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Sexo

No es edadismo, es autodefensa: por qué está mal que haya hombres mayores que solo se acuesten con chicos jóvenes

El problema no es la diferencia de edad, sino las dinámicas que esto conlleva.

Siempre he sido una transformista muy polémica y eso es algo que tengo muy asimilado, supongo que son gajes del oficio cuando eres tan estridente y absurda. No obstante, jamás me habría imaginado que me iba a ver envuelta en una controversia en redes sociales por ser injustamente acusada de “gerentófoba”, “edadista” o “neopuritana”.

A la gente de Twitter le fascina inventarse nuevos términos, y más si eso les sirve para vilipendiar y desprestigiar un pensamiento que puede romper sus esquemas y poner en evidencia sus malos hábitos o posibles conductas tóxicas interiorizadas. En este caso se trata de algo muy común en el mundo homosexual: la cultura de la pederastia y los abusos de la edad en las comunidades homosexuales; es decir las relaciones (la mayoría puramente sexuales) entre personas que presentan una diferencia de edad considerable, algo que en la práctica está muy extendido y normalizado pero que a mí, personalmente, me parece un problema. El inconveniente con estas dinámicas no es el hecho de la diferencia de edad en sí, sino más bien todo lo que eso conlleva y que además me afecta personalmente por mi condición de maricón.

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Aunque no voy a irme por las ramas porque soy una travesti muy narcisista y no sé ver más allá de mis propios pechos, lo cierto es que nuestra sociedad globalizada está atravesada por infinitas problemáticas similares a esta, derivadas de la aceptación pasiva de conductas gregarias. Cuando varios individuos de una sociedad actúan de la misma forma y reproducen actitudes o comportamientos similares, podemos hablar de una tendencia o un patrón de conducta. La vida ha tomado un ritmo vertiginoso y hemos asimilado los ideales capitalistas hasta tal punto que hemos perdido el sentido de la colectividad, convirtiéndonos en entes solitarios e individualistas.

Sin embargo, parece que hemos olvidado que somos seres sociales y, por lo tanto, que ningún hecho está aislado y que todas nuestras actitudes y nuestras dinámicas a la hora de interrelacionarnos, van a estar condicionadas por una sensación de colectividad y unos dogmas establecidos por nuestra cultura y nuestro contexto. Todos nuestros gustos y preferencias están subordinados a una serie de normas o convenciones que nos imponen y enseñan desde pequeños y que nosotros interiorizamos, ya sea para aceptarlas como naturales e integrarlas en nuestro imaginario, o bien para sublevarnos en su contra y deconstruir nuestro pensamiento.

"El inconveniente con estas dinámicas no es el hecho de la diferencia de edad en sí, sino más bien todo lo que eso conlleva"

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Volviendo al tema que nos ocupa, cuando muchos hombres de edad avanzada persiguen y buscan sistemáticamente perfiles jóvenes (menores de edad o mayores pero que parezcan adolescentes) para mantener relaciones sexuales, se debe a un fenómeno conocido como cultura de la pederastia.

La cultura de la pederastia consiste en sexualizar los cuerpos infantiles e infantilizar a las personas mayores para conseguir que sean más atractivas. Este suceso suele ser más evidente en las relaciones heterosexuales, dónde queda patente la fetichización de la infancia en industrias como la del porno o en películas de culto como Lolita y en mi opinión esto ocurre en el mundo gay ocurre exactamente del mismo modo y de una forma igual de evidente (véase el caso de los sugar daddies, por ejemplo). Pero a pesar de ello, la mayoría de gente no suele prestarle atención y se ha generado una normalización preocupante de este tipo de situaciones por parte del propio colectivo.

La vorágine de hiperconsumo que nos empuja a coleccionar o acumular conquistas sexuales como si fuese un producto para validarnos como personas hace que las relaciones sexuales se conviertan en un producto de consumo más y no diálogo, comprensión, reciprocidad, disfrute y experimentación. Y esto es precisamente lo que es imposible que suceda entre individuos cuyas edades son demasiado distantes.

Cuando un hombre adulto busca y persigue de forma explícita y sistemática perfiles de chicos con aspecto aniñado o de adolescente, se está produciendo un abuso; pues la motivación de esos hombres no es un interés cándido y genuino, no son gustos aislados y preferencias arbitrarias, sino que tiene que ver con la interioriaización de unos cánones y de un tipo de relación que implícitamente tienen asociados fantasías de autoridad y dominación, un sentimiento paternalista y un erotismo provocado por una indudable diferencia de edad.

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Puede haber quien piense que esto es una chorrada sin sentido, ya que esas supuestas víctimas de acoso participan de estos escenarios y dan su consentimiento, buscando perfiles mayores y hombres maduros, pero defender este pensamiento es un error, pues no estamos hablando del consentimiento sino del deseo. El consentimiento es necesario pero no siempre es evidente. Una persona puede decir que sí por muchas razones, por miedo, por presión, porque no sabe muy bien lo que quiere en ese momento o simplemente porque no sabe decir que no.

Además, es completamente normal que los jóvenes se sientan atraídos por personas mayores que ellas, pues todos sus referentes sexuales a lo largo de su vida han sido gente mayor: en el porno, en la televisión, en las películas, en las series e incluso en su día a día. Por el contrario, que un señor de 50 años desee acostarse con chicos que parezcan universitarios y colegiales es simplemente tóxico y macabro.

"La motivación de esos hombres no es un interés cándido y genuino, no son gustos aislados y preferencias arbitrarias, sino que tiene que ver con la interioriaización de unos cánones y de un tipo de relación que implícitamente tienen asociados fantasías de autoridad y dominación"

Otro argumento muy extendido a favor de la cultura de la pederastia es que un chico de 18 o de 20 años, por ejemplo, ya es lo suficientemente mayor y responsable como para hacerse cargo de sus actos y sus decisiones. Esta idea tampoco suena muy descabellada; sin embargo me parece curioso, pues recuerdo que, cuando yo era una teenager y ligaba con señores de 40 años, lo primero que me decían al revelarles mi edad siempre era: “¿Enserio tienes 17 años? Pero si eres un crío, aún te queda toda la vida por delante”. Entonces te das cuenta de que profesan en realidad una doble moral, un pensamiento con doble rasero que acepta y comprende que “eres un crío” y que al mismo tiempo te responsabiliza de sus abusos porque “ya eres mayorcito para saber lo que haces”.

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Sé que el tema que trato de abordar puede resultar confuso e incluso un poco complejo, pero tal vez se entienda mejor mi punto de vista si pongo un ejemplo sencillo. Imaginad que dos personas juegan un partido de tenis. Uno de los jugadores lleva 20 años jugando al tenis y por lo tanto tiene muchos años de experiencia acumulada; en cambio, el otro jugador apenas lleva un año practicando ese deporte. ¿Creéis que el desarrollo y el resultado del partido serían justos? Evidentemente no, porque el jugador con más experiencia tendría más posibilidades de ganar. Pues algo parecido ocurre con las relaciones, tanto afectivas como sexuales.

Mantener relaciones sexuales con chicos menores de edad o con apariencia adolescente es una tropelía y en cierta manera una forma de acoso sexual. Es aprovecharse de una situación de desventaja y abusar de un poder que nace como consecuencia de una diferencia de edad considerable. Un chico de 19 años ya es mayor de edad, sin embargo, seguramente todavía no haya pasado por las suficientes experiencias como para haber consolidado sus gustos y preferencias sexuales; cosa que un hombre mayor si ha hecho.

Tú como adulto, dispones de las aptitudes y el sentido de la responsabilidad necesarios para saber identificar qué tipo de comportamientos son tóxicos para la otra persona; esta herramienta no la tiene un adolescente. Un adolescente no sabe escoger bien, no puede hacerlo sencillamente porque todavía no ha vivido algunas situaciones vitales que pueden ser determinantes y que se producen como un proceso de evolución a lo largo de los años.

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Aunque ¡ojo!, tampoco quiero que se me malinterprete. No estoy diciendo que todas las relaciones tengan que estar construidas de la misma manera y bajo las mismas circunstancias. Evidentemente hay excepciones que confirman la norma, y la cultura de la pederastia no se produce únicamente entre un hombre de 50 y un chico de 20. También puede ocurrir el mismo efecto entre un chico de 20 y otro de 15. En realidad el problema no viene marcado por un número en concreto, sino más bien por el contexto y las vivencias relacionadas con ese número.

"Un adulto, dispones de las aptitudes y el sentido de la responsabilidad necesarios para saber identificar qué tipo de comportamientos son tóxicos para la otra persona; esta herramienta no la tiene un adolescente"

Lo que intento decir, no es que todos los adultos homosexuales que mantienen relaciones con chicos de 20 sean unos pervertidos y unos viejos verdes, sino visibilizar y denunciar una situación de abuso muy normalizada, que pasa desapercibida y que guarda una indudable conexión con la edad y el poder que ésta conlleva.

En definitiva, deberíamos ser más críticos y comenzar a cuestionarnos qué factores condicionan y determinan nuestras relaciones sexuales. Que una cosa se produzca de manera extendida o esté amparada dentro del marco de la legalidad, no quiere decir que sea ética y consecuente. El neoliberalismo y las dinámicas capitalistas de hiperconsumo nos cosifican y nos convierten en objetos sexuales, trivializando nuestras relaciones, provocando que dejemos cadáveres emocionales a nuestro paso.

Yo misma he vivido en primera persona los abusos expuestos en este artículo, e igual que yo existen un gran número de adolescentes y chicos jóvenes que denuncian constantemente la situación que viven por parte de hombres mayores que les depredan de manera sistemática. No podemos hacer oídos sordos frente a estos sucesos, no podemos relativizar y pensar que son exageraciones y ocasiones puntuales.

Tenemos que dejar de normalizar relaciones tóxicas en nombre de la libertad de elección y el libre albedrío; porque tener la posibilidad y el permiso para hacer algo no significa que reunamos las cualidades necesarias para actuar y escoger de forma óptima y adecuada. Es necesario que tengamos perspectiva y sepamos escuchar a los demás, porque es nuestro deber como sociedad tratar de solucionar y poner fin a problemáticas legitimadas por el Estado, las instituciones o nuestro contexto socio cultural.

@badbixsamantha