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Cómo me separé de mi amigo Rasool y por qué tiene que ser liberado de la prisión turca

El periodista de VICE News Mohamed Ismael Rasool sigue detenido en Turquía. Jake Hanrahan, que también fue encarcelado pero ya se encuentra en libertad, relata su experiencia junto a su amigo y compañero.

Tres periodistas de VICE News fueron detenidos en Turquía el pasado 27 de agosto. Se encontraban en el sudeste del país informando sobre el terreno, cuando fueron acusados de colaboración con una organización terrorista una acusación sin ningún fundamento y completamente absurda—.

Si bien tanto Jake Hanrahan como Philip Pendlebury fueron liberados el día 3 de septiembre y ya se encuentran en Gran Bretaña, la plantilla completa de VICE News sigue extremadamente preocupada por la suerte de nuestro tercer compañero, Muhamed Ismael Rasool, quien continúa detenido.

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Esto es un llamamiento a las autoridades turcas para que continúen dando los mismos razonables pasos que dieron con Jake y Philip, y liberen inmediatamente a Rasool.

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"¿Saben qué es lo que más echo de menos?, nos contaba Rasool, tumbado en su colchón, en la esquina de la celda. "Mi cuenta de Pinterest".

Phil y yo estallamos en una carcajada. Allí estábamos los tres falsamente acusados, estirados sobre un colchón rancio, en una prisión antiterrorista turca, y Rasool solo podía pensar en su cuenta de Pinterest. Todavía resultaba más jocoso que lo pronunciara Pe-Interést; de hecho, se resistió a creernos cuando le contamos cual es la pronunciación adecuada.

"Lo digo en serio", continuó. "Tengo todas esas secciones con fotos de comida y con imágenes de los paisajes del mundo que he visitado. Si viajo a Uzbekistán o a cualquier otro sitio para trabajar y veo un árbol hermoso, sé que luego encontraré una foto del mismo y que lo podré incorporar a mi cuenta de Pinterest".

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Rasool adoraba que su perfil de Pinterest estuviera cargado de imágenes hermosas porque es un increíble periodista de investigación. Además de un gran productor y de un mejor traductor. A sus 24 años ha conseguido recorrer Oriente Medio a lo largo y a lo ancho —trabajando para VICE News, Associated Press y Al Jazeera— gracias al uso de sus talentos. Está a punto de terminar una maestría en Relaciones Internacionales y sabe que se expone a no terminarla jamás.

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Por desgracia, es seguidor del club de futbol Arsenal. Pero, a parte de eso, Rasool es un tipo de lo más normal que trabaja duro y que, gracias a su trabajo, dispone de una amplia agenda de contactos. Eso, inexplicablemente, parece ser el motivo de que el gobierno turco lo está acusando ahora mismo de ser algún tipo de "agente". Tal y como nos dijo él mismo aquella tarde desde su colchón mohoso: "No tienen absolutamente ninguna evidencia".

'Sáquenme de aquí, chicos', nos dijo Rasool mientras nos llevaban de allí'

Horas más tarde, yo estaba replegado, imaginando los terribles escenarios que nos iba a deparar el futuro. Estaba tenso. Me mordía las uñas todo el tiempo. Rasool lo advertía. Siempre lo advierte todo.

"Tranquilo, hermano", me dijo. "No hemos hecho nada malo. Nos sacarán de aquí enseguida. Solo somos periodistas que intentan hacer su trabajo".

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Rasool tenía razón. No habíamos hecho nada malo. Y, sin embargo, seguíamos pudriéndonos en una prisión turca antiterrorista de máxima seguridad. Los vigilantes nos contaron mientras entrábamos que se trata de una "prisión del Estado Islámico (EI)". Los grafitis que surcaban las paredes y el eco cacofónico de los gritos de Allahu Akbar (Dios es grande) que recorrían la prisión de noche parecían confirmarlo.

Un semana antes, cuando la policía nos interceptó a la salida de un hotel de Diyarbakir, fuimos acusados de asociación terrorista. Llevábamos unos cuantos días trabajando en el sudeste, informando sobre el conflicto que sigue enfrentando al día de hoy al Estado turco con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La batalla ha cobrado ya centenares de vidas en solo seis semanas. Gran parte de la violencia está siendo orquestada por las juventudes del PKK, el Movimiento de las Juventudes Revolucionarias Patrióticas (YDG-H).

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Antes de ser detenidos ya habíamos presenciado cómo decenas de adolescentes armados hasta los dientes recorrían estridentemente las calles de Cizre. Y habíamos estado también bajo una lluvia de balas en Silopi. Allí, un grupo de jóvenes enmascarados habían intentado darnos una vuelta por las zonas que, presuntamente, están bajo su control. También conocimos a una niña de 13 años que había sido alcanzada por tres balas perdidas en el cuello, las costillas y la espalda, después de que se desataran los enfrentamientos entre el YDG-H y la policía. Como periodistas nos parecía importante informar sobre la espiral de violencia que recorre la zona y sobre cómo los civiles que se han encontrado en medio del fuego cruzado, viven aterrorizados por la situación.

Fuimos detenidos por estar haciendo nuestro trabajo. Y fuimos acusados de manera absurda de ser colaboradores de Estado Islámico —una organización terrorista sobre la que ni siquiera estábamos informando—. Después de cuatro días confinados en una celda de aislamiento bajo custodia policial, un fiscal nos mandó a una sofocante e insalubre prisión de alta seguridad en Adana, a cinco horas de donde estábamos.

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De pronto, sin ningún tipo de aviso previo, nuestra puerta se abre de golpe. Dos vigilantes nos señalan a mí y a Philip y prorrumpen algunas palabras en turco.

"¿Qué están diciendo?", le pregunto a Rasool.

Rasool se queda detenido. Se le descompone la cara. "Ustedes dos ya se pueden ir", me contesta.

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Me llevó un segundo procesarlo. Tanto Phil como yo éramos hombres libres, pero a Rasool lo obligaban a quedarse en prisión. Mi corazón se derrumbó. Era una injusticia. Todo este asunto es una gran injusticia, pero lo de Rasool fue una estocada en el corazón.

"Esperen un segundo", les dijo Phil a los vigilantes. Pero estos no querían saber nada. Teníamos que irnos inmediatamente.

Rodee a Rasool con mis brazos y le prometí que, pasara lo que pasara, lucharíamos hasta que lo liberaran. Phil hizo exactamente lo mismo.

"Sáquenme de aquí, chicos", nos dijo Rasool mientras nos llevaban de allí.

* * *

Phil y yo estamos ahora de vuelta en Gran Bretaña. VICE News tomó cartas en el asunto y logró que nos liberaran sin apenas una sola magulladura. Y si bien estábamos felices de podernos reunir de nuevo con nuestras familias y eternamente agradecidos por volver a casa, seguimos sin poderlo celebrar.

Mohammed Ismael Rasool, nuestro amigo y colega, sigue encerrado en esa prisión en Adana por un crimen que no cometió.