Yo quiero fumar: Érase una vez en el Toreo de Cuatro Caminos

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Música

Yo quiero fumar: Érase una vez en el Toreo de Cuatro Caminos

A raíz de que anunciaron su regreso, y con su próximo disco en puerta, recordamos el primer concierto de Cypress Hill en México.

Hace unas semanas se confirmó una presentación más de Cypress Hill en la Ciudad de México. La mítica banda de Southgate presentará su primer disco en ocho años a finales de octubre de 2018 en un lugar que, al momento de escribir esto, aun no ha sido rebelado. También tocan en Monterrey un par de días antes.

Elephants on Acid es el título del noveno disco que el trío de L.A. y piedra angular del hip hop anunció para regocijo de sus fans en todo el mundo. Por si la expectativa de un nuevo disco de Cypress no fuera suficiente, los tres temas que han dado a conocer solo han hecho que todos salivemos y recordemos ese momento de adolescencia cuando descubrimos por primera vez la música de Cypress. Este par de anuncios han removido el polvo de un lugar muy especial en mis recuerdos, así que es momento de viajar abajo en el carril de la memoria…

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Recuerdo aquella tarde del 30 de noviembre de 2002, cuando sucedió el primer festival Banda Ancha (¿hubo más?) cuyo cartel encabezó Cypress Hill y también incluyó a otros actos de rap en español como Sociedad Café, Crimen Urbano y Ari Puello (consultando al oráculo en ese mismo festival también se presentó Genitálica. Afortunadamente mi memoria no tiene registro alguno del acto de esos chicos).

El festival tuvo lugar en el Toreo de Cuatro Caminos: las tardes de tauromaquia en el inmueble de Lomas de Sotelo habían quedado atrás y el armatoste con reminiscencias de nave interestelar ubicado a un costado del periférico marcaba, como en los mapas antiguos, el final de la tierra conocida hasta esos momentos: dragones con múltiples cabezas y feroces monstruos marinos de largos tentáculos aguardaban a los valientes exploradores allende el #Edomex.

Recuerdo que dentro del domo del Toreo se presentaron las bandas y afuera había instalaciones para patinadores y grafiteros: hay que recordar que a principios de la década pasada se comenzó a empaquetar por primera vez con cierto éxito el hip hop con otras "tribus urbanas", como pasó ese día con los muchachos del skate. Además de ver a Cypress, el hecho de estar ahí representaba convivir con otra banda que le gustaba el hip hop: reconocer y abrazar, al menos con una mirada de aprobación, a otros soldados que igual que tú estaban en esa trinchera peleando en nombre de los beats y las rimas.

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Fue un día de júbilo para los raperos del DF. Prácticamente fue la primera vez que una incipiente escena pudo ver a una banda de la envergadura de Cypress, dentro del marco de un evento con actos de hip hop locales. Recuerdo que Sociedad Café, el mítico grupo fundacional de Ciudad Neza, acompañó su presentación con unas danzas prehispánicas, un gesto simbólico al que no se le da la importancia que merece en la historia del hip hop nacional: la cimentación de una identidad, con el aval de un grupo tan importante para el desarrollo de la escena como Cypress.

Como consecuencia de todo esto, la comunidad rapera abarrotó el inmueble de Ingenieros Militares en una velada que a la postre tuvo un carácter de histórico. La tarde fue larga y las ansias por ver y escuchar al trío de East Los llegaron a su punto más alto cuando Ari Puello hacía su cosa encima del escenario, y el público, que se encontraba en la más precaria infancia de su educación como público, al ser presa de una incontenible ansiedad (y en un México mucho más cegado por el machismo rampante), bajó a la rapera española del templete instalado en medio del ruedo. Todo mal con eso, no crean que nos olvidamos.

Cuando el MC de origen cubano y de característica voz nasal B-Real, subió al escenario, fue como un banderazo de salida para que todos encendieran los porros que habían escondido de la seguridad del lugar e introducido al domo de plata: densas nubes de humo de sacramento rastafari acompañaron el concierto de principio a fin. Es indispensable mencionar que Sen Dog no se presentó con la banda esa noche, así que para los registros: esa primera vez que vimos a Cypress no lo vimos con su alineación completa. No hubo curiosos, no hubo preguntas y nadie lloró. Vamos, tal vez no todos lo notaron. Eran otros tiempos.

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Para el 2002 Cypress ya había editado lo que se considera la mejor parte de su obra: Cypress Hill (1991), Black Sunday (1993), Cypress Hill III: Temples of Boom (1995), Cypress Hill IV (1998). En el 2000 lanzaron su funesta aventura en el nu metal/rap metal Skull & Bones: abordo del tren de Limp Bizkit y Korn, fue su última intentona por mantenerse relevantes. O sea que para cuando vimos aquella versión de Cypress, sus mejores años no solo ya habían quedado atrás, ellos ya lo sabían. Y si bien eran una banda de culto en el rap, su asociación con el sonido de guitarras de rock pesado los hizo lucir oportunistas; además, para los que éramos fans de Cypress el experimento resultó desafortunado, pues ya habían hecho eso con grandes resultados en el OST de Judgment Night, junto a Sonic Youth y Pearl Jam. Y vaya, Public Enemy hizo su mancuerna con Anthrax en "Bring the Noise" y los Beasties en Ill Communication y Check Your Head, ambas placas indispensables para la conformación de ese universo donde habitan seres de escandalosa incongruencia a los que les gustan los Beasties pero no les gusta el rap.

Esa mítica noche de noviembre de 2002 terminó como suele terminar Cypress sus presentaciones: interpretando su oda al dispositivo para consumir marihuana que mide 4 pies: "Hits from the Bong". Con esa rola Sé-Real, Muggs y Bobo se despidieron. Pero para un sector del público no había sido suficiente y su manera de expresarlo fue desprender el piso de plástico que se había puesto sobre el ruedo y lanzarlo por los aires. Así se vivieron los últimos suspiros del festival. Un amigo con el que íbamos sufrió una pequeña herida abajo del ojo con uno de los objetos punzocortantes. Recuerdo que entre risas dijimos que si le hubiera dado un centímetro más abajo, perdía el ojo.

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En el historial de actos de hip hop foráneos en México, existen hitos como los conciertos de DJ Shadow, Guru, (el primero de) Nach, Kendrick, Kanye, De La Soul, Solo los Solo, (el primero de) los Violadores, Falsalarma, (el primero de) The Mexakinz, y otros. El de Cypress marcó un momento importante porque fue dentro del marco de un festival de hip hop con talentos locales y extranjeros intentando ser exitoso, y para muchos de esos actos locales fue la primera vez que se enfrentaron a un público tan grande.

Cypress Hill es una banda que durante los noventa tuvo un filo que no tuvieron todas las bandas importantes de esa era: la herencia latina y el uso del spanglish en sus letras; coqueteaban con la ilegalidad con su imaginería de pandilleros y consumo y defensa de la marihuana y sus letras tenían una dosis de comicidad; había un MC con una voz característica y un beatmaker que con su estilo ayudó a definir un subgénero dentro del hip hop: horrorcore; por si fuera poco, el arte de las tapas de sus discos influyó a artistas de todos los géneros y todos los países.

Con el paso del tiempo, B-Real se convirtió en uno de los más respetados músicos de Los Ángeles, Sen Dog en uno de los hypemans más queridos del juego y DJ Muggs en uno de los beatmakers/crate-diggers más celebrados de la historia.

¿Entiendes la onda?

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