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Cultură

La modelo borracha y la teibolera del autobús escolar

Una crónica de alcohol, drogas y un fotógrafo que regresa a su pueblo natal después de doce años.

Es 1979. Tengo 30 años y acabo de regresar a la meseta de Ozark después de no haber venido en 12 años. Me quedo a dormir en un hotel de ladrillo rojo con 18 habitaciones ubicado en el centro de la ciudad y que, por cierto, nadie ha pisado en 35 años. Mi padre es el dueño del edificio. En el estudio fotográfico del piso de abajo está colgado un retrato de mi padre y las fotografías de su boda. Dejó que me quedara en el hotel pero la situación le resulta incómoda y prefiere que regrese al buen camino, el cual nunca seguí en realidad. Su esposa dice que me va a regalar un boleto de autobús a cualquier destino que se me ocurra. No tengo trabajo pero conozco al editor de una revista porno en Los Ángeles que compra fotos eróticas, así que salgo en busca de modelos. Las drogas, el alcohol y los toques de manía son lo que me da energía.

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Una noche llego a un bar donde solían reunirse mis amigos de la prepa. De inmediato, un tipo llamado Bobby me reconoce. "Scotty Sothern", dice. "Claro que sí. Eres pinche Scotty Sothern".

"Lo siento, me estás confundiendo. Me llamo Bobby".

"No, a huevo que eres Scot Sothern. Yo soy Bobby, tú no. Tú eres Scotty Sothern".

"No, lo siento, no soy Scotty".

"Espera, no te muevas". Camina y se pierde entre la multitud y cuando regresa, viene acompañado de otro chico llamado Bubby. Me señala y le dice a Bubby: "Éste es Scotty, ¿cierto?"

Bubby dice: "sí, es Scotty Sothern. Hola Scotty". Yo respondo "Hola Bubby, ¿Cómo has estado?" Bubby dice que bien, se da la vuelta y regresa a su mesa. Bobby dice: "Siempre has sido muy gracioso, Scotty. ¿Me invitas un trago?"

Me siento a la mesa con Bobby y sus dos acompañantes. Una de las chicas es su novia y la otra es su amiga. Su amiga es alta, delgada, tiene pómulos que parecen esculpidos a mano, cabello negro y trae puesta una playera larga y delgada que dice Hang in there, Baby. Es hermosa. Mi corazón está apunto de salirse de mi pecho como en las caricaturas. Se presenta con el nombre de Claudine y al saludarla me inclino para oler su perfume.

"Las mujeres hermosas me hacen tartamudear. Si me comporto como un imbécil, tú tienes la culpa", le digo.

"Nunca me habían dicho algo así. Eres un poco arrogante, ¿cierto?"

"¿Está mal?"

"Me gustan los hombres arrogantes".

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"Perfecto. No eres de aquí, ¿o sí?"

"Vengo de Kansas. Tú pareces fotógrafo".

"Lo soy. Y tú pareces modelo".

"Lo soy. ¿Tomas desnudos?"

"Sólo tomo desnudos. ¿Posas desnuda?"

"Sólo así me gusta posar".

"Mi estudio está en el centro. Si quieres podemos ir ahora mismo para una sesión".

Está muy cerca de mí. Siento su aliento en mi cara y tengo ganas meter mi lengua en su boca. Quiero mudarme a Kansas con ella. De pronto, sus ojos dejan de enfocar y su actitud cambia. Me dice que tomó demasiado y en seguida vomita un litro de alcohol mezclado con espagueti y salsa marinara. Se le van los ojos, se desmaya y su rostro cae en el charco de vómito. Me levanto, me despido de Bobby y le digo que quizá nos veamos después, pero nunca pasa.

Otra noche, me aventuro a salir del Hotel Paraíso y termino en un autobús sin llantas que está abandonado en un campo de maleza y escombros. Hay un nativo americano llamado Charlie Bump sentado en el asiento del conductor. Su cabello es negro y largo. Su frente tiene una protuberancia del tamaño de una pelota de beisbol. Cobra un dólar la entrada y vende latas de cerveza que guarda en una hielera. En la parte trasera del autobús hay una grabadora, unas bocinas y una teibolera bailando sobre una plataforma circular. El lugar está ambientado con luces de colores. El estupor por las drogas hizo que todo pareciera un sueño surrealista. La teibolera no es muy amigable que digamos. Tampoco Charlie Bump. Bebo hasta perder la consciencia. Al día siguiente despierto y me doy cuenta que mi vida no ha cambiado en lo absoluto.

Me las ingenié para conectar un timbre en la puerta principal a la alarma de incendios. Son las 2AM. Estoy fumando, bebiendo, escribiendo poesía de mala calidad y apenas comienzan a hacer efecto las cosas que me metí. De pronto suena mi timbre improvisado. Bajo las escaleras y veo que es la teibolera del autobús. Dice que le comenté que quería tomarle unas fotografías profesionales y que le iba a regalar unas cuantas copias. Es tan seria que hasta llega a ser aburrida. Charlie Bump nos observa sentado en la banqueta de enfrente. Su nombre Dara Lynn Roundtree. En seguida la invito a pasar al estudio, saco mi cámara Hasselblad y le meto un rollo Kodak Tri-X. Dara me dice que está dispuesta a posar desnuda pero no planea hacer nada indecente. Firma la hoja de autorización y comenzamos de inmediato la sesión, pero se nota que no lo estamos disfrutando. Le pido que trate de verse un poco más feliz y suelta una risa con el sonido "ja, ja, ja". Después le pido que se quite un poco más de ropa y me advierte: "Más vale que no intentes nada raro". Le respondo: "Sí, no hay problema. No planeo soltar la cámara". Hago 12 tomas en blanco y negro pero sé que no hay forma de que el editor de la revista porno en Los Ángeles me compre este material y que sólo lo hago por amor al arte. Le doy las gracias, le digo que ya puede vestirse y que le voy a enviar unas copias de 8x10 en la semana.