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Ediciones VICE

Un día entre consolas y videojuegos antiguos en RetroBarcelona

La nostalgia hecha videojuegos triunfa en la Barcelona Games World.
Todas las fotografías por el autor

En la Barcelona Games World, la feria de videojuegos más importante de España, la mayoría de público no sobrepasa los 20 años. No faltan los padres que acompañan a sus hijos o los aficionados que empiezan a perder algo de pelo, pero el público juvenil es sin duda el más numeroso. Entre stands de Call of Duty o el último juego de Star Wars, sin embargo, hay también un espacio para los más mayores: el RetroBarcelona, la feria (por definirla de alguna manera) de los amantes del videojuego clásico.

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El RetroBarcelona, en esencia, gira sobre la nostalgia. Un recuerdo de un tiempo que no volverá, de teles de tubo, videojuegos de cartuchos y mandos con cables. Lo saben los veteranos del mundillo que acuden a comprar alguna pieza de coleccionista o a jugar con sus máquinas, pero también los más jóvenes que miran con sorpresa, y a veces con recelo, a unos aparatos que no habían visto en la vida. La presencia de numerosas máquinas recreativas, de esas que inundaron los bares españoles en los 80 y 90, conforman un panorama vintage imposible de recrear en ningún otro sitio.

La idea de RetroBarcelona nació hace más de 5 años de un grupo de aficionados que se reunía con regularidad para compartir su pasión, los videojuegos clásicos. Con el ánimo de homenajearos se montó la primera edición, que sorprendió incluso a los mismos organizadores: "No pensábamos que hubiera tanta gente apasionada de los videojuegos clásicos", asegura Carles Gracía, presidente de l'Associació Cultural Retrobarcelona. Carles es el 'padre' de la criatura, que define como "una gran familia": "Somos una asociación sin ánimo de lucro. Aquí hay asociaciones de Sevilla, Alicante o Madrid. Cada una representa a un sistema: Spectrum, Amstrad o MSX".

Las máquinas más raras, como el VirtualBoy (una especie de realidad virtual muy noventera y nada exitosa de Nintendo) sobrepasan los 400 euros

Pero, no nos engañemos, muchos de los que acuden a RetroBarcelona lo hacen para comprar. Comprar juegos o accesorios de consolas antiguas, imposibles de encontrar en una tienda normal y corriente y cuyo único refugio son este tipo de encuentros o la inmensidad de internet. "Soy coleccionista de juegos de Spectrum. Fue el primer ordenador que tuve y le tengo mucho cariño", comenta Sergio Giménez mientras su hijo le mira atentamente. Es, en gran parte, el perfil del comprador.

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Una persona adulta, con trabajo y un cierto poder adquisitivo que puede permite darse un capricho. Además, confiesa que "alguno de los juegos que he comprado lo probaré". Los demás, directos a la estantería. Caso diferente es el de Arturo Arjona, que llevaba 8 años buscando un juego en particular: "Por fin lo he encontrado aquí", asegura sin poder contener la emoción.

Pero los juegos antiguos, a diferencia de lo que pueda parecer, no son baratos. La distribución de los mismos era mucho más escasa que ahora (cuando el último FIFA vende millones de copias) y, por si fuera poco, los coleccionistas los quieren en perfecto estado: con su caja y su manual de instrucciones.

Y los niños de los 80 y 90, al igual que los de ahora, todo lo que no sea el juego en sí les importa más bien poco. Un Illusion of Time competo (uno de los primeros RPG traducidos al castellano para Supernintendo) vale más de 200 euros, como una copia del mítico Windjammers para NeoGeo. Las máquinas más raras, como el VirtualBoy (una especie de realidad virtual muy noventera y nada exitosa de Nintendo) sobrepasan los 400. Y los precios van a seguir creciendo por una razón muy sencilla: la oferta es limitada pero la demanda sigue aumentando.

"El mercado sigue creciendo, pero se va estancando un poco. Quieras o no al final tendrá que reventar. Es como el ladrillo" — Joaquín Quereda

Esta fiebre por el coleccionismo la conocen bien Joaquín y Adrián Quereda, que se dedican a comprar y vender videojuegos clásicos: "El mercado sigue creciendo, pero se va estancando un poco. Quieras o no al final tendrá que reventar. Es como el ladrillo, cuando hay un 'boom' al final siempre explota. Todos quieren ganar y se están vendiendo por 40 o 60 euros juegos que valen 20", comenta Joaquín.

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Además, apunta otro problema: "Muchas tiendas venden juegos japoneses. Las tiendas de Tokyo están vacías". Los videojuegos clásicos, de hecho, son un negocio tan grande que las propias compañías, como Nintendo, lo están aprovechando: venden reediciones de sus primeras consolas (Nes y SNes) adaptadas a los monitores modernos. Y se han agotado.

Pero más allá del coleccionismo, y las consolas, RetroBarcelona no puede entenderse sin las máquinas recreativas. Las hay de todas las épocas y tipos (incluso algunas traídas de Japón) y prácticamente no hay una sola de ellas libre.

Son máquinas originales, con un solo juego, y ahí hay quien vio otro negocio: construir recreativas a medida. Otra vez la nostalgia es el principal motor de un negocio que le permite a cualquiera, por unos 1.000 euros, tener en el salón de su casa una máquina recreativa con más de 5.000 juegos. "Llevamos 4 años montando máquinas y es un negocio que sigue creciendo. La gente sigue pensando en la máquina del bar, de 150 kilos y un juego, cuando en realidad es un producto muy versátil", comenta Jose Luis de Rex Arcade. Además, las máquinas recreativas son muchas veces la puerta de los más pequeños a un mundo que desconocen completamente: "Hay mucha gente nostálgica y que quiere transmitirle eso a sus hijos. Al principio pensábamos que a los niños nos les gustaría pero lo prueban, juegan con los padres y es brutal. Les encanta", sentencia.

Coleccionistas, consolas y recreativas, todo un universo vintage alrededor de los videojuegos pero, sobre todo, alrededor de la nostalgia. Un pasado que desde RetroBarcelona no solo se niegan a olvidar, sino que reivindican con orgullo. Los 8 bits están de moda y es que, en palabras del organizador del evento, "la nostalgia es muy poderosa".