"Llámame Matt": la vida de un atleta transgénero en el instituto
Photo by Polina Yamshchikov

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"Llámame Matt": la vida de un atleta transgénero en el instituto

Matt Dawkins está descubriendo lo que significa ser un atleta transgénero... en el instituto.

Es tarde de miércoles en Marlton, Nueva Jersey. Matt Dawkins, el corredor del Instituto Cherokee, recuerda repentinamente que es hora de su inyección semanal de testosterona.

Dawkins tiene 17 años. Lleva el cabello corto, bien peinado. Una sonrisa angelical le ilumina el rostro, que muestra pequeños indicios de vello facial. Matt viste una camiseta negra con la leyenda #BETRUE [sé verdadero]. Matt abre una caja de zapatillas Nike y rebusca dentro de su contenido: hay ampolletas, jeringas, y frascos con etiquetas de prescripción.

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Matt, hastiado de tener que administrarse las inyecciones él mismo, le pregunta a su hermano mayor Micah si está dispuesto a echarle una mano. Seguidamente, Dawkins examina sus muslos.

"¿En la pierna derecha o izquierda?", pregunta Matt.

"No importa", responde su hermano.

"Todavía me pongo algo tembloroso", confiesa Matt. En dos ocasiones diferentes, la aguja penetró en el lugar equivocado y creó un géiser de sangre.

Hace una pausa. "Yo creo que la izquierda".

La aguja entró y salió suavemente, con mínimo dolor. Después, Liani Ortiz, la novia de Matt, le sacó una foto que seguidamente subió a Tumblr. "Para conmemorar su cuarto mes con testosterona", dice.

Dawkins, un prominente atleta en su último año de instituto, acaba de terminar su primera temporada completo en donde compitió como velocista en el equipo masculino de atletismo. Sin embargo, durante sus primeros dos años, corrió bajo el nombre de Maya Dawkins —y en el equipo femenino.

Una gota de sangre en la pierna de Matt Dawkins tras de recibir una inyección de testosterona de su hermano Micah. Foto de Polina Yamshchikov.

En los últimos tiempos se han dado pasos gigantescos para la aceptación transgénero en el deporte. El ejemplo más notable es la medallista de oro Olímpico y estrella televisiva Caitlyn Jenner, que detalló su transición de hombre a mujer en las páginas de la revista Vanity Fair.

Dawkins, sin embargo, está descubriendo qué significa ser un atleta transgénero en un mundo privado del apoyo de millones de seguidores en Twitter, de las grandes fortunas personales y de los equipos de publicistas, doctores y mánagers: el instituto.

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Los atletas transgénero menores de 18 años, como Dawkins, tienen que navegar un oscuro mar de regulaciones y estigmas. De acuerdo con la web TransAthlete.com, al menos seis estados de EEUU (Idaho, Kentucky, Alabama, Georgia, Carolina del Norte y New Hampshire) tienen reglas que exigen a los atletas transgénero en edad escolar tener actas de nacimiento alteradas o cirugía de cambio de sexo para poder participar; políticas que la organización ha considerado como discriminatorias. Otros 13 estados no tienen reglas al respecto y 13 más requieren modificación, según dicha organización.

Por consiguiente, la ambigüedad legal de los Estados Unidos es parte de lo que mantiene alejados a los atletas transgénero de los torneos oficiales. Así lo asegura Helen Carroll, ex directora deportiva y entrenadora de baloncesto que trabaja con el National Center for Lesbian Rights estadounidense sobre asuntos legales relacionados con los atletas transgénero. Carroll declara que en la actualidad trabaja en ocho casos de atletas individuales adolescentes que podrían tener un impacto sobre cientos de sus colegas.

"Algunos niños y niñas no pueden pagar un acta de nacimiento o una cirugía de cambio de sexo cuando les son requeridos", dice Carroll. "Deberían tener las mismas oportunidades de participar y obtener una beca que todos los demás".

Algunos opositores a la inclusión transgénero han interpuesto objeciones morales y de seguridad. Algunos funcionarios han expresado su preocupación por la idea de que, digamos, un estudiante de instituto de último año de 1,88m termine compitiendo en un equipo femenino con toda la ventaja que ello le reportaría. Según esta línea argumental, la logística alrededor de los vestuarios podría hacer que la implementación de las políticas sea algo tramposa.

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"En realidad, simplemente no vemos que todo esto ocurra", dice Chris Mosier, atleta transgénero y fundador de TransAthlete.com, al respecto de la supuesta ventaja física. "Algunos niños son más altos, algunas niñas también. ¿Es que ellos también tienen una ventaja física?".

En algunos estados, como Minnesota, grupos en contra de la competición de estudiantes transgénero han puesto anuncios en páginas completas con eslógans como "Un hombre quiere bañarse junto a tu hija de 14 años. ¿Te parece bien?" En California, Privacy for All Students, una coalición religiosa, dijo haber presentado más de 600.000 firmas a la oficina del gobernador para revocar un proyecto de ley que el gobernador Jerry Brown firmó para permitir la inclusión transgénero en equipos deportivos.

Las ligas de élite llevan décadas lidiando con casos similares. En 1977, Renee Richards demandó con éxito a la Asociación de Tenis de EEUU para que se le permitiera competir como mujer. Richards, que había nacido hombre, se sometió a una cirugía de cambio de sexo.

Las legislaciones al respecto son complejas. La NCAA tiene su propia política interminable, e incluso la Asociación Internacional de Quidditch establece en sus reglas que promueve la inclusión de género al permitirles a los jugadores auto identificarse.

En Nueva Jersey, sin embargo, no se requieren terapias hormonales, cirugía o actas de nacimiento para participar en los deportes a nivel de instituto, lo cual ayudó a que Dawkins y su familia encaran la transición de Matt de una forma más sencilla.

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"Esa es la parte graciosa", dice Dawkins. "En casi todo, los demás niños se portaron bien conmigo. Eran los adultos quienes me veían raro".

Gráfico con las políticas estatales sobre transexualidad y deportes a nivel de instituto en los EEUU. Fuente: TransAthlete.comLas políticas para los atletas transgénero de primaria a preparatoria pueden variar por estado. Ello puede ocasionar conflictos entre los atletas y las organizaciones que rigen los deportes.

Verde: no se requiere tratamiento hormonal o cirugía.
Amarillo: Propuesta de modificación de las políticas.
Rojo: Requiere acata de nacimiento o cirugía y período de espera hormonal.
Gris: Sin políticas.

Desde temprana edad, Nigel y Tammi Dawkins supieron que su hija Maya no sería una "niña normal". El contraste con su hermana gemela, Jada, era evidente: mientras Jada se comportaba como "toda una princesita", Maya se inclinaba hacia cosas "más estereotípicas de niños como cochecitos y aviones", declara Tammi. Una foto encuadrada de Maya y Jada de bebés preside aún la casa de los Dawkins.

"Cuando eran pequeñas, veíamos a Maya y pensábamos, 'Humm, ¿una niña deportista? ¿Lesbiana?' Todos se habían dado cuenta de eso", dice Tammi, psicóloga consejera. "La respuesta fue 'Vamos a esperar y ver qué pasa'".

Dawkins, una niña que siempre amó el exterior, jugó a fútbol en primaria antes de interesarse por el atletismo. Aunque era aceptada en casa, sus padres se preocupaban porque su hija tuviera problemas en la escuela. Maya, hoy Matt, se ponía camisetas, pantalones, zapatos y ropa interior de niños. A veces se le confundía con un niño, y era regañando por los maestros por ponerse en la cola del baño equivocada.

"Eran como la noche y el día", dice su padre Nigel, un veterano de los Marines que ahora trabaja como chofer de camiones. "Ya de pequeña, a Jada le gustaba probarse ropa, maquillarse y ponerse los tacones de su mamá. A Matt no le gustaba eso. A él le gustaba el skateboarding, el ciclismo, coleccionar piedras, la fotografía, los deportes. Como padre, es difícil no ser sobreprotector".

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En su primer año de instituto, Matt compitió como Maya en el equipo femenino, optando por distancias más cortas: 100, 200 y 400 metros. Y, como Maya, comenzó a ganar carreras, generando debate sobre oportunidades de becas y sobre su posible participación en torneos de nivel universitario.

"Creo que eso ayudó a desatar la ruptura", dice Tammi.

***

Durante su segundo año, Dawkins vomitaba antes de las competiciones y su rendimiento académico iba en picado, deprimido como estaba por su comportamiento. Afirma que no estaba seguro de si le atraían las mujeres. Matt asegura que no se sintió cómodo ni siquiera cuando determinó que sí.

"Todo estaba saliendo horriblemente mal", dice Tammi. "Supe que algo estaba muy mal cuando el niño empezó a vomitar de nervios antes de las carreras. No lo podía soportar. Y una vez que los entrenadores hablaron de correr a nivel universitario, en algún punto, me di cuenta que no era por las carreras: era la idea de correr como Maya Dawkins".

"Miré 50 años hacia el futuro y me di cuenta de era incapaz de prever lo que podía pasar", dice Matt. "Eso fue parte de la motivación de mi decisión. Pensé que no podía esperar tanto tiempo".

John McMichael, el entrenador de atletismo masculino y consejero del Instituto Cherokee, dice que consideraba a Maya una promesa dentro del circuito femenino pero que lo apoyó en su transición a Matt y al equipo masculino incluso a pesar de que ello significara sumar menos éxitos.

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"En su momento, pensamos que si esta niña era capaz de mantener su nivel, en dos años más de entrenamiento podría ser una de las mejores en el estado de Nueva Jersey", dice McMichael. "Podría haber obtenido una beca universitaria y todo el paquete. Creo que ahora es un poco diferente por los cambios físicos en su cuerpo, pero se deben tomar sacrificios. Matt parecer ser más feliz que cuando era Maya y da la sensación de estar convirtiéndose en la persona que siempre quiso ser. Eso es muy gratificante".

McMichael dice que también se preocupó por la reacción potencial de sus compañeros de equipo y de clase. "Era casi como tener a un estudiante de primer año o de transferencia. Como cualquier estudiante nuevo, lo que todos quieren es que encaje bien".

Dawkins empezó a buscar información en Internet él solo sobre lo que significaba ser transgénero, casi siempre en YouTube.

"Buscaba información sobre esto todos los días", dice. "No tenía novia, y obviamente cuando no tienes una estás todo el día en tu casa buscando cosas en Internet. Busqué todo lo que pude. Veía vídeos una y otra vez."

En un principio mantuvo silencio sobre su sentir y no dijo nada a sus amigos o familiares sobre el hecho de no sentirse cómodo siendo Maya.

"La primera vez que recuerdo haber aprendido sobre transgénero fue en un vídeo que hablaba del tratamiento 'T'", dice Dawkins. "Al principio pensé que estaban hablando de té. Y pensé, '¿por qué toman té durante un año y hablan de eso?' Después me di cuenta que era testosterona".

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Al final de su segundo año, Matt decidió decirle a Liani Ortiz, una amiga de la infancia que se había declarado lesbiana, que quería empezar su transición de niña a niño. Para Ortiz, que dice ser tímida, salir del armario fue particularmente desafiante, y dice que el hablarlo con Dawkins fortaleció su amistad.

"Cuando me llamó parecía muy enojado", dice Ortiz. "En aquel entonces éramos muy buenos amigos y nos habíamos contado muchas cosas. Cuando finalmente me lo dijo, me sentí feliz. Le dije, 'Puedes ser tú mismo'".

Era momento de decírselo a su familia.

Nigel Dawkins dice no haberse sorprendido cuando Matt le expresó su inclinación sexual, pero sí que se sorprendió cuando su esposa le llamó para decirle que Maya quería convertirse en Matt.

"Estaba acostumbrado a los gays", dice Nigel, "y a las lesbianas también, pero no a las personas transgénero. No había realmente interactuado con ellas. Era algo nuevo para mí".

Tammi Dawkins dice no haberse sorprendido por el anuncio de su hijo, pero aún así se sintió abrumada. "Fue como si me empujaran de un avión. No piensas en lo que puede realmente puede pasar, y de repente tienes que activar tu paracaídas".

Se pusieron a considerar una lista de cosas. ¿Un cambio de nombre? ¿Un acta de nacimiento alterada? ¿A quién decírselo en la escuela? ¿Podría competir como "él"? ¿O seria considerado técnicamente como mujer?

"Todo parece ser más difícil cuando no los has experimentado", dice Tammi Dawkins. "Tienes que ir solucionando los problemas a medida que llegan".

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Pronto, Matt contactó a un terapista especializado en jóvenes y problemas de género. En su escuela también recibió ayuda de un consejero que le ofreció apoyo moral y le asistió a la hora de cambiar su nombre en la lista de clases.

Danny Weiss, amigo de Dawkins y compañero de equipo de atletismo, dice que había escuchado sobre su transición antes de que se presentaran formalmente como compañeros, pero "no era una prioridad".

"Le caía bien a todo el mundo", dice Weiss. "Matt es muy gracioso. Nos juntamos y nos cuenta chistes, tenemos mucho en común. Somos amigos".

La hermana de Dawkins, Jada, 'cheerleader' del equipo de la misma preparatoria, dice que por el comportamiento diferente de Dawkins a muchas personas no les sorprendió la noticia. Además, eso ayudó a aminorar las conversaciones incómodas en la escuela.

"Recuerdo que nos dijo, 'No tienen idea qué se siente levantarse todos los días en un cuerpo que no se siente tuyo,'" dice Jada Dawkins. "Y entonces fue cuando realmente nos pegó."

Jada dice que fue abordada por otros estudiantes que no se sentían cómodos preguntándole a Matt directamente sobre lo que significaba ser transgénero, incluyendo uno de los estudiantes "populares".

"Me preguntaron y no les respondí 'Qué raro'", dice Jada. "Les di la información que necesitaban y me sentí bien".

Pero las relaciones personales en casa a veces eran complejas.

"Hay un sentido de pérdida", dice Tammi Dawkins. "Como terapeuta, puedes hablar intelectualmente de esto todo el día. Pero desde la perspectiva de una madre, nunca habría podido entender qué se siente perder a alguien que sigue ahí. Era irracional, pero creo que es muy real para muchos padres como yo. Tu cabeza se acostumbra a la idea de que tienes dos hijas y, de pronto, te dice que ya no. Tienes que cambiar toda tu mentalidad".

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Cada vez que Tammi se sentía abrumada, dice que se ponía las zapatillas de Maya y salía a dar una vuelta. "Me calmaba mucho", dice. "Pensaba: 'Me empiezo a acostumbrar a este niño'".

Durante el resto de su segundo año, Matt continuó explicando que era transgénero a sus amigos, maestros y gente con la que trataba.

"Había leído sobre otros niños con el mismo problema", dice Tammi. "Lo entiendo. Los niños comenten suicidio por esto porque no tiene el apoyo de su familia o de su comunidad. No puedo expresar la gratitud que siento por mi hijo. Esta proceso haber salido muy mal, pero no fue así en absoluto. Siento como si hubiéramos ganado la lotería".

Los índices de depresión y suicidio en adolescentes transgénero son más altos que los de otros jóvenes. Mientras que el 1,6% de la población general intenta suicidarse al menos una vez en su vida, el 45% de los jóvenes adultos transgénero intentarán quitarse la vida de acuerdo con la Encuesta Nacional de Discriminación Transgénero. La encuesta también encontró que el 78% experimenta acoso escolar y el 35% violencia física.

La historia de Matt, en cambio, demuestra que no tiene por qué ser así. Con el apoyo apropiado, la transición puede ser más fácil para los involucrados.

Para su penúltimo año, Matt dice haberse sentido más cómodo en la escuela. "No podía imaginarme encerrado en una jaula por tanto tiempo", dice Matt.

Al principio, el padre de Matt le preguntó si creía que era mejor esperar hasta que terminara la preparatoria o la universidad. Matt dijo que no.

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"Me dije, 'deja que el niño sea feliz'", dice Nigel Dawkins. "Me sumé y le mostré mi apoyo. Es mi hijo y lo amo sin reservas, así que no me importa lo que tenga que hacer para verle feliz y lograr que cumpla sus sueños y metas".

La respuesta fue conmovedora. Pero Matt aún se pregunta: ¿Qué hacer con su cuerpo de mujer?

La novia de Matt, Liani Ortiz, le dice que sonría para sacarle la foto que documentará su cuarto mes usando testosterona. Ha estado subiendo fotos a su blog desde que Matt comenzó su transición. Foto de Polina Yamshchikov.

Hombre o mujer, la pubertad es uno de los periodos más difíciles de la vida. Matt Dawkins, que tras consultar a su familia y doctores decidió comenzar a tomar testosterona en marzo, no está dispuesto a experimentar elementos de ambos géneros.

"Quería que mi exterior estuviera a la par de mi interior", dice Dawkins. "Solo quería ser un niño tan rápido como fuera posible".

Cada individuo reacciona a la testosterona a un ritmo distinto, pero Dawkins dice que en tan solo una semana pudo observar cambios. Recientemente, en un concierto, se dio cuenta que su voz comenzaba a hacerse más grave.

"Definitivamente su voz fue lo primero", dice Liani Ortiz. "Comenzó a cortarse".

"Eso es bueno", dice Dawkins.

Con su pantalón corto puesto, Matt señala sus rodillas y muslos.

"Nunca había tenido pelo aquí" dice. "Y si te fijas con atención, me empieza a salir barba. Estoy esperando a que me salga más. Tal vez tenga que esperar hasta que tenga 30 años, sin embargo".

En agosto, cuando Dawkins regrese del campamento de verano, se someterá a cirugía en la parte alta de su cuerpo, algo por lo que ha estado esperando, y tendrá la zona pectoral más similar al de un hombre.

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"Es un sentimiento de que todo está saliendo bien. Desearía tenerlo ya para poder ir a la playa y broncearme. No me pondré camiseta. ¡Igual me deshago de todas!" ríe Dawkins.

***

En la secundaria, Dawkins y sus amigos comenzaron a dibujar en sus muros con rotuladores permanentes para crear un gigantesco montaje de canciones (John Mayer), citas de obras (Sueño de una Noche de Verano de Shakespeare) y palabras de entusiasmo. Matt posee una guitarra, una máquina de escribir y una tonelada de cámaras Polaroid. Varias medallas y certificados que ha ganado en la pista –incluyendo algunos que dicen "Maya Dawkins"– cuelgan de la pared, cerca de su cama, junto a cartas de sus amigos de campamento.

"La gente me pregunta si me molesta que en mi pared ponga 'Maya'", explica Dawkins, recostado en su cama. "Y yo digo, 'bueno, sucedió. No voy a cambiarlo. ¿Quieres que viaje en el tiempo?'".

Los doctores le dijeron que todavía faltan varios meses para que sienta completamente el efecto de la testosterona, aunque Dawkins dice sentirse complacido con los resultados hasta el momento. Para poder comparar, saca las fotos de su último año en el instituto con su madre. Ambos se quedan viendo docenas de caras de Matt y evaluando cuál es la mejor.

"Todas son magníficas", dice su madre. "Esta es de apenas hace unos meses bajo el tratamiento y cada vez pienso más 'Lo estás logrando'. Su exterior comienza realmente a coincidir con su realidad interna".

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"Se parece a Jim de "The Office" en esta", dice Ortiz, señalando una en donde Matt sale con la camisa remangada.

"Mi meta principal era salir a las calles y que la gente me viera como un chico", dice Dawkins. "Y está sucediendo. Es genial. La gente me dice, '¿Le puedo ayudar, señor? Y yo contesto, '¡Por supuesto que sí!'".

Matt y Tammi Dawkins en el patio trasero de su casa en Marlton, Nueva Jersey, EEUU. "Desde la perspectiva de una madre," dice Tammi, "nunca habría entendido lo que significa perder a alguien que aún está ahí". Foto de Polina Yamshchikov.

En una tarde de primavera, Dawkins y su novia Liani Ortiz sacaron a sus dos perros a dar una vuelta en el vecindario. Agarrados de la mano, hablaron de sus opciones después del instituto.

Matt habla de lo que quiere estudiar y de adónde quiere ir a la universidad. Ama las montañas y está considerando las universidades en el noreste del pacífico, pero no descarta lugares urbanos como Temple University, en Filadelfia. Su hermana, Jada, está interesada en escuelas en Florida, para estudiar medicina del deporte.

"Es como si fuera irreal", dice Matt. "Siento como si acabara de terminar mi primer año y en cambio ya estoy escogiendo una universidad. Es raro cómo pasa el tiempo tan rápido".

Los dos llevan saliendo por un año y dos meses, un cortejo que comenzó formalmente varios meses después de innumerables conversaciones en la cafetería de la escuela, y de atraer a Ortiz con comida de McDonald's.

"Y fresas", dice Ortiz. "Eso es tener clase."

"Quemé el chocolate", dice Dawkins. "Así que solo le llevé las fresas".

"Le pregunté si quería ser mi Demi", dice Matt, refiriéndose a la cantante Demi Lovato.

"¡Pensé que me ibas a matar, porque me vendaste los ojos!", ríe ella.

"Me gusta que esté intentando ser feliz" concluye Ortiz. "Está tratando de mejorar. Me alegro realmente por él".