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Sexo

Presencié el nacimiento de una productora porno y esto fue lo que pasó

"Estamos en contra de lucrar o usar comercialmente nuestros valores", cuentan las fundadoras de Erecta, una productora argentina de porno
Fotos del backstage

Artículo publicado por VICE Argentina

Así como la probabilidad que tiene un astrónomo de presenciar la explosión de una estrella, aquella que da origen a una supernova, es de una en mil millones, la de presenciar el surgimiento de una productora porno en la Argentina de hoy no debe ser menos increíble. Si bien existen antecedentes documentados, en la actualidad no se puede hablar de un mercado interno ni mucho menos de la exportación de porno producido en estas pampas sureñas. En eso concuerdan tanto Natalia Nobile como Bianca Temperini, las fundadoras de Erecta Productora, un proyecto que puede inscribirse dentro del cine experimental o del posporno, pero al que tanto Nati como Bianca prefieren llamar simplemente “porno ético”.

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“Sabemos que hay otras personas como nosotras que están intentando agruparse y hacer cosas similares, que existe una pequeña escena de fotografía erótica en Buenos Aires y desde ahí emergen varios artistas que también intentan jugar con el video.” me escriben en un mensaje. Luego me cuentan que están en pleno rodaje del primer corto titulado Caramelos Gratis, y que si es para un artículo en VICE puedo pasar a darme una vuelta. Entonces la estrella está recién explotando en el cielo, estoy a tiempo para presenciar ese extraño fenómeno celeste.

Les pido las coordenadas, me dan un día, un horario y una dirección en Villa Luzuriaga, Partido de la Matanza. Para esas regiones del oeste no he ido nunca, y me pierdo. Cuando por fin doy con la casa estoy todo transpirado, las chicas se ríen en mi cara porque se nota que he caminado más que David Carradine en Kung Fu. Me invitan a pasar a la cocina y Nati me convida un mate al tiempo que me pregunta “¿vos no chupás pija, verdad?”. Yo, medio descolocado, lo pienso unos segundos y le respondo que no “¿Por qué?” Bianca me dice que antes de que llegara estaban filosofando sobre qué sería lo que más extrañarían si un día simplemente desaparecieran las pijas del universo. “Chuparla o que te la metan”. Ahí yo aprovecho para preguntar sobre la naturaleza de este dilema tan falocéntrico, ya que “¿No se suponía que eran feministas?”.

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“Por supuesto que somos feministas, pero lo que hacemos visualmente hablando no parte ni termina en el feminismo. Consideramos que ser feministas no nos inhabilita a hablar de pijas o de sexualidad no lésbica. Vos estas partiendo de un cliché, porque hoy en día es políticamente correcto auto proclamarse feminista. Nosotras estamos un poco en contra de lucrar o usar comercialmente nuestros valores” responde Nati.


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Y Bianca agrega:

“Sí, porque ¿qué pasa si un día tengo ganas de ver porno mainstream? Ese que se supone que es hecho por hombres heterosexuales para un público masculino. Esas escenas en las que una mujer está inmediatamente dispuesta a chuparla, luego a ser penetrada y al final que le acaben en la cara sin ninguna historia de por medio ¿Soy menos feminista por eso?”.

Porque claro, justo cuando crees que has dicho algo políticamente correcto y acorde a los tiempos, resulta que en realidad estás circunscribiendo el campo de posibilidades de las mujeres. Por supuesto que en Erecta son feministas, pero el trabajo de Nati y Bianca como realizadoras no se agota en esa militancia. También son artistas y de algún modo investigadoras de la imagen. Sobre todo se apuran en corregirme a la hora de sugerir que hacen "porno para mujeres". Me exigen que no aparezca una descripción así de imprecisa en mi artículo.

“No creo que haya porno para mujeres y porno para hombres. Eso solo clasifica y despersonaliza. Todas las etiquetas intentan facilitarte e inculcarte lo que se supone que te debería gustar. El erotismo y la pornografía son juguetes para adultos, son fantasías que no deberían tener limitantes si estas te producen placer.”

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Por otra parte me explican que tampoco tienen un plan preestablecido a la hora de filmar. No tienen guión, solo ideas, conceptos que esperan para cuajar.

“Partimos de ideas y conceptos nuestros y, junto a quien va actuar y teniendo en cuenta su personalidad, armamos un relato con espacios para la improvisación, que es lo que termina por darle un toque de realismo a lo que hacemos. Es distinto a lo que uno suele ver en el porno convencional, y quizás está más cerca estéticamente de los videos amateurs que circulan por la web”, comenta Bianca.

“Por ejemplo, Caramelos Gratis se inspira en la onda y en la historia de una chica real que se llama Malena y que durante un tiempo hizo webcam, ya fuera por diversión o para hacer unos mangos extra. ¿Vos te metiste alguna vez a CAM4? Bueno, es un sitio de sex chats en los que las personas reciben propinas de los usuarios por distintas cosas: peticiones especiales, ayudar a cumplir una “meta”, ir al chat privado, etcétera. Luego esas propinas se cambian por dinero a través de PayPal, pero en nuestro corto esas propinas son caramelos”.

“Por eso lo que más tiempo nos lleva en una filmación es la pre producción, que para nosotras es sinónimo de conversar largas horas con los actores y actrices, tomar mate o birra, conocernos, entrar en confianza”, dice Nati.

En una conversación anterior ya me habían contado cómo hicieron para contactar a Malena, fue a través de un casting abierto al que llegó mucha gente. Algunas de las chicas que llegaron eran trabajadoras sexuales, otras actrices y otras modelos, pero en Erecta estaban en busca de otro perfil. Finalmente eligieron a Malena porque, más allá de la experiencia que tuviera, se mostró genuina y fresca ante la cámara.

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Malena también pertenece a una escena underground que aborda el sexo desde una postura disidente o no ajustada a las clasificaciones y los clichés. Me cuenta que actualmente organiza junto a un grupo de amigos artistas un ciclo de fiestas tipo cabaret burlesque, y en la última versión realizó una bizarra performance en la que se subió al escenario vestida de colegiala emo dark y se comió un kilo de mayonesa frente al público.

Tomamos un último mate y comenzamos a prepararnos para trabajar, ellas filmando y yo tomando nota. Subimos al segundo piso y me siento en el penúltimo escalón de la escalera. Malena entra en una habitación para cambiarse. Mientras Nati y Bianca conversan en voz baja y tratan de resolver cómo meter un consolador en la escena. “Quizá chupándolo en el baño” propone Nati, “Bien, pero esa toma es más descontextualizada que la del vómito” dice Bianca. Malena sale vestida con un body turquesa transparente y el pelo suelto. La escena acontece en un baño cuyo piso está cubierto de serpentinas, las huellas de una fiesta que está siendo o ya terminó. Antes de comenzar le aplican un poco de maquillaje. Le cuentan lo que tienen en mente y a ella le parece bien, al tiempo que sugiere “¿Y si me mando el consolador hasta la campanilla y me pongo a llorar?”

Nati se sienta en el tanque del inodoro, desde ahí va a filmar la escena. Malena se arrodilla frente a ella. Bianca desde la puerta le dice “arrancá chupando el consolador, pero tranca”. Esa parte la graban varias veces hasta que quedan conformes. Luego pasan a otra escena en la que el consolador se supone que comienza a eyacular glitter. Ahí tienen una pequeña discusión sobre si es seguro o no lamer un consolador con glitter, ya que existe el peligro de intoxicación. Bianca toma la iniciativa para resolver, mezcla un poco con agua y se lo mete a la boca. Luego lo escupe en el lavamanos y dice “no tiene sabor a nada, se siente como arena”. Entonces deciden continuar con el plan, “empezá lamiendo bien tipo pija, gradual, y después le das duro”. Malena no tiene problemas con esas instrucciones y de a poco comienza a subir la intensidad del movimiento repetitivo que realiza frente a la cámara. “Cuando te atragantes no caigas en la sonrisa”, le indica Bianca. Malena comienza a tener arcadas. Cuando no puede aguantar más se saca el consolador de la boca y escupe un poco de bilis en el inodoro. “¡Buenísimo!” grita Nati. Luego hacen la toma final en la que simulan que vomita glitter. La vuelven a maquillar, ahora todo su rostro es plateado y las lágrimas le han corrido el rímel. Malena repite la escena del vómito plateado unas tres veces hasta que quedan contentas y exhaustas. Hacen bromas y se ríen a carcajadas. Malena sigue arrodillada y parece una niña a la que han pillado comiendo helado o chocolate a espaldas de sus padres, con el rostro manchado de un dulce metálico.

Dan por finalizada la filmación y bajamos a la cocina. El novio de Bianca nos está esperando con pizza y cerveza. Comemos los cinco en la cocina y hablamos de todo, de la educación Waldorf, de las hadas y los elfos, de películas gore, del sexo y la hipocresía, de la economía, etcétera. Antes de que me olvide aprovecho para preguntar “¿Y cómo piensan comercializar esto?” Bianca me explica que están empezando en todo sentido y que ni siquiera tienen muy claro cómo distribuir el producto. “Algunas personas nos preguntan en las redes sociales dónde pueden conseguir este material. Ahí nosotras les explicamos que esto tiene un precio, que es arte pero que también merece un pago por el trabajo que implica de todas las partes involucradas”. A su vez Nati agrega que “intentamos funcionar como una cooperativa, todo lo que percibimos se reparte en partes iguales entre el equipo productor y los actores/actrices”.

Así que ya saben los coleccionistas del underground, los que bancan y siguen la obra de Nati y Bianca, y los curiosos en general: los caramelos son gratis solo en la ficción. Los que están detrás de la pantalla son trabajadores como cualquier otro y merecen su retribución.