FYI.

This story is over 5 years old.

Feminicidios

2017 cierra con un alza de feminicidios en Medellín

En Antioquia a las mujeres las asesinan a cualquier edad, en cualquier lugar, a cualquier hora y por cualquier medio. No hay un espacio seguro para ellas.
De: Feminicidios en la Ciudad de México | VICE Colombia.

Según estimaciones de Medicina Legal, 997 mujeres fueron asesinadas en Colombia durante 2016, 128 a manos de su pareja o expareja y 32 más por un familiar. Antioquia se ha convertido en el segundo departamento con mayores registros, con 126 casos; y Medellín, su municipio número uno en feminicidios: 40 durante 2016.

Este año la tendencia fue al alza, por lo que el movimiento social de mujeres se ha pronunciado en diversas ocasiones en lo corrido de 2017. Para Patricia Luli Fontana, directora de la corporación Vamos Mujer, la situación es tal que debe considerarse una “crisis de emergencia humanitaria” y tiene que ser abordada no sólo por una articulación entre las autoridades, sino también desde la sociedad civil.

Publicidad

Según informó la fiscalía a Caracol Radio, al 20 de diciembre tenía un registro de 58 mujeres asesinadas, crímenes sobre los cuales aún no se ha establecido si se trató o no de un feminicidio. Si se tiene en cuenta que esta cifra corresponde sólo al municipio de Medellín, habría que sumarle al panorama las 26 mujeres asesinadas en el resto del Área Metropolitana.

La Personería por su parte, confirmó a VICE la cifra de 58 mujeres asesinadas, de las cuales ha clasificado preliminarmente 19 casos de feminicidio. Sin embargo, advierte un subregistro en la cifra, porque las mujeres no denuncian las agresiones que suelen anteceder al feminicidio, en parte, por la desconfianza en las autoridades para adelantar las investigaciones.

Antioquia se ha convertido en el segundo departamento con mayores registros, con 126 casos; y Medellín, su municipio número uno en feminicidios: 40 durante 2016

“Infortunadamente, el porcentaje de impunidad en este tipo de delitos es muy alto”, explicó a VICE Juan Fernando Gómez, personero delegado para los Derechos Humanos en Medellín. “Nosotros nos hemos pronunciado en casos tan lamentables como los ocurridos hace un mes de una madre de familia de once menores que fue asesinada por su cónyuge, al parecer por celos. Increíblemente esta madre antes de ser asesinada había denunciado al agresor y no fueron activadas las medidas de protección que en su momento requería y hoy tenemos que lamentar la muerte de esta ciudadana”.

Publicidad

En la oficina de la fiscal encargada del tema de feminicidios en Medellín, Diana Ángel, reposan cerca de 52 investigaciones que ha recibido, sólo en 2017, entre feminicidios e intentos de feminicidio, siendo el segundo semestre del año el más violento con 29 casos.

De estas investigaciones resaltan varios factores en común que dan cuenta de una violencia íntima cimentada en la dominación masculina que se oculta tras la máscara de un trágico amor romántico: la mayoría fueron cometidos por exparejas o parejas en la misma vivienda de la víctima, el medio más común fue la asfixia mecánica y en algunos victimarios intentaron suicidarse o autoflagelarse. Como el caso de Omar Henao Castaño, en abril, quien se lanzó desde el piso 25 del Palacio de Justicia de Medellín cuando se dirigía a una audiencia de control de garantías por el presunto asesinato de Laura Burgos, de 15 años, porque su hermana se negó a volver con él.

“Mientras que en las familias no interroguemos las prácticas y concepciones que refuerzan las desigualdades y las violencias, no vamos a avanzar”, opina Patricia Fontana de la corporación Vamos Mujer. “Desde niños y niñas debemos preguntarnos cuál es el lugar que le damos a cada quien. Cómo esos comentarios, costumbres y modos de crianza, refuerzan estereotipos que lo único que logran es convertir a las mujeres en seres dependientes, objetos sexuales y propiedad de los varones; y a ellos los lleva a creer que la masculinidad y la virilidad depende de la fuerza, la agresión y la violencia”.

Publicidad

Círculos de violencia

“¡No me mate que yo vuelvo con usted!”, fueron las últimas palabras de Ofir de Jesús Flórez antes de que su agresor la apuñalara tres veces en plena vía pública de El Poblado. Una frase que parece el epitafio de una cadena de agresiones a la que fue sometida.

Es lo que la directora de Vamos Mujer llama un continuum de violencias, que van desde la poca autonomía económica de las mujeres —lo que las somete a las disposiciones de sus parejas—; la violencia simbólica que refuerza la sociedad a través de ideales románticos y de ser mujer; pasando por el maltrato psicológico, las agresiones físicas, la violencia sexual y que finalmente desembocan en el feminicidio.

“El homicidio de una mujer generalmente inicia con una agresión verbal, la excepción es que se produzca el homicidio como primera agresión”, explica el personero delegado para los Derechos Humanos de Medellín. “Viene una cadena de agresiones verbales específicas que luego infortunadamente trae como consecuencia la muerte de la mujer y, en ese sentido, hemos instado a las autoridades competentes que no sólo activen la ruta de atención para la protección de la vida e integridad de estas mujeres, sino también a la judicialización del agresor”.


Lea también:


Según el personero, los casos de violencia familiar que se registran en Medellín ya sobrepasan las cinco mil denuncias, entre agresiones verbales y físicas; y están presentes en todos los estratos, aunque advierte un mayor subregistro en clases altas debido a prejuicios sociales. Por su lado, el último boletín estadístico mensual de Medicina Legal registra 4.649 de violencia intrafamiliar y 2.864 casos de violencia de pareja en la ciudad.

Publicidad

Otra de las violencias más comunes en contra de la mujer, y que generalmente precede a un feminicidio, es el abuso sexual. En 2016, Medicina Legal realizó cerca de 18.257 exámenes médico legales a mujeres por presuntos delitos sexuales, siendo las niñas menores de 13 años las más afectadas. El agresor más común: padres, padrastros y familiares cercanos.

Es el caso de una menor de cuatro años que fue golpeada, violada y asesinada por su padrastro, Yefferson Cardona Villa, en el municipio de Girardota; y cuya muerte fue justificada por la madre de la menor como un golpe al haber caído de la cama. O el de María Fernanda Mejía de trece años, quien fue asesinada en el municipio de Amagá, en su propia vivienda, por Juan Diego Martínez; según él, porque la menor no quiso ser su novia. El agresor, además, atentó contra la madre de la víctima, por lo que está siendo procesado por los delitos de feminicidio y tentativa de feminicidio.

El conflicto urbano, ¿la causa del aumento?

Si bien el personero delegado y la fiscal Diana Ángel coinciden en que la mayoría de los feminicidios corresponden a madres dedicadas a labores domésticas, la Policía Metropolitana y algunos analistas como Luis Fernando Quijano, han relacionado el aumento de homicidios de mujeres con las dinámicas del conflicto urbano en Medellín. A mediados de diciembre, por ejemplo, una mujer y un hombre fueron encontrados en la maleta de un carro, al parecer descuartizados, en el barrio La Francia.

Al respecto, el personero delegado manifestó que no tenían evidencias para corroborar la relación entre los feminicidios y el conflicto urbano. “Las autoridades de policía han dicho que algunos de estos homicidios se presentaban porque ellas vienen siendo parte de estructuras u organizaciones que están al margen de la ley. Queremos ser prudentes, no tenemos mayores elementos para pronunciarnos en torno a ese tipo de contexto. Lo que sí puedo manifestar es que infortunadamente los casos que hemos recepcionado son de hogares”.

En ese mismo sentido, Patricia Fontana hace un llamado a que no se pierda de vista la violencia de género que, si bien se recrudece en contextos de enfrentamientos armados, sus razones son distintas al homicidio común. “Aun cuando las investigaciones muestran que las mujeres han estado implicadas en dinámicas del conflicto urbano, la pregunta debe ser por todas esas desigualdades de oportunidades y derechos que en muchos casos llevan a las mujeres a tener que ser parte de dinámicas ilegales”, explica Fontana.