Un tour por el club de hombres millonarios donde las mujeres no pueden hablar
Las fotos fueron tomadas por Manuel Nieberle

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Un tour por el club de hombres millonarios donde las mujeres no pueden hablar

En el Munich's Contenance Club, las mujeres no hablan si no es para responder, y la membresía anual cuesta más de un millón de euros.

Eran las seis de la tarde cuando me encontré con Michael, un empresario alemán, en un estacionamiento detrás de la plaza Theresienwiese de Munich, —el sitio en donde millones de personas se reúnen por la famosa celebración de Oktoberfest.

Michael no es su nombre real, no quiere que lo relacionen con este artículo porque ya ha recibido mucha prensa negativa en los últimos meses. En el centro de toda esa atención estaba su imperio, bajo el estacionamiento, cuatro metros debajo de mis pies; un palacio adornado con candelabros brillantes y pomposos, muebles rococó que parecen robados de una tienda de utilería de ópera.

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El proyecto de Michael es un club privado para caballeros llamado The Contenance Club. El lugar se inauguró en diciembre de 2017 y, en este momento, solo cuenta con funciones privadas, pero Michael espera que atraiga a muchos miembros nuevos, que sean capaces de visitarlo cada noche de la semana.

Michael abriendo la puerta de su reino.

Aunque "contenance" sea un término antiguo francés para hablar de control y restricción, Michael quiere que su club sea un paraíso ruidoso y atrevido para que los hombres ricos e influyentes socialicen, mientras están rodeados de hermosas mujeres, quienes —de acuerdo con las reglas de la casa— solo tienen permitido hablar después de que alguien les haya hablado primero.

Los clubes privados para caballeros surgieron en Londres en el siglo XVII, como un espacio en el que los hombres de la clase más alta podían ir a reunirse. En Alemania, el concepto nunca ha existido de esta forma. A diferencia de The Contenance Club, los pocos miembros de los otros clubes que existen en Alemania no se promocionan como cuevas fiesteras para hombres ricos, es por eso que el concepto de Michael atrajo tanta atención negativa de los medios y la furia del público cuando abrió; y el por qué yo quería ver si esa reacción era justa o no.

Las escaleras que llevan cuatro metros bajo tierra hacia The Contenance Club.

Un poco después de las seis de la tarde, Michael sale de una puerta blanca y entra al estacionamiento, en donde lo estoy esperando. Está vestido completamente de negro, un look impecable, pero sus ojos se ven cansados. Está acompañado de su gerente de eventos, una mujer de cabello negro que pasa los veintitantos y que no me quiso decir su nombre.

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Luego de unos cuantos cumplidos apresurados, Michael me lleva al club. Lo primero que veo adentro es un enorme candelabro que cuelga del techo. En un lado de la habitación principal hay un sofá azul con letras de oro que forman la palabra 'Beluga'. "Es una clase de caviar", explicó Michael, asumiendo que yo no sabía, mientras bajamos algunas escaleras más. "300 euros [260 libras] por 100 gramos", continúa, "He tenido tanto que no puedo comer más".

Debajo del piso principal hay una bodega de 400 metros cuadrados con paredes de ladrillo y techo curvado. Michael planea convertir este espacio en un bar que sirva ostras y carne Kobe. "La carne Kobe sabe una locura", dice Michael, "la carne es masajeada y acariciada todo el día".

Hay pinturas gigantes que cuelgan de las paredes: imágenes de ángeles desnudos, La Última Cena y una mujer teniendo una orgía mientras está suspendida en el cielo. Michael me cuenta que toma cerca de una semana pintar cada cuadro, y que son hechas por un estudiante de arte que toma clases nocturnas.

Las únicas dos cosas que sé sobre la vida personal de Michael es que tiene 63 años y que nació en Munich. "No quiero más publicidad", dijo. Sin embargo, la percepción pública que sí revela, es la de 'amigo de los ricos, famosos y mujeres hermosas'. Constantemente nombra estrellas de rock alemanas, actores y celebridades.

Michael se sienta en un sofá en la sala de estar para fumadores, que servirá como espacio para que los miembros vean partidos de fútbol en vivo. Por ahora, es utilizado como un depósito para lo que parece ser el suministro de sofás tapizados en oro más grande del mundo. Mientras se reclina, revela que no ha puesto nada de su propio dinero en el club. El inversor principal de The Contenance Club es un amigo, mientras que por su parte, Michael dice, ha hecho numerosas campañas publicitarias con marcas de champaña y vodka.

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Aún así, él se lleva el crédito por el concepto y el diseño del lugar: "No necesito un decorador de interiores", dice orgulloso. "He soñado con esto los últimos cinco años".

Michael no piensa decirme cuántos miembros tiene el club, pero asegura que recibe dos solicitudes de membresía al día. Recientemente, se jacta de que el hijo de un famoso futbolista haya pedido unirse. Si es aceptado, pagará una cuota anual de membresía entre 10.000 y un millón de euros. "Por un millón, un jet privado te recogerá desde cualquier lugar de Europa", asegura Michael.

La diferencia entre las categorías de precios es simple: mientras menos pagues, más tendrás que esperar para reservar tu lugar en el club cualquier noche. Según Michael, a los ricos no les gusta esperar, por lo que piensa que pagar un poco de más siempre valdrá la pena para ellos. "La gente normal", dice, no está permitida. "Se quejan demasiado. No quiero que nadie aquí que se quede sentado toda la noche en la esquina bebiendo Coca-Cola y luciendo amargado".

La misteriosa gerente de eventos de Michael se encarga de contratar a las mujeres que trabajan en el club. Una prensa amarillista alemana publicó recientemente el tamaño, la edad, el peso y los requisitos personales de las posibles empleadas: deben ser más altas de 1,75, menores de 35 años, que no pesen más de 60kg y que sean solteras.

Según Michael, esos son solo normas. "Por ejemplo, yo peso más de eso", dijo la gerente. "Las mujeres aquí solo necesitan ser elegantes", Michael añade, "y sexys".

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El cuarto de champaña está junto a un bar de ostras en el que también sirven carne Kobe.

Recientemente, una modelo rechazó una oferta para trabajar en The Contenance Club. "No quería trabajar por 200 euros la noche", dice Michael, sorprendido. Desde su punto de vista, todas las mujeres sueñan con zapatos caros y bolsos de Gucci, y la manera más fácil de obtenerlos es asegurando a un hombre rico. "El noventa por ciento de las mujeres se prostituyen de una forma u otra", me explica.

Sin embargo, se siente obligado a aclarar que este no es un club de sexo. "Mire a su alrededor, no hay camas aquí. Vamos a contratar chicas para que espíen a las demás y asegurarnos de que nadie se ofrezca a los hombres. Si lo hacen, están despedidas. Para estar seguros, tenemos una regla estricta: las mujeres no pueden iniciar una conversación con los invitados masculinos. Pero, si soy honesto, no creo que debamos necesitarlo como regla, porque una mujer normal no haría eso de todos modos". A cambio de permanecer en silencio a menos que se dirijan a ellas, Michael dice que le ofrece a su personal femenino un entorno de trabajo seguro, donde seguridad siempre estará cerca para evitar que los miembros se pongan demasiado manisueltos.

La habitación favorita de Michael es la cámara Bavarian. Sobre una columna de vidrio hay un busto de Luis II de Bavaria, el 'Rey Loco' que construyó el Castillo de Neuschwanstein en el siglo XIX. Michael dice que no le molesta si la gente piensa que su gusto en diseño de interiores es trillado. "Dos millones de personas visitan el castillo de Neuschwanstein al año ", argumenta. "¿Son todos ellos idiotas?"

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The Contenance Club no es Neuschwanstein, —es más que todo una cueva de oro artificial y brillantina—, pero la comparación claramente funciona en la mente de Michael. "Soy monárquico", dice, antes de describir la belleza de otro de los castillos del rey Ludwig, Schloss Herrenchiemsee, con sus mesas hundidas, teleféricos y adornos de techo ornamentados. "También soy un soñador, un loco", confiesa orgullosamente.

Toca algo de música —'Also Sprach Zarathustra'—, de Richard Strauss. Zaratustra fue un filósofo iraní del siglo VI que, según Nietzsche, descendió de una montaña para enseñar a la gente que había objetivos más grandes por los que valía la pena luchar.

La que sigue es Andrea Bocelli. Michael comienza a cantar; levanta los brazos como si estuviera tocando para una multitud, a pesar de que es solo estamos su agente de eventos y yo. Pronto, deja de cantar, simplemente le grita a la música. Pregunto qué pasa. "Honestamente, me gusta molestar a la gente", dice. "Quiero que las personas a mi alrededor sientan que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento".

En el cuarto Bavaria hay un busto del ídolo de Michael, el 'Hombre Loco', Ludwig II.

Si miramos, está claro que Michael quiere asociarse a sí mismo con lo bello, lo exclusivo y lo glamuroso, pero en su mayoría parece que perdió el punto. El lugar se siente como si estuviera ambientado en una época antigua, cuando los hombres con su visión nunca eran desafiados y las mujeres eran objetos que abrían las puertas, pero que nadie se tomaba lo suficientemente en serio como para entablar una conversación con ellas.

Recientemente, Michael se unió a Instagram. "Está lleno de selfies de mujeres medio desnudas", se burla. "Pero si un hombre se acercara a esas mujeres en la calle y las invitara a su casa o les hiciera un cumplido, dirían: 'No soy ese tipo de mujer'". En un mundo donde las mujeres han confundido cosas como 'agencia sexual', The Contenance Club es claramente su santuario.

Michael apagó la música. De repente tuvo prisa —otro periodista vino a tomar fotos de 'el lugar más secreto de Munich'. Me acompañó hasta el estacionamiento. Le pregunté si tenía confianza en que todo esto funcionaía. "Por supuesto", dice, "pero si no es así, igual vamos a divertirnos".