Cómo desenmascaré a un pedófilo en un chat de chicas anoréxicas

FYI.

This story is over 5 years old.

Actualidad

Cómo desenmascaré a un pedófilo en un chat de chicas anoréxicas

Algunos pedófilos utilizan blogs y foros pro-ana para cazar adolescentes con poca autoestima.

La semana pasada, mientras investigaba para un artículo, di con un grupo de Whatsapp pro-ana. Básicamente, se trata de un foro social para mujeres jóvenes entregadas a la anorexia y que abrazan esta patología como estilo de vida, más que como la enfermedad mortal que puede llegar a ser. Pese a lo duro que fue ver cómo estas adolescentes se animaban unas a otras a perder peso, lo más perturbador de la experiencia no fue el foro en sí.

Publicidad

El blog suizo Skinnylicious es otra plataforma social pro-ana, una especie de paraíso para chicas que sueñan con ser anoréxicas que cuenta con lo que denominan "mercado de gemelas", en el que publican anuncios para encontrar a otras chicas que usen la misma talla que ellas. En medio de todos aquellos mensajes, hubo uno que me llamó la atención especialmente: el de alguien que decía ser un " coach pro-ana".

"¿Quieres perder peso?", rezaba el anuncio. "¿Quedarte muy flaca y no solo delgada? Puedo ayudarte".

El autor del anuncio se autodenominaba coach pro-ana profesional y ponía al servicio de sus clientas todos sus años de experiencia "de forma totalmente altruista". A continuación incluía su teléfono, indicando a las chicas que solo deberían usarlo si se iban a tomar muy en serio lo de perder peso. Movida por el interés sobre las cruda realidad de la comunidad pro-ana, decidí contactar con él por Whatsapp.

Le confesé a mi nuevo coach que quería ser anoréxica, que tenía 15 años y que estaba dispuesta a llegar donde fuera para conseguirlo. No transcurrió ni un día hasta que "Andrée", el pseudónimo con el que se presentó, respondiera a mi mensaje. Le pregunté qué peso consideraba que era el ideal para mí, a lo que respondió que, para poder determinarlo, primero tendría que ver una foto de mí en ropa interior. Todas las alarmas saltaron en mi mente.

Andrée me había dicho que tenía 25 años. ¿Un adulto que quiere ayudar a niñas de 15 años a ser anoréxicas y que necesita fotos íntimas para ello? Decidí seguirle el juego y le envié al " coach" algunas fotos que encontré por internet. Una de ellas era de una chica muy joven y muy delgada que prácticamente no necesitaba el sujetador que llevaba. Al parecer, a Andrée le gustó lo que vio y accedió a ofrecer su asesoramiento no sin antes presentar sus condiciones.

Publicidad

Casi no podía creer lo que mis ojos estaban leyendo. Aquel demente me estaba pidiendo que me degradara sexualmente para llegar a ser anoréxica. La situación era tan absurda y sus intenciones tan descaradamente perversas que me puse enferma de pensarlo. Este hombre se dedicaba a navegar por internet en busca de chicas vulnerables a las que engatusar, muchas de las cuales ya sufrían la carga de la depresión y los trastornos alimentarios.

Anteriormente ya había pasado una semana en otra comunidad pro-ana en línea para redactar otro artículo, por lo que conocía de primera mano lo mucho que estas chicas se aborrecen. Por lo general, necesitan que les recuerden a diario lo gordas y despreciables que son. Y este individuo utilizaba una enfermedad muy grave para su propio beneficio, es decir, para obtener fotos de chicas menores de edad.

Me recompuse y decidí que iba a llevar aquello todavía más lejos. Finalmente, Andrée quiso hablar conmigo por teléfono. Puse mi voz más infantil y procuré contestar con respuestas breves.

¿Había entendido que quería que nuestros intercambios fueran íntimos? Le dije que sí. A continuación dijo, "Tengo que asegurarme de que eres lo suficientemente madura para recibir mi asesoramiento. Te voy a hacer unas preguntas y luego te encomendaré unas tareas que deberás cumplir".

Me preguntó cuándo había perdido la virginidad, si me masturbaba y si alguna vez había practicado sexo anal. Balbuceé las respuestas mientras notaba cómo se me revolvía el estómago e intentaba no explotar de pura rabia. Cuando terminó nuestra conversación, me envió las tareas que debía realizar.

Publicidad

Le había dado las respuestas que quería oír. Después llamé inmediatamente a la policía. Cuando volví a entrar en la página en la que había visto su anuncio, quedé horrorizada al ver que no era el único. Estaba tan centrada en encontrar grupos pro-ana que se me habían pasado por alto las docenas de anuncios de coaches que había en la página. Era como si los pedófilos del mundo hubieran encontrado una nueva forma de acceder a adolescentes inestables psicológicamente.

Si bien todos los anuncios de gemelas pro-ana y los grupos de Whatsapp parecían escritos y publicados por chicas, todos los coaches o bien decían ser hombres mayores de 20 años o no especificaban nada sobre su identidad.

Multitud de preguntas se agolparon en mi mente, y la respuesta a todas ellas era un rotundo y horrible "sí". ¿Estaban esos pedófilos utilizando las páginas pro-ana para cazar adolescentes con poca autoestima? Eso parecía, desde luego. ¿Les atraían más los cuerpos huesudos y delgados de las adolescentes anoréxicas? Nuevamente, todo apuntaba a que sí. Entretanto, mi asesor personal volvió a ponerse en contacto conmigo. Al parecer, no podía esperar más por los vídeos de mis desnudos que me había exigido.

Esta última exigencia me dejó atónita. "Pupila". De repente, aquel cerdo quería pasar de coach a ser mi profesor y amo. Me inventé una excusa para escaquearme de su desafío del lavabo y así evitar exponerme demasiado, pero Andrée se había obsesionado tanto con mi personaje ficticio de 15 años que pensó que podría tentarme para celebrar una sesión de coaching real.

Publicidad

Me explicó que sus sesiones resultarían más efectivas si iba a visitarlo a Frankfurt, y recalcó que yo tendría que trabajar muy duro para ser anoréxica y que era preciso que me degradara sexualmente. Se había retratado. No quería ni imaginar que una chica de 15 años desesperada por perder peso podría acceder a visitar a aquel pervertido en una ciudad desconocida.

Aquella tarde, escribí un mensaje a la policía alemana, informándoles sobre mi blog, el experimento que tenía entre manos y sobre Andrée. Sé que hay muchos más Andrées y muchos más blogs por el estilo.

Los peligros de estos foros pro-ana siempre han sido muy apremiantes y reales, pero quizá el motivo de preocupación deba ir más allá de los trastornos alimentarios que estas chicas sufren.

En el momento de escribir este artículo, la policía alemana ha contactado con la Interpol y el caso está siendo investigado en el ámbito internacional.

Este artículo apareció originalmente en VICE Alpes.

Traducción por Mario Abad.