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La historia del Negro Matapacos

El can líder del movimiento estudiantil chileno.

Foto por Vicente León.

Si las tareas que nos pidieran en la escuela o en la universidad fueran realmente importantes y necesarias para la vida, en Latinoamérica tendríamos a una camada de artistas nóveles pensando, recreando y rodando las situaciones que aquejan nuestro presente. Como esto no ocurre, sólo a veces aparecen destellos creativos que nos sorprenden.

Víctor Ramírez tiene 23 años y es estudiante de Comunicación Audiovisual. Junto con sus compañeros de curso montó una productora llamada Enmarcha Films y lanzó uno de los documentales más vistos sobre el movimiento estudiantil chileno en 2013, sobre un perro callejero que se une a los estudiantes e inconformes en sus protestas y les ladra a los policías.

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Me encontré con Víctor en un parque repleto de vendedores de helado, niños corriendo con los mocos colgando, parejas besándose en el pasto y perros lengüeteando los helados caídos, para que me hablara sobre su documental.

VICE: Víctor, ¿cómo nace el documental?
Víctor Ramírez: Nació en la universidad. Ahí tuve un taller de realización documental. Primero tuvimos que hacer un pitching sobre una idea a mis profes. Y la verdad es que el pitching era personal y yo estaba súper preocupado porque no sabía qué hacer [risas]… como siempre cuando hay que inventar una idea, uno se complica mucho. Bueno, recordé que en el primer año de la carrera, un profe decía que las mejores ideas salían siempre desde adentro. Y yo dije: me gustan mucho los perros. Me preocupo mucho por los perros callejeros, cuando puedo les doy agüita, cosas así. No me considero un animalista, pero sí una persona compasiva con los perros de la calle; me gusta acariciarlos, soy amigo de ellos. Entonces empecé a investigar en Google y descubrí al Matapacos.

¿Cómo, lo descubriste en internet y no en la calle?
No, poh’, yo ni lo cachaba.

¿Y en las marchas tampoco?
Ehm, no. Yo había ido a las marchas pero no estaba al frente. Como que iba a mirar, a sacar fotos de repente y esas cosas. Y caché un reportaje que le hicieron a la dueña del perro, a la Sra. María y ahí me empecé a interesar por el perro. Pero yo lo estaba viendo por el tema de los perros callejeros más que nada. De hecho la idea que yo tuve al principio era otra cosa de lo que resultó finalmente. Lo que yo quería era tomar la idea y contraponerla a que nosotros tenemos una vida como la de esos perros, que nos trataban como perros. Pero no a los estudiantes en específico, sino que a toda la sociedad. Yo me sentía como un perro callejero. Pero cuando el profe me eligió —para realizar el proyecto durante el curso— empecé a cachar que había mucho por dónde agarrar.

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¿Y cómo comenzaste a agarrar el tema?
Principalmente me agarré de las personas que conocía, de una amiga (Nayaret Nain) que fue directora de foto y ella me conectó con otro cabro. La productora (Carolina García) se acercó a mí; de hecho ella es mucho más animalista que yo, es vegana y toda la onda. El Checho (Sergio Medel) fue el montajista y después llegó el Pancho (Francisco Millán) para la cámara; lo elegí porque yo igual soy súper ñecla para ir a las marchas, me da miedo un poco y a él no, poh’. Teniendo ya el equipo, nuestra primera misión fue encontrar al perro, topárselo en alguna marcha y ver con qué nos encontrábamos. Nosotros llegábamos a primera hora cuando los estudiantes se concentraban en Plaza Italia o en la USACH [Universidad de Santiago de Chile]. En ésta última lo pudimos encontrar, porque el perro es de allá, poh’, cerca del barrio República. Llegábamos, grabábamos un poco a los estudiantes, hacíamos entrevistas y después, si iba apareciendo el perro, lo captábamos. Pero el perro es muy loco, ¿cachái? El Negro jadeaba, jadeaba ene [mucho], corría para todos lados, seguía a los estudiantes. Iba, volvía, no paraba. Era loco, se movía demasiado. Era imposible grabarlo por mucho tiempo.

¿Con qué te encontraste al momento de grabar?
Hubo muchas dificultades en las salidas. Por ejemplo, contábamos con dos cámaras y la mayoría de las veces se nos acababan al tiro [pronto] las memorias, porque teníamos mucho material o bien se nos acababan las baterías. Aparte del audio, porque era difícil ir con una caña a las marchas, era muy invasivo y no pasabai piola [desapercibido]. Lo otro era el peligro que uno corre durante las mismas marchas. El Pancho se metió en una escena cuando vienen los pacos [carabineros, policía chilena] corriendo adonde están los estudiantes, y le llegó un piedrazo a un loco que estaba justo al lado de él. De hecho se ve en el documental. La vio brígida [difícil]. Con los estudiantes no tuvimos ningún drama en realidad, eso era lo bonito porque todos conocen al perro, entonces todos querían hablar de él. Todos tienen una historia con él. Todos le tienen cariño. Con sus dos dueñas igual. La Sra. Marcela, la que tiene un Call Center, era más accesible, pudimos entrar fácilmente en buena onda con ella. Igual ella es animalista, cuida a muchos perros además del Matapacos. Cuida a la Lulú y al Chupetín que también es un perro que va a las marchas y los estudiantes lo conocen mucho. Al Chupetín también le ponen pañoleta. De hecho, cuando no encontrábamos al Matapacos, encontrábamos al Chupetín, es como el aliado del Negro. En realidad, el Negro tiene muchos aliados. La Sra. María no quería que la grabáramos porque ella igual tiene un drama con el perro, con que el perro se vaya a las marchas y no vuelva, ¿cachái? Una vez nos dijo que el Matapacos representa mucho a los chiquillos, eso sí lo dijo sólo una vez. Pero sus amigas le decían que el perro podía estar poseído por el diablo, pero ella pensaba —más bien— que es un reencarnado. Que es igual distinto. Cree que es un estudiante reencarnado y que tiene de verdad sentimientos por el movimiento estudiantil y sus ideas. Esas ideas son bonitas porque son parte del mito. Igual de bonito que la señora le dé su bendición cada vez que el perro sale a las marchas. Se dicen muchas cosas del Matapacos… después de hacer el documental conocí a un cabro que estudiaba en la UTEM [Universidad Técnica Metropolitana] y le conté de este docu y me dijo: “Oh, yo a ese perro lo conocía de antes”. Me dijo que en la UTEM, en la sede de Los Héroes, querían echar al perro, lo querían matar para que no volviera a entrar a la universidad. El Negro tenía medio podrida a la gente que administraba y los cabros de la Federación de Estudiantes lo salvaron; hablaron con la rectoría —me imagino— para que no lo mataran. También cuentan que el perro se metía al Instituto Nacional (ícono de la educación pública con larga data de presidentes en sus aulas), y que una vez se metió adentro de una sala y cagó adentro mientras estaban haciendo una clase. Cuando me contaron eso me cagué de la risa.

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Una vez lo fuimos a ver un día domingo, no había marcha. La señora María dijo que estaba enfermito, entonces le dejó la puerta abierta, el perro salió desganado y se dio unas vueltas. Lo seguimos. Salió hacia la Alameda y se iba hacia los pasos de cebra… [risas], porque el Negro no cruza por cualquier parte. También anda por la iglesia que está en calle Cumming, donde está la pileta. De hecho, la Sra. Marcela me decía que a veces el Negro se baña ahí. Pero la primera vez que lo vio fue en la Alameda, con los emos, me decía ella. [Risas] en realidad era con los pokemones que se juntaban en el Eurocentro.

¿Con qué críticas se han encontrado ahora que ya lanzaron el documental?
Por YouTube nos lanzan críticas positivas, a casi todos les gusta. Pero igual hay algunas que son negativas, que tienen que ver más con esta idea de tener un perro que pareciera que piensa como los estudiantes, pero en verdad no es así. El perro no tiene nada que ver en esto. Es como una crítica en base a cosas políticas, me imagino. Piensan que el perro no aporta mucho al movimiento. Pero es todo lo contrario, porque los cabros lo ven como un símbolo, de hecho, es como un apoyo para el movimiento. Con la cuestión de las redes sociales, para los cabros es como si fuera una Gladys Marín, un ícono de la lucha, algo así [risas]… esun baluarte contemporáneo. Además es una metáfora vigente de las cosas que nosaquejan. Si éstas nunca cambian, vamos a seguir siendo perros de la calle. Siempre nos vamos a seguir sintiendo abandonados, como estos perros. Esuna metáfora que sirve para denunciar situaciones como las que vive la gente que lucha y que está abandonada. Igual es heavy, el Negro Matapacos es una compañía porque les dice que ellos no están solos.

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¿Por qué crees que el Negro tiene tanta llegada con los cabros?
Creo que es porque piensan como yo, un poco. Como que tienen una mirada compasiva con los perros de la calle. Esa simpatía. Y la otra, es que igual el Matapacos es súper simpático, es un perro con mucho carisma. Aparte ya se armó ese mito sobre el perro, entonces la gente lo conoce en todas partes. No sólo por el documental, sino que de antes. Igual yo pienso que el Negro actúa principalmente por instinto. Es muy bonita la historia de que el perro pueda ser un reencarnado, de hecho es parte del símbolo que le gusta a los cabros. Pero yo pienso que en las marchas él actúa por instinto. Lo otro se fue creando en la medida en que el perro se fue trasformando en leyenda. Cuando iba a las marchas y le empezaron a poner los pañuelos, lo empezaron a ver como un líder canino [risas]. Me acuerdo de un perro del norte que mordía los neumáticos de los autos que pasaban por la calle ydespués le pusieron una lámpara para que no lo hiciera. Bueno, yo siento que ese perro se veía invadido por los autos que pasaban día a día. Y acá, como los perros callejeros siempre están conviviendo con las marchas, empiezan a adaptase a lo que ven. En cierta forma se ven invadidos por los pacos y por la masa de personas. Ahora, yo creo que esos perros están a favor de los estudiantes, porque los cabros le tienen mucho más cariño que los pacos. Yo cacho que los pacos hasta los patean para que ellos no se les acerquen.

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¿No te dio miedo sacar a la luz la historia del Negro Matapacos y que después se ensañaran contra él?
Pucha, no. Miedo no, porque si le hicieran algo se sabría al tiro quiénes fueron. Serían súper giles [tontos] si hicieran algo. Pero nunca lo pensé, en realidad. Me acuerdo que el profe igual decía que era un tema súper heavy, muy políticoy que si lo mandábamos a cualquier parte podríamos ganar. Nosotros estudiamos en la Santo Tomás, una institución súper católica y el profe igual es comunista, de hecho fue exiliado… y entonces estaba muy entusiasmado con este proyecto. Después participamos de un festival dentro de la misma universidad y nos decían que era difícil que ganara este documental porque era muy revolucionario para la institución, pero al final igual ganamos. Como dice la Sra. Marcela en el documental, el perro sigue en la calle, se hace presente igual. Y si muere va a morir en la calle, en su ley. Es crudo decirlo así, pero en base a lo que hace, no le veo otra. Al principio me encantaba esa libertad que tenía el perro por andar callejeando. Pero después dije: ¡Por la chucha! Los perros de la calle no están libres y alegres, sino que están libres pero sufren porque no tienen comida, no tienen agua, hace calor. Como dice la Sra. Marcela, ojalá esto sirva para hacer conciencia, para que se haga una ley a favor de los perros de la calle, para que no haya más. Como una política pública para que también la gente sea responsable de sus animales. Entonces, al final esta es la historia de un perro, pero también de una animalista, de una dueña, de los cabros que le hacen cariño y luchan en la calle… no sé, tiene muchos matices.

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¿Qué le espera al documental?
Nosotros nunca hemos pensadolucrar con el documental. Y esa cuestión de hacer un DVD no sé de dónde lo habrán sacado. La verdad es que no sé si lo estarán vendiendo. Capaz que sí, porque algo cachamos la otra vez. Solamente lo vamos a dejar online, porque el documental está cerrado. Pero como tenemos más material, quizá hagamoscápsulas sobre el perro, sobre las marchas. Nosotros igual nos vimos apresurados en subirlo, por la gente más que nada: lo pedían demasiado en la página de Facebook del docu. El compañero que administra esa página decía que la gente lo pedía mucho, de hecho, de otros países ya lo querían ver. Entonces como no queríamos hacer esperar a la gente lo subimos. Pensamos en bajarlo en algún momento, pero decidimos dejarlo arriba porque la historia del perro no es sólo de nosotros.

Puedes ver el documental Matapaco, de Víctor Ramírez, aquí.

Foto por Vicente León.

Foto por Vicente León.

Foto por Vicente León.

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