El Culto: John Terry

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El Culto: John Terry

Existen pocos futbolistas amados por pocos y despreciados por millones; John Terry se ha ganado a pulso todo el odio y amor que recibe.

Grado de culto: Ultraje

Si no hubiese sido futbolista, uno podría imaginarse a John George Terry siendo parte de alguna familia criminal del este de Londres. Para nada sería un gañán insignificante: sólo se pondría los boxers en los nudillos y la pipa cuando fuese necesario. Cualquier cosa que haya sido, Terry no pasaría desapercibido.

Hay algo bélico en la manera que los fans del Chelsea ven a su capitán. Es un hombre que seguirías hasta el final de la trinchera. Quizá te encuentres corriendo hacia tu muerte siguiéndolo hasta toparte con un tanque alemán que apunta a tu cabeza, pero sabes que morirás con honor al seguir los pasos de alguien que confías con tu alma. Sin embargo, para todas las demás personas en el mundo, a Terry sólo le falta la cola y los cuernos para convertirse en la respuesta del futbol para Satanás.

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Sus indiscreciones son muchas; nunca he oído hablar de un futbolista tan mal. Pero esto no le impide ser uno de los mejores, si no es que el mejor, defensa inglés de todos los tiempos. Este hecho enfurece a sus detractores. Se la pasan mencionando cada indiscreción interpersonal cometida, pero no se le puede cuestionar sobre la cancha. Es difícil pensar en futbolistas más odiados que queridos, quizá los luchadores son de la misma camada, pero no cuentan.

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En este sentido, el comportamiento de Terry parece imitar al villano de las luchas. Pasó casi la mitad de su carrera de 22 años con el Chelsea y la Selección de Inglaterra hundido en la polémica. Algunos de estos episodios pudieron arruinarlo por completo. Pero Terry, el capitán, el líder, y ahora la leyenda, es demasiado bueno para morder el polvo. No importa qué haga, en cualquier equipo que lo pongas será de gran ayuda.

Para aquellos que lo aman, será recordado como uno de los grandes, como si se tratase de una estatua alejandrina que los niños señalarán como ejemplo de grandeza y dirán "Quiero ser como él cuando crezca". Para el resto, Terry será un político maligno que por fin se embarca en el retiro.

Punto de entrada: Un chico muy malo

John Terry no era un chico malo en el sentido tradicional; tampoco un peleonero de las canchas, uno que otro altercado por ahí y por allá, nada grave. Sin duda, su peor crimen sobre la cancha fue insultar al futbolista de Queen Park Rangers, Anton Ferdinand, "negro de mierda" durante un partido en el lejano octubre de 2011. El caso llegó hasta la corte donde Terry fue liberado de los cargos de racismo, aunque la FA no estuvo muy de acuerdo con el veredicto. Tiempo después, Terry dejó de jugar para la Selección inglesa, y desde entonces no ha puesto un pie en las instalaciones a pesar de los rumores de un supuesto regreso al equipo nacional.

No fue la primera vez que se metió en problemas. En 2001, Terry y otros miembros del equipo del Chelsea fueron multados por ponerse hasta las manitas en el aeropuerto de Heathrow, luego de que su partido contra el Levski Sofía fuese cancelado por los ataques del 9/11. En su desmadre, enfadaron a varios turistas estadounidenses al hacer todo tipo de cosas ridículas. Un año después Terry se vio involucrado en una pelea afuera de un club nocturno donde un cadenero resultó lesionado. Se encontraba con Jody Morris, quien ahora entrena exitosamente al equipo juvenil del Chelsea.

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Aunque el caso de racismo se encuentra al principio de la lista de cosas por las que uno querría ahorcar a John Terry, quizás es la traición a su compañero de selección, Wayne Bridge, lo que resuena en la mente de las personas. Terry tuvo una aventura amorosa con la novia de Bridge, Vanessa Perroncel, y esto llevó a que se desconfiara del entonces capitán de Inglaterra. Bridge se negó a saludar a Terry antes de un partido entre Manchester City y Chelsea en 2010, añadiendo más leña al fuego.

En la Final de 2008 de la Champions League entre Chelsea y Manchester United, Terry se perfiló para cobrar el penalti después del empate a uno en tiempo regular. Se suponía que él no debió cobrar la pena máxima; el lugar le correspondía a Didier Drogba quien fue expulsado por "golpear" a Nemanja Vidić. Se trataba del penalti del gane. Terry se acercó a la pelota bajo el torrencial, como listo para ir a su propio funeral. Cuando pateó el balón, resbaló y el esférico pegó en el poste. El United ganó la Orejona, y las lágrimas de Terry fueron como néctar para todos sus detractores en el país y más allá. No hay mayor placer, al parecer, que el dolor de John Terry.

El momento: El valiente

Toda la evidencia en contra de Terry, el número 26, el capitán-líder-leyenda, apunta a que es un bastardo hecho y derecho. Aún así, la dedicación hacia el deporte que ama y los equipos que ha enfrentado es inquebrantable. Es el soldado perfecto: pragmático, dispuesto a dar el extra.

Sobre todo, está dispuesto a saltar sobre la granada a punto de explotar y comprometer a sus compañeros. El mejor ejemplo de ello se dio en el partido decisivo de fase de grupos en el Mundial de 2010 ante Eslovenia. Inglaterra tenía la ventaja mínima, cuando cerca del final el delantero Zlatko Dedić se coló al área chica. Apuntó hacia una de las equinas a ras de pasto. Glen Johnson pudo bloquear el tiro, pero no antes de que Terry se aventara de palomita con los brazos a los costados. Se comportó como un guardaespaldas aventándose frente a una ráfaga de balas para cubrir al presidente. Ni siquiera llegó al balón, pero eso no importa. John Terry estuvo dispuesto a sufrir una conmoción cerebral para evitar el empate de Eslovenia.

Palabras finales:

Hace mucho tiempo, durante un partido del Chelsea, mencioné en Twitter que "John Terry es como tu papá: racista, sin duda, pero te lleva por el buen camino cuando lo necesitas". Creo que es una verdad absoluta, porque la visión romántica de la figura del padre suele ser muy desatinada. Los papás se equivocan, son problemáticos, y dicen cosas horribles, pero darían la vida por ti.

Texto: @Joe_Bish / Ilustración: @Dan_Draws