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Television

Gran Hermano: una revolución a medio gas

Ayer arrancó la edición número 18 del reality más longevo de la televisión en España. Y lo hizo con una gala repleta de promesas de renovación. ¿Será suficiente para salvar un formato en claro peligro de extinción?
Todas las imágenes vía Telecinco

Meter a 100 personas en la casa de Gran Hermano y que no empiece el programa hasta dos días después de su entrada. Podría ser una de las ideas más delirantes de Miguel Noguera, pero lo cierto es que ha sucedido y esta ha sido la gran "revolución" que planteaba esta nueva edición.

Bajo la sombra de la improvisación, las ideas atropelladas y una mecánica tan rompedora como desconcertante, Gran Hermano Revolution arrancó el domingo de forma oficiosa y se podría decir que de tapadillo.

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El programa metió a un centenar aspirantes en una suerte de cortijo que podría haber sido decorado por el interiorista de Antonio Gala y Rappel para reflotar un formato herido de muerte. Ayer por fin, en su primera gala oficial, ya optó por quedarse con los 18 concursantes definitivos a la espera que el pública elija a los dos que faltan en la gala del jueves.

Es decir: la revolución ha consistido, de momento, en hacer un casting del casting. La idea parece muy clara a ojos del espectador: los participantes ya han roto el hielo y se han aclimatado a la casa antes de que arranque la gala oficial, una forma poco disimulada de ahorrarse esos minutos de nervios, frialdad y prudencia que acostumbran a acompañar la primera noche de "Gran Hermano".

Adiós a los silencios forzados, las presentaciones tímidas y los primeros encuentros al ralentí. No sé si lo de ir al grano es una "revolución", pero nos ha ahorrado unas cuantas horas de aburrimiento televisivo, eso seguro.

Llamarlo "revolución" suena aventurado y optimista, pero es indudable que ha planteado un cambio de dinámica para dejar atrás las malas sensaciones de las últimas ediciones

Es evidente que en la productora del programa se han venido arriba después de ver algunos capítulos de "Black Mirror", de ahí la puesta en escena de la gala de ayer.

Una suerte de nave industrial a oscuras, una pantalla gigante con Jorge Javier Vázquez presidiendo cual líder enloquecido de la masa y un interesante juego de luces para ir descubriendo a los personajes. Llamarlo "revolución" suena aventurado y optimista, pero es indudable que ha planteado un cambio de dinámica para dejar atrás las malas sensaciones de las últimas ediciones.

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La inspiración viene de Orwell, Welles y "Black Mirror", aunque una hora y media después aquello parecía más la cola de una charcutería en la que el vendedor se dedica a ir llamando a los clientes por su número que una distopia futurista y con mensaje.

En el sentido que una vez superado el impacto inicial de la propuesta, la noche empezó a flaquear y la sorpresa dejó paso al bostezo, la repetición y el ritmo cansino y monótono.

Una vez superado el impacto inicial de la propuesta, la noche empezó a flaquear

El gran tumulto de aspirantes, la sobreexcitación, el ruido, la confusión, la acumulación de rostros y personalidades y los nervios convirtieron una idea atractiva en un mini caos demasiado alargado y extendido.

La gala lo confió todo a esta puesta en escena y esta mecánica de selección, pero tanta insistencia en ello le acabó pasando factura: cuando aún faltaba una hora y media de programa ya estabas pidiendo a gritos que finalizara el proceso de selección, harto de ver caras desconocidas a un ritmo agonizante.

El más favorecido con esta particular puesta en escena fue el presentador. Sin la presión de conducir la velada desde un plató al uso, con un protagonismo televisivo menor y con la comodidad de un plasma gigante para bromear y maniobrar a su antojo, Jorge Javier Vázquez estuvo algo más cerca del Vázquez de "Supervivientes" que del Vázquez de la anterior edición de "Gran Hermano". Veremos cuando el programa recupere su formato más convencional y ortodoxo.

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La obsesión por buscar perfiles a lo "Mujeres y Hombres y Viceversa" parece haberse diluido en beneficio de una idea más variada y cómica de los perfiles

Pero todo este chasis televisivo no tiene sentido ni razón de ser si el casting final no está a la altura. La primera sensación al ver a los concursantes seleccionados es que el programa ha optado por matizar y reformular los criterios de las últimas ediciones.

La obsesión por buscar perfiles a lo "Mujeres y Hombres y Viceversa" parece haberse diluido en beneficio de una idea más variada y cómica de los perfiles. Esto es un peligro en sí mismo: en el caso de Yangyang, "la china de Tenerife", por citar tan solo un ejemplo, corres el riesgo de que el personaje se te acabe atragantando en una semana.

Más cerca del criterio de selección de "First Dates" o "Granjero Busca Esposa" que del de "MYHYV", más orientado al freakismo que a los anabolizantes, este casting pretende potenciar la vertiente más humorística, surrealista y distendida del formato.

Pilar echa de menos a su burro; Javier es un artista, no sabemos si hipster o sencillamente homeless; Maico, la ineludible cuota italiana de cada reality, ha venido para quedarse a vivir ad eternum en la casa; Miguel parece salido del programa de José Mota; y Nerea, por citar un último ejemplo, que ha entrado con su chihuahua, es ese perfil que entra con un único objetivo, y no es otro que acaparar buena parte de los odios apasionados del público.

¿Será suficiente para salvar un formato en claro peligro de extinción?

@davidbroc