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La guía definitiva para que tu mudanza no sea un desastre

Hablemos de esa sensación de amor odio que toda mudanza provoca.

Desde que nací hace 27 años hasta el día de hoy he vivido en 13 casas distintas. En 11 de ellas con mis padres y en dos después de mi emancipación. Esto me ha convertido en dos cosas: por una parte, en una persona muy desapegada a los espacios y por otra en una conocedora de algunos de los trucos y artimañas más importantes pero, sobre todo, de los sentimientos que conlleva inevitablemente toda mudanza.

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Porque hay muchos tipos de mudanzas y cada una tiene sus particularidades -no es lo mismo mudarse de casa de los padres que a casa de los padres, o irse a un piso compartido tras una ruptura que al revés, por ejemplo-, pero todas tienen mucho en común. Todas comienzan con una cierta ilusión. Oh, mudarse. Empezar de cero. Las mudanzas son el septiembre de la cotidianidad, dan esa sensación -casi siempre falsa- de que algo bueno empieza.

Porque cuando uno se muda se crea muchas veces la falsa ilusión de que también empezará a hacer deporte, comerá mejor, dejará de fumar o será menos desgraciado los viernes por la noche. Pero eso nunca pasa. De hecho, uno fuma y come más mierdas que nunca durante una mudanza y sigue siendo igual de desgraciado los viernes por la noche. Porque, de hecho, tiene casa nueva para montar afters.

El caso es que las mudanzas empiezan siempre con una ilusión que se evapora en seguida. A la tercera caja embalada, cuando se pierde la primera cinta de carrocero y toca desmontar la estantería ya hace acto de presencia el deseo de desaparecer, de evaporarse sin dejar rastro como la peña de The Leftovers.

Pero para que se haga menos jodido, comparto algunos de mis trucos de persona que se ha mudado 13 veces. Son consejos para mudanzas precarias porque yo, como vosotros, estoy tremendamente sujeta a mis circunstancias materiales y a mis sesgos de clase. Así que si podéis alquilar una furgoneta para mover los muebles en vez de pedirle el favor a un colega o incluso pillaros muebles nuevos dejad de leer. Esto no va con vosotros.

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LA DIETA DE LA CABRA

Durante las semanas previas a la mudanza tienes que hacer la dieta de la cabra, que consiste en comerte todo lo que encuentres a tu paso en tu antigua casa. Saca ese filete de pollo enterrado en hielo en el congelador y haz croquetas o cubitos, bébete todos los culines de ginebra que se han ido dejando tus amigos en tu piso, usa todos esos ketchups del McDonalds que te has ido llevando a casa "por si aca"… Porque ocupar hueco en alguna caja con el paquete de quinoa que nunca has abierto y que tampoco abrirás en tu nuevo hogar no tiene mucho sentido.

Si en lugar de mudarte de un piso a otro te vas de casa de tus padres, si por fin rozas ese sueño de burgués aspiracional que es compartir un piso de un solo baño con cinco personas, sigue también la dieta de la cabra. Síguela mientras puedas. Porque aún no lo sabes pero vas a echar mucho de menos los frigoríficos llenos.

LAS CAJAS, PIEDRA ANGULAR DE TODA MUDANZA

Las cajas son la punta del tremendo iceberg que es cualquier mudanza. Hay establecimientos que las venden: Hay establecimientos que las dan gratis. Si tienes amistad con el del estanco o con el del súper es el momento de pedirle el favor.

A la hora de rellenarlas, ten en cuenta algunas cosas bastante evidentes por otra parte: sellarlas con cinta por abajo si no lo están, no meter solo libros si no quieres ganarte una hernia discal, marcarlas indicando qué hay dentro si tienes muchas u optar por cajas pequeñas en lugar de por cajas grandes si el piso al que te mudas no tiene ascensor. Tendrás que subir y bajar más veces pero al día siguiente no te dolerán los brazos. Empaqueta primer lo que menos necesites (no metas lo primero las bragas o el cepillo de dientes) y deja siempre una mochila de ropa fuera. Nunca sabes cuánto se puede alargar una mudanza.

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LOS TORNILLOS

Parece evidente pero no siempre lo es. Cuando desmontes tus muebles o quites las alcayatas que sujetan tus cuadros guárdalo todo en una misma bolsa. Lo que menos te va a apetecer después de pasarte el domingo subiendo cajas a un tercero sin ascensor es pensar que el lunes tienes que ir a la ferretería.

LOS CABLES

Si tienes aparatos electrónicos y no eres una persona con TOC seguramente hayas perdido las instrucciones. Así que menester es que te afanes haciéndoles fotos a tus altavoces, minicadenas y mierdas electrónicas para poder montarlas correctamente en tu nueva casa sin invertir más tiempo del necesario. En las mudanzas cada segundo cuenta.

LA VÍA DEL NO APEGO

La vía del no apego es un libro de un budista que me mandaron leer en ética en 4º de la ESO. Por aquel entonces ya me había mudado unas 9 veces, así que más o menos me sonaba la movida: da igual cuánto quieras a tus juguetes o a tu póster de Blink 182 enmarcado que tu madre lo va a mandar a la mierda igual. Llegados a este punto lo mejor es optar por el no apego, algo muy importante en las mudanzas.

Conservar las cartas que te mandabas con la niña del campamento de cuando tenías 12 años, ese taco de billetes de metro que debieron corresponder a ocasiones especiales o tus primeras Converse, que tienen pintadas caritas con Edding es bonito, pero no tiene ningún puto sentido cuando compartes cuarto con cinco personas en una casa de 80 metros cuadrados.

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Así que tira cosas antes de empaquetar las cajas e idealmente tira cosas también cuando las desempaquetes, una vez hayas llegado a tu nueva casa. No necesitas 15 velas perfumadas de Primark y Zara Home con la cera llena de polvo a las que le queda un culín. Créeme que no.

ASÚMELO, TE VAS A GASTAR DINERO

Por muy precaria que sea tu mudanza. Necesitas cinta, necesitas papel de burbujitas para que no se te rompan las tazas que te han ido regalando tus compañeros del curro en cada cumpleaños -que, por otra parte, igual deberías mandar a la mierda- y necesitas invitar a unas cañas y a unos pollos asados con patatas a los colegas que te echen una mano. Así que asúmelo. No puedes hacer un perfect como cuando sales de fiesta a fin de mes y robas copas. No puedes no gastarte ni un duro en una mudanza.

Y VAS A DISCUTIR CON ALGUIEN

Con los vecinos que se quejan de que llevas dos días petando el cubo de basura o con tu pareja porque no sabe dónde ha dejado la bolsa de los tornillos (ver punto 3). Una mudanza no es una mudanza del todo si no discutes con alguien.

NO DEJES LOS CUADROS SIN COLGAR DURANTE DOS MESES

Ni la ropa de invierno en cajas hasta que empiece a hacer rasca. Aunque mudarte no te va a cambiar la vida -no vas a hacer más deporte, no vas a dejar de fumar, no vas a follar más ni vas a salir menos- sí que es un pretexto para empezar a ser un poco menos cretino.

Acuérdate de la ilusión inicial, de que ibas a ser una persona nueva y haz un mínimo esfuerzo, joder. Que tampoco cuesta tanto. O eso o asume tu derrota y déjalo estar, a mí qué más me da. Así tendrás cajas hechas y cuadros ya descolagados para tu próxima mudanza.

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