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VICE World News

Los actos terroristas del 'lobo solitario', pretexto para justificar el estado de alerta

El aparente final de la distinción falsa entre los grupos que son terroristas y personas que no son más que locos podría tener consecuencias preocupantes para las libertades civiles.

Cuando Nidal Hasan, un psiquiatra del Ejército de Estados Unidos convertido al islam, asesinó a tiros a 13 personas e hirió a más de 30 en Fort Hood en 2009, su acto no fue considerado oficialmente como un acto terrorista. El Departamento de Defensa clasificó polémicamente el tiroteo masivo como un caso de 'violencia en el trabajo'; Hassan había actuado solo y no podía ser vinculado con ningún grupo terrorista. Los individuos que actúan en solitario, al parecer, no podían llevar a cabo actos terroristas.

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Si la masacre hubiera tenido lugar hoy, ¿habría sido tal vez designada de diferente manera? Estamos, al fin y al cabo, en la era de los ataques terroristas del "lobo solitario".

El ininterrumpido ciclo de noticias las 24 horas del día nunca duda en proclamar nuevas "olas", "fronteras" y "caras" del terrorismo. En consecuencia, tras la agresión de un hombre con un hacha a varios agentes de policía del departamento de policía de NY (NYPD) y del tiroteo cerca del Parlamento de Canadá, el "lobo solitario" se ha establecido, discursivamente, como la amenaza terrorista nacional del momento. El Comisario de la Policía de Nueva York, Bill Bratton calificó la agresión con hacha de "ataque terrorista, sin lugar a dudas"; El primer ministro canadiense, Stephen Harper, dijo lo mismo sobre el tiroteo que dejó a un soldado muerto.

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El fenómeno de individuos que cometen actos violentos y asesinatos en nombre de una ideología no es nada nuevo en los EE.UU. La Operación "Lobo Solitario" del FBI investigó, en la década de los 90, a supremacistas blancos que realizaban actos violentos en solitario. ¿Por qué, entonces, estamos viendo a expertos y políticos centrarse nuevamente en la categoría de "lobo solitario"? No hay una respuesta sencilla, pero podemos ver al menos que la antigua ambivalencia, que distinguía el terrorismo como el acto cometido por grupos que actúan en red frente a los asesinatos en masa de un loco solitario — una distinción que ha afianzado tácitamente las concepciones post 9/11 sobre el terrorismo — ya no sirve para definir los últimos acontecimiento de la guerra contra el terrorismo.

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La senadora demócrata de California, Dianne Feinstein, advirtió el domingo en el programa State of the Union de la CNN, que "la propaganda difundida en internet por parte de ciertos grupos extremistas islámicos, está alentando el fenómeno de los llamados lobo solitarios". Ya sea intencionadamente o no, la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado desempeñó un fuerte trabajo político con ese comentario. La cristalización de los "lobos solitarios" en una amenaza prioritaria a nivel nacional, claramente ayuda a legitimar la operación militar actual de los EE.UU contra el Estado Islámico en Irak y Siria. Con o sin conexiones establecidas, los influyentes tentáculos terroristas del Estado Islámico en la red, que buscan la participación de ciudadanos de todo el mundo, consolidan el grupo como una amenaza a la patria - lo cual es útil para los políticos que buscan justificar legalmente otra guerra prolongada. De esta manera, si los ataques a la patria se atribuyen a los "lobos solitarios", es más conveniente para los intereses políticos actuales de los Estados Unidos, que atribuirlos solo a la locura.

Esto no significa que los ataques cometidos por individuos ideológicamente motivados no deban designarse como perpetrados por "terroristas lobos solitarios". En muchos aspectos parece un término apto, pero cualquier desafío es bienvenido para la básica distinción que infunde terror en masa con una ideología, a la vez que descarta la posibilidad de que los actos individuales puedan ser frutos de la locura. La concepción del "lobo solitario" abarca la difícil brecha que existe entre el loco y el terrorista. Una mezcla demasiado complicada para la opinión inexperta de Fox News: "Han sido actos de terrorismo, estamos seguros," dijo Kelly Megyn sobre el tiroteo perpetrado por el canadiense Michael Zehaf-Bibeau, "pero este hombre era también un chiflado", añadió.

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Por otra parte, la suposición de que los actos de terrorismo han sido siempre producto de redes organizadas impulsó gravemente a un tipo de esfuerzos para hacer frente al terrorismo nacional, que acabaron por perfilar a comunidades enteras como amenazas potenciales. Bajo la premisa de que las redes terroristas corrían como arterias a través de las comunidades musulmanas de Estados Unidos, se dio paso a una era de política preventiva marcada por perfiles específicos, que ha sido cuanto menos racista. Mezquitas enteras fueron designadas en Nueva York como organizaciones terroristas, a fin de permitir la vigilancia policial. Recopilaciones de meta-datos de la NSA afirman la justificación de la premisa anteriormente citada, asegurando que el terror puede ser localizable mediante el seguimiento de redes de comunicación.

El fenómeno del "lobo solitario" debería, por lo menos, llevarnos a cuestionar el tipo de esfuerzos antiterroristas basados en perfiles específicos, que han dado por sentado que el terrorismo está presente en cualquier red de musulmanes, y que la recopilación masiva de datos de comunicaciones era vital para la seguridad nacional. Sin embargo, la retórica que rodea a este tipo de amenaza interna ya es, en sí misma, un mal presagio para las libertades civiles. Si partimos de que la búsqueda de las redes terroristas se ha visto condicionada por perfiles étnicos y estrategias de espionaje excesivas, una consolidada amenaza de ataques del "lobo solitario" proporciona el escenario perfecto para permitir que la NSA siga empleando este estilo de vigilancia sin límites — cualquiera puede coger un hacha por motivaciones ideológicas.

El Presidente del Comité de Seguridad Nacional, Michael McCaul dijo en una entrevista en el programa de televisión This Week, que encontrar a este tipo de individuos que actúan en solitario antes de que lleven a cabo sus ataques es como "encontrar una aguja en un pajar". Y como señaló Feinstein el mismo día, "Tienes que ser capaz de identificarlo, y tienes poder interrumpir el ataque".

Como tal, la era del terrorista "lobo solitario" no sólo significa el fin de la distinción entre un grupo con motivaciones ideológicas y un individuo desquiciado. También marca el comienzo de una nueva era de la justificación para nuestro estado paranoico en cuestiones de vigilancia y seguridad nacional.

Sigue a Natasha Lennard en Twitter: @natashalennard