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Música

¿Y si mejor llenamos la Santamaría de música?

"Chévere que de a poco le digamos adiós a la fiesta brava, al derramamiento de sangre, a los "olés" y los banderines, y los reemplacemos con beats, bailes".
Foto vía Wikipedia commons.

Volvieron las corridas de toros, y el espacio utilizado en los últimos años para eventos deportivos, conciertos, obras de teatro, exposiciones y recreación para los bogotanos se volvió a pintar de sangre. Pero más allá de atacar la tauromaquia, esta columna propone buscar otras alternativas para que este espacio, dedicado a la fiesta brava, suprima el adjetivo y se dedique, principalmente, a la fiesta.

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Tal vez uno de los puntos en donde entra el debate sobre la protección constitucional a la tauromaquia está en la sentencia constitucional que ubica la práctica dentro de la categoría de "expresiones artísticas del ser humano", una que proviene de una tradición cultural de los pueblos Iberoamericanos. Y así nos moleste a muchos, la Constitución Colombiana protege todas las tradiciones culturales, pues se encuentran en pie de igualdad ante el ordenamiento jurídico colombiano.

Desde finales de 2014 la Plaza de Toros inició un proceso de restauración que culminó apenas el pasado 14 de enero. Una semana después, La Santamaría fue el escenario de la Temporada Taurina 2017, que culminará el próximo 19 de febrero. Después de esa fecha no hay eventos programados en la plaza que tiene permitido su uso para otras destinaciones culturales o recreativas.

Sería bonito, entonces, que este espacio en el que caben 10.000 personas sea utilizado para otro tipo de fiestas y celebraciones, a otro tipo de manifestaciones culturales. Ya hay precedentes. La Santamaría ha sido el escenario de varias agrupaciones musicales de distintos géneros, como UB40, Gustavo Cerati o La Oreja de Van Gogh. Se ha utilizado para eventos deportivos, como eliminatorias de la Copa Davis de tennis en el 2010, o actividades relacionadas con las distintas ediciones del Festival de Verano de Bogotá. El Festival Iberoamericano de Teatro también ha aprovechado este escenario.

Sería interesante, entonces, que a partir de su reapertura, La Santamaría no se limite a presentar temporadas taurinas. Que a la plaza volvieran los conciertos; que el Distrito licite con productores de eventos que quieran atraer otro tipo de público, más joven y más inclusivo, a disfrutar de este espacio. Si el debate gira en torno al uso de los calificativos "arte" y "cultura" al momento de hablar de las corridas de toros, partamos de expresiones artísticas legitimadas por todos: la música, el teatro o el cine, por ejemplo, tienen perfecta cabida en este espacio declarado patrimonio cultural de los bogotanos, pero que es utilizado por un porcentaje mínimo de ciudadanos.

Y chévere también sería que a punta de eventos culturales de distinta índole, el distrito se de cuenta de que hay opciones económicamente sustentables para darle variedad de usos a este espacio, que el arte y la cultura llenen de vida a La Santamaría. Considerar la plaza como sede de la Filarmónica de Bogotá, o hacer raves como el que organizó Hot Creations en Barcelona. Chévere que de a poco le digamos adiós a la fiesta brava, al derramamiento de sangre, a los "olés" y los banderines, y los reemplacemos con beats, bailes. Cambiemos los "olés" por grito de éxtasis que nacen en una euforia colectiva, en una que celebra ansiosa la música, la creación estética. Lindo sería que, de a poco, llenemos La Santamaría de música, de vida.

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A Vanessa la encuentras por aquí.