Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:Dicen que nunca hay que celebrar un triunfo hasta que el árbitro pite el final… e incluso en ese instante hay que ser muy mesurado. La victoria, al fin y al cabo, es el objetivo final de cualquier deporte, así que saborearla para que después te la arranquen de las manos es lo peor que le puede ocurrir a un atleta.El pasado fin de semana tuvimos un ejemplo tan claro como cruel en un partido de instituto en EEUU. Se disputaba la final estatal de Rhode Island entre los equipos de Burrillville y Chariho; cuando apenas quedaban unos segundos de tiempo, los primeros anotaron dos puntos que les daban la victoria por la mínima.Tras un saque desde banda de Chariho, un jugador de Burrillville recuperó la pelota y lanzó el balón al aire creyendo que el tiempo se había acabado. Aparentemente, el cronómetro estaba a cero, así que era el momento ideal para saltar a la pista y celebrar el triunfo……pero no.Los pobres jugadores de Burrillville no sabían un pequeño detalle: al tirar la pelota al aire y caerle a un jugador de Chariho, el técnico rival podía pedir tiempo cuando aún quedaba 0,2 segundos en el tablero. Aún había una última oportunidad, aunque fuera casi imposible, de anotar dos puntos que le dieran el campeonato a Chariho.Como todo en esta vida puede suceder, Chariho consiguió anotar tras una jugada rapidísima con una asistencia directamente al aro. La celebración del equipo verdiblanco fue total, puesto que, ahí sí, el tiempo había expirado.Los pobres jugadores de Burrillville se quedaron tirados en la pista, en el mismo sitio donde celebraban como locos segundos antes.Moraleja: ¡defended bien las últimas jugadas de los partidos, copón!
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