Avenida La Tizona: una marisquería que nació al calor de la fiesta
Fotografía de Ollin Velasco.

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Avenida La Tizona: una marisquería que nació al calor de la fiesta

Sus mesas llenas de sinaloenses son garantía de que las tostadas y aguachiles que preparan son un pequeño lujo que no tiene ni Obama.

Este texto fue publicado por VICE México.

En la colonia Roma, en la Ciudad de México, existe una prueba irrefutable de que las fiestas sirven de mucho en la vida. Avenida la Tizona es ese ejemplo. Se trata de un restaurante que sólo vende productos del mar, y que nació gracias a la iniciativa de un grupo de amigos expertos en la fiesta, los mariscos y el elevado arte de saber curarse una cruda.

Todo empezó en Culiacán, Sinaloa. Específicamente, en el número 660 de la avenida del mismo nombre. Ahí era la casa de el Rola, el amigo que ponía la casa para que el grupo —conformado por gente de otras partes del país— se reuniera durante Semana Santa para fiestear y cocinar.

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Así, sin importar que estuvieran en el norte, centro, o sur de México, todos sabían que tenían una cita cada año en esa casa, que se volvía continuamente un punto de reunión bastante especial y conveniente.

Luego el tiempo pasó y cada uno fue tomando caminos distintos. Dos de ellos, Adriel y Marcos, decidieron no dejar morir la bonita tradición de juntarse para celebrar la vida y la convirtieron en otro punto permanente de mucha comida, mucha chela y motivos para seguir el festejo. Pero ahora en el corazón de una de las zonas de la Ciudad de México.

Fotografía de Ollin Velasco.

Con todo, lo que se agradece de Avenida la Tizona es que no tiene el aire pretencioso de muchos (pero muchos) restaurantes de la misma zona. Aquí no vas a encontrar nombres rimbombantes en el menú —en realidad, casi todos llevan el nombre de alguno de los amigos del parrandero grupo original—, ni intentos de cocina pretenciosa.

Lo que Adriel y Marcos hicieron fue traerse lo mejor de sus comilonas, y lo más helado de sus hieleras, para adaptar el concepto de “carreta de mariscos” en su negocio. Y no se equivocaron, pues la propia costa norte del país no puede explicarse sin la presencia obligada de estas maravillas con ruedas en sus calles.

Las carretas de mariscos son toda una institución. Representan el orgullo comestible de las playas mexicanas llevado hasta una banqueta y materializan la idea de frescura que caracteriza a este tipo de comida, convirtiéndolo en ceviches, aguachiles y un montón de tostadas de todos los colores y sabores del océano Pacífico.

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Avenida la Tizona no es literalmente una carreta, pero está bastante cerca de ser una. Sus paredes tienen el color blanco y el recubrimiento de madera que las identifica; sus refrigeradores, la chelas muertas que todos necesitamos eventualmente, y su cocina, los mariscos frescos que a cualquiera le da emoción ver en su plato.

Si vas, prueba el aguachile Juanito, que es un tres en uno con salsas roja, verde y negra, acompañado con pepino y cebolla morada.

Fotografía de Ollin Velasco.

Aunque la tostada La Negrita también es un agasajo de inicio a fin. Su anatomía es bastante básica, pero cumplidora. No hacen falta más que cubitos de atún fresco marinados con salsa oriental de la casa, aderezo spicy en la base y cebolla caramelizada y rodajas de chile serrano encima para lograrla, y con eso basta y sobra.

Fotografía de Ollin Velasco.

A decir de algunos amigos conocedores de mariscos que ya le han dado un par de vueltas a la carta, el taco El Rola también es una parada obligada. Éste es una versión del de camarón que seguramente ya conoces, pero sobre una tortilla de harina al grill, frijoles negros refritos, queso crema, ensalada de col morada y aderezo de tamarindo.


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Fotografía de Ollin Velasco.

Y en cuanto a las salsas también hay buenas noticias. No sólo están disponibles la Guacamaya y la Huichol, que también son como una bandera de la gastronomía del noroeste y Bajío mexicanos, sino que también encuentras La Negrita, que es una marisquera exclusiva de Los Mochis, Sinaloa, que no hay en cualquier lugar, que no todos conocen, y que le da un plus a lo que sea que se la pongas.

Fotografía de Ollin Velasco.

Algo en lo que vale la pena hacer hincapié es que al lugar no se le olvida su origen y la atmósfera relajada y de amigos se nota desde la música, hasta el trato de las meseras. Lo mismo escuchas corridos norteños, que canciones de Ariana Grande; y lo mismo te sugieren tomarte una cerveza Pacífico bien fría, que un clamato levantamuertos, si tu cruda es de esas que se notan aunque traigas bien puestos los lentes de sol.

En La Tizona (como la conocen los amigos y los clientes que con los días le han agarrado cariño) uno sólo entiende el ambiente tan notorio del mero Sinaloa, hasta que se entera de la vena fiestera de donde proviene y del buen diente de sus creadores. Sólo tienes que llegar con bastante hambre y disposición de escuchar la historia. Lo demás, en serio, viene por añadidura.

Sigue a Ollin Velasco en Twitter e Instagram: @ollinvelasco