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FIGHTLAND

Pelear contra las cadenas de la esclavitud: Kicking and knocking en el Sur antes de la Guerra Civil

Los esclavos africanos del sur de Estados Unidos continuaron sus tradiciones de artes marciales y las tradujeron en deporte, ritual y defensa personal.

Los horrores de la esclavitud en Estados Unidos no pueden pasarse por alto, como tampoco podemos ignorar el daño irreparable que causó sobre a una cultura. Hombres, mujeres y niños fueron vendidos contra su voluntad y llevados a un nuevo mundo, a un océano de distancia para pasar hambres, trabajar hasta la muerte, ser golpeados y eventualmente asesinados. Es inconcebible excusar la esclavitud o hablar de plantaciones en las que los esclavos eran "tratados bien", porque sin el derecho a la autonomía, las personas no son libres. Sin duda había otros grupos en aquellos jóvenes Estados Unidos que vivían en pobreza extrema y cuya existencia era terrible, pero es inapropiado arriesgar una equivalencia entre la vida de un hombre blanco pobre y la realidad de un esclavo africano, completamente deshumanizado y desmoralizado para beneficio de la clase media y alta blanca.

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Las atrocidades perpetradas sobre la comunidad africana esclavizada fueron tan vastas y tan variadas que un artículo no es suficiente para explorarlas adecuadamente. Este, en cambio, se enfocará en analizar cómo es que el viaje de África a América no destruyó por completo la cultura, la historia, las prácticas, las costumbres, las tradiciones de los hombres, mujeres y niños africanos esclavizados. Los libros de historia con frecuencia reducen las vidas de los esclavos a experiencias vacías, se enfocan en fechas y guerras e ignoran la vida diaria de los hombres, mujeres y niños que vivieron como esclavos en Estados Unidos.

Sería una forma más del olvido si no reconociéramos el impacto importante que tuvieron las tradiciones africanas en la cultura estadounidense. Cada persona traía consigo sus costumbres en comida, música, arte y danza particulares a su comunidad, y crearon un amalgama de tradiciones que eventualmente se reducirían a una representación única del africanismo. A pesar del horror de la esclavitud, muchos de los esclavos africanos recién importados lograron retener algunos aspectos de su cultura y heredarlos a las generaciones siguientes, y crearon así una comunidad criolla nueva, con tradiciones y costumbres variadas pero compartidas.

En Fighting for Honor, el especialista en África T.J. Desch Obi reveló que las rutas de esclavos no distribuían a los africanos al azar, sino que "la combinación de rutas comerciales y preferencias de los terratenientes europeos en Estados Unidos referentes a la mano de obra de etnias específicas tendían a agrupar a numerosos africanos cautivos de ciertas zonas en África en colonias particulares de Estados Unidos". Por ende, pudo haber una mayoría de esclavos de una comunidad o tribu específica instalados en una plantación particular. La concentración de esclavos de origen compartido permitió la memoria colectiva de sus prácticas y creencias culturales.

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En Carolina del Sur hubo un influjo de esclavos importados de África Central que trajeron consigo sus propias tradiciones de artes marciales. De este colectivo amalgamado de distintas comunidades y tribus surgió el arte del "Kicking and knocking (Patadas y cabezazos) —un deporte que consistía en patadas, golpes y cabezazos. Desch Obi dice que ese estilo de pelea era empleado y practicado por lo general por esclavos africanos, la lucha y el arte del Kicking and knocking tenía una utilidad mayor para esta población que el tradicional boxeo europeo. La práctica angoleña del cabezazo se convirtió en el knocking de este nuevo estilo compuesto, en el que los peleadores se tiraban cabezazos como parte del estilo Kicking and Knocking o aislaban el ataque al sujetarse de las orejas y chocar las cabezas hasta que alguno de los dos peleadores se rendía. El knock, del Kicking and Knocking surgió como aliteración provocada por el sonido de las cabezas al chocar entre ellas. Mientras tanto, el Kicking, surgió, en parte, de la tradición engolo de barridas y patadas invertidas. El Kicking and Knocking era practicado ya fuera como deporte o como danza ritual, pero ambas técnicas, junto con la lucha, podían enmascararse en una danza ceremonial y en una defensa básica en contra de rivales, cazadores de esclavos y capataces..

En una entrevista de 1938 con el Federal Writers' 'Slave Narrative Project', Will Adams, ex esclavo, recordó algunas de sus experiencias al crecer en una plantación en Texas. Durante la navidad, por ejemplo, el dueño de la plantación daba una gran fiesta en la que a los esclavos, por una vez, se les permitía comer y beber todo lo que quisieran. Adams recordó que el dueño entonces daba la instrucción a un par de esclavos a que lucharan entre ellos, "nuestros deportes y nuestras danzas resultaban como un gran entretenimiento para los hombres blancos". El Sr. Adams siguió explicando que los esclavos no solo peleaban entre ellos, sin que peleaban contra blancos también. "Los blancos adultos llegaban a luchar con los negros, eso hacían".

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La lucha africana en las poblaciones esclavizadas tenía su origen en una variedad de tradiciones, incluida el mgba de Nigeria, el arte del laamb de Senegal y con frecuencia exhibían técnicas de enroscarse a las piernas, que señalaban una distinción de las técnicas de usar los hombros y los codos que practicaban los cada vez más numerosos inmigrantes irlandeses. La lucha africana con frecuencia parecía más un deporte y un pasatiempo, y en muchas circunstancias, los esclavos combatían entre ellos pawra, como decía Frederick Douglas, "ganar laureles", y exhibir su fuerza física a las jóvenes en la audiencia. Douglas apuntó que los deportes eran promovidos por los dueños de las plantaciones, incluida la lucha y el boxeo, los cuales consideraba "deportes salvajes y bajos particulares a personas apenas civilizadas", y no se trataban de "entretenimientos racionales". Douglas sentía que al promover que los esclavos participaran en estos "deportes bajos", no tendrían espacio para explorar otras búsquedas más importantes, como la lectura, la escritura o quizá planear una rebelión. Explicó que los dueños de las plantaciones promovían las peleas porque era "uno de los modos más efectivos que tenía el esclavista de mantener apagado el espíritu de la insurrección".

Mientras que los esclavos trajeron sus tradiciones de comabte, el Sur estaba enamorándose del boxeo. Al inicio del siglo dieciocho, las familias ricas enviaban a sus hijos a Inglaterra y a otras partes de Europa para que completaran su educación. Aunque los jóvenes del Sur y del Norte hacían el viaje a Inglaterra, la gran mayoría de ellos eran sureños, en parte debido al exceso de riqueza en las plantaciones en aquella parte del país. Los jóvenes recibían educación académica, en arte y cultura, y claro, vivían sus excesos en los numerosas diversiones culturales en el viejo continente. El pugilismo británico de entonces entraba en su Época de Oro, cuando tanto la clase trabajadora y la élite practicaban la dulce ciencia. Los jóvenes estadounidenses de cierto tipo de personalidad aprendieron a boxear con los instructores británicos y regresaron con sus conocimientos a América, más puritana. Pero descubrieron que sus oponentes eran bastante inferiores. Así que echaron mano de lo que creían era una fuente inacabable de sacos de boxeo —eso era lo que creían. Si los jóvenes sureños pensaban que hallarían blancos fáciles entre los hombres a quienes esclavizaban, estaban muy equivocados.

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Hay mucha conjetura acerca de qué tan prolíficos y violentos eran los pleitos en las plantaciones. Hasta cierto punto, no tenía mucho sentido, económicamente, para los dueños de las plantaciones exponer a sus esclavos a peleas brutales que podían, sin duda, dañar a sus esclavos o reducir su capacidad de trabajo. Algunos historiadores han dicho unilateralmente que este tipo de peleas, al estilo de Django Sin Cadenas, nunca sucedieron. Sin embargo, hay relatos anecdóticos de pleitos entre esclavos, de peleas en las que los esclavos estaban obligados a pelear entre ellos hasta la muerte a cambio de la promesa de libertad. Estos relatos quizá no tengan fundamento, pero eso no quiere decir que no sucedieron. Después de todo, era contraproducente para los esclavistas promover estas peleas en cualquier tipo de publicación, y tampoco habría sido inteligente redactar reportes de este tipo de combates porque podían caer en manos de los abolicionistas.

Desch Obi reconoce que había dos tipos de competencias en el Sur previo a la Guerra Civil: pletios entre esclavos de la misma plantación por "diversión" y pelitos entre esclavos de distintas plantaciones para apostar. Según el relato de Henry Bibb, ex esclavo convertido en abolicionista, las peleas no eran del estilo del pugilismo inglés, sino en el estilo del Kicking and Knocking, y reducían así, hasta cierto punto, el daño que soportaba cada participante. Es indudable que los esclavos boxearon y lucharon entre ellos, pero dadas las circunstancias, no es probable que hayan peleado hasta la muerte, o hasta la mutilación, el desfiguro. Pero los esclavos africanos sin duda peleaban entre ellos y con frecuencia peleaban contra hombres lancos. Algunas veces, peleaban justamente contra los hombres que lo esclavizaban.

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Los esclavos que sí practicaban el pugilismo al estilo inglés, en especial a finales del siglo dieciocho y principios del siglo diecinueve, quizá hayan tenido más oportunidad de cambiar sus circunstancias, pero Estados Unidos, incluso en el norte, no era el sitio ideal para que exhibieran sus talentos. Como dijimos en el artículo de la semana pasada acerca de los inmigrantes irlandeses, judíos y africanos en Inglaterra tenían oportunidades de pelear y de forjarse una carrera en Gran Bretaña, y entonces los pocos pugilistas afroamericanos que tuvieron éxito en Estados Unidos, hallaron el modo de irse a Inglaterra. Bill Richmond y Tom Molineaux nacieron en la esclavitud y después de conseguir su libertad, se mudaron a Nueva York y luego a Inglaterra. No queda claro cómo es que ambos hombres pasaron de ser esclavos a ser hombres libres, pero la conjetura es que se lo ganaron a través de sus logros pugilísticos. Richmond era hombre libre antes de que lo empleara el Duque de Northumberland y viajara a Inglaterra con su nuevo patrón a trabajar por su cuenta como ebanista y boxeador. Existen leyendas, completamente carentes de sustento y embellecidas con el paso del tiempo, que dicen que Molineaux ganó su libertad después de que su dueño ganó 100,000 dólares en una apuesta a favor de Molineaux; una versión de esto podría ser verdadera. La conclusión más importante de estas dos historias es que tanto Richmond como Molineaux, no obstante su dominio como pugilistas en Estados Unidos, en cuanto tuvieron la oportunidad, se mudaron a Inglaterra para tener una mejor vida. Aún cuando hombres y mujeres eran técnicamente libres en Estados Unidos, sus vidas seguían siendo duras y estaban atravesadas por el racismo y el odio en el país que ni ellos, ni sus ancestros, habían elegido para sí.

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Los boxeadores africanos no fueron los únicos en embarcarse hacia Inglaterra. Los pugilistas americanos blancos también vieron en Inglaterra un destino preeminente para los aspirantes a campeones, y su partida junto con los peleadores africanos, dejaron a los Estados Unidos con muy poco talento. Mientras tanto, los hombres y mujeres todavía esclavizados en el Sur buscaron crear sus propias tradiciones de pelea, entresacadas de las costumbres de sus ancestros. Los deportes de combate en las poblaciones esclavizadas de Estados Unidos funcionaban como ritual, como una puesta en escena, y como una instancia de hermandad comunitaria. La continuación de las tradiciones africanas en sus circunstancias terribles y difíciles permitió que hombres y mujeres recordaran su historia mediante la canción, el baile y el deporte.

Ciertos deportes de combate en el Sur, eran, cosa curiosa, más una creación de formas nuevas y brutales, como el Rough and Tumble o el Kicking and Knocking, y en cambio, el Norte era el epicentro del pugilismo. A pesar del entrenamiento del caballero sureño, las peleas en su parte del mundo no eran un reflejo de la cultural inglesa sino, más bien, de una mezcla fluida de estilos que reflejaban a los hombres que las practicaban. El Rough and Tumble era para los pobres, para los cazadores y los labradores que no tenían ningún reparo en arriesgar su apariencia, y en el Kicking and Knocking era dominio del esclavo africano que intentaba mantener algún tipo de continuidad cultural no obstante sus circunstancias en este nuevo y extraño país que los necesitaba y los maltrataba.

Como sucede con cualquier grupo de personas que ha practicado artes marciales a lo largo de la historia, los deportes de contacto sirven como medio de protección cuando el o la persona se halla en una situación complicada. Muchos esclavos africanos echaron mano de su entrenamiento cuando enfrentaron las atrocidades que se perpetraban sobre de ellos o sobre sus familiares. Las historias de esclavos peleando contra capataces agresivos abundan en la narrativa de esclavos aunque, como dice Desch Obi, "dada la naturaleza opresiva de la esclavitud racial, pocos podían responder de este modo a cada insulto"; muchos esclavos simplemente trazaban "una línea cuando se trataba de violencia física".

Las mujeres esclavizadas con frecuencia echaban mano de sus concimientos de artes marciales para defenderse de los ataques sexuales. Las esclavas practicaban lucha como parte de los rituales y las puestas en escena, y esas técnicas eran aprovechadas cuando enfrentaban intentos de violación o brutalidad. Silvia Dubois, una mujer africana cuya dueña la atacaba de manera rutinaria, se vengó golpeándola de manera tan brutal que los blancos que la vieron quedaron tan pasmados que Silvia logró escapar de su opresor.

Los resultados de la esclavitud son vastísimos y han tenido un impacto duradero e insidioso en la cultura norteamericana actual. Existe una tendencia a pensar que la esclavitud consistió en la completa deshumanización de los esclavizados, pero esa idea es equívoca porque no reconoce las comunidades que, por el trauma y la necesidad, crea la gente para retener su humanidad. Compartir tradiciones y costumbres, por encima de las divisiones étincas y a lo largo de generaciones fue como la población de esclavos africanos en el Sur retuvo su ser, tanto colectivo como individual. El trauma colectivo de la esclavitud generó la necesidad de que las artes marciales africanas persistieran y crecieran y hoy muchos de los estilos de artes marciales practicados en Estados Unidos y en el extranjero retienen elementos de las tradiciones surgidas en la esclavitud aunque no reciben el crédito debido. Con frecuencia equiparamos los deportes de combate a la tradición europea o asiática, e ignoramos la vasta historia de las artes marciales entre la gente, incluso entre aquellos que estaban subyugados y victimizados.

Los deportes de combate existen, actual e históricamente, en cada cultura, superan las barreras de la raza, la religión y el género, pero no debemos olvidar el legado de tantas artes marciales que surgieron de la necesidad y que fueron creadas a partir de la sangre y el sudor y la vida de aquellos que estuvieron aquí antes que nosotros.