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​El boom del turismo sexual de menores en Cartagena

VICE visitó Cartagena para examinar por qué hay tantos jóvenes siendo inducidos al trabajo sexual y encontró un esquema fuertemente organizado que sirve a extranjeros lujuriosos mientras le trae beneficios a múltiples actores de la ciudad.

Adela, una adolescente de aspecto delicado y cola de cabello rubia, dejó su casa al otro lado de Colombia para aventurarse a la turística Cartagena y probar por primera vez el trabajo sexual.

"Consigo un montón de extranjeros, les gusta que me vea tan joven", le dijo Adela hace poco a VICE, mientras caminaba por el centro de la ciudad colonial vestida con su blusa rosada con brillantes, jeans y pulseras.

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Hace unos días afirmó que estaba en edad de trabajar ­–la prostitución es legal en Colombia para los mayores de 18 años–, pero que no mostraría su cédula para probarlo. Todo lo que quería hacer, decía, era mantener a su bebé con el servicio que le prestaba a los viajeros ricos que llegan a la capital turística de Colombia. "Vine aquí porque hay más turismo, así que hay más dinero", dijo.

Adela es una de las miles de mujeres jóvenes, muchas de ellas menores, que han entrado al boom del mercado del turismo sexual en Cartagena. La prostitución de menores está incrementando, según dicen los expertos locales, como lo reveló en octubre pasado el desmantelamiento de una banda de tráfico sexual de alto perfil que terminó por implicar a una exreina de belleza. Debido a la naturaleza del negocio, Adela y otras fuentes le pidieron a VICE no publicar sus apellidos.

Algunos funcionarios colombianos admitieron que el problema estaba fuera de control durante una sesión de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, donde se emitió una "alerta de turismo sexual" por la llegada de extranjeros a la ciudad durante la temporada alta. Cerca de 35.000 menores se enfrentan a la explotación sexual en Colombia, de los cuales 2.000 están en Cartagena, según cifras de la UNICEF de inicios de este año.

VICE visitó Cartagena para examinar por qué hay tantos jóvenes siendo inducidos al trabajo sexual, y encontró un esquema fuertemente organizado que sirve a extranjeros lujuriosos mientras le provee beneficios a las agencias de turismo, a los taxistas y demás empresarios. Encontrar sexo por dinero aquí es fácil. Cada noche las prostitutas llenan la plaza principal de Cartagena mientras las calles son patrulladas por la policía. Una red de taxistas y vendedores ambulantes, según contaron las fuentes, se benefician al contactar a los nuevos visitantes con los jóvenes que desean.

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Una calle de Cartagena. Fotografía por Meredith Hoffman.

Luis, un taxista, me contó que manejaba cerca de diez prostitutas, algunas de ellas menores y otras en edad legal. Él conduce a las chicas hasta los clientes o lleva a los pasajeros hasta donde la chica que elijan.

"Tengo la suerte de siempre recoger extranjeros que vienen a eso", le dijo Luis a VICE. Estos viajes le dejan entre $30 y $100 dólares por llevar a estos hasta las chicas, dependiendo de qué tan bonita sea. "Las menores de edad siempre ganan más, por ser jóvenes".

Algunos residentes le contaron a VICE que la mitad de las mujeres de su barrio trabajaban en la industria del sexo. Las jóvenes más pobres, a menudo, sienten la presión de entrar a este lucrativo negocio.

"Muchos padres o padrastros le dicen a las chicas que tienen que buscar dinero o si no serán echadas de la casa, y este es el único trabajo que hay", dice Maira Payares, una empleada doméstica que viene de uno de los barrios más pobres de Cartagena. "Las chicas dicen que prefieren a los extranjeros porque pagan más".

Las menores de edad que entran al negocio a menudo son manipuladas por redes organizadas de prostitución, como lo demostró la caída de una de estas bandas en octubre de 2014. El 12 de octubre, la exreina popular y modelo Kelly Suarez fue arrestada por llevar a menores de edad de hasta 12 años a una isla cercana para que prestaran servicios a supuestos turistas norteamericanos que en realidad eran investigadores.

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Suarez había prometido a los falsos turistas que ella "tenía experiencia en preparar, reclutar y controlar chicas", según le contó a VICE Matteo, uno de los investigadores que participó en la pesquisa. Mientras él y Suarez discutían el negocio, la exreina se sentó entre una chica de 12 y otra de 13 años en un barrio popular de Cartagena. Le dijo a Matteo: "la chica hará cualquier cosa por lo que le paguemos".

Suarez insistió en su inocencia ante los medios de comunicación, pero Matteo le dijo que todo había quedado registrado en un video que sería utilizado en el juicio. Visité la cárcel de San Diego en la que permanece recluida Suarez, pero en dos ocasiones se negó a dar una entrevista, alegando que estaba agotada de hablar con periodistas.

"En Cartagena, con solo caminar por la playa te puedes encontrar cualquier cosa, desde kayaks hasta drogas, mujeres y niños", dice Matteo.

Un club stripper en Cartagena. Fotografía por Meredith Hoffman.

"La gente vende paquetes turísticos que incluyen ir al centro, visitar la iglesia y la Torre del Reloj, drogas y sexo", explicó el concejal Herman Zapata en una entrevista.

Algunos funcionarios locales han negado el fenómeno para evitar "generar escándalos", según dice Zapata. Incluso, un funcionario cartagenero sostuvo que "el turismo sexual no existe en Cartagena", durante un debate público celebrado justo después de la pesquisa en la isla.

De cierto modo, lo sucedido en octubre parece haber desenterrado el tema de la prostitución de menores en la ciudad, mientras los proveedores y burdeles se niegan a admitir que los explotan.

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El popular burdel Casa del Rosillo, una casa de estuco rojo llena de mujeres y hombres impecables y bien puestos de diferentes países, normalmente ofrece prostitutas menores, según le contaron algunas fuentes a VICE. Pero cuando fui de encubierta a preguntar sobre el servicio, la dueña, Rosillo, una descuidada mujer de mediana edad que se para tras la barra del salón principal, juntó las muñecas en un gesto de ser esposada, para darme a entender que estaría encarcelada si tuviera menores de 18 años.

Más tarde, cuando hablé con un taxista llamado Johnny sobre el asunto de las menores, me advirtió que no debía preguntar sobre ese tipo de servicios ilícitos.

"Podrían grabarte y llevarte a la cárcel. Ellos pusieron a mi amiga en prisión por eso, pobre mujer", me dijo. Aparentemente Johnny conocía a Suarez, y me dijo que él había conducido la lancha el mismo día que fueron a la isla y fueron arrestados. "Ella es una buena persona, ella es inocente", me dijo.

La explotación sexual de menores solo ha sido ilegal desde 2009, explica Humberto Padilla, quien educa a los comerciantes y proveedores sobre la ley.

"Yo no diría que la explotación sexual ha incrementado, solo se ha hecho más visible", dice Padilla, quien trabaja para La Muralla Soy Yo, una organización para la protección de la infancia y adolescencia. "Antes, la gente veía normal que los turistas estuvieran con un menor".

Padilla aún se enfrenta a los administradores de los hoteles quienes ven tales negocios como normales, incluso durante un reciente taller en un hotel de lujo frente al mar. La Muralla Soy Yo, que recibe el apoyo de la oficina de turismo de Cartagena, ha conseguido que taxistas, hoteles e incluso vendedores ambulantes, denuncien la prostitución de menores. "Cada día siento que Cartagena se está empoderando más para luchar contra este problema", le dijo Padilla a VICE.

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Fotografía por Meredith Hoffman.

Pero un abogado de derechos humanos de la Defensoría del Pueblo de Cartagena dice que la pobreza absoluta –y la rampante prostitución irregular– ha provocado un ciclo que solo empeora a medida que más turistas visitan la ciudad histórica.

"El gobierno y la ciudad están ciegos ante este problema y ellos no hacen nada para prevenirlo. No invierten en los barrios pobres", explica el abogado Alex Cuello.

Para algunas prostitutas que llevan tiempo en el negocio, este no es mejor si son mayores de edad. El trabajo sexual, para ellas, tiene sus raíces en la desesperación.

"No le recomendaría este trabajo a nadie, joven o vieja", me dice una prostituta de 32 años a las afueras de su arruinado burdel en el centro de Cartagena. Ella ha estado en el negocio desde los 15. "Lo hago por mi familia. Es lo mismo que sea menor o no".

Pero Adela, la joven que conocí al principio, dice que el trabajo vale la pena, por el dinero. Ella y su colega Alejandra dicen que hacen cerca de $75 dólares al día, comparados a los $10 dólares que podrían ganar en cualquier otro trabajo.

"El hombre más viejo con el que he estado tenía 45, y era muy, muy gordo", se ríe Alejandra, una mujer mucho más joven y diminuta que viene de Medellín, y quien dijo que también era madre.

Adela admitió que cuando llegó a Cartagena, estaba tan pobre que tenía que dormir en la playa y se pasaba las noches llorando. Pero mientras se preparaba para regresar a casa, sintió una sensación de triunfo. Dijo que ahora trabajaba en Cartagena por cortos periodos de tiempo.

"Uno se acostumbra al trabajo", dice Adela. Se ríe nerviosamente, admitiendo que dejó a su hijo en casa con sus padres, y a ellos les dijo que estaba visitando a una amiga.

"Todo es por el dinero". ***

Fotografía principal vía Flickr. Encuentra a Meredith Hoffman en Twitter como @merhoffman.