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Cultură

“Se te ha caído algo, la sonrisa”: así es trabajar captando socios para una ONG

Si hay algo que dé más rabia que aguantar que te aborde por la calle el captador de una ONG es ser ese captador.

Esa sensación. La mayoría de vosotros sabéis a qué me refiero. El paso se acelera, las pulsaciones se disparan y la mirada se fija en algún punto recóndito. El horizonte, el suelo tal vez. Lo que sea con tal de que no intercepten tu mirada. Si lo hacen, estás perdido. Un "se te ha caído algo", "un minuto por favor" o incluso un simple gesto pueden hacer que tus pasos se frenen en seco y pases los siguientes cinco minutos excusándote por ser un mal ciudadano.

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Porque a todos nos ha parado un "solidario del FNAC" —así los llamamos en Madrid— alguna vez en la calle pero, ¿qué pasaría si estuvieses en el otro lado? ¿Y si fueses tú la persona que, armada con un chaleco y una carpeta, se dedicara a parar al personal?

"Vamos por la calle del Carmen, que ahí no hay solidarios", solía ser mi frase predilecta cuando tenía que cruzar desde Callao hasta Sol. Eso fue antes de saber que se les llama "captadores". Antes de ponerme en el camino de algún ciudadano honrado para pararle. Y, por supuesto, antes de que saber que, en algunas ocasiones, esas personas que te paran te odian tanto como tú a ellas.

Pero a veces la vida precaria y la imposibilidad de encontrar trabajo nos lleva por caminos insospechados. Así acabé en una entrevista grupal para una de las muchas empresas de marketing que trabajan de forma "completamente altruista" para las ONG que nos paran cada día en la calle.

Porque la mayoría de estas organizaciones, a excepción de algunas como Acnur o Greenpeace, se dedican a contratar empresas para que les gestionen la captación de socios, algo llamado campañas face-to-face. Aquí es donde entré yo.

Lo venden como un trabajo de cuatro horas diarias (que acabarán siendo el doble, más fines de semana, si quieres llegar al mínimo mensual de socios), ideal para personas extrovertidas y comprometidas con la causa, o eso dicen.

El primer día es en el que uno se da cuenta de que ha pasado a formar parte de aquello que siempre ha criticado. Poco a poco notas los roles de los distintos captadores. Están los que ligan para hacerse un socio. Los dulces que te piden un "minutito" de tu ajetreada vida para una causa noble. Los agresivos, que te culpan de cada animal que se extingue en el planeta. Y por supuesto, los ingeniosos, aquellos que te paran con una frase genial e infalible del tipo "perdona, se te ha caído… la sonrisa, ja ja".

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Admito mi culpa como parte del problema y con vergüenza confieso que yo estaba dentro de este último grupo. ¿La razón? La mayor parte de las veces no es por lo que la gente cree. No intento sacarte una sonrisa a ti. Intento entretenerme yo. Seamos sinceros, cuando llevas más de 100 personas paradas en una tarde, puedes comenzar a tener síntomas de algo, de algo chungo. Al final, buscas alguna forma de no volverte loco y poder comunicarte.

- El chiquillo que está mandando un guasap, ¿me regalas un minuto?

Os sorprendería cuántas veces algo tan tonto hace que la gente se pare. El chaval frena, se reconoce en la afirmación y sonríe.

- Venga, pero solo un minuto, que llego tarde.

Ahí llega el momento del discurso. Puede ser sobre los refugiados de una guerra, las familias españolas en el umbral de la pobreza, el riesgo de que sigamos contaminando el planeta, etc. A veces, incluso, puede ser sobre varias. Eso es lo que ocurría en la empresa para la que trabajaba. Al estar vinculados con varias ONG, había varios discursos. A veces, se captaba con una organización por la mañana y con otra por la tarde. Peto rojo ahora, peto verde después.

El batiburrillo que se forma en tu cabeza si eres una persona tan despistada como yo puede llevarte a parar a alguien diciendo si tiene un minuto para salvar a las ballenas mientras llevas el chaleco, varias tallas más grande, de una fundación que no tiene nada que ver con los cetáceos.

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Desde que comenzó la crisis los socios han crecido un 36%

Lo mejor es que mucha gente ni siquiera te estará escuchando, así que es muy probable que no lo noten. Tampoco las historias que te cuenta la gente acabarán haciendo mella en ti.

"No dejes que te capten", es una de las primeras premisas que te hacen aprender. Por muy pobre o en el paro que te diga la gente que está, no les creas, será un truco para no compartir la miseria que ganan con la ONG. ¿Pero cuánto se llevan estas organizaciones de lo que aporta mensualmente cada socio? Eso es algo difícil de saber.

Según "La realidad del socio", un estudio de la Asociación Española de Fundraising dedicada a controlar la actividad de estas ONG en la calle, desde que comenzó la crisis los socios han crecido un 36%. En este estudio también se puede saber si son más solidarios los hombres o las mujeres, las personas con o sin estudios e incluso cuál es la media de años que pasarán colaborando, aunque ni rastro de cuánto se destina a la salvación de las ballenas.

Pero para los curritos, a medida que va pasando el tiempo las cuestiones macroeconómicas pasan a un segundo plano y solo importa llegar al mínimo de socios (aunque sea a cuenta de hacer de la ONG a todos los miembros de tu familia) y tener alguna historia graciosa o extraña que contar a tus amigos al final del día.

Una mujer explicó a un captador de Malasaña que "a los niños de esos países árabes no hay que darles de comer que luego vienen a España a poner bombas"

Como la de la señora que contestó a una captadora que claro que sabía de qué le estaban hablando pero que ella los regalos de la comunión de su niña ya los había comprado en otra tienda. O cuando una mujer explicó a un captador de Malasaña que "a los niños de esos países árabes no hay que darles de comer que luego vienen a España a poner bombas". O historias más conspiranoicas, como un hombre llamó "iluminati" y "masones" a los solidarios de Acnur. O mi favorita: la de una captadora de Médicos sin Fronteras a la que, en una ocasión, un hombre le dijo que en el Vaticano, controlado por la KGB y los sionistas, vivía el anticristo, y que la Virgen no quería que las chicas llevásemos faldas por encima de la rodilla.

A veces, las anécdotas más raras no surgen de los ciudadanos, sino de los propios captadores. ¿Os suena esa historia sobre Hello Kitty y Bob Esponja peleándose en plena Puerta del Sol? Pues los captadores de distintas ONG también se pelean. Y tienen sus estrategias. La primera organización que llegue al lugar se lo queda. Eso sí, cuidado con las paradas de una hora para beber la cerveza o fumar el canuto pertinente, podrías perder el lugar. Algunos captadores llegan hasta a hacer bullying a la competencia parando a cada persona que pare el contrario. Imagínate en medio de esa guerra…

Y eso que, en España, las principales ONG como Aldeas Infantiles o Acción contra el hambre entre otras, han elaborado un Código de Buenas Prácticas, según el cual los problemas entre distintas organizaciones han de resolverse pacíficamente. Claro que el reglamento también dice que "En las aceras hay espacio suficiente para la ubicación de los fundraisers sin causar molestias a los viandantes", pero seguro que más de uno ha tenido que esquivar solidarios.

La diferencia es que mientras hace unos años en Madrid solo había que evitarlos en la puerta del FNAC, en la actualidad se encuentran por todas partes. A la entrada del Corte Inglés. A la salida del metro. Incluso en manifestaciones. El motivo es fácil de averiguar si tienes la paciencia de escuchar a algún captador hasta el final. La crisis nos ha tocado a todos. La cooperación es ahora una tarea mucho más difícil dado que no se destinan tantos fondos a las ONG. Pero bueno, no te preocupes, porque cuantos más seamos más podremos hacer para cambiar el mundo. Qué, ¿te animas a colaborar?