Dolorio & Los Tunantes saben que la muerte es mentira
Foto: Carlos Molina

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Música

Dolorio & Los Tunantes saben que la muerte es mentira

Una charla con el cuarteto de cuando el optimismo puede más que el descontento y el peligro es el mejor amigo del baile.

Gritar, susurrar, morir de mentira. Dolorio & Los Tunantes ha pasado por bastantes situaciones desde que se unieron entre revoluciones educativas y proyectos musicales independientes, como fue la comunidad y productora santiaguina CFT, ese espacio que juntó a una serie de bandas que se sentían a la deriva con sus proyectos. Dentro de una larga lista de agrupaciones y artistas, los Tunantes lograron conquistar con su odio y descontento a todos aquellos que se vieron hipnotizados por el peligro bailable que entregan desde sus primeras tocatas.

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Y es que son especiales. Cautivan rápido, tienen toda una historia detrás que se siente en sus letras, en esa batería rapidita que no te deja tener el pie quieto, en esas bromas que Rodrigo dice con toda seriedad. “Al principio fue algo muy intenso, toda esa negatividad se plasmaba en el conjunto pero ahora la agrupación Tunantes tiene nuevos horizontes”, dice Herbage con seriedad-chistosa y rapidez sobre los primeros días de formación en los que el ya mencionado odio y descontento funcionaban como motor de la banda. “Ya no estamos buenos pa'l odio, ahora estamos más buenos para gozar”, salta Marky, de nombre real Felipe Garrido en su condición de baterista. “Si cachai las diferencias estéticas entre el split y el de ahora, se puede evidenciar harto ese cambio que ha sufrido la agrupación Tunante”.

Es cierto. Si el Gritos & Susurros lanzado durante 2016 en conjunto con la banda Columpios al Suelo repasó los extremos y excesos que dejan la rabia, Muerte es Mentira, su epé 2017, perfila los nuevos recorridos que quiere tomar un grupo que viene a hacerte reír y pensar al mismo tiempo, mientras no te queda más que cantar consignas dropouts escolares o anti policiales.

“Ha sido un proceso de aprendizaje. Antes era más difícil porque no manejábamos los medios de producción de un disco” cuenta Joselo con sus mejores zapatos de vestir. No conocían a la gente adecuada pero se toparon con personas que los entendieron -o trataron- y el flamante corto pudo salir de manera relativamente cómoda. “Nuestro rollo inicial era muy de ‘quiero aprender esto para que todo salga rápido, quiero saber cómo se graba’”, dicen los músicos. “Lo logramos po”, como buenos cretinos que son.

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No es al azar esta calificación, los chicos saben que lo son, sus fanáticos también. “Cretino es una estructura, no está definido. Es pura referencia, por eso elaboramos un test de cretinaje”. “Uno de nuestros proyectos más fallidos que tenemos, hace mucho, es un Tumblr de cretinos con los principales exponentes (donde Kanye West se lleva el lugar de cretino supremo) pero nos dio para seguir, tenemos dificultades con la continuidad de nuestro trabajo en general”, cuenta Prince o más bien Marky, que esa noche se lució en su nueva identidad. Ya llegaremos a eso.

“Alguien me dijo que ser cretino tiene que ver con no tomarse las cosas tan en serio, no ponerle tanta ficha a hueas que no valen la pena, como la vida”, es una broma -o no- a cargo de Brac (Diego Bravo). “No hay que tomarse en serio la vida. Hay una serie que se llama Big Mouth y hay un personaje que es el fantasma de Duke Ellington, ese es un gran cretino, uno de los tantos. Lo bacán es que es un término neutro, no es bueno ni malo, cretino se es. Hay hartos tipos de cretino, es una condición del ser: hay cretinos buenos, cretinos malos, cretinos más o menos”.

¿Y qué se hace con tanto cretinaje en una ciudad como Santiago de Chile? Pues cretinear en tu barrio. Los Tunantes ensayan hace unos buenos años en Estación Central, comuna comercial en ebullición constante que ha visto el aumento de inmigrantes, casas en abandono y rayados profundos. De ahí viene que la muerte es mentira, un mensaje que los encontró mientras paseaban por sus calles y que adquirieron para su nueva obra.

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“Cerca de ese rayado hay otra casa más interesante, la crackhouse. Es una cuadra de película, está tomada por migrantes y pasta base”, parte Joselito. “Pasas de Meiggs, que es la parte comercial y llena de gente, y de pronto llega esta calle oscura que ahora se expandió y hasta tiene mafias, mafias orientales” se suma Marky a un relato que los entusiasma. “Una vez llegó un chino herido, pensamos que iba a salir alguien con una pistola pero sólo llegó un auto a atropellar hueones, quedó la cagá”, remata el vocalista como si estuviese hablando de la última partida del GTA. “Buenos barrios, a mí me gusta”, asegura mientras se pone a soñar junto a Brac sobre sus ganas de que la vida multicultural se transforme en la sede de una oleada punk migrante.

“Somos el optimismo total”, dicen cuando se les pregunta por la apropiación de este concepto para elaborar este material nacido entre botillerías y restaurantes de comida china. “La muerte es mentira, hay vida eterna. Hay júbilo. Podís bacilar tranquilo sin pensar que se va a acabar algo, no hay tropiezo, no hay fracaso”.

Ese es el espíritu que queda cuando salen a escena, tal como pasó la pasada noche de los muertos cuando Dolorio & Los Tunantes lanzaron esta joya que pasa desde Miley Cyrus hasta un rayado y palabras del metro que le dieron vida a las seis canciones. Lámparas de gota, piso de madera impecable, el Robert Smith chileno, Andy Warhol, un intento de Basquiat y el Prince verdadero, todos reunidos para el trance, listos para orinar al ritmo del sismo.

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Júbilo y trance donde hubo odio y descontento. Disfraces voladores, ladrones de micrófono y muchos saltos. El día de los muertos al más estilo Tunante en esta fiesta que nace para el trabajo editado mediante Sello Cazador y Fisura. Música peligrosa y bailable, como dicen ellos, que la comparan al axé por el riesgo de la enfermedad venérea que te puede dejar una coreografía si es que la mala suerte te rodea. Peligro y baile, como si toda esa salita de lanzamiento ubicada en pleno corazón de Santiago fuese transportada a esa cuadra de mafias chinas y tribus urbanas de cadena, como esa que terminó por tomarse y cerrar la botillería que tantas cervezas heladas les brindó entre ensayos.

Ahora que sabemos que la muerte es mentira, quisimos saber cómo sería esa teoría conspirativa que envolvería a sus falsos fallecimientos, y como son cretinos y tunantes, la tienen clara. “A mí me gusta ese loco que se robó mucha plata y se tiró en un avión. Se robó un avión, caleta de plata y un paracaídas, y nunca más apareció. Eso me gustaría. Habría que adaptarlo a algo más local, como un Garay pero no, algo más bacán, como escribir "chao mi gente, vendisoune", parte Joselito. A Rodrigo le “gustaría ser víctima de una motosierra porque eso correría la atención, todos van a nadar buscando al hueon de la motosierra no a la víctima, así que ahí viro piola, total ¿quién busca a un descuartizado por la motosierra?”.

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“Para Marky sería bueno un Contracara, un Nicolas Cage, que buscara un doble y le robara la cara” se une Joselo ya decidido, y el aludido prende con agua. “Yo debería ser el doble de Prince. Yo debería aparecer y decir que soy Prince y volví de la muerte, chao. Renuncio a mi vida y soy Prince. Podría llegar a su estudio y vivir en su casa y ser amigo de Asernio Hall, maravilloso. Creo que una buena muerte es ser otra persona ¿o no? falsa reencarnación
“Muerte radical al yo”.
“En Estados Unidos podían hacer esa huea, te cambiabas de estado no más po. Es como cambiarse nombre en Facebook… la micro-muerte de cambiarse el nombre en Facebook”, concluyen.

Pero están vivos, porque sabemos que eso de morir es mentira. Por suerte el camino de Dolorio está recién poniendo sus primeras piedras, ya sea como músicos o no. Ser Dolorio y ser Tunante y ser cretino no es algo que se pueda abandonar por no sacar un largo o tardar años en hacerlo, el cretinaje está en Meiggs, en las tocatas, en ‘Gata Ganter’, y otra vez lo volvieron a demostrar. Cuando el optimismo puede más que el descontento y el peligro es el mejor amigo del baile.