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Jan Švankmajer: Surrealista del Stop-Motion y experimento militar con LSD

El director Milos Forman lo describió con una ecuación: ”Buñuel más Disney es igual a Švankmajer”.

Surreales, oscuras e interminablemente fascinantes son las características más elementales de la obra del prolífico animador y cineasta checo, Jan Švankmajer. Por sí sólo y sin nunca realmente conectarse con el mundo del cine al menos en el sentido comercial, el checo llegó a penetrar profundamente la mente e imaginarios de directores mundialmente aclamados como Tim Burton, Guillermo del Toro, Terry Gilliam, Los hermanos Quay y muchos más.

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Sus obras presentan ante los ojos del espectador o, mejor dicho, dejan agarrar de reojo, la indómita mente de un hombre que con toda la ventana abierta para dejar entrar al sufrimiento, lo convirtió en creatividad. Los resultados son una extraña mezcla entre lo radical, transgresor con lo perfectamente equilibrado y lógico, lo racional.

Svankmajer nació en 1934 en Praga, de la recién nacida República Checa. Estudió en el Colegio de Artes Aplicadas en Praga, para después pasar al departamento de marionetas en la Academia de Artes Performativas de Praga. Su primera película, The Last Trick, fue estrenada en 1964 y desde entonces su prolífica producción tiene un legado estético que une magistralmente live-action, animación, stop-motion, dibujo, montaje, comida y barro. Su producción llega a superar las 30 películas y actualmente a sus 82 años, acaba de terminar de juntar el monto necesario a través de crowdfunding para poder realizar su última producción: Insects.

Sus películas, que han llegado a ser descritas como igualmente desgarradoras que las obras de Kafka, generalmente se caracterizan por tocar temáticas oscuras plagadas de humor negro y surrealismo, haciendo de su medio y técnica un terreno interminablemente explorable. Sin embargo, a Svankmajer no le place ser llamado cineasta animador o como un artista encasillado en una técnica o género (más allá de haberse autonombrado surrealista): "Los animadores tienden a construir un mundo encerrado para sí mismos, como cruzadores de conejos o amantes de palomas", comentó el artista en una entrevista, "No me nombro como un cineasta animador porque a mi no me interesan las técnicas de animación o crear una ilusión completa, sino en traer a la vida los objetos cotidianos".

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Dada la calidad visible de su filmografía surrealista, la época en que creció Svankmajer y sus inclinaciones hacia lo onírico y soñador, el director decidió ser partícipe de un experimento que se llevó acabo en un hospital militar –con LSD en 1974. La experiencia, lejos de ser esclarecedora terminó por generar terribles traumas psicológicos en el director. Recibiendo la sustancia de manera intravenosa, según describió Svankmajer, "Todo se sintió placentero, conforme la droga empezó a tomar control. La primera fase fue como una regresión a la infancia, un sentimiento indefenso. Luego, llegaron los efectos estroboscópicos: cuando levanté mi brazo el movimiento se partía en imágenes estáticas, como un time-lapse, con un diferente color para cada fase". No obstante, a partir de ahí todo se fue para bajo, culminando con una temporal pérdida de su sanidad, atacando paranoicamente a los doctores, enfermeras y ayudantes en el hospital Stresovice, en Praga. "Desde entonces tengo inexplicables ataques de ansiedad. Por ejemplo, no podía tomar el tranvía de noche. La penetración de realidad detrás de las ventanas del tranvía y su reflejo del interior en el vidrio me hacía sentir terrible y tenía que salir y caminar. Este cruce de realidades duales, una estática y otra dinámica, producían en mí el mismo efecto desintegrador de la realidad como la experiencia que tuve con el LSD".

Puedes ver el cortometraje Food, abajo:

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Su relación con las drogas, por consiguiente, siempre fue extremadamente limitada y nunca se vio en la necesidad de usarlas para crear escenarios surreales llenos de significado y profundidad. "¿Cómo afectaron estas experiencias mi arte? Directamente – nada", añadió el director en The Guardian. "Las drogas podrán ser un tipo de liberación, pero solo para la gente no-creativa. Esto es porque el acto creativo es un acto de magia – conforme lo es más real, más se acerca a la imaginación. Es un ritual que invocamos para exorcizar demonios y entrar a un nuevo estado de absoluta libertad y comunicación. La creatividad artística es esencialmente chamanista, y el chamán hace uso de drogas para inducir el estado 'creativo'".

Libre. La creación que propone Švankmajer es indeterminablemente libre. Se comprende como una ausencia de prisión, no como una magnitud en relación con grados de libertad, una vía negativa hacia comprender que los límites y alcances de un artista son solamente los que él se imponga.

Puedes ver el cortometraje Dimensions of Dialogue, abajo:

Si quieres más información sobre la última entrega de Švankmajer, ve el trailer y visita su sitio aquí.

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