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Liguilla MX: Otra sorpresa, ahora en Aguascalientes

La serie no está definida, pero Pachuca se llevó una derrota que pocos anticipaban.

Es fácil inventarse puntos de inflexión: pretender que ese detalle que uno señala con el dedo fue, exactamente, definitivo para lo que vino después. Sin ese detalle que uno señala con el dedo, asumimos, nada de lo que vino después habría sucedido. Es fácil inventarse esos, suponer erróneamente, leer mal la cadena de sucesos. En este caso: un partido de futbol de la Liguilla mexicana en el estadio de los Rayos del Necaxa en Aguascalientes, la tentación es grande para inventarse uno de esos epicentros.

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El minuto treinta y tantos de la primera mitad. Necaxa, locales y desfavorecidos en las especulaciones de los apostadores, iba al frente y apuraba a la zaga del Pachuca, favoritos y campeones defensores de la Liga MX. Nada prepara para este tipo de accidentes. Desde muy afuera del área los del rojo y blanco han estado probando suerte. Ninguno ha logrado vencer al sempiterno Conejo Pérez. Hasta que el mediocampista xxx controla una pelota brava y dispara hacia el poste del arquero. Un portero experimentado y certero no anticipa —quizá lo haga pero parte de su habilidad consiste en ocultarlo, en aparentar que no tiene dudas— un yerro ridículo. El golpe es seco, la pelota declina hacia la derecha del portero visitante, extiende frente al rostro las manos enguantadas y con técnica añeja mata el impulso de la bola hacia el suelo. Ahí sucede todo el partido; aunque es fácil inventarse un punto de inflexión. El balón parece rozar la pierna, parece tocar alguna irregularidad sobre el campo, parece tener un efecto insospechado —así estará pensando el Conejo hasta el domingo que el árbitro de por iniciado el partido de vuelta. Y en su esquivo bote hace un túnel a quien pretendía gobernar su inercia: la pelota, imparcial y muda, humilla al Conejo Perez. Necaxa gana uno cero.

Esta falla, dirán los sensatos, no es determinante. Había mucho partido por jugar, tanto que Pachuca descontó en el segundo. Pero los partidarios de la imaginación, supondrán que tal falencia resquebrajó una solidez fundamental: el Pachuca, al ver al Conejo de espaldas, piernas al aire, mano sobre la frente, habrá dudado. Después de terminar en segundo lugar en el torneo, de tener una camada de jugadores jóvenes vertiginosos, técnicamente solventes y convencidos de sus habilidades como pocos, la duda. Esto podría suponer un imaginativo. Un sensato diría que el chileno Puch hizo una joya en un metro cuadrado, en una baldosa, para ponerle a Riaño el balón para el 2-1. Será un punto de inflexión o una ficción, el partido de vuelta será un ejercicio en desmemoria: qué tan rápido se puede olvidar un yerro burdo.