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De cómo el boxeo mejoró a Stanley Kubrick como cineasta

Entre los primeros trabajos de Kubrick figura el cortometraje Day of the Fight, una pieza sobre boxeo que a la postre sería clave en la trayectoria del legendario cineasta.

El 15 de septiembre de 1978, en la mitad de la grabación de The Shinning, Jack Nicholson tuvo una sugerencia para su compañero de set Joe Turkel y su director Stanley Kubrick: "Vayamos a ver la pelea esta noche".

Kubrick le preguntó a sus actores quién pelearía. Mohamed Alí, explicaron, se enfrentaría al campeón Leon Spinks por el título.

"Stanley estaba ahí de pie, viendo a través de una cámara desde un ángulo y dijo: 'Alí es el campeón, están perdiendo el tiempo'". Así lo aseguró Turkel, quien interpretó a Lloyd —el misterioso barman de la película— al periódico británico The Guardian en 2012.

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"Jack respondió: 'No, Spinks es el campeón'. Stanley se puso de pie, llamó a su secretaria y dijo: 'Llama a mi agente de apuestas'. Jack y yo nos miramos. Le apostó 5.000 dólares a Alí y luego dijo: 'El boxeo es tan retorcido como el negocio de las películas. No hay manera que dejen ganar a Spinks, el negocio de las peleas no ganaría ni un centavo. Está arreglada'".

Nicholson y Turkel fueron al combate y fueron testigos de cómo Alí dominó a Spinks durante 15 rounds antes de hacerse con la victoria por decisión unánime y de recuperar el título. Kubrick se quedó en casa editando material, mientras, podríamos suponer, contaba sus ganancias.

"Stanley estafaba a la gente cuando era un niño", aseguró Turkel, quien había empezado a trabajar con Kubrick a mediados de los años 50. Así se lo hizo saber a Nicholson: "Y nos está estafando ahora".

Kubrick quizás no pensó demasiado en el lado de los negocios del boxeo y de las películas, pero evidentemente tenía mucho respeto por la habilidad artística de los dos. Es algo evidente en todo su trabajo. De hecho, podría nunca haberse convertido en uno de los cineastas más respetados sino fuera por el boxeo.

El romance visual del director con esta disciplina deportiva comenzó cuando trabajaba en la revista Look a finales de los años 40. Kubrick, que entonces era un joven fotógrafo contratado apenas salió del colegio, fue enviado a seguir a un prometedor boxeador nacido en el Bronx llamado Walter Cartier mientras se preparaba para sus próximas dos peleas. Cartier ganó una, pero sería Kubrick, y no él, quien terminaría convirtiéndose en una leyenda en su campo.

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El trabajo de Kubrick con Cartier fue publicado bajo el nombre de Prizefighter ('Luchador por el premio') como un ensayo fotográfico de ocho páginas en la edición de enero de 1949 de la revista Look. Vincent Lobrutto, autor del libro Stanley Kubrick: Una Biografía, describió la colección de fotografías como el momento en el que Kubrick se graduó como fotoperiodista.

"Incluso si no supiéramos lo que sería de ese fotógrafo después, estaríamos de acuerdo en que las fotografías de Prizefighter son estupendas: los estudios de claroscuro para reflejar el antagonismo del combate en el ring y el tratamiento del boxeador cuando éste está en una calma introspectiva son realmente destacables", escribió el crítico de cine Andrew Pulver comentando la publicación de un ensayo aparecido en el periódico británico The Guardian en 2009. "Este es el punto en el que Caravaggio se une al film noir".

El tema de las fotos es tan sorprendente como su composición. Kubrick no sólo quería capturar la acción en el ring, también le interesaba el entrenamiento y la preparación previos a esos efímeros momentos de combate. Prizefighter es un retrato reflexivo de todos esos elementos, vistos a través del minucioso ojo de un periodista que también es un fanático con una curiosidad ilimitada.

La sección dedicada al "día del combate" es particularmente notable, con su yuxtaposición de desayuno familiar, revisión médica previa, visita a la iglesia y exámenes oculares. Es una sutil celebración del ritual previo a la pelea, un relato del día del boxeador capturado por alguien que está casi tan intrigado por las horas previas al combate como por el combate mismo.

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Kubrick le sacó provecho a esta fascinación con su debut como director, un cortometraje llamado Day of the Fight. Estrenado dos años después de su ensayo fotográfico, el corto era esencialmente un nueva versión en vivo de Prizefighter durante el cual Kubrick siguió una vez más a Cartier en las horas previas a su última pelea. Pero hay una gran diferencia entre Prizefighter y Day of the Fight: la segunda es un acercamiento aún más profundo a la mentalidad del sujeto.

"Day of the Fight es un trabajo claramente cinematográfico. Cabe destacar especialmente la habilidad de Kubrick para controlar el tiempo y agregar un elemento de suspenso al presentar la psicología previa a la pelea de Walter, una característica que aún no existía en Prizefighter", asegura Jon Dieringer en un artículo publicado en la revista estadounidense Time.

Hay dos versiones de Day of the Fight. La versión más larga comienza con una introducción general al deporte, narrado sobre una colección de material de archivo.

"Este es un fan de las peleas. La palabra 'fan' es un diminutivo de fanático", comienza el narrador. "Hay una legión de gente como él en los Estados Unidos. Cada año, este hombre paga –90 millones de dólares– por el privilegio de asistir a lugares donde pares de hombres se suben a una plataforma de lona y cometen un asalto y una agresión legal. ¿Cuál es la fascinación? ¿Qué busca el fan? ¿Deporte competitivo? ¿Habilidades casi científicas? En parte, así es. Pero en su mayor parte, busca acción, contacto cuerpo a cuerpo, violencia física. El triunfo de la fuerza sobre la fuerza. La primitiva emoción visceral de ver a un animal superar a otro".

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La versión corta, que se suele compartirse más entre los eruditos y fanáticos de Kubrick, se salta la introducción salaz y comienza con tomas de los pósters de boxeadores alrededor de la ciudad.

"Esta es la historia de una pelea y de un boxeador", promete el narrador. "Walter Cartier. Hoy es la pelea. Esta noche a las diez en punto será uno de los momentos que justifiquen su difícil vida".

Kubrick filmó toda la parte previa a la pelea por su cuenta. Para el encuentro, contrató a otras dos cámaras —una al lado del ring y la otra en las gradas— para ayudar a capturar la acción.

El boxeo es un deporte inherentemente cinematográfico, pero Kubrick nunca se limitó a simplemente filmar la pelea de frente y dejar a Cartier y a su oponente hacer todo el trabajo por él. Stanley filmó desde un ángulo, fuera de la lona, obligando a la audiencia a mirar a través de las cuerdas como si fuese un niño cautivado con asientos de primera fila. Filmó bajo uno de los banquillos del boxeador antes de la campana, e incluso grabó directamente a los boxeadores desde abajo mientras intercambiaban golpes.

Kubrick regresó al ring una vez más con Killer's Kiss(El beso del asesino), su segundo largometraje (y el primero que no terminó odiando con el tiempo). Esta película de film noir de 1955 comienza con su personaje principal, un peso wélter llamado Davey Gordon, preparándose para su última pelea.

Antes de su combate, Gordon pasa por muchos de los mismos pasos y rituales que Cartier hizo en Prizefighter y Day of the Fight. Kubrick, de hecho, reutilizó muchas de las tomas y trucos que ya había usado en su ensayo fotográfico y en su cortometraje y añadió algunas mejoras.

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Documentar peleas reales puede darle al fotógrafo o cineasta una intensidad que la acción coreografiada nunca podría imitar; los encuentros planeados, en cambio, ofrecen a los cineastas talentosos una plétora de tomas creativas que serían imposibles en un combate. Siendo uno de los cineastas más talentosos de todos los tiempos, Kubrick ciertamente hizo uso de las oportunidades cinematográficas cuando estaba realizando Killer's Kiss, saltando al ring con los actores y llevando el trabajo de una sola cámara de Day of the Fight a un nuevo nivel de creatividad e innovación.

Ver las escenas de boxeo en Killer's Kiss es presenciar la transformación de Kubrick en un cineasta legendario. Hay muchos momentos maravillosos en el film, pero la mayoría de las tomas son bastante estáticas, como si estuvieran encuadradas y tomadas por un fotógrafo. Cuando Kubrick y sus personajes se suben al ring, el espectador, por primera vez, puede observar el floreciente resplandor de la visión del director en movimiento.

Para Kubrick, el boxeo es, si se me permite la analogía, como el monolito en su película 2001: Space Odyssey: el joven cineasta se tropieza con el deporte, interactúa con él, y luego de pronto obtiene una gran mejora intelectual y artística.

Kubrick se alejó del boxeo tras Killer's Kiss, pero la influencia de esos días es evidente en todo el trabajo que hizo después de eso.

En un artículo tan exhaustivo como extenso, la escritora Juli Kearns explicó de forma detallada la manera en la que Day of the Fight ya contenía todo el universo de Kubrick, desde The Shinning hasta su última película Eyes Wide Shut. El disgusto personal de la autora por el boxeo se hace notar en la mayoría de sus observaciones —es un poco como si alguien escribiera "odio el espacio pero aquí está mi opinión sobre 2001"—, pero el análisis es impresionante de todos modos.

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El interés de Kubrick por la violencia gravitó entre la condena de la guerra —un tema recurrente en su trabajo, con ejemplos como Paths of Glory, Dr. Strangelove o Full Metal Jacket— y la exploración de la ultraviolencia —como en A Clockwork Orange. El combate mano a mano también está presente en su obra: Spartacus y Barry Lyndon tienen escenas de peleas filmadas con el mismo ojo que alguna vez siguiera los golpe y ganchos de Walter Cartier, y Dr. Strangelove agrega payasadas a la mezcla con la disputa en el gran salón de los poderosos (y el final original involucraba una pelea de pasteles).

También se aprecia la influencia del periodo de boxeo de Kubrick en el trabajo de otros directores prominentes; solo hace falta ver Raging Bull de Martin Scorsese, por ejemplo.

Cuando estaba entrevistando a una amiga fanática de Kubrick para este artículo para ver si me había perdido otros combates en sus películas —confirmé, de hecho, que no me había fijado lo suficiente en una escena alucinante de pelea callejera en Eyes Wide Shut—, ella dijo, de forma bastante casual, que Kubrick podría haber hecho Raging Bull en lugar de Scorsese.

Yo había acabado de escribir sobre Raging Bull en mi último artículo, y desde hacía un tiempo dudaba de que alguien fuese capaz de hacer un 'rencauche' de la película sin que fuese un desastre. Su sugerencia de que alguien más podría haber realizado esta obra maestra del boxeo en lugar de Scorsese me tomó por sorpresa.

Revisé los créditos iniciales de Raging Bull y me fijé en la legendaria toma de Robert DeNiro como Jake LaMotta, apareciendo como si de sombra en la esquina del ring se tratase. Si obviamos el ángulo de la toma —Kubrick hubiera movido la cámara hacia arriba—, el momento sigue totalmente el estilo de Day of the Fight.

Así que tal vez Kubrick sí podría haber realizado Raging Bull, quién sabe. Al día de hoy es un debate estéril. Lo importante, e innegable, es que Scorsese evidentemente no podría haber realizado Raging Bull sin Kubrick.