Kobe Bryant sigue obsesionado con el basquetbol

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Kobe Bryant sigue obsesionado con el basquetbol

En su nueva vida como "cuentacuentos", Kobe sigue contando la misma historia de sus años como jugador.

La marioneta está alterada, y Kobe tampoco pone mucho esfuerzo para calmarla. Se retuerce y tiembla en una extraña voz de niño, y menciona algo que quiere y lo que hará para obtenerlo. Bryant está parado frente a un fondo azul, guapo, listo y adentrado en su personaje; introduce algunos conceptos básicos respaldado por su perspectiva binaria del mundo hecha a la medida, y le dice al niño títere de largo cuello que si está "buscando a la bestia que llevas dentro es muy probable que viva dentro de una oscura musa". Esto provoca la irrupción de una canción para apaciguar el poder de la ira y el odio, como si se tratara de destruir mejor a la competencia. La melodía es parecida a aquella que Ennio Morricone compuso para las cintas western de Sergio Leone; las sombras hinchadas y siluetas que acompañan la animación evocan las composiciones expresionistas de F.W. Murnau.

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En la animación, un tren sube una montaña mientras es atormentada por una dios-monstruo peludo y bestial; el tren está dañado, tocado, sin embargo logra alcanzar la cima mientras aparecen relámpagos que brillan con la palabra "odio". Esta es la letra de la canción:

This is the face of a man with a dark musecage
Darkness is the light in his eyes he runs with rage
There's nothing you can do
There's nothing you can say
Hatred is the love in his heart he plays with hate

La palabra "odio" se repite unas veces más durante la canción y llega a su fin. Para cuando Bryant y su marioneta, cuyo nombre es Lil' Mamba, aparecen de nuevo en la pantalla, el títere canta vertiginosamente "destruir, dominar, destruir, dominar". Kobe tranquiliza a su pequeño compañero al explicarle el poder (menor) de los "pensamientos de luz". Esto da pie a una secuencia en la que Paige O'Hara, la voz de Bella en el clásico de Disney de 1991 La Bella y la Bestia, explica con la minuciosidad de un entrenador lo difícil que es marcar a Russell Westbrook.

Así es como nos encontramos en la Musecage de Kobe Bryant, neologismo acuñado por el propio basquetbolista y concepto clave detrás de su mayor proyecto desde que se retiró de la NBA el año pasado: crear, escribir, y dirigir una serie de seis entregas para ESPN llamada Canvas. Una Musecage, como lo describe Baxter Holmes de ESPN, es "una jaula personal que contiene todo lo que motiva a uno, bueno y malo, musas de luz y oscuridad, como Bryany les dice". Lil' Mamba no siempre aparece en los vídeos, hasta el momento cinco, pero son cien por ciento producto de la Musecage del ex basquetbolista. Una aviso en el vídeo tributo más reciente de Bryant para Kawhi Leonard y Isaiah Thomas dice "PELIGRO: Este vídeo contiene imágenes de pensamientos oscuros. Podría no ser apropiado para pensamientos casuales". La firma de Bryant aparece en la parte baja.

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Probablemente tienes muchas preguntas por hacer.

En un comunicado publicado antes de la segunda entrega de la serie a finales de marzo, Bryant dio esta explicación: "Canvas City: Musecage ayuda a que otros mejores con situaciones complejas de basquetbol mostradas de una forma fácil de digerir, aligeradas… Los vídeos ayudan a entender el basquetbol practicado a un mayor nivel y ofrecen una voz renovada para hablar de deportes que esperemos cautive a toda la familia". Un grupo de 15 trabajadores de tiempo completo trabajan para Bryant en este proyecto en Newport Beach, y su trabajo consiste en plasmar la visión singular, grandiosa, y extraña de narrar de Bryant.

Vale la pena tomarse un minuto para descifrar lo que "contar cuentos" significa en todo esto. Lo que la gran mayoría entiende cuando escucha esta frase —recorrer una narrativa de principio a fin o leer emotivamente un gigantesco y delgado libro a una audiencia de niños en una biblioteca pública— no es la definición que Kobe tiene en mente.

"Si miras a tu alrededor, las grandes creaciones provienen de lugares oscuros, generalmente", Bryant comentó a Holmes en la historia de ESPN. "Ya sea Michael Jackson, Steve Jobs, Richard Branson, Oprah; todas las experiencias se crearon en lugares oscuros que después se usaron para crear luz". Como cualquier proposición arraigada a la fe, el hambre para creer es más que suficiente. Bryant comienza hablando de su brillante y exitosa carrera para después explicar cómo la locura detrás de la misma tuvo un propósito.

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Esto no quiere decir que Bryant no quiera contar historias; sin duda luce vivo cuando se menciona el tema de la motivación, como sucedió en el Festival de Cine Tribeca en abril cuando sus respuestas fueron un tanto maniacas pero sinceras. En verdad quiere ser un cuentacuentos, pero sólo contar una historia donde él sea el protagonista; la historia existe primordialmente para mostrar a los demás cómo llegar a ser él. Desde luego, las palabras que usa son una amalgama de términos vivaces de negocios y neologismos de free-jazz. Si la facultad de Kobe para contar historias existe primordialmente para entenderle mejor al "Kobismo", entonces tiene lógica que la historia sólo pueda ser contada por medio de palabras que sólo Kobe entiende, practicando los términos que él creó en un extraño y furioso universo que sacó de su imaginación.

Cuando el concepto es incomprensible. Foto por Gary A. Vasquez-USA TODAY Sports

El proyecto Canvas tiene su propio reparto de personajes y lógica interna —el color morado representa curiosidad, verde representa el crecimiento personal—pero está fundamentalmente arraigado al concepto Musecage de Bryant, idea con la que ha estado jugando durante varios años. Es una idea fijada en una visión monomaníaca, como casi todo en la vida de Bryant, una noción de competitividad que raya en la psicosis. El episodio dedicado a Kawhi Leonard deja entrever los pensamiento de Bryant: "La gente verdaderamente competitiva se preocupa de forma obsesiva por el proceso… Los competidores obsesivos lo quieren todo… Quieren humillarte en frente de tus seres queridos". La historia es leída por un niño.

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El hecho que las lecciones de Bryant sean expresadas por medio de lo que parece a simple vista un programa oscuro para niños —imaginen una versión embrujada, obsesionada con el basquetbol, de Plaza Sésamo, enfocada exclusivamente en la sangrienta visión binaria de la competición—con interacción de títeres y unas cuantas canciones es algo que Kobe describió como una pregunta de necesidad. Plaza Sésamo es sólo una plaza; Kobe necesitó todo una ciudad, nada más.

"Si tuviera un programa que mis hijos pudieran ver para aprender a mejorar, ¿qué incluiría ese show?, preguntó Bryant a Holmes, al reutilizar una de las frases que ha repetido para explicar el propósito de su serie. "Incluiría canciones, animaciones, títeres, comedia, y mucha representación visual de las cosas que deberían aprender".

Acercarnos a Canvas de esta forma no tiene mucho sentido, pero sí explica algunas de sus elisiones más obvias. No hay nada en el tributo de la Musecage a Kawhi Leonard sobre cómo Leonard hace lo que mejor sabe hacer, no hay substancia en la preparación o en el trabajo. Sólo existe la certeza que Leonard hace todo esto porque está obsesionado. Es decir, el vídeo sólo hace referencias Kobe; nos muestra que Kawhi Leonard es brillante pero porque ha abrazado y encarna la forma de ser de Bryant.

"Lo interesante de Lil' Mamba es que, a diferencia de los demás títeres, parecer representar a un joven Kobe, y no a un niño en general", opina Graydon Gordina, director de contenido de la agencia FortyFour. "Su nombre e ímpetu para mejorar en el basquetbol lo sugieren a gritos. Esto es interesante en dos niveles: 1) reafirma nuestra impresión actual de que Kobe sólo se interesa por Kobe, y 2) socava la idea de que Lil' Mamba es en realidad un conducto para la educación o un personaje que simpatice con los niños, porque, una vez más, no es un niño. Es un Kobe adolescente".

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En los episodios explícitamente más educativos y dirigidos para jugadores en específico, la lección de Bryant concluye en la reafirmación y celebración de Kobe Bryant. No el Kobe cuentacuentos o el Kobe que sonríe al títere hiperactivo, sino el Kobe como era y como se imaginaba durante su carrera, el campeón y, en el último tramo, como el fantasma vengador que atormentó a su equipo. Este es el Kobe competitivo, sin piedad y no arrepentido, incesante, de sangre fría, vengador, devorador, obsesivo.

Bryant le dijo a la audiencia del Tribeca Film Festival que Michael Jackson fue "lo que llamo 'la semilla del pensamiento' para mí", lo cual se traduce a algo parecido como "mi gran inspiración". Lo que en un principio parecía una historia interesante —Bryant dice que Jackson le llamó cuando la estrella del basquetbol era "criticada por estar demasiado obsesionado"—terminó en el mismo lugar que las demás. El Rey del Pop le dijo a Kobe que se esforzara más estudiando, trabajando, y que siguiera haciendo lo que hacía.


"Mi mente comenzó a divagar", dijo Bryant en el evento de Tribeca cuando alguien le preguntó cómo supo que era hora de retirarse. La sala estaba repleta y un hombre detrás de mí vestía una de esas playeras que dicen "Kobe & Kobe, Kobe & Kobe". Bryant presentó su cinta animada Dear Basketball inspirada en el poema que escribió para The Players Tribune para anunciar su retiro.

Bryant se puso a explicar que, una vez que dejó de enfocarse en el basquetbol de forma tan obsesiva, su mente divagó naturalmente "hacia la narrativa". En la noche de su último partido en la NBA, cuando anotó 60 puntos —"debí anotar 90", dijo, "considerando todos los puntos que fallé"— Bryant afirma haberse olvidado de que tenía un partido. "Estaba en la oficina", dijo, "editando algunas historias".

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¿Le creen? El creer importa cuando se trata de contar historias, pero la fe es complicada cuando se trata de las historias de Kobe Bryant. La honestidad de Dear Basketball es innegable, pero también es, sin duda, la historia que Bryant quiere contar: el acontecer de darlo todo por el deporte que amó hasta que se mató en su búsqueda, se retiró agradecido y el cual sigue amando. Al igual que Canvas, hay algo en Dear Basketball que la gente se cree. No es que no sea artístico o profundamente sentimental, el problema es que no es un intento por contar la historia completa.

"Plaza Sésamo está dispuesto a lidiar con las dificultades de la niñez", me dijo Gordian. "Soledad, alienación, incluso la muerte de personas importantes en la vida de un niño. Mientras estuve en Plaza Sésamo, trabajé en un proyecto sobre la vida emocional de niños con padres en la cárcel. Así que el propósito de los vídeos de Musecage para afrontar lesiones, dudas u otros obstáculos no expresan necesariamente el deseo de Kobe para afrontar temas complejos".

Lo raro es cómo Bryant utiliza este material oscuro. "El contenido socio-emocional de Plaza Sésamo orienta a los niños hacia una vida interna más balanceada, más segura de sí y, también diría, más saludable", dice Gordian. La historia que Bryant cuenta y vende —aquella que habla de obsesión y constancia, un sentimiento de competitividad que raya en los vengativo—es lo opuesto a lo anterior. Defiende una postura real y deliberada de algo no saludable, y su canalización por medio de varias metas.

Hacia el final de la ronda de preguntas y respuestas frente a la audiencia de Tribeca, luego de que un hombre le dijera a Bryant que era "un gran fan de las buenas causas" y un segundo tipo confesara que había soñado con la esposa e hijos de Bryant, un joven de 20 años se levantó. "La mentalidad de Mamba me ayudó en la carrera de medicina", dijo.

"Siempre lo he tomado como ejemplo por su empeño y compromiso a la hora de perfeccionar su arte", me contó poco después el adolescente, cuyo nombre es J.J. "Me levanto a las 4 AM mientras los demás duermen", dijo J.J. quien está a punto de graduarse de medicina. Él no pretende destruir o eliminar a sus compañeros, me contó; su reto es trabajar, estudiar para los exámenes y tener el diagnóstico correcto. La mentalidad de Kobe, como la entiende J.J. tiene que ver con "la dedicación y el compromiso en lo que hagas, no importa cuántos obstáculos o dudas haya en tu camino".

Existen formas más inclusivas, abiertas y generosas de contar historias, y sin duda historias más humanas y sustanciosas que dar a conocer, más allá de un cuento sobre la obsesión. Pero las historias sólo pertenecen a su autor durante el proceso de darlas a conocer. Después de eso, pertenecen a la gente que las recibe y las cree; son suyas para usarlas como más lo necesiten.

Bryan parece contento narrando la misma historia que le contaron de su persona; es fácil imaginarlo pasando el resto de su vida regresando a ese lugar bien conocido por más desviaciones que tome. Es su historia, y es su derecho contarla. Bryant lo sabe, sin importar si lo entiende o no. Tienes el control cuando el balón está en tus manos, y así ha vivido su vida, pero este deporte se juega cuando aprendes a soltarlo.