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Científicos identificaron 24 planetas que podrían ser 'superhabitables'

"Estamos tan concentrados en encontrar un planeta idéntico a la Tierra que podríamos estar pasando por alto otros que son aún más adecuados para la vida", dijo el autor principal de un nuevo estudio.
Concepto artístico de un exoplaneta habitable. Imagen: NASA / Ames / SETI Institute / JPL Caltech
Concepto artístico de un exoplaneta habitable. Imagen: NASA/Ames/SETI Institute/JPL Caltech

Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.

La Tierra es el único planeta en todo el universo que sabemos que sustenta la vida, razón por la cual los científicos que buscan vida extraterrestre están tan ansiosos por detectar otros mundos “similares a la Tierra” en nuestra galaxia.

Los astrónomos acaban de identificar 24 posibles mundos “superhabitables” que son “incluso mejores para la vida que nuestra Tierra”, según un estudio publicado en la revista Astrobiology. Los llamados mundos superhabitables son una clase hipotética de planetas que podrían soportar mayor biodiversidad y biomasa que nuestro planeta debido a una variedad de factores como la masa, temperatura y naturaleza de la estrella anfitriona.

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En el nuevo estudio, los científicos dirigidos por Dirk Schulze-Makuch, un astrobiólogo de la Universidad Técnica de Berlín en Alemania y profesor adjunto de la Universidad Estatal de Washington, argumentan que la búsqueda de vida extraterrestre “podría realizarse de manera más efectiva con un enfoque en planetas superhabitables en lugar de planetas similares a la Tierra”. El equipo también identificó 24 objetivos potenciales que podrían ser los “principales contendientes” para la superhabitabilidad.

“Estamos tan concentrados en encontrar un planeta idéntico a la Tierra que podríamos estar pasando por alto otros que son aún más adecuados para la vida”, dijo Schulze-Makuch en un correo electrónico.

Dada la amplia variedad de vida en la Tierra y la inquietante falta de vida extraterrestre detectable en otros lugares, podría parecer contradictorio imaginar un refugio más acogedor que nuestro propio hogar. Sin embargo, la premisa de que la Tierra es el planeta más adecuado para la vida solo porque es el único mundo con seres vivos que conocemos podría ser contraria al Principio Copernicano, la suposición de que la Tierra no ocupa un lugar especial en el universo, según el estudio.

Además, la habitabilidad de la Tierra ha fluctuado a lo largo del tiempo en respuesta a innumerables procesos interrelacionados, como los patrones climáticos, el movimiento de las placas tectónicas, el vulcanismo y los fenómenos como impactos de asteroides. Quizás nuestro planeta aún no ha alcanzado su propia capacidad máxima de carga biológica, entonces, ¿qué impediría que otros mundos presenten un mejor soporte vital?

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Respecto a esta capacidad, el equipo de Schulze-Makuch describe varios criterios que podrían ayudar a identificar un “PMV (planeta más valioso)” superhabitable, como se describe en el estudio.

Un planeta cálido y húmedo podría ser biológicamente más productivo, ya que las regiones tropicales de la Tierra contienen sus hábitats con mayor biodiversidad, dijeron los investigadores. Los planetas que son aproximadamente 1,5 veces más masivos que la Tierra podrían ser especialmente propicios para la biodiversidad porque tendrían un área mayor de superficie y también sería más probable que formaran una espesa atmósfera protectora.

La estrella anfitriona de un planeta es otro factor importante en su habitabilidad. Nuestro Sol, una estrella enana amarilla, ha sido innegablemente asombroso a la hora de impulsar la vida en la Tierra, pero podría no ser el tipo de estrella más óptimo en las evaluaciones de superhabitabilidad debido a su vida relativamente corta. En unos 6.000 millones de años el Sol morirá, haciendo que el sistema solar sea inhóspito para prácticamente toda la vida.

Las estrellas enanas rojas contienen una fracción de la masa del Sol, pero pueden brillar durante miles de millones de años, una longevidad que podría permitir que se desarrollen innumerables ciclos evolutivos. Una desventaja es que estas estrellas pueden ser volátiles, con la capacidad de irradiar con llamaradas solares a cualquier planeta que las orbite.

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El punto óptimo estelar, según el equipo de Schulze-Makuch, es la estrella enana naranja. Estas estrellas son más pequeñas que el Sol, más grandes que las enanas rojas y podrían vivir entre 20.000 y 70.000 millones de años, lo que extiende la línea de tiempo para el surgimiento de la vida.

Para identificar los objetivos que tienen mayor probabilidad de ser superhabitables, los investigadores examinaron una lista llamada Objetos de Interés de Kepler (KOI, por sus siglas en inglés), que registra miles de posibles detecciones de exoplanetas. El equipo enfatizó que los datos sobre exoplanetas aún son extremadamente limitados y señaló que la mayoría de los 24 KOI de su lista no están confirmados como exoplanetas genuinos en este momento, lo que significa que podrían ser falsos positivos.

“Algunas de las condiciones astrofísicas que identificamos como cruciales para que un planeta (o luna) sea potencialmente superhabitable están lejos de ser comprobables mediante la observación en planetas fuera del sistema solar”, señaló el equipo en el estudio.

Aun así, un objeto conocido como KOI 5715.01 ha sido destacado como un candidato “favorito” y “particularmente prometedor”, dijo Schulze-Makuch. Este supuesto exoplaneta parece tener aproximadamente 1,8 veces la masa de la Tierra y orbita una estrella tipo K ubicada a casi 3.000 años luz de distancia.

Los científicos han estado especulando sobre la superhabitabilidad durante al menos seis años, pero el nuevo estudio ofrece una hoja de ruta integral para estudios de seguimiento enfocados en ciertos objetivos. Los nuevos observatorios sofisticados, como el telescopio espacial James Webb de la NASA, podrían eventualmente detectar señales de vida —conocidas como biofirmas— en estos mundos.

“Me entusiasmaría mucho identificar firmas biológicas óptimas para encontrar vida compleja y una biosfera próspera en algún otro planeta”, dijo Schulze-Makuch. “Pero será un largo camino y un arduo proceso hasta que obtengamos datos suficientes y es posible que tengamos que esperar a que llegue la próxima generación de telescopios espaciales”.