FYI.

This story is over 5 years old.

Dinosaurios

El depredador jurásico que tenía el cuerpo de un cocodrilo y los dientes de un T. Rex.

La cuenca de Mahajanga nos regala otra rareza evolutiva.
Arte conceptual de Razanandrongobe sakalavae. Imagen: Fabio Manucci

Este artículo se publicó originalmente en Motherboard, nuestra plataforma dedicada al mundo de la tecnología.

¿Qué tienen en común los dientes de un tiranosaurio, la complexión de un cocodrilo, y un "linaje fantasma" que se remonta a más de un millón de años? El predador jurásico Razanandrongobe sakalavae, una misteriosa especie extinta desenterrada en el noroeste de Madagascar, que finalmente ha encontrado su lugar en el árbol evolutivo de la vida, según una nueva investigación publicada el martes en la revista de PeerJ.

Publicidad

Apodado "Razana", este gran carnívoro fue identificado por primera vez en un artículo de 2006 escrito por los paleontólogos Cristiano Dal Sasso y Simone Maganuco del Museo Cívico de Historia Natural de Milán, junto con el investigador Giovanni Pasini. Basados en los fósiles, que consistieron en grandes dientes y algunos fragmentos de huesos de la mandíbula, los investigadores concluyeron que este era un depredador importante en este ecosistema hace unos 166 millones de años.

"Razana probablemente era un animal oportunista, al igual que las hienas y los leones", me dijo Dal Sasso por email. El carnívoro tal vez podía nadar, aunque estaba hecho para caminar sobre tierra firme, dijo, señalando que "no corría muy rápido, pero era un depredador de emboscadas".

Sin embargo, Dal Sasso y sus colegas no tenían claro qué lugar ocupaba el animal en el árbol de la vida. Sus dientes que podían romper huesos se asemejan a los de los dinosaurios terópodos colosales como T. Rex, pero su esqueleto en cuclillas sugiere que podría ser un crocodylomorpha, el linaje antiguo del cual descendieron todos los cocodrilos modernos.

Maganuco (izquierda) y Dal Sasso (derecha) muestran los huesos del cráneo de Razanandrongobe sakalavae en el Museo de Historia Natural de Milán. De archivo: Giovanni Bindellini

El trío de autores, junto con el paleontólogo Guillaume Fleury del Museo de Historia Natural de Toulouse en Francia, han resuelto este enigma filogenético presentando nuevos restos craneales del animal en su artículo. El veredicto: el Razanandrongobe sakalavae es un crocodilomorfo. Y no nada más un crocodilomorfo cualquiea –esta especie "claramente es un jurásico notosuchia", dijo el equipo, es por eso que "es por mucho el representante más antiguo del grupo, antes de las otras formas de alrededor de 42 millones de años".

Publicidad

Relacionados: A los dinosaurios no los mató un meteorito


Los notosuquios son una de las familias más fascinantes del registro fósil. Estos parientes de los cocodrilos proliferaron en toda la tierra de Gondwana, dispersando sus huesos fosilizados a través de Sudamérica, África, Europa, y Asia. Era un grupo diverso que producía herbívoros, omnívoros, ramas carnívoras y evolucionaba dentro de una casa de colección animal de diversas formas y tamaños que datan del periodo cretáceo. Razanandrongobe sakalavae es el primer notosuquio jurásico jamás identificado, que "empieza a llenar el linaje fantasma de los notosuquios" en ese período, dijeron los autores.

En ese momento en el que vivió Razana, su nativo Madagascar empezaba a separarse del supercontinente Gondwana, una separación que eventualmente produciría el ecosistema único que asociamos hoy con la isla. Dal Sasso comentó que el depredador probablemente se alimentaba de herbívoros de cuello largo, pequeños mamíferos y pterosaurios, pero que hacía falta más evidencia fósil para sacar conclusiones más amplias sobre el comportamiento y la anatomía de este notosuquio.

"Sería bueno encontrar por lo menos algunos huesos del esqueleto postcraneal, para confirmar que Razana tenía una construcción corporal similar a la de los notosuquios", un grupo que incluye al depredador abultado Baurusuchus salgadoensis, dijo Dal Sasso.

La cuenca de Mahajanga, de donde se origina Razana, es un punto de acceso prometedor para la investigación paleontológica, y se ha explorado relativamente poco por investigadores profesionales. La región ya nos ha regalado restos fósiles del dinosaurio Majungasaurus, el raptor Rahonavis y la rana de diez libras Beelzebufo, por eso podemos esperar que nos siga sorprendiendo con las rarezas de un pasado lejano en cualquier momento.