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Cultură

Duarte: No nos vamos a quedar callados

Algunos de los colaboradores de VICE muestran su postura sobre el asedio a periodistas por parte del gobierno.

Foto cortesía de Eduardo Magaña.

El fin de semana una noticia nos golpeó fuertemente: Los cuerpos sin vida de cinco personas —con signos de tortura y violación sexual— fueron encontrados atados de pies y manos en un departamento de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México.

Las víctimas fueron Nadia Vera, activista de 32 años; Yesenia Quiroz, maquillista de 18 años, originaria de Mexicali; Nicole, activista colombiana; Alejandra, trabajadora doméstica de 40 años de edad y el fotoperiodista Rubén Espinosa, de 31 años.

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"Si cualquier cosa nos llega a suceder, responsabilizamos totalmente a Javier Duarte y a todo su gabinete", dijo Nadia Vera hace unos meses. Por otro lado, Rubén Espinosa huyó de Veracruz debido a amenazas por parte del gobierno de Duarte.

Éste es un golpe para el periodismo, pero también para la sociedad. Un periodista asesinado es un ataque contra la libertad de información. Es un mensaje claro que dice: "Si publican algo que me llegue a incomodar, los mato" y eso es inaceptable.

Es una pena que un periodista deba de tener miedo de hacer su trabajo. Afortunadamente, creo que es más el amor que tenemos a este oficio y el trabajo que estamos haciendo es porque queremos cambiar algo.

Parafraseando a Duarte, si "portarse bien" es que nos quedemos callados, entonces creo que el periodismo será muy mal portado. El mensaje de nuestro lado también es claro: seguiremos incomodando.

Alejandro Mendoza, editor de VICE.com

PAUL MEDRANO, PERIODISTA Y AUTOR DE LA COLUMNA 'HIJO DE LA IRA'

Este multihomicidio indigna, sí, pero enfurece aún más. Porque sabemos lo que va a ocurrir: nada. Así ha sido con casi todos los otros 150 mil ejecutados, 42 mil desaparecidos y 250 mil desplazados, perpetrados por la narcopolítica en los últimos diez años en México. No nos queda más que expresar nuestro hartazgo y esperar que el siguiente no sea uno de los nuestros. Parece que este país se ha dividido en dos: víctimas de la narcopolítica y a los que todavía no les toca. Para estos últimos, los primeros sólo son víctimas y narcos.

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EMILIO ESPEJEL, FOTOPERIODISTA

Este hecho me hizo reflexionar sobre mi trabajo y lo que quiero decir con él. La manera en la que estas personas fueron asesinadas demuestra la impunidad en la que nos desenvolvemos como periodistas, es una muestra más de lo fácil que es atentar en este país ante muchas voces inconformes. La realidad es que al final nadie nos respalda, ni la empresa para que llegamos a laborar nos devuelve lo que podemos llegar a perder. A pesar de eso, tenemos que luchar sin miedo desde nuestra trinchera con nuestra voz como arma. Al hacer fotoperiodismo damos nuestra percepción irreal de un suceso que queremos contar, y es esa percepción la que hace temblar a poderes y sistemas corruptos. Rubén, tu percepción de las cosas te llevó a tomar un papel de víctima en este país. La irónica muerte ocasionada por hacer un trabajo digno.

XITLALITL RODRÍGUEZ, EDITORA DE LA REVISTA VICE

El gobierno de Javier Duarte ha asesinado a más periodistas que los que desgraciadamente perecieron en la terrible masacre en las oficinas de Charlie Hebdo y que cimbró al mundo. Parece que los gobiernos sacrifican o directamente ejecutan a los periodistas porque, según Chomsky, ellos intentan "buscar la verdad en asuntos de importancia, romper el torrente de propaganda y engaño que está enraizado en los sistemas de poder y ofrecer los medios para que la gente pueda avanzar en las luchas por la libertad, la justicia y hasta la sobrevivencia frente a las amenazas ominosas". Cuando lo de Charlie Hebdo, Enrique Peña Nieto dio sus condolencias al gobierno francés. Mientras en México encubre los asesinatos a periodistas y estudiantes.

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Tras el feminicidio de Estado perpetrado contra la activista Nadia Vera, del cual ella misma había advertido, así como el asesinato de otras tres mujeres más y del fotoperiodista Rubén Espinosa, y luego de por lo menos quince periodistas asesinados durante su gobierno, es imperativa la dimisión inmediata de Javier Duarte, gobernador de Veracruz y asesino, así como su sometimiento a juicio político. Es necesario que todos los medios del mundo señalen a Javier Duarte como el asesino intelectual de la muerte de todos estos periodistas y no se les deje en el olvido. De igual forma es indispensable un paro nacional de periodistas de todos los periódicos, televisoras, emisoras de radio, revistas de periodismo, cualquier otro medio informativo y la sociedad civil hasta que Duarte dimita. Debido a que el gobierno, responsable de velar por nuestra vida, está matando periodistas, exijamos la renuncia de Duarte. Salgamos de la redacción, de los cuartos de edición, de las habitaciones donde escribimos o del campo de guerra desde donde muchos hacen sus coberturas y tomemos las calles. Los medios tampoco están protegiendo a los periodistas. Éste es el momento. Si no lo hacemos por los que han sido asesinados, nadie lo hará por nosotros.

OCTAVIO CÁRDENAS, PERIODISTA Y COLABORADOR DE VICE

No sé si 14 son muchos o pocos. Podrían ser "nota", pero no impactan más que otras cifras. Al final nos perdemos en los números. Nos indignan pero quizá volteamos la cara para no ver a otras víctimas que no son la nota del día. No creo en revoluciones ni conocí a Rubén Espinosa. ¿Cómo redactar un párrafo que explique lo que significa para mí, para el periodismo mexicano y para todo el país su asesinato? ¿Cómo explicar el largo brazo de un sistema corrupto que lo alcanzó? ¿Cómo sentir algo más que rabia? ¿Qué hacer más allá de alzar la voz?

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ALEJANDRO VELAZCO, PERIODISTA Y AUTOR DE LA COLUMNA 'NO ME HALLO'

No he podido dormir bien las últimas noches. Ese sábado por la mañana revisaba de nuevo las cifras de homicidios en el país, hablan de 164 mil asesinatos en los últimos 10 años pero el gobierno federal presume la reducción a una tasa de 19 por cada 100 mil habitantes, mientras las desapariciones se disparan, en Jalisco hay más de dos mil 500. Qué terrible no poder salir seguro a la calle, ¿no? Más tarde me enteré del asesinato de cinco personas en el DF, entre ellas el fotoperiodista Rubén Espinosa. Qué jodido está todo, ¿cuántos de mis amigos, compañeros y colegas están amenazados? ¿A cuántos más lloraremos? ¿Cuántas marchas más haremos? Cualquier homicidio debe ser gritado, porque detrás de cada uno hay un Estado que no está cumpliendo con su obligación de garantizarnos la seguridad, pero la muerte de un periodista o de un fotógrafo que dedicaba sus días a ventilar lo que unos cuantos no quieren que se sepa, a darle voz a quienes son amenazados, agredidos, despojados, violentados, intimidados, a quienes pese a los problemas se esfuerzan en sobrevivir en un país como este, es un atentado contra toda la sociedad, contra el derecho a estar informados. México es el peor país para la libertad de expresión en América porque también es en el que hay más impunidad y corrupción, y el mensaje de los que mandan es claro. Hoy hay que estar unidos, cada que un colega es asesinado gritamos ¡ya no más! Y así se nos han ido los años. Hay que gritarlo todos los días, en cada trabajo, en cada entrevista, la verdad no se calla matando periodistas.

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EDUARDO MAGAÑA, FOTOPERIODISTA Y COLABORADOR DE VICE

Tener miedo es un constante presente: miedo por un periodista más torturado, miedo por un periodista más asesinado, el mismo miedo que no impide informar y retratar el negro que inunda nuestro tiempo. Debo decir que la inseguridad que persigue al periodismo es la inseguridad de todos, pues si aquellos que se dedican a informar se ven vulnerables, la sociedad entera se ve vulnerable. Lo dijo Duarte: "Sacudiremos el árbol y caerán algunas manzanas podridas" y con esto cae Rubén, Nadia y otros más, el cinismo jamás había estado mejor ilustrado.

ÓSCAR DAVID LÓPEZ, ESCRITOR Y AUTOR DE LA COLUMNA 'GRACIAS POR SU PREFERENCIA SEXUAL'

Los políticos que están sentados en las sillas de México hubieran querido a un Rubén Espinosa sin ojos ni voz como si fuera un muñeco de trapo presidenciable. Pero no. Rubén Espinosa además tuvo pies para huir del mayor represor (no sólo para el pueblo) veracruzano. Rubén Espinosa era por (su) oficio como fotoperiodista perseguido de oficio (hasta el exterminio). No era un ciudadano común y corriente al igual que lo somos todos en este país en que la clase de políticos alzados nos mira como una masa. Rubén Espinosa tenía la cualidad doble de que por un lado provocaba terror al gobierno como por el otro nos revelaba la verdad a través de sus fotografías. Si la fotografía tiene la cualidad de golpear más que la realidad misma, las fotos de Rubén Espinosa nos revelan esa doble moral que invade al estado de Veracruz (aquí su Instagram). Por eso, me parece de novatada que Rodolfo Ríos Garza, procurador General de Justicia del Distrito Federal, nos diga que hay diversas líneas de investigación en torno a la masacre con que fueron asesinados Nadia Vera, Yesenia Quiroz, Alejandra, Nicole y Rubén Espinosa. Para mí, como para muchísimos de mis compañeros que hacemos periodismo en ciernes o con total profesionalismo, no existen líneas de investigación puesto que sólo hay una línea posible y se trata de las palabras de viva voz de Rubén Espinosa, declarando que si pudiera buscarle cara a la muerte, diría que es la del mismo Javier Duarte. No nos hagamos tontos. En este país a todos nos tienen una pistola en la sien. Aquí es el único lugar del mundo donde los vivos, como los muertos, huelen a México.

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RAFAEL CASTILLO, PRODUCTOR DE VICE NEWS

Me cuesta mucho pensar en cómo será regresar a Veracruz después de enterrar a Rubén, como lo hacen algunos que estuvieron ayer en el entierro. En Veracruz tienen más miedo que antes y en la Ciudad de México ya es visible. Yo no lo conocía, pero sí a algunos quienes le llamaban "su amigo" y no cubren viviendo en Veracruz, Michoacán, Quintana Roo, Aguascalientes, Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua. Ahora que está muerto, veo un poco cómo se construye el miedo en la cabeza de otros periodistas que hasta antes se consideraban invulnerables: por vivir en el DF, por trabajar en medios internacionales o por tener una gran credibilidad. Desde el domingo he visto a defensores de libertad de expresión en lágrimas, a fotógrafos que cubren narco no querer hablar, a periodistas indecisos de seguir reportando. Eso es lo que para mí significa esta muerte. El miedo podría ganar.

MELISSA DEL POZO, PERIODISTA Y COLABORADORA DE VICE NEWS

Si, me duele la muerte de Rubén y la de cuatro chicas de las que poco sabemos. Pero me entristece más que seamos los periodistas los únicos preocupados por el tema y eso algunos. No hemos logrado contagiarle a los mexicanos el significado de nuestra labor y en lo que se traduce para ellos, matarnos. No hemos podido y hay que reconocerlo. Tampoco les hemos contado que este oficio es ingrato, que vivimos al día y que lo único seguro que tenemos es la sonrisa de algunos cuando algo de lo que escribimos o fotografiamos trasciende el papel. Espero que la muerte de Rubén, y la de los casi 90 periodistas asesinados en los últimos quince años, nos lleve a la reflexión, nos unifique, nos organice como gremio, como sociedad civil, para hacer algo a la indiferencia pero sobre todo al conformismo, los males que padecemos todos y pese a las más de 120 mil muertes en México por la "lucha" contra la delincuencia organizada, los más de 30 mil desaparecidos y los millones de mexicanos que viven en la pobreza y que todos los días se parten la madre para sobrevivir. Esos somos muchos más.

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MEMO BAUTISTA, CRONISTA Y AUTOR DE LA COLUMNA 'AQUÍ A LA VUELTA'

Ayer me enteré que la muerte de Rubén estuvo más cerca de mí de lo que yo pensaba. Conocí a Paty, su hermana, hace unos años. Yo no sabía que eran familia y que él, Rubén, estaba interesado en que hiciéramos algo juntos. Ya alguna vez la violencia en este país tumbó la puerta de la paz familiar y se llevó a mis dos cuñados, ambos no mayores de los 25 años. Pero es la primera vez que pienso que lo que hago para vivir es peligroso. Si Rubén, que tenía el respaldo de un medio grande como Proceso, como AVC o como Cuartoscuro, fue alcanzado por la violencia, tal vez por la gente que incomodó, ¿qué podemos esperar los que trabajamos de forma independiente? El asesinato a este periodista, a las cuatro mujeres que lo acompañaban, a mis cuñados, lleva un mensaje para todos: ¡Cállate! Y todo porque cargamos, seamos periodistas o no, "armas muy peligrosas": la pluma, el cuaderno, un celular, una grabadora o una cámara.

Lo más fácil sería abandonar, salir del país, ponerse a salvo. No culpo a quien lo haga. Pero los que hemos decidido quedarnos es porque no vamos a permitir que con estos actos, sea quien sea el que los ejecute, nos robe la libertad. No dejemos que nos metan miedo. Creo que es lo mínimo que podemos hacer por todos los compañeros muertos, por las cuatro mujeres ultimadas, por mis cuñados asesinados.

JAN-ALBERT HOOTSEN, PERIODISTA Y COLABORADOR DE VICE NEWS

Fue en el año 2010 cuando mataron a Luis Carlos Santiago, fotógrafo del Diario de Juárez. Apenas unas semanas antes lo conocí. Era un joven amable, trabajador, chistoso y un excelente fotógrafo. Su muerte me desconcertó profundamente. Pasaron cinco años desde que lo balearon y hasta ahora no se ha resuelto su asesinato. El fin de semana pasado mataron a Rubén Espinosa apenas a cinco minutos de mi departamento. Me gustaría pensar que esta vez sí resolverán el caso. Me gustaría pensar que algo ha cambiado en los últimos cinco años. Que la conmovida movilización de reporteros, fotógrafos y simpatizantes que se llevó a cabo el domingo pasado será la última.

INFANTA SINALEFA, ESCRITORA Y AUTORA DE LA COLUMNA 'PASE Y LLORE'

Hay algo en el multihomicidio ocurrido el viernes pasado en la Narvarte que me recuerda el asesinato de Marisela Escobedo. Ella había denunciado la impunidad en un crimen (cometido contra su hija) y había predicho que eventualmente se convertiría en víctima de una nueva agresión, porque no pensaba bajar la voz. La predicción se cumplió a la vista de todos, frente a la casa estatal de gobierno. Esa certeza de saberse condenados si se renuncia a la sumisión muestra un rasgo terrible de la violencia en la que el Estado es el cómplice o ejecutor, un tipo de violencia que, en nuestro país, es hoy más frecuente que la reproducción de las moscas: no puede ser evitada ni cuando se le difunde por anticipado. De las cinco víctimas, al menos dos (Nadia Vera y Rubén Espinosa) habían responsabilizado con toda claridad al gobierno de Javier Duarte de "lo que pudiera sucederles". Y eso que podía sucederles era algo que no dejaba lugar a dudas, cuando se hablaba de un régimen al que le han aparecido sospechosamente asesinados tantos rivales políticos.

Ya comenzó la (también) previsible campaña de difamación contra las víctimas, en un esquema que perfeccionó el gobierno de Felipe Calderón: intentar ligarlos con actividades criminales, con el fin de crear la impresión de que su ejecución implicó una especie de justicia exprés. También anda con todo el operativo mediático para exculpar a Duarte, con argumentos como la falta de pruebas para señalarlo. Las dos cosas son inevitables, supongo, y a estas alturas no creo que debieran siquiera molestarnos. Lo que sí podemos (y debemos) evitar es un ejercicio de imaginación para creer que es posible ignorar el vínculo entre el gobierno de un estado en el que han asesinado a 12 periodistas y desaparecido a otros tres, y la muerte de otro que había huido de ese territorio por las amenazas derivadas de la forma en que retrataba a ese gobierno. Y esto es sólo lo que se refiere a una de las víctimas. Si tomamos en cuenta que este vínculo es extensivo, al menos, a otra de ellas, algo resulta innegable: Javier Duarte debe ser investigado y juzgado.

JESÚS ROBLES MALOOF, DEFENSOR DE LOS DERECHOS HUMANOS Y COLABORADOR DE VICE

Periodistas, defensores de derechos humanos y en general cualquier persona que informe, opine o piense diferente en México, tiene que asumir que está en algún grado de riesgo y debe de adoptar medidas de protección no solo personales, sino colectivas. La seguridad es un proceso colectivo, un regalo que nos dan nuestras personas cercanas y que nosotros les propiciamos, al reflexionar, pensar y modificar prácticas que antes dábamos por hecho. Debemos seguir ejerciendo nuestra libertad de informar y opinar, para ello debemos vivir. Vivir bien y vivir seguros.