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Bangkok sigue en crisis

En la víspera de las elecciones generales de Tailandia, se desató un tiroteo entre los simpatizantes del gobierno y sus detractores. Hubo disparos, explosivos caseros y rifles de asalto.

Fotos por Adam Gnych.

En la víspera de las elecciones generales de Tailandia, se desató, no muy lejos del centro de la ciudad, un tiroteo entre los simpatizantes del gobierno y sus detractores. Hubo disparos, explosivos caseros y rifles de asalto. Fue, con diferencia, el episodio más violento en la serie de manifestaciones que se han producido durante los últimos meses en Bangkok.

Por allí también andaba la policía (que hizo muy poco), el ejército (que hizo menos) y la prensa internacional (incluido el fotoperiodista estadounidense James Natchwey, quien recibió un balazo en la pierna). Para muchos fue el inicio de una nueva etapa del conflicto. Tal vez un regreso a los niveles de violencia vistos en 2010, cuando murieron decenas de  personas.

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Pero se equivocaron. El día de las elecciones, la violencia que se había pronosticado nunca sucedió y la jornada fue relativamente tranquila. Y sí, en Bangkok "relativamente tranquila" significa que hubo disparos y que mucha gente se quedó sin votar por las protestas contra el gobierno, pero no fue la orgía de violencia que se esperaba.

El día anterior a las elecciones, los incidentes ocurrieron cerca de un centro comercial, en el distrito Lak Si. Un grupo de manifestantes acampó cerca de un centro de distribución de papeletas electorales para interrumpir la votación. Los manifestantes contrarios al gobierno montaron una barricada con camiones, autobuses y llantas para bloquear el paso, mientras avisaban a los periodistas de que el ataque de los camisas rojas (los seguidores del gobierno) podía producirse en cualquier momento.

A unos minutos de allí, los camisas rojas habían concluido sus charlas y se preparaban para marchar contra sus adversarios. Iban vestidos de blanco para que la situación fuera más confusa y entonaban cánticos y alzaban palos. Pero como eran muy pocos, la policía, que está del lado del gobierno y de sus simpatizantes, los convenció para que se marcharan.

Sin embargo, cuando parecía que la situación estaba calmada, un coche que pasaba por allí fue atacado por los camisas rojas, quienes lo golpearon con palos y rompieron el parabrisas antes de que pudiera escapar. Después lanzaron dos bengalas y la multitud se dispersó.

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Poco después, la situación era realmente horrible. El fotoperiodista Adam Gynch, que había seguido la marcha de los camisas rojas, pasó horas escondido debido a los disparos. "Después de que atacaran al coche, un grupo de PDRC (anti-gobierno) apareció en un camión y se enfrentó a los camisas rojas. Salieron de la nada y de pronto estaban detrás nuestro. Nos pillaron por sorpresa," explica.

"La situación era muy tensa y esperábamos que se produjera un enfrentamiento", continua Gynch, "pero durante 15 minutos no pasó nada. Alguien intentaba calmar a la gente con un megáfono, pero le lanzaron una piedra y una bengala y la violencia aumentó. No sabría decir quién lanzó la primera piedra".

Más tarde, los únicos que quedaban en el lugar eran los manifestantes más rudos, con pasamontañas y cascos. "Hubo mucho más fuego", dice Gynch. "Vi que tenían armas y disparaban en dirección a los camisas rojas. También usaban bolsas para esconder las armas, probablemente para que la prensa no las viera. Cuando creíamos que la situación se había calmado un poco, vimos una zona que parecía más segura. Corrimos para cubrirnos, pero empezaron a dispararnos".

Parece que Gynch no fue el único periodista atrapado en la batalla. "Logramos encontrar una especie de pueblecito cerca de donde nos escondimos y allí había otros periodistas buscando refugio," dijo. "Los locales estaban escondidos en sus casas. Un anciano que estaba agachado con su esposa y sus tres perros, me miró y me dijo en un inglés macarrónico: 'Esto es como Siria'. Poco después de eso llegó otro fotógrafo y gritó, '¡Corred!',y todos corrimos a escondernos en un callejón".

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Gynch explica que no sabía quién estaba disparando. "Cuando pudimos, huimos y llegamos a un puente. Allí intentamos decirle con señas a los del PDRC que éramos prensa. Justo en ese momento, una niña se acercó dando saltitos como si no se diera cuenta de lo que pasaba a su alrededor".

"El tiroteo empezó como a media tarde y no terminó hasta que anocheció. Pensaba que se producirían más incidentes durante la noche y también que durante el día de las elecciones pero, por alguna razón, eso nunca pasó".

De hecho, la votación se llevó a cabo pacíficamente en el 90% de los centros de votación. Eso no quiere decir que la crisis política de Tailandia haya terminado; la oposición está dispuesta a conseguir la nulidad de la elección. Su lucha por terminar con el gobierno actual, al que considera corrupto, continúa. Y mientras lo haga, también lo hará el caos en las calles de Bangkok.

Sigue a George en Twitter: @georgehenton