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Pasé una semana haciendo todo lo que me decía mi madre

Como casi nunca le hago caso, he decidido darle una oportunidad y le he dado las riendas de mi vida durante toda una semana.
Pasé una semana bajo las ordenes de mi madre

La relación con mi madre no siempre ha sido tan buena como lo es ahora. Cuando tenía quince años fuimos a una psicóloga las dos para solventar nuestras diferencias. Nos dijo que mejor separadas que juntas, y ha funcionado bastante. Lo cierto es que con el tiempo me he dado cuenta que cuanto mayor soy más me parezco a ella, y eso es algo que me asusta y me divierte a la vez.

Es de esas madres capaces de llamarte a cualquier hora por Whatsapp entre diez y quince veces por día. De aquellas que te preguntan en bucle si llevas la chaqueta puesta cuando hace frío y de las que te avisan del cambio de tiempo porque les duelen las rodillas. De aquellas madres que aparcan donde les conviene sin importar que haya un guardia delante de sus narices porque te dicen que si viene les digas con todo el morro que mi madre ahora viene, que ha ido a por chocolate 70% de cacao.

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Pues así es mi madre. Y como casi nunca le hago caso, he decidido darle una oportunidad y le he dado las riendas de mi vida durante toda una semana. Imaginaos qué es lo que ha podido suceder. Cuando le comuniqué que iba a hacer un artículo estando toda la semana a sus órdenes me contestó con el emoticono de “llorar de risa”. Le encantó la idea y tenía pinta de que se lo iba a tomar como una venganza personal. Estos son los resultados de pasar una semana entera completamente a sus órdenes.

ORDEN

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La primera orden que me dio fue la que me había dado toda la vida y la que siempre había ignorado: ordenar mi habitación. Desde que tengo memoria mi armario parece un gran bazar y aunque cuando llega a niveles de extremos me imponga a mí misma ordenarlo, no consigo mantenerlo todo bien doblado y en su sitio.

Para que os hagáis una idea hace unos diez años entraron a robar a casa de mis padres cuando todavía vivía con ellos. A mi hermana le robaron alguna chaqueta y unas botas. La policía, viendo que mi habitación estaba totalmente manga por hombro, como si hubiese pasado una estampida, pensaron en buscar pruebas por allí, pero les dije que estaba tal cual la había dejado. De hecho, allí los ladrones no habían robado nada.


MIRA:


Suelo acumular tantos objetos por todos lados que a veces me resulta hasta complicado abrir la puerta de las habitaciones por las barricadas de objetos varios que hay al otro lado. Mi madre me estaba obligando a hacer algo que odio hacer, pero en realidad se lo agradecí. Al menos por fin pondría orden en mi vida.

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Me puse manos a la obra, y después de un tutorial de YouTube para aprender a doblar y de un par de capítulos de Marie Kondo, me apliqué al máximo. Me sentí como si hubiese estado perdiendo el tiempo, pero a la vez un sentimiento contradictorio me invadió por dentro: me iba a desprender de reliquias que guardo por un por si acaso que nunca acabo usando.

COMIDA SANA

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La segunda de sus peticiones fue otro de mis puntos débiles: cocinar algo rico y sano para cenar. El mundo se divide entre los que les gusta comer bien y los que comen porque hay que comer. Yo soy de las segundas. No suelo perder mucho tiempo en cocinar porque básicamente lo encuentro una pérdida de tiempo. Si por mí fuese me alimentaba con una cápsula que me aportase todos los nutrientes necesarios y ya.

Estuve todo el día pensando qué cocinaría por la noche que estuviera a la altura de preparar. Me decanté por pescado al horno, con unas patatitas y algunas especies. Fácil y rápido. Me pasé un poco regando el pescado con vino, pero por lo demás bien.

ESCUCHAR ÓPERA

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La tercera de las peticiones fue la que más me perturbó. Para mi madre María Callas es como su Rosalía. Me he pasado mi infancia entera escuchando sus trinos en los viajes en coche y os juro que me ponen de los nervios. Mi madre insiste que es música ultrarelajante y que debería escucharla a todas horas para tranquilizarme. Quienes me conocen saben que soy un nervio y que no consigo parar quieta, por lo que al principio pensé que quizás la idea de mi madre no era tan desbaratada.

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Abrí Spotify y busqué alguna lista de reproducción de ópera. "Opera Classics" fue la elegida, pero no hicieron falta más de 30 segundos antes de que me empezase a poner nerviosa. Ahí estaba yo, aguantando estoicamente escuchando "La Traviata". Durante ésta semana escuchando ópera he podido aprender que precisamente ésta pieza, la de Verdi, es la que abre casi todas las listas de reproducción del género.

LA MEDITACIÓN DE LA ROSA

Basura orgánica relación madre hija

No es lo único que mi madre ha hecho para que me relajase un poco. La mujer se preocupa por mi salud física y psicológica y me ha mandado hacer lo que ella llama “la meditación de la rosa”. Consiste en cada mañana, nada más levantarte, contemplar una rosa y dejar la mente en blanco. Cuando vino a mi casa con una rosa de su rosal pensé que era una broma, pero cuando la vi haciéndome la demostración práctica de cómo hacerlo me di cuenta de que era totalmente real.

No sé que le hice a la pobre rosa, pero al cabo de apenas 4 días ya estaba mustia. Debe de ser que esto de la meditación envía los pensamientos negativos a los pétalos y éstos los absorben. O eso o que mis ojos irradian rayos X con capacidad de descomponer la materia orgánica. Y allí es dónde acabaron los restos de la pobre flor: en el cubo de la basura orgánica.

LA ROPA

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Hace tiempo que mi madre está preocupada por mi imagen personal. Cree que mi look no es lo suficientemente de “persona” y piensa que me he visto claramente afectada e influenciada por la "estética VICE", sea lo que sea eso.

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Si fuera por ella vestiría como mi hermana: a lo Ally McBeal. Sin embargo, desde mi adolescencia he tenido otros intereses estéticos: desde las camisetas de rallas a juego con mi pañuelo palestino, las gargantillas con pinchos de mi época gótica o los pantalones bombachos con el culo "cagado" y las Converse de mi época universitaria. Según ella “ya no tengo edad como para vestir como una teenager”.

Es por eso que una de sus últimas intervenciones en ésta semana que me he pasado haciendo todo lo que mi madre ha dicho, ha sido comprarme un par de prendas de mujer heteronormativa estanda. Me ha dado incluso un presupuesto para hacerlo, cosa que le agradezco. Por lo que dentro de lo que puedo considerar “mi estilo”, si es que tengo alguno, me he hecho con un blazer rosa palo que le ha encantado a la mujer. Le envié por Whatsapp la foto que habéis visto un poco más arriba presentándole mi nueva adquisición.

EDUCACIÓN

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La última petición que me ha hecho mi madre ha sido que sea lo más educada posible. Lo he sido tanto que hasta ella se ha sorprendido. Se ha echado a reír.

Sigue a Alba en @albacarreres.

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