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Distrito Feral

La Guía VICE para sobrevivir a la mordedura de serpientes venenosas

Si decidiste dejar atrás la civilización y entrar en contacto con la naturaleza, ésta es una guía práctica sobre serpientes venenosas y qué hacer en el penoso caso de sufrir un accidente.

Estás de vacaciones y siguiendo el llamado de la selva, decidiste dejar atrás la civilización y entrar en contacto con la naturaleza; aire puro, vegetación y libertad. Por fin conseguiste convencer a tu novia de realizar esa expedición al desierto que durante tanto tiempo habían postergado. O quizás te encuentres en el sureste mexicano siguiendo las huellas de los mayas. Es más, es posible que ni siquiera te hayas internado tanto en la maleza y únicamente te andes dando un rol por el Ajusco. Da igual, el punto es que lo último que quieres es que una amiguita escamosa, de esas que no tienen patas, se aparezca de improvisto y le ponga un poco de picor a la machaca propinándote una mordedura sorpresiva y dolorosa.

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No obstante, en caso de que así haya sucedido, es importante que sepas cómo reaccionar. De otra manera no sólo estará en juego tu viaje, sino posiblemente toda tu existencia. Por traemos para ti esta práctica guía sobre serpientes venenosas y qué hacer en el penoso caso de sufrir un accidente.

¿Qué serpientes son realmente peligrosas?

Primero lo primero. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), en México habitan aproximadamente 393 especies de serpientes. Sin embargo, la mayoría de éstas resultan completamente inofensivas para el humano. Y aunque el catalogo de víboras venenosas, según el biólogo Uri Ojeda, asciende a 63 especies, son más bien contadas las que realmente representan una amenaza severa para tu salud, pues muchas de las 63 incluidas en la lista, o cuentan con una ponzoña poco potente, o dadas sus características anatómicas y hábitos particulares no suelen picar más que a los que se lo merecen. En este caso el refrán: "el que juega con fuego se quema", alcanza todo su esplendor.

Cantil.

En nuestro país sí existen algunos cuántos ejemplos de criaturas rastreras peligrosas, potencialmente mortales, así que antes de lanzarte a la aventura, deberías de saber cuáles son.

El término "peligrosas", al estarnos refiriendo a serpientes, opera en función de dos variables: qué tan tóxico es su veneno y qué tan probable es sufrir una mordedura por su parte. Esto último en el sentido de que hay algunas especies que habitan en zonas urbanas o frecuentadas por personas, que evidentemente ostentan un record de accidentes mayor al que se registra con aquellas que solamente viven en áreas remotas; pero también porque, como sucede dentro de cualquier otra rama de la zoología, existen algunos grupos taxonómicos que son rotundamente más agresivos que otros. Lo que implica que, llegado el momento de un encuentro inesperado, el índice de que todo salga mal y uno termine picado, aumenta considerablemente.

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Quizá sea importante señalar que las serpientes nunca atacan por gusto, por lo que cualquier ofensa por su parte, es producto de un mal entendido. Una defensa ante un acto mal interpretado. Ibas en la baba y no te fijaste en donde pusiste el pie; metiste las manos en el agujero de un tronco; levantaste una roca por pura diversión. Y, ¡tómala! Que se desata la tragedia. Pero tampoco culpes a la serpiente, la verdad es que ella preferiría utilizar sus reservas de veneno para cazar y si optó por poner en peligro su merienda, es porque se sintió amenazada.

Familia Elapidae

Técnicamente las serpientes más venenosas de la república son las marinas. Pelamis platura, con dorso oscuro y panza amarilla, habita en los litorales costeros del Pacífico. Son relativamente abundantes, pero a pesar de que poseen el tóxico más potente entre los ofidios nacionales, no se les considera como peligrosas, pues el riesgo de mordedura es prácticamente nulo. Fuera del agua su comportamiento es torpe y bajo la superficie, aunque son ágiles, no son agresivas. Claro, a menos, que uno sea un pez pequeño y posible merienda.

El siguiente puesto en el conteo de las serpientes más venenosas de la nación, lo ocupan las coralillos, especies como Micrurs diastema, M. elegans, M. nigrocinctus, M. distans, M. laticollaris, entre otras. En los estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz y Tabasco podemos encontrar más de 14 especies distintas y en los norteños dos más. Estos ofidios, con su característica combinación de colores brillantes (por lo general desplegada en forma de llamativos anillos rojo, negro y amarillo o blanco, aunque algunas variedades presentan patrones diferentes), cuentan con un veneno neurotóxico sumamente poderoso que ataca el sistema nervioso central de la víctima causando parálisis, paro respiratorio y, a menos que se administre un antídoto, muerte asegurada. Sin embargo, gracias a sus rutinas fosoriales, hábitos nocturnos y naturaleza tímida, los accidentes que involucran a esta clase de serpientes son escasos.

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De hecho, lo más probable es que si en tus aventuras te llegaras a encontrar con una serpiente de este tipo, se trate en realidad de una falsa coralillo. Una gran variedad de culebras del genero Lampropeltis, todas ellas completamente inofensivas, ostentan patrones de coloración que emulan al de las coralillos; esto las dota con ciertas ventajas defensivas, pues expresan el mensaje de advertencia tóxica aun cuando en realidad no sean peligrosas (carácter que se conoce como mimetismo batesiano y que es una estrategia evolutiva de amplia incidencia en el mundo animal).

Pero, ¿cómo diferenciar entre ambas? Digo, después de todo, ésta es una guía práctica y, como tal, debe probar ser útil en el campo. Para aquellos listillos que rápidamente respondan "fácil, por el orden de los colores", la naturaleza tiene deparadas muchas sorpresas. Si bien es cierto que en algunos casos el dicho: "rojo junto amarillo es coralillo", en efecto aplica, en especial para las variedades norteñas, pero en muchos otros no. La verdad es que hay tanto falsos como verdaderos coralillos que rompen este principio y si únicamente te aferraras a él, podrías terminar en la sala de emergencias.

Una manera más confiable de discriminar entre ambas, es el tamaño. Las coralillos rara vez superan los 60cm de longitud y cuentan con un cuerpo esbelto como un lápiz; mientras que las falsas son por lo general serpientes de mayor talla, rebasan el metro de largo y su cuerpo es ancho como un palo de escoba. Claro que existe también la posibilidad de que estés ante una cría y el tamaño no sirva para la identificación, en ese caso habría que remitirse a los ojos de la susodicha: las coralillo presentan ojos diminutos, tipo cabeza de alfiler, mientras que las falsas los tienen más grandes, piénsese en una lentejuela. Si aún no estas contento, entonces tendríamos que comenzar con el conteo de escamas; pero seamos honestos ¿realmente te quieres meter en ese dilema? Quizás lo más sensato es que mejor te abstengas de tocar a cualquiera que se encuentre vagando por ahí.

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Familia Viperidae

Ahora sí llegamos al apartado de las serpientes realmente peligrosas, o por lo menos, al grupo que causa el mayor número de accidentes en nuestro país. Nos referimos, por supuesto, a las nauyacas y cascabeles. Serpientes que poseen colmillos retractiles prominentes que inyectan el veneno a la manera de una aguja hipodérmica (dentición sumamente especializada, denominada como Solenoglifa dentro de la herpetología).

Las cascabeles no necesitan mayor carta de presentación, después de todo somos el país con la mayor diversidad del planeta, con especies presentes en cada una de las 32 entidades federativas de la república y figuran hasta en nuestra bandera (dato de trivia: la especie del lábaro patrio se trata de una Crotalus molossus o cascabel de cola negra para los cuates). En total, dentro del territorio mexicano, se han reportado alrededor de 27 especies del genero Crotalus y unas ocho pertenecientes a otros géneros, cascabeles enanas y afines. Casi todas ellas cuentan con la conocida estructura tipo sonaja en la punta de la cola, presentan escamas bien definidas y la cabeza se distingue del resto del cuerpo.

A pesar de que el característico sonido de advertencia —que las dota con su nombre— en la mayoría de los casos consigue prevenir al incauto y evitar una mordedura innecesaria, cada año se registran un gran número de accidentes. El veneno de las cascabeles es sumamente potente y dependiendo de la especie, su carácter es más hemolítico (que destruye los glóbulos rojos y literalmente licua los tejidos produciendo gangrena severa) o neurotóxico (que ataca el sistema nervioso central), o bien una combinación de los dos. En cualquier caso, la mordedura produce un dolor intenso y, si no se recibe atención medica de inmediato, el riesgo de muerte se torna inminente.

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Cuatro narices, terciopelo, cabeza de puerco y oropel, son algunos de los nombres que reciben las nauyacas, probablemente las serpientes más peligrosas de la república mexicana. Y no es algo dicho a la ligera, pues los ofidios que integran a este intimidante grupo de reptiles poseen un veneno muy potente (con efectos hemotóxicos y proteolíticos bestiales, que producen hemorragias, necrosis, falla aguda en los riñones, colapso del sistema cardiovascular e inminente riesgo de muerte si no se recibe la atención necesaria) y suelen ser de temperamento impredecible, nervioso y agresivo. Además de que son sumamente veloces y su coloración críptica las funde con el entorno a tal grado que resulta casi imposible identificarlas, lo que en muchas ocasiones desemboca en que el senderista incauto las pise y termine en una situación nada agradable.

Las nauyacas, representadas por diversos géneros en nuestro país como Atropoides, Bothrechis y Cerrophidion —cada uno con varias especies— suelen preferir ambientes húmedos subtropicales con vegetación abundante, se les puede encontrar en numerosos estados de la república con climas húmedos y calientes que van desde San Luis Potosí hasta Chiapas. Quizás la más conocida de entre todas ellas sea la famosa Nauyaca Real, Bothrops asper, la serpiente más temida del continente americano, que alcanza una talla de 2.5m de largo y 6kg de peso y que es la principal responsable de incidentes por mordedura de serpiente dentro de su amplia área de distribución (que comprende desde Veracruz hasta Ecuador).

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También tendríamos que agregar a esta lista a los cantiles, cuatro especies del genero Akistrodon, que son serpientes de cuerpo ancho y pesado, cabeza triangular prominente, pupilas verticales y coloraciones predominantemente oscuras con líneas blancas o amarillas. Los cantiles poseen veneno hemotóxico y debido a que se les encuentra en zonas rurales sus mordeduras son frecuentes. Sus áreas de distribución incluyen bosques y selvas caducifolias de la llanura costera del Pacífico, así como Tamaulipas y Yucatán.

Familia Colubridae

Para ser francos las serpientes venenosas de esta familia no suelen ser muy peligrosas, su toxicidad es moderada y además los dientes que utilizan para inyectar la ponzoña son los posteriores, dentición conocida como opistoglifa, por lo que para lograr inocularlo deben prácticamente masticar a la presa. Es decir que, si te picó una de estas serpientes, es porque te lo andabas buscando.

Qué hacer en caso de accidente

Bueno, tras este breve repaso de la diversidad de posibles ofensoras, ya viene siendo tiempo de entrar en materia. Pero el repaso no fue de gratis, después de todo, la correcta identificación de cuál fue la que te mordió puede ser la diferencia entre que salves el pellejo o termines en una funeraria.

Digamos que en tus deambulares por la floresta tuviste la desgracia de agredir, esperemos que sin querer, a quien no debías y mamá naturaleza te contestó con toda su furia en la forma de dos colmillos filosos que se hunden sobre tu carne.

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Lo primero que hay que tomar en cuenta es si la mordedura llevaba veneno o no. Es sencillo: ¿Qué tanto te dolió? Digo, cualquier avance bucal contra tus tejidos producirá algo de molestia, pero si hay ponzoña mediante, créeme que no quedará lugar a dudas: se siente como aceite hirviendo. Esto es sumamente importante, pues no es extraño que las víboras propinen mordidas secas, es decir sin veneno (ya lo dijimos antes, las serpientes son meticulosas a la hora de cuidar sus reservas tóxicas). Y es precisamente gracias a esta cuestión que se han generado una gran cantidad de creencias populares falsas sobre posibles remedios, pues si no hubo veneno en primera instancia, la víctima se va a curar sin importar con qué la trates (léase orina, comerse a la serpiente, succionar el coágulo y demás ocurrencias sin sustento).

En fin, el caso es que si la mordedura no te duele de la chingada, no tienes mucho de que preocuparte, presta atención a tu cuerpo y si durante las próximas seis horas no se presentan síntomas, ya la hiciste. Sin embargo, si la impresión es que el mismo infierno se está desatando bajo tu piel, significa que tienes entre las manos un problema gordo. Pero no entres en pánico. Recuerda que si pretendes librarla, tu ritmo cardiaco jugará un papel fundamental. Respira hondo, tomate unos minutos para asimilar la situación y traza el plan de acción de los pasos a seguir.

Básicamente tu única opción ahora es llegar a un hospital. La realidad es que sin antiveneno te la vas a pelar, o por lo menos —y si es que sobrevives— quedarás con secuelas de por vida. Por lo que no hay discusión, la sala de emergencias es tu meta: el único remedio efectivo contra la mordedura de serpiente es la aplicación oportuna del antiveneno correspondiente. Así que comienza a encaminar tus pasos hacia el centro de salud de inmediato, pero no te agites, todavía tienes un par de horas para lograrlo. Si puedes evitar caminar, sería mejor. Dile a tus compas que no sean gachos y que se improvisen una camilla. Tú, ante todo, mantén la calma.

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Durante el camino es buena idea que, si es posible, mantengas la zona de la mordida por arriba del nivel de tu corazón, esto ayudará a reducir el flujo sanguíneo; inmoviliza el miembro afectado y retira pulseras, calcetines, zapatos, anillos, cadenas o cualquier otro accesorio que pudiera causar constricción al miembro o dificultar la respiración. Realiza asepsia de la zona y mantente bien hidratado.

No importa lo que te digan, lo que definitivamente NO deberías de hacer es ingerir bebidas alcohólicas para mitigar el dolor, aplicar un torniquete, colocar hielo, frotar vinagre o alcohol, cauterizar la herida, inyectar antídoto en la zona de la mordida o realizar incisiones o cortes para succionar el veneno. Nada de esto te ayudará y, por el contrario, podría empeorar tu ya de por sí delicada situación.

La buena noticia es que, en gran parte y gracias a los esfuerzos del Dr. Alejandro Alagón y a su equipo de trabajo del instituto de biotecnología de la UNAM, actualmente contamos con antivenenos sumamente efectivos y con baja probabilidad de causar reacciones alérgicas. Conozca usted a los faboterápicos, antídotos que ya no se fabrican utilizando sueros de animales como se hacía antes, sino mediante la degradación proteolítica con pepsina de las inmunoglobulinas. ¿What? No importa, el caso es que son seguros y de pureza elevada. Estos incluyen un antiveneno polivalente para nauyacas y cascabeles de nombre ANTIVIPMYN y uno específico para coralillos llamado CORALMYN.

Dependiendo de la cantidad de veneno inyectado y, por consiguiente, de la gravedad del cuadro, podrían ser necesarios hasta 15 frascos de dosis inicial y ocho de sostén para los casos más severos.

Hoy en día la mayoría de clínicas del IMSS y del ISSTE cuentan con acceso a estos antivenenos, sin embargo, aún es posible que en las áreas más rurales del país no los tengan a la mano, por lo que si planeas adentrarte en maleza, siempre es buena idea llevar contigo un par de frascos. No son baratos, pero de llegar a necesitarlos, podrían ser los pesos mejor invertidos de tu vida.

Estadísticas y consideraciones finales

Según datos de la UNAM reportados por La Jornada, en el 2007 se registraron en México entre 12 y 15 mil casos de mordeduras de serpientes venenosas, de los cuales menos de 100 fueron debido a coralillos. Sin embargo, gracias a la efectividad de los antivenenos faboterápicos, tan solo tres de estos casos resultaron fatales. Lo que en contraste con las 200 muertes reportadas en 1979 para el mismo problema, representa definitivamente un avance sustancial.

Pero claro que estos datos no comprenden a toda la población, pues muchos casos pasan desapercibidos para la Secretaría de Salud. Tristemente en las zonas más marginales del país ser mordido por una víbora sigue figurando como una condena a la tumba. Lo cual ocasiona que muchas especies de serpientes sean diezmadas sin piedad, pues ante la duda de si es peligrosa o no, el machetazo sigue siendo la respuesta más común. Lo malo de esta estrategia es que por lo general termina saliendo el tiro por la culata, ya que las serpientes inofensivas funcionan como un control natural de las venenosas, pues compiten con ellas por el sustento. Es decir que la mejor manera de mantener a raya a las serpientes peligrosas, es contando con una población nutrida de todas las demás.