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Dos años de guerra en Sudán del Sur: la sangre que se derrama más allá del conflicto étnico

La guerra de Sudán del Sur se ha escindido en diversos conflictos y ya hay 2,4 millones de desplazados. Dos años después del estallido de los enfrentamientos, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas renovó el mandato de la misión de paz en el...
Imagen vía Yonhap/EPA
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Dos años después del estallido de la guerra en Sudán del Sur, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) renovó el mandato de la misión de paz en el país.

El borrador de la resolución fue aprobado 13 a votos a favor y ninguno en contra el pasado martes. Tanto Russia como Venezuela se abstuvieron debido a sus objeciones en relación a los términos utilizados en las sanciones y al uso de los drones para llevar a cabo tareas de reconocimiento en el país, donde sigue la lucha entre rebeldes y fuerzas gubernamentales

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Sudán del Sur tenía menos de tres años de edad cuando empezaron los enfrentamientos entre facciones rivales de la guardia presidencial en la capital, Juba, el 15 de diciembre de 2013. El presidente Salva Kiir acusó a Riek Machar, su ex vicepresidente, de orquestrar un complot para arrebatarle el poder— algo que Machar siempre negó. La escaramuza pronto desembocó en asesinatos vengativos que tuvieron Juba como escenario, y, en unos días, se extendió hasta convertirse en una guerra civil.

A lo largo del conflicto, la etnia ha jugado un rol destacado en lo que los grupos en defensa de los derechos humanos y las Naciones Unidas (ONU) consideran como violaciones flagrantes de los derechos humanos. Kiir tiene un origen Dinka, mientras que Machar es Nuer, y los efectivos de las fuerzas de seguridad están formados por miembros de ambas comunidades. La ONU y la Unión Africana ha descrito las atrocidad que se ha impuesto en Sudán del Sur con capítulos como las violaciones en grupo, la castración, el canibalismo forzado y la quema de civiles vivos.

En agosto, ante la creciente amenaza de sanciones internacionales severas y la generalizada percepción que el conflicto, que ha ya ha causado 50.000 muertes, es producto de la terquedad de los dos líderes políticos, Kiir y Machar suscribieron un acuerdo de paz. Pero, aunque la ferocidad e intensidad de los enfrentamientos no ha llegado a las altas cotas de los primeros días, algunos combates persisten con milicias y grupos armados en activo.

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Estados Unidos propondrá sanciones de la ONU para Sudán del Sur, sin incluir el embargo de armas. Leer más aquí.

Como se temía antes de la firma del acuerdo de paz, algunos miembros que luchaban en nombre de Machar han roto sus relaciones con el líder rebelde y otros le han pedido que no apoye las condiciones del acuerdo que podrían conducir hacia la creación de un gobierno central inclusivo y de cohesión.

Casie Copeland, un analista sursudanés del International Crisis Group, dijo que mientras las fuerzas de la oposición habían visto reducida su posición en algunas zonas, sus efectivos aún controlaban largas extensiones en estados de importancia estratégica, incluyendo las zonas sur y este del estado Unity, rico en petróleo y el este del estado de Upper Nile. El gobierno, por su parte, añadió Copeland, puede seguir pensando que está en posición de asestar un golpe fatal a las fuerzas de Machar. La reanudación de los combates ha coincidido históricamente con las estaciones secas, algo que está por llegar.

"Ahora estamos inmersos en una guerra diferente [respecto] a la que hemos sufrido los últimos dos años", dijo Copeland, para quien la lucha ha subido de intensidad en áreas donde previamente era menos fuerte, sobre todo el en sur. Allí, se pueden contar los grupos armados en más de dos docenas de grupos étnicos diferentes — algunos asociados a la oposición, otros no — que han empezado a trabajar para conseguir el apoyo de la población contra el gobierno.

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"Muchos de los enfrentamientos tienen que ver con asuntos relacionados con la tierra que van mucho más allá de la dicotomía Dinka-Nuer dichotomy con la que la gente suele asociar el conflicto", aseguró Copeland.

Mira el documental de VICE News documentary Ambushed in South Sudan (próximamente con subtítulos en español):

Pese al acuerdo de paz, unos 180.000 sursudaneses están buscando refugio en las bases de la ONU en el país. Locales y personal dedicado a la ayuda humanitaria en el país sostienen que el número de la gente desplazada es uno de los mejores indicadores para medir la implantación de la paz.

Después de alcanzar la independencia en 2011, miles de millones de dólares fluyeron hacia el país en concepto de ayuda humanitaria, pero la mayor parte de este montante, que fue despilfarrado por las élites, era reclamado por las fuerzas rebeldes que han estado combatiendo en Sudán durante décadas. Tras dos años y medio, las riñas se convirtieron en una matanza.

Hoy, el gobierno central tiene muchos problemas de liquidez, debido en parte a los menguantes ingresos procedentes del petróleo dada la actual situación de conflicto armado. La mayor parte del dinero fue extensamente gastado en el abastecimiento de armamento y, a medida que la guerra avanzaba, muchos inversionistas decidieron marcharse del país.

Víctimas de la guerra sursudanesa fueron violadas, quemadas y obligadas a beber sangre. Leer más aquí.

En este escenario, de acuerdo con la ONG Oxfam Intermón, 2.4 millones de sursudaneses están en una situación de "hambre severa" incluyendo 30.000 personas en el estado de Unity que están en riesgo de hambruna debido a los continuos enfrentamientos.

En un comunicado hecho público el martes, Oxfam hizo un llamamiento a los líderes del país para implementar las medidas hilvanadas en el acuerdo de agosto. "Si la paz se retrasa más o el acuerdo se rompe, la miseria no tendrá fin para millones de personas", afirmó Zlatko Gegic, el director de Oxfam en Sudán del Sur.

Sigue a Samuel Oakford en Twitter: @samueloakford

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