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Cultură

De cómo Lucifer aterrizó en un pueblito mexicano

Hablamos con Gus van den Berghe, un director que se va de vacaciones y siempre termina haciendo una película en aquellos lugares a los que va. Nos contó cómo la pasó en México, qué se siente estar dentro de un volcán y por qué está obsesionado con los...

Fotos cortesía Gus van den Berghe. Lucifer meditando en medio de un volcán.

Gus van den Berghe es el tipo más amable del planeta, tanto así que consiguió que todo un pueblo actuara en su película. En Paricutin, una villita ovejera del sur de México, todo el mundo lo adora; cedieron sus chozas, su plaza mayor, sus megáfonos informativos colgados en la iglesia, y sus monótonas vidas para que este belga completara su experimento cinematográfico.

Desde hace cinco años Gus está obsesionado con el diablo. Después de leer y leer, dos, tres libros por día, se sentó frente a un espejo, se peinó la barba con una estaca, y decidió comenzar una trilogía en honor a los pecadores, conmemorando a aquellos que han perdido la inocencia y hasta las llaves de la casa. Comenzó por Little Baby Jesus of Flandr (2010) , con un elenco de actores que sufrían de síndrome de Down, un travesti y un diablo negro; le fue tan bien que se fue para Cannes. Luego vino Blue Bird (2011) con actores naturales de una miserable villa africana, un film que también se fue de vacaciones al festival francés. Finalmente, nos azotó la cabeza con Lucifer en el Festival de Cine internacional de Cartagena de Indias.

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Su víacrucis termina con la última pieza de su trilogía (Lucifer). Como cuentan los abuelitos, Lucifer baja a la tierra y corrompe hasta las hormigas; envicia el alma, amarga la leche, el vientre y las piernas de los campesinos de Paricutin y ya no hay vuelta atrás. Esta es la milenaria historia que quiso volver a contar Gus van den Berghe, pero a su manera, sin pantallas triangulares, con límites en cada esquina, y cámaras de resolución perfecta. El film fue rodado con la luz del día y cada imagen está enmarcada en un círculo infinito, al estilo de una obra renacentista; gracias al "Tondoscope", un invento artístico que el belga venera y que permite ver su película desde el ojo de un pez, un francotirador o unos binoculares de turista.

El pasado viernes de 13 de marzo, todos los espectadores de Lucifer se preguntaron qué diablos hacía un europeo, de mocasines de diseñador y pañuelo en el bolsillo de la camisa, entre aztecas del tercer mundo. Ni él sabe explicar bien cuál fue la divina gracia que lo puso en estas tierras, para seducir a unos campesinos y enseñarles a hacer cine. El pasado domingo casi desciframos este acertijo. Gus, con un español afrancesado y una pierna cruzada, nos contó cómo estuvieron sus vacaciones en México, qué se siente estar dentro de un volcán y por qué está tan obsesionado con los ojos de los pintores renacentistas.

Gus van den Berghe, el ángel caído en el FICCI.

Hola Gus, ¿te gusta mucho irte de vacaciones?

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Sí. La verdad hace poco estuve en México.

¿Terminaste haciendo una película?

Lucifer. Y ayer te vi en la función.

Tengo una pregunta obligada que ya todo el mundo te ha hecho. ¿Por qué un marco circular para la película?

Lo bueno es que siempre tengo respuestas diferentes (risas).

Ver una película es una experiencia audiovisual y mi primera pregunta fue: ¿Cómo voy a traducir el concepto de paraíso en la pantalla? Bueno, cuando estuve en México, entré en un volcán en Paricutin y miré hacia arriba. Vi el cielo como el centro de la tierra y la gente caminaba en forma circular, mientras bajaban al fondo del volcán seco y lleno de piedras. Así inició la idea y es fantástico porque, de alguna manera, el cielo es un círculo y la tierra está a su alrededor; la gente no puede salir de esta circunferencia, solo pueden ir al fondo del volcán o desparecer. Se trata de un concepto de totalidad y, para mí, el paraíso es un lugar sin fronteras.

Además, manejar un lugar sin límites es un problema en el cine. Creo que encontré una forma muy fácil para hacerlo, me basé en una idea antigua y trabajé con espejos, como si hiciera magia con las imágenes y se convirtieran en reflejos.

El mundo a través de unos binoculares.

Pero, la película da la sensación de estar enmarcada en el formato circular de algunos cuadros renacentista.

Sí, también es cierto. Para mí, cada película que se hace tiene su lugar en la historia del arte. Los pintores flamencos fueron los primeros en trabajar con la óptica y, de un día a otro, las obras tenían perspectiva. Los ojos de estos tipos veían más allá, en una forma profunda y total. Para mí, estos artistas fueron los primeros cineastas.

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Entonces, ya ves, conecté este momento de la historia y esta revolución visual con la esencia de la película. Esta es la última parte de un tríptico que he estado haciendo y me pareció bien ponerlo en un "tondoscope" (generalmente, se usa para describir pinturas o esculturas circulares), como lo hacían los renacentistas con sus trabajos.

Bueno, pero además de estar pensando en el cielo, en la Tierra te dedicaste a dar clases de actuación para la gente de Paricutin, ¿no?

No, yo de eso sé poco (risas). De hecho, como ya sabes, todos los actores son naturales y no quise que perdieran eso. Solo les decía: "Lo que pasa es esto. ¿Listos? Acción".

¿Cómo fue el casting?

Llegué al pueblo y me prestaron sus megáfonos. Dije: "Hola, soy tal y voy a hacer una película aquí. El que quiera actuar venga a la iglesia y charlamos". Así fueron llegando y hablé con ellos. Parece muy fácil, pero tenía su problema.

Dos campesinas a punto de ser corrompidas por Lucifer.

¿Fuiste la manzana de la discordia?

Más bien, fui Lucifer. Me refiero a asuntos antropológicos, qué siente un campesino cuando, de un momento a otro, llega un tipo a decirle que si quiere actuar. Debe ser raro, ¿no? Algunos peleaban por los papeles y yo tenía que entrar a convencerlos de que todo iba a estar bien. Por eso te digo, abrí la caja de Pandora; conocieron un nuevo mundo que les quedó gustando.

¿Todo el tiempo estaban actuando o los atrapaste en momentos espontáneos?

Casi todo es montaje; excepto, la escena en la que el viejo está tomando y apostando su dinero con otro hombre del pueblo. Simplemente me cuadré al frente de ellos y no les dije nada. La verdad es que el viejo sí estaba perdiendo su dinero (risas).

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¿Qué tal este reparto para otra película?

Buenísimo. Después, me doy otro paseo por ahí a ver qué otro proyecto sale.

Entonces, ¿dónde son tus próximas vacaciones?

Me ha gustado el ceviche. Entonces puede que venga a Colombia, ¿por qué no?

Sigue a Camila Tovar.