Hablamos con el primer cheerleader de España
Fotos de Guille Álvarez, VICE Sports

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ellos también bailan

Hablamos con el primer cheerleader de España

Los equipos de animación en nuestro país son todavía cosa de chicas, aunque ya hace varios años que Israel Lamota y otros compañeros luchan para cambiar el estigma homófobo que envuelve a los animadores profesionales.

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Cuando se piensa en cheerleaders en España se piensa en chicas guapas que dan brincos y animan el ambiente durante los tiempos muertos de un partido de baloncesto u otras disciplinas deportivas. Es uno de los principales estereotipos que rigen este deporte, porque sí, también se trata de un deporte aunque muchos no lo consideren así.

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Otra suposición frecuente es que no hay espacio para los chicos en la disciplina, y que si lo hay será porque son unos maricas. Por supuesto, quienes piensan esto no podrían estar más equivocados, ya que el cheerleading no se entendería sin la presencia masculina.

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Israel Lamota se mudó de Ecuador a España con 16 años junto a su madre. Eligió bien al quedarse en Barcelona, o quizás fueron cosas del destino. Allí nació, en 2006, el primer equipo de cheerleading nacional de la mano de las Dream Cheers. Él fue el primer animador masculino del grupo y, por lo tanto, el primer cheerleader masculino de nuestro país.

Israel Lamota tiene 25 años y lleva más de diez años metido en el mundo del cheerleading, una pasión que descubrió en su Ecuador natal

Cuéntanos, ¿por qué decidiste meterte en el mundo del cheerleading?

Era algo que me llamaba mucho la atención, y yo quería formar parte de ese grupo de gente que llama la atención. Empecé con 14 años en Guayaquil, mi ciudad de origen, y tras venir aquí encontré una oportunidad con las Dream Cheers. Una amiga a la que estaba ayudando a mejorar su nivel de acrobacias hizo una audición con ellas, la jefa me vio y me preguntó si estaba interesando en entrar.

¿Y es normal que un chico se meta en esto?

No, para nada. Hay equipos de baile que están introduciendo la figura del chico, y también hay otras modalidades que van por delante en eso. En lo nuestro cuesta mucho, ya que la gente se piensa que este es un deporte para chicas o chicos homosexuales… y claro, esto no es así. Hay de todo, y los tíos somos unos tiparracos de cuidado, así que no entiendo esta visión".

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¿Por qué crees, entonces, que existe este estereotipo?

Creo que tiene que ver con la parte del baile. Si eres bailarín eres gay, y por lo tanto si eres cheerleader eres gay. La gente es muy simple, la sociedad todavía es muy cerrada de mente con estos temas. Hay colegas míos que se burlan mucho, que siguen diciendo 'mira, allí va el marica del cheerleader'. Ellos lo ven como una broma, pero en el fondo refleja muchas cosas. Espero que cuando se conozca mejor la disciplina los estereotipos queden atrás.

¿En alguna ocasión has sentido rechazo por parte del público?

Sí, recuerdo una vez que me enfadé mucho porque un señor me dijo a gritos que nosotros no servíamos para nada, que las que importaba eran las chicas. Fue una mala experiencia, pero lo mejor que se puede hacer con esta gente es ignorarla. En las redes sociales o en el muro de Facebook también te encuentras con comentarios como 'esto es de maricas' o algo por el estilo.

Israel (derecha) levanta a Andrea con la ayuda de Gerard. El papel de los chicos en el cheerleading puede parecer secundario, pero sin su trabajo en la base la disciplina se quedaría a ras de suelo.

¿Cuál es la esencia del cheerleading?

Se intenta llegar a la gente a través de las acrobacias, se busca conseguir la máxima altura y dificultad con el menor número posible de personas en la base, es un poco como los castellers. El objetivo es emocionar y hacer vibrar al espectador, sorprenderle.

¿Le ves un futuro claro a la disciplina en España?

Creo que hay potencial, en unos años va a ser un deporte muy grande y eso va a repercutir también en la faceta del espectáculo. Ahora es una disciplina muy infravalorada pero en un tiempo ya veréis como os acordáis de mi (risas).

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La sensación es que no hay muchos chicos españoles, ¿es eso así?

Yo conozco a unos 15-20 chicos que hacen esto aquí, y diría que la mitad que lo hacemos somos latinoamericanos. Eso sí, cada vez hay más cheerleaders españoles. La mayoría de entrenadores de aquí son latinos, y los que no lo son se han formado en Estados Unidos.

Israel, durante un espectáculo previo a un partido de la selección española de baloncesto. Imagen cedida por Dream Cheers / FEB

Israel no rehuye ningún tema, y además de los aspectos técnicos del cheerleading habla de la faceta empresarial. Para empezar, él sueña con montar un gimnasio e impulsar su propio equipo a pesar de todas las dificultades que se cruzan en su camino. Ni él ni nadie se puede dedicar al 100% a esto, así que de momento combina sus apariciones irregulares en los espectáculos —les llaman según el día y la importancia de los partidos— con varios curros.

Por las mañanas descansa lo que puede, y con razón. Por las tardes se mantiene ocupado enseñando el arte del cheerleading a los Sharks de l'Hospitalet (Barcelona), y a las diez de la noche empieza su turno en una empresa de seguridad… hasta las seis de la madrugada.

Queda claro que la animación no le paga las facturas, lo que le impide desarrollar todo su potencial competitivo. "No sé, parece que no hay una apuesta fuerte, que no se está dispuesto a pagar por el espectáculo con chicos, quizás todavía no se nos ve, y sin visibilidad no hay demanda", comenta sobre las pocas oportunidades que le surgen.

Israel (derecha) cree que en el futuro el cheerleading será más reconocido y podrá deshacerse de los prejuicios que rodean la disciplina

¿Y no hay otras oportunidades fuera del espectáculo deportivo?

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"Sí, lo que pasa es que es un mundillo algo cerrado y la industria no da suficientes oportunidades a los chicos. Yo me vendo al mejor postor, lo que pasa es que no existen. Lo que el Club de Gimnasia de l'Hospitalet ha hecho por mi es muy positivo, ya que al menos me han dado un gimnasio donde poder entrenar cada día, un seguro médico, equipación… No es algo habitual y se agradece mucho".

¿Hay que entrenarse mucho para llegar lejos?

Muchísimo. Hace poco vinieron los campeones del mundo de la disciplina, que son de Costa Rica, y me comentaron que entrenan tres horas al día, seis días a la semana. Ese es el nivel de exigencia que necesitas para llegar a la élite. Claro, yo no vivo de esto y no puedo echarle tantas horas.

¿Cómo ven tu vocación en casa?

A ver, soy muy reservado con mis cosas pero hace poco subí un vídeo en las redes sociales que le llegó a mi mamá. Ella solo me había visto cuando hacía algo de gimnasia, pero me felicitó por lo que hacía. Lo que más le preocupa es el tema de las lesiones, ya que me jodí los ligamentos de la rodilla y ve solo la parte negativa. Creo que, a pesar de todo, tienen fe en mí.

Lo que queda claro es que él tiene fe en sí mismo y en la disciplina. "Cuando empezamos a animar al Barça de baloncesto el público nos miraba pero no reaccionaba. Ahora, con el tiempo, hay una respuesta muy grata y cuando nos ven salir gritan, aplauden y se vuelven locos cuando con los trucos", apunta.

En España, el cheerleading no tiene mucho que ver con la típica escena de película para teenagers de Hollywood. Bueno, quizás un poco, ya que Isra nos asegura que se liga mucho "por ser un deporte de contacto… ya te puedes imaginar". En todo caso, sin pompones ni minifaldas —y con chicos de por medio— la disciplina de animación por excelencia sigue abriéndose puertas en nuestro país.

A veces actúan sin cobrar y a veces ni les llaman por falta de presupuesto, pero saben que es un proceso lento. Los estereotipos siguen estando presentes, pero la pasión y voluntad de los chicos como Israel dejan claro que ellos no dejarán de animar nunca.

Sigue al autor de la entrevista en Twitter: @GuilleAlvarez41