Cuando el Juego 7 de la Serie Mundial dio inicio, Wayne Williams no se encontraba frente al televisor de su casa en Carolina del Norte. Había atravesado varios kilómetros para llegar a Indiana y escuchar el partido en la radio. Hace muchos años, Wayne le había prometido a su padre que estaría ahí con él."Siempre se lo comenté a mis hijos", Williams declaró para WTHR. "Les comenté lo que le había dicho a mi papá; habíamos hecho un pacto. Cuando los Cubs llegaran a la Serie Mundial, nos prometimos que escucharíamos juntos todos los juegos".Y así fue. Se dio cita en el lugar donde dijo que estaría, mientras los Cubs se acercaban a su primer título de Serie Mundial en 108 años, sentado en una silla para acampar, y de la cual colgaba y ondeaba la característica bandera con la "W" de la victoria.Pero el padre de Williams no estaba ahí; había muerto en 1980 a los 53 años. Williams acompañó a su padre en el Cementerio de Greenwood, ahí a un lado de su tumba. Las rejas estaban abiertas, Williams condujo hasta su interior, y prendió la radio.Su padre era un ávido seguidor de los Cubs."El año 69 le rompió el corazón", dijo. "Si no hubiese muerto, esto lo habría puesto muy contento. Nunca olvidaré el día que dijo al inicio de la temporada, un año que no recuerdo, 'Este será nuestro año. Vamos a estar en .500'".Ahora los Cubs han sobrepasado todas las esperanzas y expectativas. Son los campeones mundiales. Williams mantuvo su promesa, sentado ahí, escuchando, incluso cuando su padre, como asegura, no habría sido tan paciente."Conociéndolo bien, para nada" comentó. "Era una persona muy inquieta".[WTHR]
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