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'Siempre Bruja' ignora el trauma de la esclavitud

Esta serie es un ejemplo perfecto de las problemáticas narrativas afro-latinas donde se muestra a una bruja esclava viajando en el tiempo para salvar a su amante, el hijo de su amo.
Siempre Bruja.
Foto por Juan Pablo Gutiérrez/Netflix  

Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.

El romance, como género cargado de drama, desafía las nociones de relaciones saludables. La serie You de Netflix puede ser vista tanto como un romance, como una narrativa orientada al terror. Un hombre obsesionado con una mujer stalkea, seduce, y eventualmente asesina durante una conquista romántica retorcida. Hannibal de NBC le apunta a temas similares. Un terapeuta, intrigado por un paciente inusual, diseña elaborados exámenes para sacar a la luz deseos homicidas inactivos. En ambos de estos ejemplos, los creadores gastan tiempo de sobra explorando los aspectos nocivos de estas relaciones. La naturaleza prohibida de cómo los protagonistas cortejan a su presa hace que la cacería sea atractiva de mirar.

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Sin embargo, cuando esto es aplicado a una narrativa descuidada de amo/esclava, estos aspectos pasan de ser sexualmente atractivos a ser completamente espantosos. Como lo demuestra la última serie de Netflix, Siempre Bruja, no hay nada atractivo en una historia de amor de amo/esclava. En cambio, se ignora el trauma de la esclavitud, la historia de supervivencia, y ofende profundamente a los descendientes de los que fueron esclavizados, como fue reconocido poco después de su estreno.

Siempre Bruja comienza con Carmen (Angely Gaviria), una esclava que practica brujería, amarrada contra una pira. Está siendo quemada en la hoguera por "seducir" al hijo de su amo, Cristóbal (Lenard Vanderaa). En un flashback, se revela que la madre de Cristobal encontró a la pareja besándose y en la sentencia de Carmen, e él le dispararon por intentar defender su amor. Mientras espera su eventual muerte, Carmen hace un pacto con un hechicero poderoso para viajar al futuro (2019) y hacer una tarea para él, a cambio de regresar a Cristóbal a la vida.

June Erlick, una directora de publicaciones del departamento de Estudios Latinoamericanos de Harvard, estudió extensivamente las telenovelas colombianas y dijo que este tipo de retratos de las mujeres negras no son inusuales en las narrativas televisadas de Colombia. Referenció la telenovela La Esclava Blanca, sobre Victoria, una mujer blanca que fue criada por esclavos, y ahora busca ser una abolicionista.

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"En mi opinión, es incluso más ofensiva que Siempre Bruja", le dice Erlick a Broadly. Al discutir los problemas del romance y las telenovelas, Erlick se refirió a Yo soy Betty, la fea de Fernando Gaitán. En la serie, Betty, considerada fea, se encuentra en un nuevo trabajo donde sobresale, pero termina enamorándose de su jefe. Su jefe, que en un comienzo no está enamorado, pretende estarlo para mantenerla cerca. En la versión colombiana, Betty escoge quedarse con su jefe al final. "El fotógrafo francés obviamente la ama y ve su atractivo", explicó Erlick. "Él ve lo inteligente que es [Betty] y aún así ella escoge estar con su antiguo jefe. El final enojó a muchas personas, especialmente a las feministas".

Aunque el final dejó a algunas personas queriendo más, Erlick igual cree que el programa era progresista. "Espero que no parezca que me estoy contradiciendo, pero Betty está haciéndose valer al convertirse en esta mujer de negocios extraordinariamente exitosa". Las mujeres esforzándose por alcanzar el éxito y cayendo en relaciones tóxicas prevalecen globalmente en las series con estilo de telenovela. Strong Girl Bong-soon de Corea, My Brilliant Friend de Italia, Killing Eve de Inglaterra, todas usan este tropo como el pilar central de sus historias.

Los romances basados en la historia usualmente se toman libertades con hechos que pertenecen a su época. A veces los cambios son hechos con propósitos estéticos, a veces para hacer más intensa la historia, en ocasiones simplemente se cometen errores.

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Muchos notaron que Siempre Bruja no tiene en cuenta ninguna de las ricas historias que alberga Cartagena. Por ejemplo, a comienzos del siglo XVII, la comunidad de San Basilio de Palenque fue fundada como una comunidad de esclavos liberados. Doscientos años antes de que Nat Turner comenzará su rebelión en los estados del sur de Estados Unidos, el rey Benkos Biohó y sus cimarrones construyeron Palenque, “la ciudad amurallada”. La ejecución de Biohó en 1619 fue difundida ampliamente para disuadir el levantamiento de más esclavos. Tomó casi cien años, pero en 1713, la Corona Española declaró oficialmente a los habitantes de las ciudades como libres. Hoy, San Basilio de Palenque todavía sigue en pie con unos 4.000 descendientes de la primera colonia libre de las Américas. ¿Entonces por qué Carmen no visitó una comunidad liberada para buscar consejo de parte de otras brujas?

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Foto por Juan Pablo Gutiérrez/Netflix

El bienestar de Carmen, su viaje emocional de esclava a persona libre, y el cambio monumental en su estilo de vida son consistentemente mostradas como ideas secundarias. De hecho, no parece que mucho haya cambiado en absoluto para Carmen. Incluso en el siglo XXI, Carmen vive en servidumbre para toda mujer que conoce. Trabaja duro para asegurarse de que su hotel (el mismo lugar donde fue retenida como una esclava 400 años antes) esté limpio, se pone a sí misma en peligro al usar su poder para ayudar a una amiga a librarse de un depredador, y le piden seducir a un hombre para ayudar a salvar una relación. Queda claro que a pesar de que no es una esclava en 2019, Carmen todavía es valorada menos que todas sus otras contrapartes blancas.

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En su ensayo para Electric Lit, la escritora Jennifer Baker resumió los profundos problemas que se encuentran detrás de la centralización del trauma negro. “Cuando la narrativa del dolor negro es utilizada para intentar crear consciencia, pero no examina los sistemas en curso, estas historias sirven a la idea de que las personas negras necesitan ser salvadas, no de que nuestras estructuras políticas necesitan ser cuestionadas y alteradas”, dice.

Aquí yace la peor ofensa de Siempre Bruja; la inconfundible falta del impacto profundo que tiene el ser esclavizado en cada individuo.

El representar a cualquier dueño de esclavos como algo más que alguien que hace parte voluntariamente de la degradación de una sociedad es cruel y engañoso. Cristóbal no intenta ayudar a que Carmen escape, hasta que ella lo pide. Él no puede comprender por qué ella no acepta los papeles de libertad y se casa con él, cuando el resto de su comunidad sería dejada atrás, sufriendo. Aún así, Carmen nunca pone esto en duda. Nunca se opone realmente porque la narrativa dice que ellos deberían estar enamorados. Entonces, ella lo ama ciegamente, incluso cuando significa dejar que una sociedad libre vuelva a la esclavitud.

“Seré la primera en decir que quería esto más que nada. Las historias sobre brujas americanas negras/latinas son escasas y aisladas”, dice la escritora Kayla Sutton en su crítica de la serie. “Ahora, después de terminar la serie, tengo más preguntas que cuando comencé, la más importante siendo, ¿cómo se vería que alguien contara adecuadamente esta historia? Cuestiones como esta deben ser preguntadas cuando se despoja el dolor muy real de la esclavitud en las Américas”.

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Mayra Luna, una actriz afrocolombiana, le dice a Broadly que los temas controversiales de la serie son un indicativo de la dominancia del racismo dentro de la cultura. “En Latinoamérica, incluso en 2019, las personas negras latinas continúan siendo discriminadas”, dice. “La lucha ha sido diferente y muy difícil. Y realmente no creo que Siempre Bruja sea el lugar indicado para hablar del tema de la esclavitud”.

Luna tiene la esperanza de que la segunda temporada, si la serie es renovada, aborde el racismo sistemático y la discriminación que ha oprimido generaciones de personas en diásporas. “Espero que en la segunda temporada puedan explorar los temas de la esclavitud con más seriedad, pero también entiendo que esto es ficción y que no podemos esperar una lección de historia de una serie ficticia”.

Aunque Luna ha aceptado la decepción que puede surgir de la ficción histórica contada pobremente, hubo una oportunidad perdida con Siempre Bruja. Una navegación casual por las telenovelas colombianas demuestra una falta evidente de papeles para afro-latinos. A pesar de tener una gran población de negros descendientes de esclavos a lo largo de Suramérica, sus historias siguen estando ausentes de las narrativas de cultura popular. Esta falta de representación puede ser conectada directamente con las fiestas con temática de esclavitud de los fabulosamente pudientes y el bajo autoestima de los niños subrepresentados.

Hasta que se les dé un papel protagónico a más voces negras, los retratos racistas de la población negra latina continuarán. Puede que Carmen siempre sea una bruja, pero no debería ser siempre una esclava.