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Música

'Ciudad de Pobres Corazones': Cuando Fito Páez le vomitó su crudeza al mundo

Hace 30 años vio la luz el disco más oscuro y brillante del músico argentino. Una historia real que ha quedado en el olvido.

"Hasta ese momento había percibido el mundo de una manera. El mal dejaba de ser una cosa teórica".
Fito Páez sobre Ciudad de Pobres Corazones (Booklet de Euforia, 1996).

Muchos años antes de encontrar El amor después del amor, Páez lo maldecía. Y al hacerlo escupía su trabajo más oscuro y quizás más brillante. Un disparo que salió de su boca por un crimen, por el homicidio de sus "madres sustitutas": su abuela y su tía abuela, dos personas claves en la infancia del músico tras la muerte de su madre biológica, Margarita Ávalos, una concertista de piano.

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Un crimen violento, un músico frustrado como verdugo, una habitación destrozada en Brasil por efecto de la noticia y la declaración de una travesti para encontrar al culpable, son el latir de Ciudad de Pobres Corazones. Un álbum que hizo cuerpo el odio del cantautor con el mundo. Un odio que desembocó en uno de los discos emblema del rock argentino.

Matan a pobres corazones

Fito es un joven de 23 años y tiene una carrera ascendente: luego de dos brillantes discos solistas y de haber tocado con Charly García, realiza Lalala, un álbum doble con otro compositor que admira desde niño: Luis Alberto Spinetta.

Para cuando se suceden los hechos, el 7 de noviembre de 1986, el músico está de gira en Río de Janeiro. En una habitación de la ciudad carioca suena el teléfono. Malas noticias: en su casa de Rosario, en Balcarce 681, habían asesinado a su abuela Belia (de 76 años), a su tía abuela Josefa (de 80 años) y a la empleada de limpieza del hogar Fermina Godoy (de 33 años), quien además estaba embarazada de siete meses.

¿Les suena crudo Ciudad de Pobres Corazones? Las abuelas tenían heridas profundas realizadas con una navaja y Fermina había sufrido un disparo en la cabeza. He aquí la oscuridad reinante en cada acorde de ese álbum.

¿Flotan las letras de Fito entre lugares y personajes marginales? El asesino robó varias pertenencias, entre ellas algunas joyas sobre las que se habló mucho en Rosario para ese entonces. Un policía encontró uno de los collares en poder de una travesti que ejercía la prostitución. Le preguntó cómo lo había obtenido y esta le dijo que su novio se lo había regalado. Se trataba de Walter di Giusti, un conocido de la escuela secundaria de Páez, un bajista mediocre, "Gente sin swing". El asesino de sus abuelas.

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Buen Día Lexotanil

Su abuela y su tía abuela habían cumplido el rol materno. Fueron ellas quienes le negaron las llaves del piano de su madre, y también fueron ellas, cuando él cumplió ocho, quienes se las dieron. "Son las personas que más quise en la vida", diría el cantante en una entrevista de la época y lo seguiría repitiendo.

Y ahora, el músico se encuentra en ese hotel de Brasil, en una habitación destrozada tras recibir la noticia. Buen dia Lexotanil / buen día señora / buen día doctor saluda el músico en "Ciudad de Pobres Corazones".

Luego del shock Páez decide alejarse de Rosario y viaja a Tahití, donde escribe casi todo el disco. Ya nunca más sería el mismo y era algo que el mundo, ese que tanto odiaba ahora, tenía que saber. "Dicen que ya no soy yo/ que estoy más loco que ayer/matan a pobres corazones (…) Me dirijo a ese punto donde hay algo y a la vez no existe nada/Me pregunto: ¿qué otra cosa puedo hacer? , canta Fito en "A las piedras de Belén".

La realidad atraviesa la obra: es un estallido como respuesta al asco. Oscuras metáforas la recorren traspasando cuentos, crónicas y hasta representaciones teatrales en clave de rock. El mundo es vomitado por el autor con una crudeza y una potencia que no encontraría nunca más en su carrera.

Al lado del camino con Fito Páez

Habla ahora Fabián Tweety González, tecladista y productor del disco. Uno de los músicos argentinos más importantes de los últimos 30 años, quien además produjo a artistas como Soda Stereo, Charly García, Centavrvs y Los Tipitos, y tocó con músicos de la talla de Cerati (solista), Spinetta, o Shakira. Pionero en el uso del Midi y Sampler es además conocido como el "cuarto soda".

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En 'Ciudad de pobres corazones' ningún tema se parece a otro y casi ningún tema se parece a nada que hubiéramos visto u oído. Fue un trabajo genial e innovador para la época, conceptualmente redondo de principio a fin.

Los climas que se crean en cada canción son únicos. Hoy en día no se trabaja con ese concepto de climas (…) La cantidad de teclados que tiene ese disco fue algo notable. Nunca habíamos trabajado con tantos distintos. De hecho había una consola especial para ellos.

Teníamos una obsesión por la perfección. En 'Fuga en Tabú' estuvimos 18 horas literales con las mezclas y los arreglos.

El dolor fue parte de la materia prima, pero nunca nos quedamos llorando en una mesa. Claro que cuando se hace música lo que sucede se representa en el álbum, pero no es lo único que pasaba, no es lo único que hay ahí.

Yo me imaginaba que Páez iba a ser lo que es (en realidad ya lo sabía desde Giros, su segundo disco). Un tipo que a los 18 había escrito canciones tremendas, que antes de los 30 tenía una cantidad de discos brillantes. Estábamos trabajando con un genio destinado a hacer historia.

Un disco para una "sucia ciudad" (el perfume que lleva el dolor)

Musicalmente es un disco de rock clásico, aunque hay algo de pop, soul, y con "Ámbar Violeta" se puede decir que tiene balada. Consta de once canciones y fue grabado en el estudio Panda de Buenos Aires. Es un trabajo innovador, no sólo en lo musical sino también en lo visual. "Casi todos los temas tienen su video y cuentan su historia, los cuales se pueden ver todos juntos en la red", explicó González.

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El disco abre con "Pompa Bye Bye", una especie de radioteatro: se escuchan clúster tétricos, como los que él hacía en su Rosario natal, cuando consiguió por primera vez la llave del piano mientras en la TV pasaban El hombre que volvió de la muerte. Suena luego un teléfono, como aquella fatídica vez en Río. Se escucha una voz que personifica a la muerte y pregunta: "¿Tenés más?". Páez responde, tímidamente, que no. La voz se comienza a reír. La risa se expande y se multiplica en forma fantasmal, y cierra: "Todos tienen más".

Terrorífico.

En "De Mil Novecientos Veinte" presenta el drama que acaba de vivir con su hermosa e innata tendencia a la crónica. La muerte "como una alimaña que viene y se va" se mete con sus madres postizas: "eran dos hermanas de 1920" y lo dejan completamente perdido "ya que no hay regreso, ya que no salida, quiero que me digan como parar". Fito, huérfano por tercera vez en menos de 25 años, es una bomba a punto de explotar.

En "A las piedras de Belén" se comienza a ver la influencia musical de Prince (principalmente en lo psicodélico). "Es lo que escuchábamos en ese momento", recuerda Tweety González. El tema es una especie de caos lleno de sentido, que arranca con la percusión del talentoso uruguayo Osvaldo Fattoruso y va tomando fuerza hasta explotar casi desde los dos minutos hasta el final.

En cuanto a la letra, Fito no puede escapar de su desgracia, pero aclara que ese dolor no lo va a paralizar y que tiene muchas verdades para gritar. "Me dijeron que me calle, que me deje de joder", dice en "A la piedras de Belén".

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La tragedia con Di Giusti, el asesino, le deja una enseñanza: hay que alejarse de los corazones oscuros. Alguien a quien le dolía su presente de rockstar le había arrebatado lo que más quería. Y "Gente sin Swing", ya en el nudo del disco, habla de lo peligroso que puede ser el odio y la impotencia que causa la envidia.

La música como forma de expresión lo salvó a Fito y él lo sabe. Quizá por eso sienta un poco de lástima por aquellos que no se pueden estremecer con la belleza de una melodía; sean compañeros de colegio, representantes o presidentes. Y advierte: "Aunque se sienten a tú mesa no estarán de tu lado/ aunque lo juren y prometan no estarán de tu lado".

"Ciudad de Pobres Corazones" es más que uno sus mayores hits: es la obra maestra dentro de una obra maestra. No es casualidad que lleve el nombre de la LP. Si este álbum es una herida abierta, esta canción es el pus de la infección. Rock en su estado más puro. Arranca con un riff de Gabriel Carámbula que te pega como un martillazo en la sien. Y Fito asegurándole a esa "puta ciudad" que ya no iba a "ofrecer su corazón" a un mundo que no valía la pena.

Rayos del sol a la hora del sol

Viene "Ámbar violeta": aquí los riffs y la batería se toman un respiro y es Páez y su piano volviendo a las fuentes. Musicalmente es una obra maestra. Una armonía perfecta viste a esta especie de cuento surrealista donde una mujer que se escapa del amor ve a sus ojos cambiar de color, mientras un gran cuerno cubre su corazón y lo hace impenetrable.

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La trilogía con la que cierra el disco compuesta por "Bailando hasta que se vaya la noche", "Dando vueltas en el aire" y "Track-Track" termina de volar todo. Coros geniales, melodías ochenteras, saxos diabólicos y un Fito que pide ayuda en medio de un hit: "Yo busco algo que no se encuentra / no sé si vale o valió la pena / después de haber prendido la mecha, no sé cómo para esta cabeza".

El arte de la portada fue hecho por Sergio Pérez Fernández. Aparece una foto de Fito en un pequeño rectángulo, con lentes oscuros y ropa skater dando un salto en forma de patada, en una especie de sucio callejón. Por fuera, su nombre y el del disco. Ya no había lugar para el cielo en sus ojos cómo sí ocurrió en Giros. Ahora estaba todo mal de verdad. Ya no alcanzaban las metáforas. "Ahora que me vengan a buscar/no creo que lo pueda soportar", exclama Fito en " Bailando hasta que se vaya la noche".

Un gancho al mentón.

La vida de Fito cambiaría para siempre, no sólo después del crimen, sino después de exorcizarlo en clave de arte. Hoy, 30 años después, él suele tocar esas canciones para un público que las pide una y otra vez. Y aunque "nunca nada se repite como la primera vez" cada tanto Fito nos regala aquellos oscuros y urgentes acordes que, como quien tiene una cicatriz que le recuerda cuanto dolió, siguen conmemorando a los pobres corazones que aún sangran.