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Cultură

Lo de Paul Refsdal es periodismo de guerra y lo demás son tonterías

Paul Refsdal (Oslo, 1963) lleva más de 25 años cubriendo conflictos armados desde el “otro” lado. En 1998 fue herido durante una emboscada en Kosovo y en 2009 fue secuestrado por los talibán.

Paul Refsdal (Oslo, 1963) lleva más de 25 años cubriendo conflictos armados desde el “otro” lado. En 1998 fue herido durante una emboscada en Kosovo y en 2009 fue secuestrado por los talibán. También consiguió unas imágenes de los talibán que rompían con los patrones de la propaganda mediática: los grabó combatiendo, pero también descansando, bromeando, jugando con sus hijos…

Vice: ¿Cómo y por qué se “empotró” con los talibán?
Paul Refsdal: Llevamos nueve años expuestos a una fuerte propaganda anti talibán y sentía curiosidad por saber quién es esta gente. Conocía a Dawran, un comandante de la “vieja escuela” con el que trabajé durante la guerra contra los rusos en los años 80 y aceptó recibirme como su invitado. Quería pasar un mes con ellos. Desgraciadamente, hubo un ataque en el que murieron algunos comandantes y varios de sus hijos así que me tuve que ir a los nueve días.

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¿Le resultó fácil ganarse la confianza de los combatientes?
El primer día me veían como a un extraterrestre pero a partir del segundo empezaron a hacer chistes y a quitarse las máscaras. Al final conseguí mi objetivo que era el de convertirme en un mero observador del día a día de aquel grupo.

Desde ciertos sectores se le ha acusado de “humanizar” a los talibanes.
Si alguien tiene problemas con eso significa que le resulta incómodo aceptar que se lucha contra seres humanos, y no contra demonios. Yo fui con la mente abierta, dispuesto a filmar lo que viera. Resulta paradójico, porque los talibanes no entendían que yo quisiera mostrarlos como personas normales en su día a día en lugar de explotar una imagen de poderosos guerreros. Insistí en que no me importaban las armas que tuvieran y, sobre todo, en que no hicieran ningún ataque para mí, que era lo que hacían los muyaidines en los 80.

¿Quiénes son los talibán?
Yo hablo de lo que vi y creo que se trata de un grupo muy heterogéneo. Los hay fanáticos pero también están los que escuchan música, fuman cigarrillos y se afeitan. Sin ir más lejos, el comandante Dawran creía que las mujeres debían estudiar y nunca realizaba ataques sobre tropas afganas. Más que religiosa, su motivación principal era la de alguien que lucha contra las tropas que han invadido su país. También decía que sentía un profundo desprecio por los americanos, no tanto por la guerra en sí misma sino por lo que él llamaba la “total falta de respeto por la tradición y el Islam, como el registro de mujeres con detectores de metales o entrar en las casas a patadas”.

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Usted refleja a los talibanes charlando, bromeando he incluso jugando pero también los grabó combatiendo, ¿no es así?
En la zona en la que estuve había bombardeos a diario, principalmente desde Predators, pero no les daban importancia. El grupo mantenía una posición sobre una carretera por la que los americanos transportaban suministros y disparaban sobre ellos unas tres veces al día con armamento pesado.

A pesar de la confianza y el aparente respeto mutuo, fue usted secuestrado…
Sí. La Coalición lanzó una ofensiva en la que murieron varios comandantes, así como dos de los hijos de Dawran, por lo que me vi obligado a abandonar el batallón. Omar, un comandante más joven, me dio su número de teléfono y me invitó a su posición. Nos encontramos unas semanas más tarde. Tras andar durante un día entero, alguien que decía ser de Al Qaeda me acusó de espiar para los americanos y dijo que debía matarme. Me dejaron bajo custodia en casa de una familia armada la cual juró protegerme de los secuestradores. Enseguida comprendí que, si me fugaba, su vida correría peligro. Pretendían que el gobierno noruego pagara 500.000 dólares por mí pero logré convencerles de que Oslo nunca se molestaría en pagar el rescate de un periodista “empotrado” con los talibanes. Les convencí de que a lo máximo que podían aspirar era a 20.000 dólares que podía reunir personalmente. Durante aquel proceso pude llamar a un contacto del canal de televisión Al Jazeera, quien comunicó a Dawran que estaba secuestrado. Éste llamó a Omar, quien me liberó inmediatamente por las presiones que recibió tanto de Dawran como del portavoz de los talibanes y de gente de Pakistán.

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Habla usted de Al Qaeda. ¿Cuál cree usted que es exactamente su posición entre los grupos insurgentes locales de Afganistán?
Hay muchos grupos operando, principalmente Al Qaeda, Hizb-e Islami y los talibán. Si bien no creo que haya conflicto entre Al Qaeda y los talibán, tampoco creo que estén luchando juntos. Durante mi secuestro era Al Qaeda, y no los talibán, los que me querían matar.

¿Qué diferencia a los combatientes afganos que luchaban contra los rusos de los que luchan hoy contra las tropas de la Coalición?
Fui a Afganistán con los muyaidines en el 84 y 85, cuando los combatientes afganos eran considerados héroes. Nadaban literalmente en armas hasta el punto de que usaban RPGs (bazooka de fabricación soviética) para cortar leña. Tenían Stingers (misiles tierra-aire norteamericanos) así como el apoyo incondicional de lo medios de prensa occidentales, lo cual ayudó a inclinar la guerra a su favor. Hoy los combatientes afganos están totalmente demonizados por los medios y apenas tienen armas en comparación con los de los 80. A pesar de todo, están haciendo frente a la mayor maquinaria militar del mundo por lo que creo que están mucho más dedicados, quizás por la falta de recursos que mencionaba antes.

Paul Refsdal en Afganistán en 1984

Restrepo, un documental que refleja la vida de un batallón de marines destacado al este de Afganistán, ha obtenido recientemente numerosos galardones internacionales pero, en cambio, su trabajo no parece haber tenido la misma repercusión mediática. ¿Cree que se le ignora deliberadamente porque resulta usted incómodo?
Me parece más llamativo que hayamos tenido que esperar 9 años a ver una visión como ésta de los talibán. Casualmente, nosotros nos encontrábamos a escasos dos kilómetros de la posición donde se rodó Restrepo, y en el mismo momento. No obstante, estoy satisfecho con la difusión que ha tenido mi trabajo porque se ha emitido en las principales cadenas de 14 países. Además, creo que dentro de un año veremos muchas películas como la mía.

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La mayoría de los periodistas cubren la guerra empotrados con las tropas de la coalición pero usted lo hace desde el “otro” lado, ¿por qué?
Todos los movimientos insurgentes son distintos pero coinciden en dos aspectos: tienen menos recursos y, por supuesto, muchísima menos propaganda. Sucedía algo parecido a Afganistán en Perú, donde la “demonización” de Sendero Luminoso era total. Sin embargo, yo mismo fui testigo de numerosas atrocidades a manos del ejército peruano: familias tiroteadas, combatientes cuyas mandíbulas habían sido arrancadas para extraer sus dientes de oro… Si quieres denunciar las atrocidades del ejército necesitas pruebas sólidas mientras que no ocurre lo mismo cuando se trata de denunciar a los grupos insurgentes, sea Sendero Luminoso o los talibán; todo se acepta. Perú y Afganistán son dos ejemplos muy similares de cómo funciona la propaganda de guerra. Se trata del escenario típico de un conflicto armado en el que todo el mundo miente.

Pero el caso es que usted es un ex militar con cuatro años de servicio a sus espaldas. ¿Le han acusado alguna vez de “cambiar de bando”?
Nunca he tenido ningún problema con eso. Los militares incluso me piden que les cuente mi experiencia como rehén. Les interesa porque a ellos también les puede pasar. Además, me agradecen mi feedback porque también les resulta interesante ver con quién están luchando.

¿Cómo ve el futuro de Afganistán a corto plazo? ¿Es tan negro como parece?
Ambos bandos saben que nadie puede ganar esta guerra. Creo que hoy todo el mundo coincide en que la paz en Afganistán pasa por una negociación, un proceso de paz que ha de derivar en un reparto del poder. Las claves de dicha negociación giran en torno a si los talibanes deben ocupar cuatro, cinco, seis o siete ministerios y creo que si hoy hay tantas tropas en Afganistán es para reforzar la posición de cara a una negociación. En definitiva, se lucha para que los talibán consigan cuatro y no siete carteras en el futuro gobierno afgano. Es algo que he visto en otras guerras como en la del Salvador, donde ambos bandos lucharon desde el 93 al 99 por una posición fuerte ante un proceso de negociación. Es muy triste, porque en estos procesos muere mucha gente inocente.

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Sin embargo, se dice que los talibánn están en una posición ventajosa respecto a las fuerzas de ocupación…
Los talibán están “ganando” porque pueden soportar más víctimas. Las tropas de la Coalición han tenido 700 bajas en 2010, ha sido su peor año. La diferencia es que la oposición puede aguantar muchas más. Los talibán de hoy son más realistas, más pragmáticos que los de antes de 2001. No creo que la retirada de las tropas implique que el país caiga en manos de los talibán. Comprenden que no pueden conquistar todo el país, nunca lo hicieron, y creo que se conformarían con controlar sus áreas: Kandahar, Helmand, etc.

¿Cree que periodistas como usted tienen futuro en medio de una crisis que también se está cebando con los medios de información?
En los últimos 10 años la calidad del periodismo de guerra ha caído en picado. Por un lado, hoy son nuestros países los que están en guerra y eso afecta a la objetividad de la información. En segundo lugar, creo que se ha insistido demasiado en la seguridad del periodista hasta el punto de que se espera informar sin correr riesgos. Mucha gente piensa que se puede cubrir una guerra desde la habitación de un hotel y recurrir a periodistas locales de la manera más ruin. Recuerdo que en Chechenia se hablaba de los “chechenos disponibles”, desgraciados a los que se les daba una cámara y 50 dólares. Si volvían vivos, se les daba otros 50 para que siguieran rodando. Si ocurría algo nadie se hacía responsable de ellos…

Menuda mierda.
Sí, pero, a pesar de todo, me siento optimista respecto al futuro de periodistas independientes como yo. No necesitamos asesores de seguridad, ni guardaespaldas, ni coches blindados; nos movemos por cuenta propia y  a menudo conseguimos las mejores historias.

ENTREVISTA DE KARLOS ZURUTUZA
FOTOS DE PAUL REFSDAL

Pincha aqui para ver el trailer del documental. El pasado mes de septiembre Paul publicó su primer y único libro, “El reportero de la guerrilla”.