Fotos de Alex Schoelcher
Fotos de Alex Schoelcher
Identidad

Un vistazo dentro de apartamentos de la antigua Unión Soviética

El fotógrafo Alex Schoelcher retrata a los residentes de estas reliquias brutalistas.

Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.

En la década después de la II Guerra Mundial, surgió en Reino Unido un nuevo movimiento arquitectónico. Se caracterizaba por el uso de bloques monolíticos de cemento reforzado y acero y su nombre lo describe perfectamente: el brutalismo.

Pronto se extendió por toda Europa, pero el lugar donde se adoptó con más entusiasmo fue en el este soviético. Allí, el estilo parecía comunicar perfectamente el aspiracionismo del marxismo de la edad espacial y se convirtió en la estética preferida en miles de edificios públicos y torres de apartamentos.  

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Hoy en día, estos edificios, que suponen un recordatorio del pasado soviético, se abandonan y derriban cada vez más. Pero, en ciertas regiones, estos imponentes gigantes de cemento siguen en pie resistiendo el paso del tiempo.

Alex Schoelcher, fotógrafo afincado en Melbourne, ha pasado los últimos dos años viajando por el antiguo Bloque del Este —entre otros lugares por Georgia, Moldavia, Kazajistán, Kirguistán—, fotografiando los edificios que han sobrevivido y a la gente que los habita. Hemos hablado con él para averiguar más sobre su proyecto “Concrete Citizens”.

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VICE: Hola, Alex. ¿Cómo surgió “Concrete Citizens”?
Alex Schoelcher: Me pasé a la fotografía arquitectónica solo en los últimos años. Ayudaba a varios fotógrafos arquitectónicos y hasta entonces no me llamaba mucho la atención. Empecé a seguir cuentas de Instagram de edificios brutalistas y arquitectura soviética y pensé, guau, esta mierda es una locura. Es tan distópica, tan opresiva y terrorífica pero al mismo tiempo tan interesante.

Me di cuenta de que había mucho contenido en estos edificios, pero nada que diese a entender que seguía habiendo gente en ellos o que mostrase cómo se sentía la gente que vivía ahí. No había ningún elemento humano en las fotografías y me frustraba porque llevaba un poco a una relación no muy saludable con el acto de apreciación. Siento que fetichiza a los edificios y los despoja de la realidad de que hay gente viviendo ahí.

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Creo que la idea del proyecto era indagar debajo de la superficie, poder entrar y ver cómo era; conseguir historias y averiguar de verdad si la gente ahí es feliz.

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¿Hubo alguna publicación de Instagram o algún momento que realmente marcara el comienzo del proyecto?
Uno de los edificios a los que empecé a prestar atención en esos perfiles de Instagram fue el Nutsubidze Plato, que tiene tres torres conectadas por puentes. Yo solo quería ver el edificio y estaba con mi amigo georgiano y me dijo: “Si quieres un ángulo mejor podemos intentar entrar en otro edificio y sacar la foto desde allí”.

Así que fuimos a otra torre de viviendas y mi amigo dijo: “Llamemos a la puerta de alguien para ver si nos dejan sacar una foto desde el balcón”. “Qué locura, nadie nos va a dejar”, contesté yo, pero una mujer anciana abrió la puerta y vimos a su marido sin camiseta en el salón con un husky. Pensé, mierda, es increíble. Era una locura.

Hice algunas fotos no tan buenas desde el balcón y pensé, tengo que sacar fotos de esto. Fue en ese momento en el que se encendió la bombilla: los edificios eran interesantes, pero lo más interesante era lo que había dentro. Llevo años y años tomando fotos de la gente en la calle y nunca pensé realmente que pudiera llamar a la puerta de alguien y sacar fotos a su casa.

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Viendo algunas fotografías, son bastante íntimas. ¿Cómo hiciste para que la gente te abriera las puertas y te dejara hacer esas fotos?
Cuando veo algunas fotos ahora, pienso ¿cómo carajo conseguí eso; cómo me dejaron hacerlo? Pero creo que simplemente te sorprende el acceso que te da alguien porque no es algo que hagamos a diario. La mayoría de la gente no se acerca a un desconocido y dice: “¿puedo sacarte una foto?”. Para ellos, la idea es tan extraña y peregrina que, en realidad, cuando lo haces, te das cuenta de que a mucha gente le interesa o se presta.

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No sé si la has visto, pero hay una foto de una mujer bastante grande tumbada en el sofá. Me asombra mucho que me dejase tomarla; algunas veces lo pienso y no me lo creo. Fue como si yo no estuviera allí y fuese solo el recipiente en el que ocurrió.

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Mencionaste que uno de los elementos principales que querías explorar era la opinión de la gente que vive en esos edificios. ¿Cuál fue el consenso?
Era un espectro. Había gente a la que le encantaba, por la comunidad del edificio, las vistas que tenía desde su casa o que los edificios estaban muy bien hechos. A veces la gente mayor siente orgullo porque recuerda con cariño la Unión Soviética. Y esos edificios a veces representan eso.

Luego había gente que definitivamente lo odiaba. Piensa que es feo. Le sorprendía incluso que me gustase el edificio, porque para ellos es una pesadilla. Y ya sabes, mucha pobreza: mucha gente tenía salones que también servían de dormitorios; un montón de historias horribles y relatos un tanto desgarradores.

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¿Podrías contarme alguno?
Los ancianos tenían muchos problemas porque algunos ascensores se rompían o pasaban mucho calor en verano. La mayoría de la gente es pobre. Había una señora de unos 60 años que vivía en un ambiente bastante floral y solo tenía a su gato. Después de sacarle la foto empezó a llorar.

Había mucha gente infeliz, especialmente en Moldavia y Kirguistán. Muchos tenían un montón de niños en casa. Es imposible imaginar tanta gente viviendo en un apartamento tan diminuto.

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Sé que en algunos países estos edificios se están destruyendo. ¿Lo sabías o has visto algo similar en esas áreas?
Sí, claramente. Es un problema porque algunos están en riesgo de desaparecer. No solo eso, sino que se construyen muchos edificios nuevos alrededor y cambian el paisaje y las vistas. La zona en la que está la torre puntiaguda de Moldavia se está gentrificando cada vez más y hay edificios alrededor muy bonitos, lo cual es muy raro ver. Solía tener una versión de Instagram en la cabeza y prácticamente cada vez que volvía pensaba eso no estaba ahí; había algo que resultaba molesto a la vista, un edificio nuevo, una cafetería, una carretera.

Entrevista de Joseph Lew. Síguelo en Instagram.

Todas las fotos de Alex Schoelcher. Sigue bajando para ver más fotografías.

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