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Música

La ciencia detrás de porqué la música suena tan bien en drogas

Investigamos qué hace que el MDMA y el house, el speed y el punk, o el sizzurp y el hip hop se lleven tan bien juntos.
Daisy Jones
London, GB

Este artículo se publicó originalmente en Noisey.

Todos hemos estado ahí. Son las dos de la mañana, estás todo sudado en un club repleto de gente y empiezas a sentir los primeros efectos de la pepa que te metiste hace 20 minutos. Luego alguien pone "Let Me Be Your Fantasy" de Baby D. Te convences —lo más convencido que has estado en tu vida— de que es la canción más real, sentimental, y genial que alguna vez se haya escrito. ¿Cómo puede ser tan triste, pero tan feliz al mismo tiempo? ¿Quién soñó esta melodía tan eufórica y fascinante? Las letras están hablándote en un nivel visceral. Ya la habías escuchado antes, pero nunca lo habías escuchado, ¿sabes cómo? Empiezas a llorar. Lágrimas pequeñas y felices al principio. Y luego grandes, feas. Ahora gritas. Gritas, en la pista de baile con Baby D.

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El éxtasis y el acid house están tan entrelazados que podrían considerarse codependientes el uno del otro. Sin pensarlo profundamente, tiene mucho sentido. ¿Cómo puedes realmente conectarte con los pianos agridulces de "Sweet Armony" de Liquid, si nunca has estado tan drogado con MDMA como para poder llorar de placer? ¿Has escuchado el coro de "Ride on Time" de Black Box? Es prácticamente alguien gritando con alegría irreprimible, y es difícil lograr tal sensación a menos que los receptores de serotonina en tu cerebro hayan sido llevados al exceso con la ayuda de esta sustancia en particular. No escucharías algo agresivo como metal industrial después de que te reviente una pepa, ¿verdad? No, escucharías algo para levantar el ánimo, algo con más sentimiento.

Sin embargo, no sólo aplica con el MDMA y el acid house. Otras drogas y géneros musicales también se han impulsado históricamente de maneras muy específicas. De la relación entre el jazz y la heroína en la década de los sesenta, a los hongos y la psicodelia en los setenta, la música disco y los quaaludes, el reggae y la marihuana, el punk y el speed, el hip-hop y el sizzurp, el rap y la coca o el shoegaze y los ácidos. Pero ¿por qué ciertos géneros musicales van de la mano con ciertas drogas? ¿Y cuánto de esto es algo cultural contra algo puramente biológico?

El Dr. Zach Walsh, profesor asociado del Departamento de Psicología de la Universidad de British Columbia, ha hecho muchas investigaciones sobre el tema y dice que hay una variedad de factores en juego. La primera es, sencillamente, que las cosas buenas van bien juntas. "Es en parte debido a lo que yo llamo 'el efecto mantequilla de maní', donde el chocolate es bueno, y la mantequilla de maní es buena, por lo que se combinan y termina saliendo algo que también es bueno", explica.

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Pero, según Walsh, también tiene mucho que ver lo que se conoce como locus cerúleo, a.k.a. la parte del cerebro de la "detección de novedad", y cómo eso responde tanto a la música como a las drogas. "Si pensamos en lo que hace que nos involucremos en la música, queremos algo familiar, pero también queremos novedad, así que lo que harán algunos fármacos, sobre todo si estamos hablando de drogas psicodélicas, es activar y mejorar la parte de nuestro cerebro que detecta ´la novedad', lo que significa que parte de la experiencia con las droga es como 'oh, nunca había visto el mundo de esta forma. Así que cuando escuchas música drogado, sientes la experiencia de que es algo totalmente nuevo, como si lo escucharas por primera vez".

Si alguna vez te has drogado y has redescubierto un disco viejo, las palabras de Walsh te sonarán extremadamente ciertas. ¿Alguna vez has estado a las 6 de la mañana, todavía mareado, quitándole el auxiliar a alguien para volver a poner "I Wanna Be Adored"? Eso se debe a que tu cerebro piensa que lo está escuchando por primera vez, por lo que se siente extra significativo y emocionante. Además de esto, dice Walsh, las drogas pueden permitir que el cerebro se concentre en una forma que no suele ser, lo que significa que puedes centrarte en la música sin distracciones, mejorando tu experiencia con ella. "Hay una larga historia entre el cannabis y la meditación y el yoga, por ejemplo", dice Walsh, "dado a que induce a un estado más consciente y enfocado. Por lo tanto, puedes estar menos distraído por aquella cognición basada en el pasado y el futuro y puedes apreciar mejor la música. También hay una sensación de desinhibición con las drogas. Así que está la apreciación de la novedad, la capacidad de centrarte en el presente, y la desinhibición general".

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Todo esto está chévere y todo, pero ¿por qué exactamente ciertos géneros van tan bien con ciertas drogas? ¿cómo es eso? Walsh dice que esta pregunta es mucho más difícil de contestar, pero podemos formular hipótesis. "Probablemente hay muchos factores culturales involucrados", me dice. "La gente que hace ciertos tipos de música tiene ciertas experiencias con las drogas, y las personas que escuchan esa música son influenciadas por ella, por lo que es una situación la de la gallina y el huevo. La cultura se alimenta de la biología y la biología se alimenta de la cultura". También tiene mucho que ver con la funcionalidad. "Cuando se trata de música improvisada, como el jazz o el reggae, ese entusiasmo por la sorpresa puede provenir de una gran cantidad de cannabis", añade. "Y las drogas (como la MDMA) facilitan el baile, que va con el aspecto enérgico y físico de ciertos géneros".

Harry Shapiro, autor de Waiting For the Man: The Story of Drugs and Popular Music, hace eco de la noción de que la asociación entre ciertas drogas y géneros particulares está relacionada tanto con la funcionalidad como con la cultura. "Si eres parte de una cultura de bailar toda la noche – ya sea de mods de los sesenta o de cultura rave en los noventa– vas a querer estar despierto toda la noche, y la mejor manera de hacerlo es tomar algunos estimulantes como el éxtasis", explica. "Por otro lado, si la idea del género es ser más estático e introspectivo, entonces es más probable que quieras tomar drogas más psicodélicas como el LSD, los hongos y el cannabis".

En algunos casos, sin embargo, Shapiro sostiene que la omnipresencia de ciertas drogas entre ciertos géneros es más compleja. "A veces no necesariamente es el estilo de la música, por así decirlo, sino de donde vinieron los músicos que la hicieron", dice. "En los años cincuenta y sesenta, la heroína era una parte importante del bebop jazz y no se consideraba tan cool como para ser música para bailar. Era cosa de ser cool y desatado. Por eso, la heroína era parte de la cultura. Además de eso, era una manera de lidiar con ser un músico negro en una sociedad blanca y racista, así que no existe una sola respuesta a la pregunta: es algo psicológico, cultural, funcional y creativo".

Así que, sobre la pregunta de por qué unas líneas antes de escuchar "Hit Em Up" de Tupac resulta un pasatiempo tan agradable (si te gustan ese tipo de cosas), o por qué "Promised Land" de Joe Smooth simplemente suena mejor en pepas, no existe una respuesta simple. Como dijo Walsh, la biología alimenta la cultura, que a su vez alimenta a la biología y termina alimentando la cultura, por lo que es difícil trazar líneas alrededor de algo tan amorfo. Dicho esto, el vínculo entre las dos puede ser mejor explicado como una simbiosis de las funciones cerebrales y la cultura que se entrelazan y se informan entre sí. Pero, mientras mueves la mandíbula y agitas los brazos en la pista de baile bajo un mar de luces multicolor, ¿realmente importa pensar en cómo llegaste ahí o por qué?