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Por qué todo el mundo se ve horrible al salir de la peluquería

Tu peluquero nota tu decepción aunque le digas que el corte te mola.
mujer cortándole el pelo aun hombre

Hace casi un año que no voy a la peluquería porque las diez últimas veces que lo hice salí sintiéndome TEO, el monigote ese blancucho que no dejaba de ir a sitios —a la granja, al mercado, a la nieve— y de hacer cosas —lavarse, disfrazarse, estar enfermo—. Hace casi un año dejó de merecerme la pena tratar de explicarle al peluquero que me cortara poco, porfa. Que si no luego parecía un repollo y me veía feísima.

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Dejó de merecerme la pena salir de la peluquería y volver a casa mirándome en la cámara delantera del teléfono, lamentándome por haberme decidido a ir al peluquero, pero sobre todo por haber fingido ante él que su obra no estaba tan mal cuando me preguntaba "¿qué te parece?".


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Y sé que no soy la única. Verse horrible, repudiarse, darse auténtico asco después de un corte es uno de los lugares comunes relativos a la estética más habituales. Como pasarse con los polvos de sol cuando llega junio para "subir un poquito el tono", arrepentirse justo después de petarse un grano gigante porque queda marca —claro que queda marca, joder, parece que nunca habéis visto a Pedro Sánchez o a Jordi González— o hacerse un tatuaje de un gnomo o de un Piolín con 15 años y lamentarse durante toda la vida.

Para averiguar el porqué del primero, para comprender por qué ocurre y por qué le ocurre a tanta gente lo de autopercibirse como un ser humano lamentable durante al menos el día y medio posterior a un corte de pelo, le hemos preguntado a dos expertos. Estas son sus conclusiones.

Para Miguel Alaiz, peluquero del Estudio de Imagen Giovanny, "en muchas ocasiones nos vemos feos por el tipo de corte que elegimos. Esto va relacionado con el visagismo facial, es decir, con el estudio de las líneas, las proporciones y las formas de nuestra cara. Por ejemplo, una cara rectangular de nariz pronunciada con un corte de melena larga lisa y sin volumen acentuará la largura de la cara", concluye, y añade que en ocasiones puede ser simplemente una cuestión de tiempo. "Aunque el cambio sea deseado, a veces tardamos en acostumbrarnos a nuestra nueva imagen, es algo normal", expone.

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Virginia Carballal, estilista especializada en cabello del Gabinete de Imagen de María Uranga apunta que el gran problema suele ser en muchas ocasiones que acudimos a la peluquería con una foto del actor o la actriz de moda o de alguien que hemos visto en Instagram como referencia. "Lo que ocurre es que no buscamos únicamente su pelo si no su todo. Su cara, su cuerpo, incluso el estilo de vida mismo de esa persona", comenta Virginia.

"Hay que tener en cuenta, además, que normalmente los cambios de imagen coinciden con cambios en nuestra vida personal o profesional en los que queremos vernos bien de cara a una nueva etapa. Y ahí entra en juego también la brecha entre a lo que aspiramos y lo que realmente podemos tener. Por ejemplo, si uno tiene un puesto de trabajo nuevo, quizá tienda a cortarse el pelo porque quiere que esa nueva etapa vaya bien y piensa que paralelamente a su éxito laboral su cabello mutará, su imagen será mucho mejor… cuando no es así", expone.

"Además", añade, "tiene mucho que ver también el hecho de elegir la técnica de corte adecuada. Cada cabello es como si fuera un pez, está hecho a base de escamas. Si tú le pegas un hachazo por el centro, las escamas se quedan de diferente grosor y eso provoca que se levanten, que el núcleo se pudra fácilmente, que se hinche unos centímetros por la parte más baja… Si a ese mismo cabello le das dos hachazos, sin embargo, como en forma de flecha, sellas la escama del pez, cierras el núcleo y provocas tanto que no se pudra como que ese último centímetro del pelo no se hinche y no de lugar a un efecto de indomabilidad del cabello que puede durar días. Por eso muchas veces también nos vemos raros cuando nos cortamos el pelo, porque quizá no han empleado la técnica de corte adecuada para nuestro pelo y se genera una sensación de que no podemos controlarlo. Por eso es muy importante ponernos en manos de los profesionales adecuados", comenta.

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Como consejos para evitar vernos horribles tras un corte de pelo, tanto Miguel como Virginia ponen de relieve la necesidad de ponerse en manos de profesionales. "Hay que invertir tiempo en decidir un cambio de aspecto. Y hay que tener en cuenta tanto el dinero del que disponemos —un cabello más largo implica más dinero y más tiempo— como el tiempo para los cuidados e incluso nuestra manera de vestir o nuestro estilo de vida", recomienda Virginia, que afirma que la fisionomía debe ser importante a la hora de elegir corte y peinado, pero no es el único factor a tener en cuenta.


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"Además, es importante también no guiarse del todo por las tendencias. Podemos ver un corte que nos encante, pero debemos ir más allá y buscar, además lo que más nos favorezca. Puedes ir modernísima, llevar todas las tendencias incluidas las de pelo y que no te sienten bien, así que hay que ir más allá, comenta Virginia.

Pero, ¿cómo se siente el profesional cuando está al otro lado del patinazo, tras las tijeras? ¿Cómo reacciona cuando ve que un corte no obtiene la reacción esperada por parte de quien lo ha pedido? ¿Intuyen las lágrimas reflejadas en el espejo, la mirada de decepción, se dan cuenta cuando su trabajo no genera el resultado deseado?

"Claro que nos damos cuenta. Es de las peores sensaciones que puedes tener en este trabajo, porque un profesional pretende embellecer y mejorar el aspecto de su cliente. De todas formas estoy acostumbrado a estas reacciones, así que lo que intento en estos casos es hacer ver al cliente que le sienta bien o que se acostumbrara rápidamente al cambio", comenta Miguel.

"Recuerdo una vez en la que una clienta me pidió un corte de pelo con un flequillo muy extremo. Cuando se vio su cara era un poema y me dijo que no le gustaba nada, pero no había forma de hacer otro tipo de corte porque había muy poca longitud para rehacerlo", añade.

Virginia Carballal da un último consejo que probablemente le hubiera sido de utilidad a esta chica del flequillo extremo: "pensar antes de cortarnos el pelo, ir más allá de las tendencias y no pensar que nos va a quedar como a la persona cuya foto hemos llevado a la peluquería como referencia. Y, además de eso, evitar hacerse un cambio justo antes de cualquier evento. De una boda, de un cumpleaños, de una entrevista de trabajo importante… eso es de cajón", termina.

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