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Ray-Ban Envision

“El animal que yo llevo dentro”

Don the Tiger (Adrián de Alfonso) sabe de la vida, tú no.

Ray-Ban Envision es una serie de entrevistas, portfolios y artículos con, de y sobre la gente creativa que nos hace sentir perezosos. Algunos son fotógrafos, otros periodistas o artistas, pero si algo les une es que cada uno ha conseguido destacar en su disciplina o industria mediante una visión creativa singular. Y eso merece ser celebrado.

Foto de Adrià Cañameras Conocí a Adrián hace tiempo y siempre ha estado metido en proyectos musicales, ya sea Veracruz, Bèstia Ferida o su proyecto en solitario Don the Tiger. Es que Adrián de Alfonso lleva años, incluso siglos, generando un sonido tan denso, cortante y sangriento que algún día toda esta sangría hará que la existencia desaparezca y toda lo acontecido en el universo haya sido un mero suspiro de luz.  En fin, es la sensación que me ha dado al hacerle esta entrevista, a parte de haberme enamorado de un hombre por primera vez. VICE: Buenas Adrián, ¿dónde estás viviendo ahora?
Adrián AKA Don the Tiger: Buenas, chaval. De momento sigo en Berlín, en la misma habitación que me pillé nada más llegar. Es un cuarto piso sin ascensor (como casi todos aquí) y tiene vistas sobre un parque en el que los niños turcos y rusos se reparten el maíz para dárselo a los cuervos. Se está muy bien la verdad. ¿Cómo pasaste de Veracruz a bandas como Dnsr Trn, Homenatges, Don The Tiger y Bèstia Ferida?
En Veracruz desbarrábamos todos. Cada uno a su manera. Y precisamente aquella era la gracia: nuestras direcciones se atraían y se repelían, pero nunca acababan de encajar. Otra cosa que no creo que vuelva a pasarme es tocar con gente que no sepa que la quinta cuerda de una guitarra (o la tercera de un bajo) es un La. Algo que nunca me importó lo más mínimo, por otra parte. Todo cambió tras conocer a Arnau Sala (The Cheese, Les Aus, Ex-Con, Vactor). Empezamos a vernos en el antiguo Benidorm, donde Arnau pinchaba a todos aquellos grupos histéricos de los que nadie más me había hablado hasta entonces, cosas como Antioch Arrow, Get Hustle, Men’s Recovery Project o Tarot Bolero. Nos tajábamos noche sí, noche también, acabando siempre en su casa y creyéndonos los reyes del mambo. Le debe pasar a mucha gente: te emocionas y empiezas a torcerte drásticamente el futuro. Don the Tiger es lo que llevo haciendo desde que soy adolescente. No soy consciente del día en que empecé a llamar así a mi proyecto en solitario, pero debo llevar unos 20 años grabando cintas a dolor. El tuyo es un trabajo sobretodo de montaje en casa, de ir grabando y mezclando capas de instrumentos y feedback. De hecho el disco de Don The Tiger lo hiciste en una habitación en Berlín, ¿no?
Lo hice en la habitación desde la que te explico todo esto, de cara a la pared, con un interface de mierda de dos canales, un micro abollado, un bajo partido, mi guitarra tuneada y los restos de las grabaciones de adolescencia que tenía en mi ordenador. ¿Utilizaste grabaciones que tenías hechas desde tu adolescencia?
Durante la adolescencia no paré de grabar cintas en casa de mis padres (todavía guardo una bolsa con 60 o así). Un buen día decidí volcar al ordenador los fragmentos que más recordaba. Les ponía nombres tan bochornosos como “tanguillo de redoblón” o “suave y desvencijada” para que fueran fácilmente localizables. Lo que más me gustaba lo pasaba a discos duros, pero la mayoría de las “canciones” se quedaban perdidas en el ordenador. Jodido, porque entraron dos veces a mangar en mi casa y las dos veces me dejaron sin ordenador, por lo que sólo sobrevivió lo que quedó en los discos duros. Una especie de criba involuntaria que en realidad me facilitó mucho las cosas a la hora de hacer “Varadero”. ¿Cuál es tu visión particular de la música?
No sé si entiendo esta pregunta, pero mi visión musical favorita sería un especie de páramo en el que los ritmos trabajan a destiempo y hacen que el suelo tiemble. El páramo tendría una orografía accidentada, y el cielo sería negro como la pez. El suelo sería naranja y polvoriento y los oasis serían mudos. Menuda chorrada. Has estado muy metido en historias de improvisación y experimentación, ¿qué hay de eso en Varadero?
Lo único improvisado de “Varadero” son algunas de las muestras que te comentaba antes. Aunque si eres literal, toda la música proviene de la improvisación. Sólo que algunas cosas las registramos y luego somos capaces de repetirlas. “Experimentación” también es una palabra ambigua. Por no decir que es un término bastante repugnante. Pero sí, si así lo entiendes mejor, Varadero es una serie de canciones tarareables y más o menos dramáticas con injertos de ruido y experimentación. También recurres a géneros clásicos como el blues, el tango y el bolero…¿de dónde salen esas influencias?
Esas influencias salen de lo que llevo escuchando desde la primera vez que besé a alguien que me molaba. Cualquiera que continúe por ese camino pasará por ahí, irremediablemente. Y no disimules. Tu disco no tiene mucho que ver con lo que está saliendo actualmente, ¿Qué es lo que hace de tu música algo único?
Eso es raro, porque precisamente estos dos últimos años han sido, quizás, los que más al loro he estado de lo que se cocía por los mundos de dios en cuestión musical. Lo que me hace único debe ser que dejo vía libre al asalvajado que llevo dentro. Como cantaba Battiato en “El animal”: “el animal que yo llevo dentro (…) me roba todo, hasta el café (…) me vuelve esclavo de mis pasiones”. Todo el mundo tiene uno así corriendo por las entrañas, pero se estila mucho lo de ponerle barreras. Digamos que me gusta ese animal, le dejo hacer. Y si precisamente me mola ese animal es porque se parece a mí.

Ray-Ban Envision Series escoge a la gente que son más fieles a su visión única del mundo, y que la persiguen a toda costa. Si tu también tienes una visión, sea artística o personal, compártelo a través de https://www.ray-ban.com/spain/neverhide/envision/register, y Ray-Ban podrá hacerlo realidad.