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Cultură

Nuestro país está jodido. Lo ha estado por mucho tiempo

Un capítulo del libro Muriendo por la Verdad sobre el Blog del Narco.

Imágenes y texto cortesía de Feral House y el Blog del Narco.

El libro Muriendo por la Verdad / Dying for the Truth, sobre la historia del famoso Blog del Narco saldrá a la venta este 16 de abril en Estados Unidos. El libro será publicado en inglés y en español por la editorial Feral House e incluye una selección de las notas y fotografías más relevantes que publicaron durante el periodo entre el 2 de marzo de 2010, cuando el blog empezó a operar, hasta febrero de 2011.

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El libro incluyen también una introducción sobre la historia del blog desde sus inicios hasta la fecha, una conclusión y un capítulo que ayuda a poner en contexto el resto del libro, desde una perspectiva histórica. A continuación, presentamos dicho capítulo completo.

ORIENTACIÓN
DÓNDE VIVIMOS

Somos bien educados y no solemos maldecir, pero vamos a decir esto porque así son las cosas: nuestro país está jodido. Lo ha estado por mucho tiempo.

Esto ocurre porque una persona empezó a correr por el país pegándole al panal y creyendo que se podría deshacer de las abejas. Pero cuando se hace eso, las abejas no mueren. Las abejas atacan.

Esa persona es Felipe Calderón, presidente de México de 2006 a 2012. Justo cuando parecía que finalmente empezábamos a prosperar económicamente, inició una guerra contra los cárteles. Y desde entonces, todos los años el país se ha tornado más caótico, peligroso y se ha sumido en la miseria mientras que los cárteles han adquirido más poder, riqueza y coraje.

¿Cuánta riqueza? México es la principal ruta de comercio por la que ingresan a los Estados Unidos drogas ilegales, y responsable del 70% de narcóticos extranjeros en ese país. Y dado que los Estados Unidos es el principal consumidor de drogas ilegales en el mundo, los cárteles mexicanos se llevan alrededor de $64,3 mil millones al año en ventas a ese país (en comparación con $500 millones al año de consumidores mexicanos). Mientras escribimos esto, los cárteles están asesinando a gente en la frontera de los Estados Unidos, están haciendo conexiones con musulmanes extremistas en el Medio Oriente y estableciendo fortalezas en una docena de países en el oeste de África como entrada a Europa. Este no es meramente un problema mexicano.  Es un problema de todos. De hecho, se estima que el 70% de armas utilizadas por los cárteles proviene de los Estados Unidos. Según la DEA (la Brigada Antidroga de los Estados Unidos) los cárteles mexicanos se han convertido en los grupos de crimen organizado más sofisticados y peligrosos que la agencia ha tenido que enfrentar jamás en la historia de los Estados Unidos.

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Sin embargo, mientras que los ataques terroristas en Medio Oriente se informan sin demora en las primeras planas de los diarios norteamericanos, el asesinato en masa de civiles que se lleva a cabo a pocas millas de su frontera apenas si se menciona en la última página de los periódicos.

A pesar de que nuestro blog es muy leído, solamente está escrito en español. Por ello, antes de escribir un libro que será traducido al inglés, nos tomamos nuestro tiempo pensando en la mejor manera de despertar —y con suerte activar— al resto del mundo.

Con el tiempo nos dimos cuenta de que la respuesta estaba frente a nosotros: hacer lo que veníamos haciendo y contar la verdad sin filtros. Los hechos e imágenes son mucho más condenatorios que lo que podamos decir acerca de ellos. Por ello, las páginas a continuación relatan del año que comenzamos a cubrir la narcoguerra en México, contado a través de versiones editadas y actualizadas de informes que aparecieron en nuestro blog. Hemos elegido este período de tiempo porque pasó casi desapercibido en el mundo entero, y fue el punto decisivo cuando —solos y sin apoyo internacional de ninguna índole— nuestro país lenta y violentamente se desintegró y se volvió una guerra contra el narcoterrosimo. Serán testigos del colapso de la ley y el orden, de la corrupción de los políticos en los más altos puestos, de la temeraria indiferencia hacia las vidas de mujeres y niños, no solamente por parte de criminales, sino también por la policía y los militares, y de la creciente pesadilla en que se ha transformado el día a día para la mayoría de los mexicanos. Sin embargo, antes de leer acerca del año en que el terror se convirtió en realidad, puede ayudar conocer un poco la historia:*

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El crecimiento de la industria de las drogas en México tuvo lugar cuando los cárteles colombianos decidieron utilizar pandillas mexicanas para transportar cocaína. En poco tiempo, en vez de pagarles a las pandillas con dinero en efectivo, comenzaron a entregarles entre el 30 y el 50% del producto como pago, lo cual le permitió a las pandillas distribuir drogas en vez de solamente transportarlas. Sumémosle a esto la heroína, la marihuana y las metanfetaminas que ya se producían en México y, con el correr del tiempo, los criminales comenzaron a lavar anualmente miles de millones de dólares procedentes de las drogas.

Un hombre en particular fue clave en esta transformación: Miguel “El Padrino” Ángel Félix Gallardo, quien había sido guardaespaldas del Gobernador de Sinaloa. Gallardo fue uno de los primeros capos mexicanos en transportar cocaína para los cárteles colombianos, más puntualmente para el Cártel de Medellín operado por Pablo Escobar.

Después de que soldados mexicanos destruyeran una plantación donde tenía a tres mil trabajadores cosechando marihuana por un valor de ocho mil millones de dólares, Gallardo ordenó secuestrar, torturar y ejecutar a un agente de la DEA. A esto le siguió una intensa persecución, por lo que pasó a la historia como la famosa cumbre en su residencia en Acapulco, distribuyó las plazas (las rutas de tráfico de drogas) manejadas por su Cártel de Guadalajara entre traficantes de menor rango para descentralizar el negocio, eludir a las autoridades y mantener el orden. Estas rutas vieron surgir a muchos de los cárteles que hoy manejan el negocio en México.

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Con el fin de hacer crecer semejante operación ilícita a gran escala, los narcotraficantes sobornaban (les daban mordidas) a los oficiales de todos los rangos y estaciones en México, desde la policía local hasta los comandantes de zonas militares, gobernadores y representantes del Gobierno Federal. Este manejo no era innovador en lo más mínimo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó en México desde su nacimiento en 1929 hasta 2000, creó arreglos mutuamente beneficiosos y lucrativos en cada sector de la sociedad —desde las escuelas hasta las compañías petroleras y los medios de comunicación.

Con el presidente de la nación, sus subordinados y las fuerzas armadas dictando la conducta de las empresas del narcotráfico, los cargamentos de narcóticos en México se recogían y entregaban a diferentes destinos con una rutina similar a la del correo. En retribución por su asistencia, los jefes narcos se manejaban con discreción y mostraban deferencia hacia las figuras públicas. Aparecían junto a gobernadores en las bodas de sus hijos y, aunque a menudo eran alérgicos a la política, ayudaban al hegemónico PRI a desacreditar a sus opositores asociándolos con el comercio narco.

A diferencia de los colombianos, los capos mexicanos no buscaban puestos políticos, ni vendían su mercadería dentro del país, ni apuntaban a gente inocente, ni cometían secuestros o invadían el terreno o la línea de productos (típicamente marihuana, heroína y cocaína) de sus competidores.

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Cuando alguien trabajaba para un cártel, era un trabajo, no una condena a muerte como lo es ahora. Cada agrupación tenía su propio enclave geográfico y algunas tenían sus especialidades. Si un capo intentaba cruzarse al territorio de otro o comerciar con las sustancias de su competidor, primero pedía permiso y, si se le otorgaba, pagaba la tarifa correspondiente, conocida como derecho de piso o derecho al tránsito. No atacaban a las familias de otros capos. Cuando hacía falta aclarar cuentas o saldar deudas, ejecutaban a su enemigo en alguna locación remota al norte del Río Grande.

En ocasiones se descontrolaba algún conflicto en una municipalidad pero, en esos casos, el gobernador llamaba a oficiales locales y, de ser necesario, se pedía la asistencia de militares o agentes de la Policía Federal o del Departamento de Seguridad Federal para reprimir a los delincuentes. Sin embargo, la ética de “vive y deja vivir” que regía estas actividades comenzó a cambiar en los años ochenta y noventa cuando la oportunidad de amasar grandes fortunas tuvo un crecimiento vertiginoso gracias a estos tres factores:

• La DEA, la Guardia Costera de los Estados Unidos y agencias relacionadas tomaron duras medidas ante el ingreso de drogas por vía aérea y marítima por el suroeste de los Estados Unidos, obligando a que los exportadores colombianos ingresaran la mayoría de su mercadería por América Central y México.

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• El 1 de enero de 1994 se formó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), el cual multiplicó el comercio y estimuló el flujo de drogas hacia el norte al tiempo que, en dirección opuesta, ingresaban armas y dinero a México provenientes de los Estados Unidos.

• Estos eventos coincidieron con un aumento en victorias electorales del Partido Acción Nacional (PAN) de centro derecha, cuyos líderes buscaban terminar con el legado de corrupción del PRI.

La derrota del PRI de manos del candidato del PAN, Vicente Fox, tuvo elogios internacionales al ser visto como un paso adelante histórico en un país donde, hasta entonces, se decía: “La democracia existe 364 días al año, y solo falta el día de elecciones”. Pero los mexicanos, deseosos de cambio, pronto se desencantaron.

A pesar de ser un gran candidato, Fox resultó ser un líder débil y desahuciado durante su sexenio. En particular, Fox no fue capaz de construir una política consistente con respecto a los grupos armados y sólidamente financiados que habían colonizado ciertas zonas del país. Y sus esfuerzos por controlarlos con la policía, que llevaba sus placas durante el día pero que durante la noche participaba en el negocio de los cárteles, fue inútil.

A pesar de la debilidad de Fox, el 2 de julio de 2006 se eligió a otro candidato sólido del PAN para sucederlo, Felipe Calderón Hinojosa, por un margen menor al uno por ciento. Al poco tiempo, luego de su asunción en diciembre de 2006, en su jura, Calderón —a diferencia del enfoque del PRI de “vivir y dejar vivir”— lanzó su versión nacional de “lucha contra las drogas”. Y fue entonces que se desató la debacle.

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Dadas la corrupción y la falta de profesionalismo de la policía local y estatal de México, el nuevo líder no tenía opción más que depender enteramente de la Policía Federal y del Ejército. El conflicto inicial contra el crimen organizado fue bautizado Operación Conjunta Michoacán y fue diseñado para combatir el tráfico de drogas en el estado natal del presidente, Michoacán, ubicado sobre el Océano Pacífico, puerto de entrada para la cocaína procedente de los países andinos y de precursores químicos para la producción de metanfetaminas. Envió 6.784 hombres armados al estado a destruir cultivos de drogas y a atacar cárteles como Los Valencia, Los Zetas y La Familia Michoacana.

El problema era que sus soldados estaban entrenados para perseguir, capturar y matar. En consecuencia, durante los enfrentamientos con los delincuentes del crimen organizado se perpetraron grandes abusos a los derechos humanos. Los militares intentaron encubrir muertes de gente inocente, incluyendo niños, repetidas veces. Por momentos reinaba el terror en las calles y los residentes veían a sus pueblos y ciudades transformados en campos de batalla, con los militares que encabezaron al menos siete misiones en el estado de Michoacán infestado de drogas. Muchos de los residentes, en vez de recibir a las fuerzas de Calderón como héroes, los sentían como enemigos que habían invadido su estado.

El presidente hizo hincapié en sus esfuerzos por lograr que los mexicanos se sintieran seguros una vez más, y se refirió eufemísticamente a las muertes de civiles como un “costo de guerra”. Sus detractores criticaban el conflicto llamándolo “La Guerra Perdida de Calderón”.

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En cada oportunidad que tenía, Calderón justificaba su misión para erradicar el tráfico de drogas que se transformó en un desfile caótico de balas y sangre con resultados deprimentes. Cada vez que moría un capo o que se hería a un cártel, se abría un vacío en el que los cárteles y sus miembros se peleaban con violencia por el terreno y su liderazgo. Los cinco años y medio siguientes se vieron enturbiados por unas 70.000 muertes y un incremento en el tráfico de drogas, luchas de poder entre los cárteles, miedo de los mexicanos comunes y el intento de militarizar las zonas de conflicto. Entretanto, con tropas redestinadas luego de destruir campos de marihuana y amapolas para combatir a los cárteles, un efecto secundario de la guerra contra las drogas fue que en México se producían más drogas. Por ejemplo, a los tres años del reinado de Calderón, la producción estimada de heroína en México creció de ocho toneladas métricas a cincuenta.

En 2012, meses previos a las elecciones, las autoridades mexicanas hicieron declaraciones extrañas a la prensa indicando que estaban por capturar a varios de los líderes más buscados de los cárteles. Al final, no capturaron a ninguno de estos líderes y en su lugar dijeron que habían capturado a uno de sus hijos. Pronto descubrimos y le informamos al público que habían capturado al hombre equivocado.

Su error y cortina de humo solo sirvió para realzar el desespero de Calderón, quien buscaba mantener al partido PAN en el poder. En vez de ganarse seguidores, se ganaron a millones de mexicanos que finalmente se dieron cuenta de los grandes y frecuentes errores en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Y en diciembre de 2012, el candidato del PRI Enrique Peña Nieto tomó el poder por un margen de menos del 7%. El dice que en vez de atacar a los carteles, su estrategia se enfoca en reducir la violencia. Pero el pueblo mexicano se mantiene escéptico, y le preocupa que la situación solo empeore en el siguiente sexenio.

Por ahora, tomemos estas consecuencias y múltiples batallas superpuestas, y sumémosles la vasta corrupción y el comportamiento temerario a todo nivel del gobierno y de la ley —además de los encubrimientos cotidianos de atrocidades y del silenciamiento de la prensa— y tendremos una situación en la que nadie sabe quién está de qué lado. Lo único que nos queda es una guerra donde nadie hace el bien, solo el mal.

Este es el México de hoy.

* La información histórica de esta sección ha sido recopilada de varias fuentes, las cuales nos han concedido el permiso para usar sus investigaciones y escritos, pero han pedido no recibir crédito.

Si quieres saber más sobre el Blog del Narco, lee nuestra entrevista con su editora aquí.

Aunque aún no hay planes de publicar el libro en México, se puede comprar por internet aquí.

Más información sobre el libro aquí y en esta página