nuevo presidente y del Congreso podrían dificultar todavía más el acceso. A la vez, las pruebas de daño psicológico provocadas por la perturbación de la regulación hormonal que causan los contraceptivos basados en el estrógeno están aumentando. La pastilla se ha asociado a la depresión y se dice que empeora la depresión existente en las mujeres jóvenes. En general, las distintas maneras en las que las mujeres responden a las hormonas sigue sin comprenderse demasiado.

Para los artistas Mary Tsang y Byron Rich, estas cuestiones dieron pie a un proyecto que llamaron "estrógeno de código abierto", que pretende desarrollar métodos para que uno mismo sintetice estrógeno para la contracepción oral. La "creación del estrógeno de código abierto es como fastidiar y desestabilizar el sistema actual de producción de estrógeno, dándonos espacio imaginativo para criticar los poderes en juego", explica Tsang.

Ingerir estrógeno en pastillas para el control de la natalidad o como terapia hormonal no es la única manera de alterar el sistema endocrino. La contaminación industrial representa una exposición continuada y a veces peligrosa a una miríada de compuestos hormonalmente activos. Tsang y Rich han desarrollado biosensores que detectan el estrógeno en la orina, en vías de agua y en el medio ambiente en general.

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Los residuos químicos de la polución industrial están causando un incremento del estrógeno ambiental, conocido como xenoestrógeno, un producto secundario del plástico y de muchos objetos comunes producidos en masa. Las pruebas, que cada vez son más, indican que los compuestos hormonalmente activos de la polución industrial en nuestro suministro de agua y alimentación están alterando la regulación hormonal humana, con posibles consecuencias peligrosas como un descenso potencial de la fertilidad humana y un aumento en el riesgo de cáncer. Los cuerpos no humanos, como los peces y los anfibios, lo tienen todavía peor.

Los artistas también exploran la idea de una terapia hormonal de creación propia, que pretende incitar a la discusión sobre el acceso limitado a este tipo de tratamiento. Para la gente trans en los Estados Unidos, igual que en la mayor parte del mundo, hallar una clínica que ofrezca tratamiento hormonal o incluso un doctor dispuesto o capaz de ayudar puede ser caro y complicado. Después de que el ejército se negara a proporcionar terapia hormonal para la transición de género de Chelsea Manning, se vio obligada a demandar al ejército de los Estados Unidos para obtenerlo, afirmando que se le había denegado el acceso al "tratamiento médico necesario" para su transformación de género. Si no se le da la terapia que necesita, ¿podría alguien como Manning al menos contar con las herramientas para hacer sus propias hormonas?

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"Para mí", cuenta Rich, "la regulación absurdamente restrictiva de la terapia hormonal señala a una cultura que sigue siendo firmemente patriarcal y que se adhiere a normas que no se reconcilian con la ciencia biológica del género".

El proyecto "estrógeno de código abierto" imagina esa posibilidad. La película relacionada de Rich y Tsang muestra un hombre que está llevando a cabo una transición de género en la cocina ilustrando los pasos para fabricar estrógeno en casa, igual que Martha Stewart te explicaría cómo preparar las madalenas perfectas. Es un comentario subversivo en el cruce de la destrucción ecológica, la política corporal y del gobierno, pero también es una especie de prototipo: a la práctica, hacer hormonas en realidad podría ser factible; una cuestión de educación y acceso a los instrumentos adecuados.

El uso médico de las hormonas sexuales para la gente con identidades trans plantea cuestiones importantes y quizá paradójicas sobre si los individuos transgénero y transexuales tienen un trastorno que requiera tratamiento hormonal. Estas comunidades han estado luchando para conseguir la aceptación, derechos iguales y desprenderse del estigma de considerarse algo patológico. En este contexto, el tratamiento hormonal se vuelve un asunto complicado a medida que la cuestión se convierte en: ¿tratamiento para qué?

El libro de Bob Ostertag titulado Sex, Science, Self aborda la compleja historia social de las hormonas sexuales, los derechos LGTBQ, el estrógeno y la testosterona. Las empresas farmacéuticas que poseen las patentes de las hormonas farmacéuticas han invertido millones en publicidad reivindicando que estas substancias son la base de la masculinidad y la feminidad. Pero la efectividad del estrógeno y la testosterona se basa en pruebas científicas que se podrían tildar de frágiles en el mejor de los casos.

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"La parte más dura sería la extracción y la purificación de las hormonas", dijo a Motherboard en 2015 Josiag Zayner, un científico de bioingeniería e investigador en el centro de investigación Ames de la NASA.

A medida que se extienda el biohacking, podrían aparecer reacciones negativas legales. Alemania ha anunciado recientemente que estaba tomando medidas contra la ingeniería genética alternativa fuera de los "laboratorios autorizados". La práctica siempre ha sido ilegal, pero el gobierno alemán se vio forzado a reiterar el hecho de que la ingeniería genética sin licencia es punible con la cárcel y una multa sustanciosa.

Vuelve a surgir la pregunta de quién tiene derecho a estos conocimientos, de quién tiene permiso para hacer ingeniería genética y de quién controla y posee nuestros genes.

Podríamos tener en cuenta un paralelo histórico en la alquimia, que fue ilegal hasta la época de Isaac Newton. Aunque la alquimia hoy en día no se considera científica, varias técnicas alquímicas han sido precursoras de la ingeniería química moderna, y los alquimistas "alternativos" medievales fueron con frecuencia falsificadores y timadores. Los dirigentes medievales aparentemente usaban a alquimistas para devaluar el dinero acuñado y por eso no querían que nadie más fuera capaz de hacer lo mismo; por esa razón era ilegal.

Las promesas y peligros de la biotecnología

El libro de Foucault Vigilar y castigar se considera el texto fundacional para la crítica del estado policial, pero apenas podría haber imaginado la velocidad y con la que la tecnología del biopoder se ha extendido en la sociedad del siglo XXI. En su obra, Foucault toma la metáfora del panóptico, un diseño para prisiones del filósofo del siglo XVIII Jeremy Bentham que permitía que un solo vigilante en el centro pudiera ver a todos los prisioneros en cualquier momento sin que los mismos prisioneros supieran si les observaban o no.

Tal y como David Wood escribe en Surveillance and Society, "El panoptismo, la trayectoria social que representa la figura del panóptico, el avance hacia la autovigilancia a través de la creencia de que uno está bajo constante escrutinio, se convierte así en una fuerza impulsora y en un símbolo clave del proyecto modernista". En la era de los dispositivos móviles y de un número desconocido de sensores que miden nuestro comportamiento, la autovigilancia ha llegado a nuevos extremos bajo el estandarte del "yo cuantificado".

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Tal y como Foucault predijo, el panóptico no es algo que se nos hace; somos nosotros quienes conscientemente vamos en esa dirección. Si bien los prisioneros como Manning pueden sufrir las restricciones específicas del estado, el biopoder opera en nuestra vida de maneras mucho más sutiles. El impulso de usar dispositivos digitales para controlar la dieta, el humor, los gastos, la glucosa, la orina y los movimientos es una forma de autoauditoría: ahora es posible que las autoridades tengan un historial completo de tu cuerpo a partir de las cifras.

Tal y como Foucault predijo, el panóptico no es algo que se nos hace; somos nosotros quienes conscientemente vamos en esa dirección

Por otro lado, la forma en que hemos tratado los cuerpos a lo largo de la historia y la obsesión por estos, en particular a lo que a la reproducción (cuerpos femeninos) y las identidades sexuales (cuerpos intersexuales, hermafroditas y transexuales) y de raza (desde la esclavitud hasta la vigilancia policial sesgada) se refiere, sigue estando muy extendida en la sociedad moderna.

Consideremos esta situación hipotética descrita por el Consejo de Genética Responsable:

"Estás entre los 18 y los 25 años y vives en una ciudad, pueblo o barrio en el que ha habido un homicidio. Un agente de policía se presenta en tu casa y solicita un frotis de tu saliva para obtener un perfil de ADN. Te dicen que el propósito de obtener tu ADN es descartarte como sospechoso. A esto se le conoce como un filtro de ADN para hallar al responsable del crimen. Te dicen que tienes el derecho a negarte, pero si lo haces, la policía te tratará como sospechoso potencial. No se te dice nada de lo que pasará con el perfil de ADN y la muestra biológica de la que se extrae después de cerrar el caso"

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Según Foucault, a través del conocimiento "objetivo" de los individuos, como el historial médico, no solo se ejerce control, sino que se manifiesta como el conocimiento del individuo de sí mismo. Nos controlan no solo como objetos de disciplinas, sostiene, sino también como sujetos que se analizan y se forman a sí mismos. Asimilamos nociones de lo que es "normal" y nos intentamos adaptar a esas normas. Hemos adoptado la relación del control externo y la fuerza interior y con nuestros propios cuerpos. Y aun así, nuestro conocimiento depende de nuestros sentidos, como afirmó Erwin Schrödinger, premio Nobel y físico cuántico, "el registro más cuidadoso, si no se examina, no nos dice nada".

La pregunta es quién examina los registros y para qué. ¿Cómo querrán las empresas y las instituciones políticas explotar nuestra disposición de registrar y cuantificar cada movimiento? ¿Cómo harán los demás lo mismo?

También estamos extendiendo nuestra influencia a nivel molecular. Los científicos ahora son capaces de editar el código fuente de la vida programando directamente ADN a través de una tecnología llamada CRISPR Cas9 o "edición genética". Los beneficios de una mayor comprensión del nivel molecular de la vida son muchos: tratamientos personalizados para cánceres que una vez fueron una sentencia de muerte segura, terapia génica que aparentemente ralentiza la muerte neuronal en la enfermedad de Alzheimer, e incluso sanación regenerativa de heridas basada en los genes. Los datos obtenidos de la tecnología móvil mejoran nuestra capacidad de entender el efecto de los fármacos en pacientes reales.

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Sin embargo, el progreso científico y médico no se da en un vacío social, político y económico. El contexto en el que estas increíbles tecnologías se desarrollan modelan su naturaleza y uso. Aunque los beneficios de la tecnología molecular son inspiradores, el lado oscuro del control biológico es igual de aterrador.

"La idea de permitir que algunos se entrometan en la humanidad solo porque tienen nociones superficiales de genética es demasiado estúpida para ponerla por escrito"

Los gobiernos podrían, por ejemplo, obtener la capacidad de diseñar soldados genéticamente, como en las películas malas de acción. La DARPA está desde luego obsesionada con la mejora humana para propósitos militares. Esta es también la meta de los transhumanistas que buscan trascender los límites del ser humano: su deseo superhumano es usar la biotecnología para crear una nueva especie con una inteligencia, una fuerza y una moralidad vastamente superiores.

Anticipándose a los transhumanistas durante los inicios de la era genética en 1969, el filósofo de la ciencia Karl Popper destacó en una conferencia:

"Considero que los sueños de los eugenesistas de mejorar la población humana mediante la ingeniería genética son absurdos. Desde luego, no pongo pegas a las medidas gentiles diseñadas para reducir las enfermedades hereditarias. ¿Pero quién juzgará qué es bueno para la humanidad en un sentido positivo? ¿Quién juzgará lo que será mejor y de qué tipos hereditarios? ¿Quién puede anticipar las condiciones en las que estos tipos serán mejores que los otros? La idea de permitir que algunos se entrometan en la humanidad solo porque tienen nociones superficiales de genética es demasiado estúpida para ponerla por escrito".

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La ideología de gestión y control ya se expresa en las bases de datos de ADN, cámaras de vigilancia, drones y dispositivos móviles que nos rodean y nos vigilan a través del rastreo de páginas web y anuncios personalizados. Cada vez hay menos espacios físicos y virtuales en los que esconder nuestros cuerpos de la infinita necesidad empresarial y de las instituciones estatales de controlar nuestros movimientos y de influenciar nuestro comportamiento. Simplemente por usar internet, sin darnos cuenta entregamos enormes cantidades de información a empresas que conspiran con actores estatales que desean conseguir una especie de omnisciencia sobre nuestras vidas e intenciones particulares. Los algoritmos ahora registran secretamente los sentimientos en los mails de trabajo y después envían esa información a los jefes.

A su vez, la biotecnología se ha vuelto cada vez más invasiva. No queda lejos el día en el que será habitual implantarse pequeños sensores, ostensiblemente para proteger nuestra salud y recopilar información.

La biotecnología dirigida por el poder mejora la habilidad de las instituciones de dirigir la política como una continuación de la guerra. Pero es más insidiosa porque normalmente se nos presenta como "vigilancia por tu bien" o "vigilancia para tu protección". Los ensayos clínicos pronto incluirán la monitorización continua del paciente mediante el uso de miles de sensores en casa y en el cuerpo. Nuestra necesidad fundamental de formas una perspectiva crítica sobre el biopoder se pone de relieve por la tensión: la biotecnología ofrece la promesa de curar enfermedades, mejorar la atención sanitaria y ayudar a los más vulnerables. Pero esta tecnología le dará al estado, a las empresas y al sector militar herramientas más sofisticadas todavía para rastrearnos, monitorearnos y controlarnos.

Biopoder para el pueblo

¿Pero se puede revertir esta biopoder? ¿Podemos manipular y poseer nuestra propia información biológica? ¿Podemos tomar el control de nuestra biología y del destino político? El concepto de crear una sociedad "de covigilancia" a través del uso sistemático de la tecnología de vigilancia para observar las mismas instituciones que nos controlan es prometedor para cambiar las tornas del biopoder. La habilidad de apropiarnos de la tecnología de vigilancia para nuestros propósitos es cada vez más barata y fácil. La inexorable marcha de los movimientos de código abierto ha llegado a un punto crítico. La biotecnología avanzada se está volviendo más barata y fácil de usar. ¿Pero es la única forma de resistencia? Tsang, Rich y Dewey-Hagborg piensan que necesitamos un cambio ideológico lejos de la adoración y glorificación de la biotecnología, y solo se puede conseguir mediante la subversión cultural.

La historia de Chelsea Manning es un recordatorio de por qué la subversión es importante, un cuento de advertencia sobre cómo el poder reacciona despiadadamente cuando un individuo desafía las sagradas estructuras demasiado de frente y en solitario.

biopoder

En septiembre de 2016, castigaron a Manning en una celda de aislamiento por un intento de suicidio en Fort Leavenworth. En una afirmación inintencionadamente de Foucault, la administración de la prisión dictaminó que, por haber intentado quitarse la vida, había interferido en "el funcionamiento habitual, la seguridad, el orden, la disciplina o la seguridad" de las instalaciones, a pesar del hecho de que en las investigaciones se haya demostrado que el aislamiento incrementa drásticamente el riesgo de suicidio en los prisioneros. En 2012, las Naciones Unidas tildó el trato dado a Manning por la prisión de "cruel e inhumano"; durante la campaña para su amnistía, los abogados de Manning sostuvieron que el ejército había seguido obligando a Manning a vivir en condiciones todavía peores.

En este contexto, el suicidio se vuelve la máxima protesta y liberación, y sirve de escape de la más absoluta autoridad y control que el gobierno ha reclamado sobre sus derechos, su género y su cuerpo.

El propio Foucault había sido activista y fue arrestado varias veces. Pero las acciones de Chelsea Manning encarnan las luchas y fuerzas sobre las que Foucault pasó su carrera pensando y escribiendo: la microviolencia, la arbitrariedad de las categorías, la ideología de la neutralidad científica y la gestión de los discursos históricos de los que están en el poder. Al desafiar directamente el discurso que los Estados Unidos dominaban sobre las guerras con hechos empíricos y su propia transición, Manning se puso sola en esta lucha a primera línea de tiro. La manera histérica en la que las instituciones de poder reaccionaron revela, entre otras cosas, la fragilidad filosófica y la profunda inseguridad del poder.

Como alguien dispuesta que busca exponer la duplicidad y la crueldad del gobierno de los Estados Unidos y como mujer transgénero, Manning está en el nexo de las corrientes dentro del biopoder de Foucault. La lucha de Manning para vivir tal y como es ella se ha convertido en un desafío directo a la autoridad absoluta de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, lo que requiere total obediencia en sus filas, en especial en relación a información de guerra. Y por llevar a cabo la transición de género mientras estaba encarcelada y por iniciar una huelga de hambre para obtener la cirugía de transición de género, Manning también ha desafiado a la narrativa científico-tecnológica del ejército, para el que los conceptos de género son binarios y los establece la naturaleza. El ejército no levantó la prohibición de personas transexuales en los servicios armados hasta el julio pasado.

Manning es un señal de los extremos del biopoder. En eso tiene mucho en común con los artistas cuyas obras pretenden hacer que esa fuerza sea más evidente para la gente y debilitar las falsas categorías binarias como "hombre o mujer", "traidor o patriota" o "artista o científico". Por usar técnicas científicas para cuestionar los mismos contextos sociales en los que se desarrollaron esas técnicas, los científicos están haciendo algo parecido al acto de protesta inicial de Manning: exponer las fuerzas políticas y sociales que modelan los cuerpos de la gente tanto como hace la información, las teorías y las leyes.