La Guía VICE a Canadá

La Ciudad de Quebec en 4 barrios

Visité algunos de los más relevantes barrios de la Ciudad de Quebec, en búsqueda de la vibra inusual de la capital
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Foto cortesía del Carnaval de Québec

Este artículo fue creado junto con Destination Canada

En ninguna otra parte, el pasado, el presente y el futuro están tan entrelazados como en la Ciudad de Quebec. La sensación de estar en Europa mientras que pruebas la esencia verdadera de lo que es Canadá es realmente indescriptible, y esa dualidad que tiene, mezclando las culturas francesa e inglesa, le ha permitido diferenciarse de otros centros culturales, sobre todo anglófonos, de Canadá y sobresalir como una ciudad única. Aquí, caminar de un barrio a otro provoca que pierdas fácilmente el sentido del tiempo: de pronto ya no sabes qué hora es, pero sí sabes que estás siendo transportado a un lugar entre Francia e Inglaterra, mientras descubres una de las ciudades más típicas de Canadá —uno de sus eslabones identitarios— en un país enorme y en constante cambio. Aquí es donde comenzó la historia de Canadá, pero también es uno de los lugares donde se está forjando su futuro.

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La Ciudad de Quebec es perfecta para alejarse sin alejarse. Como canadiense, la encontré más ligera, más libre, mucho más relajada, y al mismo tiempo hermosa, que otras ciudades. Además, la comida es excelente y la gente es especialmente buena onda. No sé por qué no vengo más a la Ciudad de Quebec, creo que los canadienses no hemos querido hablar tanto de ella para no revelar uno de nuestros mejores secretos.

Vieux Québec

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Vieux Québec por Anna Saviolakis

Vieux Québec, o Viejo Quebec, está típicamente dividido en dos sectores: la haute ville y la basse ville. Debo decir que es francamente divertido tener que subir a un funicular para ir de uno a otro nivel, además de que la vista desde las alturas es sobrecogedora.

En Vieux Québec, la influencia europea se nota de inmediato. Tiene muchísimos bares, como evidencia de su herencia inglesa, y restaurantes al estilo de los cafés parisinos, de herencia francesa. Dicho esto, la Ciudad de Quebec es probablemente la mejor ciudad para ver la narrativa histórica canadiense.

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Foto por Jeff Frenette

Con frecuencia ves actores en las calles, vestidos con trajes ancestrales y hablando con acentos ya perdidos, acercándose a los turistas para recitarles datos históricos, lo que ayuda a que permanezca ese tono fantástico en el pueblo más viejo del país. Y eso es por lo que visitamos la Ciudad de Quebec: porque es hermoso y es histórico, pero al mismo tiempo tiene algo para todos los gustos, para todos los estilos de vida: es una ciudad de mente abierta donde puedes estudiar, tatuarte, ver y hacer arte, asistir a muy buenos conciertos, pero, al contrario de otras ciudades, cuando das la vuelta a la esquina sabes que esa arquitectura tiene cientos de años, y eso es muy emocionante.

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Foto por Anna Saviolakis

No importa si tienes ganas de comer delicioso en una terraza con vista al Château Frontenac, el hotel más fotografiado del mundo, o si tienes ánimos de comprar antigüedades en uno de los numerosos callejones de Vieux Québec, el escenario no será, de ninguna manera decepcionante, porque todo lo que está ahí es un testimonio histórico.

Chateau Frontenac. Foto por Luc-Antoine Couturier

Chateau Frontenac. Foto por Luc-Antoine Couturier

Quartier Petit Champlain (Place Royale)

Petit Champlain. Foto por Francis Gagnon, cortesía de Tourisme Quebec.

Petit Champlain. Foto por Francis Gagnon, cortesía de Tourisme Quebec.

Le Quartier Petit Champlain está ubicado en el viejo pueblo de Quebec, apenas a unas calles del puerto donde los primeros pobladores pusieron pie en lo que rápidamente se convirtió en Nueva Francia. A pesar de que es técnicamente parte de Vieux Québec, los detalles de este barrio le dan individualidad a la zona también reconocida como La Place Royale.

Vieux-Québec es el único pueblo fortificado de Canadá y Estados Unidos y está protegido por la UNESCO.

La semejanza entre Le Petit Champlain y la madre patria francesa es sorprendente. La arquitectura, notablemente francesa, recuerda en muchos aspectos la de una ciudad francesa: las calles estrechas, los caminos adoquinados. No es, entonces, extraño que Le Petit Champlain fuera votado como el mejor barrio de la Ciudad de Quebec en el año 2011, por el Canadian Institute Of Planners. Y si esa distinción no fuera suficiente, el mismo jurado votó por su calle La Rue Du Petit Champlain como la mejor calle de todo Canadá en el año 2014.

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Petit Champlain. Foto por Anna Saviolakis

Este es un paraíso para los amantes del diseño artesanal y las boutique de diseñadores locales. Debe de ser una de las capitales del local shopping en el mundo. Aunque hay decenas y decenas de tiendas de antigüedades y restaurantes para pasear, comprar y comer, el verdadero encanto de Le Petit Champlain está en sus ancestrales calles residenciales. El barrio de más de 400 años realmente destaca por los colores de sus casas viejas. Y es porque las calles son tan angostas y los establecimientos tan grandes en comparación, que da la sensación de que los edificios están devorando las calles, como si Le Petit Champlain estuviera sobrepoblado de la manera más hermosa y pintoresca que podamos imaginar.

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La vibra de Le Petit Champlain es, por ejemplo, parecida al barrio Montmartre de Paris: ves artistas reunidos en las calles durante el verano, convenciendo a los peatones de comprar pinturas o dibujos. También se venden muchas joyas hechas a manos en las plazas. Te pasas un rato viendo hacia abajo, contemplando los productos locales que se ofertan en las calles y cuando levantas la vista, el paisaje es alucinante. Parada obligatoria para los instagrameros.

Montcalm

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Montcalm. Foto por Anna Saviolakis

Definitivamente, Montcalm es uno de los barrios más de moda en la Ciudad de Quebec. Entre los quebequenses se le conoce como el distrito del arte y la cultura. Lleno de cafés, galerías y tiendas de productos locales, este lugar es imperdible.

Linternas gigantes alumbran de colores cada esquina de L’avenue Cartier, una calle con réplicas de algunas de las obras de arte que se exhiben en el Musée National Des Beaux Arts Du Québec, otra insignia de la ciudad, también ubicado en Montcalm.

Una de las muchísimas Boulangeries de Montcalm.

Una de las muchísimas Boulangeries de Montcalm. Foto por Anna Saviolakis.

Por su gran sentido artístico, no sería para nada raro encontrarse con grafitis interesantes decorando las paredes de algunos negocios. Por ejemplo, el artista detrás de la pieza “Bien Comme Britney en 2007”, traducida como “Haciéndolo tan bien como Britney en el 2007”, está en la pared de una farmacia. Irónico es poco decir. Esta pieza es una representación verdadera del ambiente de Montcalm.

Aunque los residentes son más bien tranquilos —diría que están lejos de ser turbulentos— hay sin duda una sensación de vanguardia a lo largo del barrio. Esto es parte fundamental de por qué los habitantes de la Ciudad de Quebec no tienen presiones de ser alguien más y son más libres. Se nota en la moda. Aquí es diferente, creativa y arriesgada, pero menos tendenciosa. No tienen nada que pedirle a Montreal o a Toronto.

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Naturalmente, Avenue Cartier se ha convertido en la calle principal del barrio. Tiene un montón de terrazas para locales y visitantes, para disfrutar con nieve o calor. Y aunque su longitud no rebasa las diez calles, su alta concentración de creatividad es suficiente como para no dejar de ir.

Quartier St-Roch

St-Roch es donde verás a montones de milenials platicando a las afueras de las muchas tiendas de St-Joseph’s. Está lleno de pequeñas boutiques que satisfacen las necesidades de los amantes de lo exótico, como lámparas marroquíes, baratijas decorativas o alfombras chindi tejidas. Al mismo tiempo, es uno de los barrios más modernizados de todo Quebec. Localizado en el centro de la ciudad, a paso lento pero seguro, St-Roch ha escalado en la lista de los sitios fundamentales. No es una de aquellas zonas saturada de monumentos históricos, como Vieux Québec, y tal vez no sea tan cultural como Montcalm; sin embargo, St-Roch es un favorito precisamente por ser menos turístico. Este es el barrio al que después de un día de paseo te vas a cenar delicioso como los locales.

Saint Roch en el verano. Foto cortesía de Ville de Québec.

Saint Roch en verano. Foto cortesía de Ville de Québec.

Los restaurantes y cafés son impresionantes y grandes; son atractivos para estudiantes que se han visto seducidos por lugares como La Brûlerie St-Roch y el restaurante Les Sales Gosses, donde el diario 5 à 7s vale mucho la pena. St-Roch es tal vez el mejor barrio para comer tanto platillos tradicionales como los más novedosos e insospechados menús. St-Roch fue alguna vez un barrio de clase obrera y se ha transformado radicalmente desde que restaurantes divertidos como L’Affaire est Ketchup abrió ahí en 2010.

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St-Roch al final del invierno. Foto por Anna Saviolakis

St-Roch es probablemente la combinación perfecta entre la narrativa histórica y su adaptación a los modos de vida de las nuevas generaciones. Y, en ese sentido, es un barrio muy representativo del particular espíritu de la Ciudad de Quebec.