Ponle cilantro a tus galletas de jengibre

Al llegar a la puerta principal de Claire Ptak, recibo al instante, y sin introducción, una inspección casi cervical de su galgo. Son las 10 de la mañana y, para ser honesta, entre la ciruela caliente y el scone de avena que acabo de tomar de la panadería, ésta está resultando ser una gran mañana.

Claire Ptak es la fundadora de Violet Bakery, autora de The Violet Bakery Cookbook y recientemente nombrada columnista de alimentos en The Guardian. También se entrenó con Alice Waters en Chez Panisse. En definitiva, se trata de una mujer que conoce su azúcar. Y yo, en esta primera semana de Adviento estoy aquí para aprender a hornear su melaza súper festiva de galletas de jengibre.

En el nuevo libro de Ptak, las galletas se ven como bloques perfectamente redondos de un cauce seco, fisurado y cristalizado, con un líquido grueso de galleta masticable atravesando el centro. Hablando de tomos, lo primero que noto al caminar en la cocina de Ptak no es solo que toda su pared de libreros está cubierta de libros de cocina (incluyendo una copia del asombroso Foods Men Like de Betty Crocker), sino que todos los libros están arreglados por color.

"Supongo que soy una persona muy visual", dice riendo, mientras pega una etiqueta escrita a mano que dice "clavos" encima de una pequeña olla con tapa de rosca.

"Ésta es una galleta americana clásica", dice Ptak, colocando la mano por el lomo del libro para ver mejor la receta. "Solo las vendemos en la tienda en época navideña. Quería hacer algo blando y masticable: generalmente busco la textura. Es algo muy importante para mí".

Puede que sea ella la que inventó la galleta, pero, al parecer, incluso los inventores tienen que ver un manual de instrucciones de vez en cuando.

Estoy un poco sorprendida de ver entre los clavos de olor, jengibre, y cardamomo, dos pequeños botes de pimiento y cilantro. Puede que Ptak haya tenido un accidente cerebrovascular, que el embarazo le haya alterado su sentido del olfato, o que yo he subestimado enormemente la amplitud de la especia que se debe incluir en una galleta.

"Cuando hueles el cilantro", dice, poniendo el bote debajo de mi nariz, "hay una amargura y una frescura que funciona muy bien con las cosas dulces". Después de las especias en polvo, Ptak ralla un poco de nuez moscada usando algo que se parece mucho a una herramienta que los antiguos maleantes usaban para limar barras de hierro y escapar de la cárcel.

Una vez que las especias se mezclan en el azúcar, es momento de añadir la mantequilla. Ah, mantequilla. Mi madre, mi hermano, y mi amante. Ptak corta un bloque en cubos perfectos antes de combinarlos con su batidora eléctrica. ¿Comerá así todos los días, me pregunto?

"Tengo una rutina de un pastel al día", dice Ptak, secándose las manos en un paño de cocina. "Por lo general, cerca de las 4 o 4.30 de la tarde, con una taza de té".

No es de extrañar que terminó en el Reino Unido. De hecho, su viaje a Gran Bretaña es menos sorprendente que su viaje a la cocina. Después de unos años de trabajar en el cine (Psicópatas) se trasladó a la venta al por menor, haciendo pasteles de boda antes de darse cuenta de que hornear, en toda su gloria, no era simplemente lo que la mantenía cuerda, sino que era lo que estaba destinada a hacer.

"Había pensado: Mis padres me enviaron a la universidad, no puedo ser una cocinera", dice Ptak riendo. Bueno, mira quién está riendo ahora. Mientras charlamos, Ptak comienza a verter una corriente de melaza gruesa y brillante en el recipiente. Se mueve como una serpiente y huele más potente que Medusa.

"La melaza es básicamente un subproducto que es lo que se extrae al hacer azúcar", explica. "Se utiliza mucho en la cocina sureña, claro". Conforme agita la melaza, Ptak añade la harina hasta que finalmente toda la mezcla es del color de la arena. Ahora está lista para la bandeja de hornear. "Usar una cuchara de helado hace que se vea profesional", explica. "Todas salen perfectamente redondas y todas tienen el mismo aspecto".

Esto, queridos lectores, es lo que en el comercio llamamos "un consejo superior". Ptak luego hace rodar cada globo de pasta en azúcar y los hace más planos con la palma de la mano antes de poner la bandeja en el horno. El galgo está empezando a formar círculos en frente de mí. Estoy tentada a unirme y hacer un baile precena de galleta en anticipación.

Si come pastel todos los días, y experimenta todo el tiempo creando nuevos productos para acompañar los muffins de polenta y almendras, rebanadas de zanahoria y nueces pacanas, panes de canela, pasteles de plátano y scones de avena en casa, por qué, me pregunto, Ptak no es del tamaño de una casa. Es decir, claro, tiene ahí a un bebé ahorita, pero aún así, no se ve como una mujer que se alimente de grasa y harina.

"Oh Dios, cuando era adolescente, íbamos a casa de mi amiga después de la escuela y hacíamos un enorme plato de palomitas con toda una barra de mantequilla. Y luego hacíamos un enorme plato de pasta de galleta y nos comíamos todo. Las dos cosas. Y hacíamos eso como dos veces a la semana por lo menos", dice Ptak, mientras yo grito de risa, shock y admiración.

Queda un poco de tiempo para hervir la tetera y limpiar un poco (con esto me refiero a hojear Foods Men Like y a jugar con el perro) antes de que las galletas estén listas. Ptak las coloca en un plato blanco y azul y retrocede. Aguanto unos 15 segundos antes de que la codicia abrume a la gracia y tomo una y empiezo a comer.

Es deliciosa. Es decir, claro que lo es. Y aunque no necesariamente pueda probar el cilantro, es bueno saber que está ahí.

Todas las fotos son de Liz Seabrook.