Drogas

Cómo cambia tu vida cuando dejas de ser camello

"Alguno me ha dicho que hago bien dejando de vender, que no me la juegue más; otros, que no lo deje ahora que la cosa va bien".
cocaina camello tráfico de drogas
Ilustración por Daniel Romero

Mucha gente ha tenido contacto con personas que venden o distribuyen drogas. Ya sea alguien que fue con nosotros al instituto o la universidad, nuestro amigo, pareja o primo. Suele pensarse que son personas marginales, sin escrúpulos, antisociales o eslabones de una mafia internacional, pero no siempre suele ser así.

Estas personas arriesgan su libertad por motivos subjetivos y muy dispares, ya que uno de los riesgos de la venta de sustancias es la entrada en prisión, una experiencia que nadie valora positivamente y que además está cargada de un estigma social que raramente hace justicia y que es muy difícil quitarse de encima. Al salir, algunos cambian de vida y otros siguen igual, pero parece haber cierto consenso sobre la dificultad de cambiar de vida, sobre todo comparado con lo fácil que es seguir vendiendo.

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Para saber lo que pasa cuando un camello decide dejar de serlo, contacté con Iván* y con Álex*, dos excamellos que tras ser detenidos y procesados por diversos delitos relacionados con el tráfico de drogas, decidieron dejarlo.



Iván vendía cocaína, tanto “grameando” como al por mayor, en varias ciudades del centro de España. "Vivo en un sitio relativamente pequeño, la gente suele rumorear", me dice, "después de pasar un tiempo internado, mi entorno descubrió a lo que me dedicaba y, como es normal, no les parecía bien". Le detuvieron, estuvo acusado de organización criminal y pasó un tiempo en prisión. Finalmente fue absuelto. "Actualmente saben que he cambiado de vida y tengo su apoyo para ello, que es lo importante".

Por su parte, Alex vendía normalmente speed, pero también pasó varios años vendiendo de forma irregular hachís, marihuana o MDMA. Repartía pequeñas cantidades, pero también distribuía algunas cantidades considerables a personas de la población en la que vivía y alrededores, hasta que le pillaron e ingresó en prisión unos meses. “En ese momento lo tenía muy oculto a mi entorno, más que nada por no preocuparles, sobre todo a mi madre. Es más, tenía más miedo a que se enterase mi madre que de ser descubierto por la policía". Alex también salió absuelto del proceso y actualmente se encuentra lejos de su ciudad.

"Tampoco iba tirar lo que me sobraba o a esconderlo, al fin y al cabo, es dinero y quiero ese dinero para mi nueva vida"

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Lo primero que les pregunto es por su relación con sus antiguos clientes, sobre todo con aquellos más regulares, esa gente de cuyas vidas llegaron a formar parte (y viceversa) y cómo se tomaron el hecho de que de repente dejasen de ser las personas encargadas de proveerles de narcóticos.

Iván me responde haciendo hincapié en su abandono del tráfico de drogas. "Mi relación es buena, pero se limita a lo personal, nada de negocios", me dice, "Aunque mucha gente sigue escribiéndome para que le venda". En ese momento, saca el móvil, abre Whatsapp y hace scroll enseñándome muchas de esas conversaciones con antiguos clientes, todas con el mismo fin.

Iván ni siquiera había querido responderle a la mayoría de ellos, aunque no niega que antes de dejarlo vendió todo lo que tenía: "tampoco la iba a tirar o a esconder, al fin y al cabo, es dinero y quiero ese dinero para mi nueva vida". Para Alex la cosa es sencilla "hay tres tipos de persona: solo clientes, clientes que acaban siendo amigos, y amigos que ya lo eran y lo siguen siendo".

"Alguno me ha dicho que hago bien dejando de vender, que no me la juegue más; otros, que no lo deje ahora que la cosa va bien"

Pero también cortaron otro tipo de relaciones después de dejarlo: los distribuidores. Para Alex, romper su relación con él era una cuestión de seguridad una vez salió absuelto, "para evitar que pudiesen implicarles a ellos también". Iván por su parte, dice que cada distribuidor le decía una cosa diferente: "Tenía varias personas que me suministraban y hablé con la mayoría de ellas, aunque cada uno me decía una cosa diferente. La verdad que no fue un momento incómodo, todos sabemos que este trabajo conlleva muchos riesgos y que no es la mejor vida". "Alguno me ha dicho que hago bien dejando de vender, que no me la juegue más; otros, que no lo deje ahora que la cosa va bien", afirma entre risas.

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Otra de las cosas que ha hecho Iván al dejar de vender droga, ha sido dejar el trabajo que tenía antes y también el lugar en el que vivía. Cuando hablé con él se estaba mudando a su nuevo destino, en el que, en sus propias palabras, iba a buscar "trabajo de lo que haya".

Pero está esperanzado, tiene experiencia en varios campos y asegura que "del tema de vender he podido aprender cosas, claro, como de todo en la vida siempre se puede aprender algo, sobre todo acerca del trato con personas y a ser precavido en el tema de los negocios, es un mundo en el que tienes que conocer bien a la gente y saber cómo actuar tú y eso creo que puede valer para la vida de cualquiera, en cualquier momento".

Pero no niega que haya podido tener otras consecuencias: “Seguramente me haya afectado, no se si ha sido más negativo que positivo, pero no es algo que suela tener en cuenta. Supongo que a todos nos afecta nuestro pasado, pero también es algo que no tiene por qué condicionar el futuro, así que me quedo con lo que he aprendido, tanto lo bueno como lo malo.”

"Una de mis ilusiones era entrar en la cárcel, aunque hubiese preferido que no fuese así"

Algo muy similar en ambos casos afirma Alex: “desde que lo dejé, llevo buscando algo que sea legal y me dé el mismo dinero, así que se podría decir que he aprendido que también se puede hacer un negocio legal y ganar dinero. Pero con la droga, el dinero que viene es fácil y el trabajo es sencillo. Además, como no todo el mundo se atreve, es fácil prosperar, pero luego tiene consecuencias, no hay que olvidarlo. Pienso que cada vivencia construye a la persona, así que en gran parte diría que sí, pero no de forma negativa. Se podría decir que soy quien soy gracias a ello y al haber pasado por donde estuve, y no me arrepiento de nada de lo que haya hecho anteriormente. Además, una de mis ilusiones era entrar en la cárcel, aunque hubiese preferido que no fuese así…”.

Reflexionando sobre estas experiencias, debe de ser complicado salir de una situación así, aunque hablar con Alex e Iván lo hacía parecer sencillo. La venta de drogas y el haber pasado por la cárcel son dos estigmas contra los que deberíamos posicionarnos si queremos una reinserción real de las personas que lo han vivido.

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